Cuarta
Feria, 5 de julio
SAN
ANTONIO MARIA ZACCARIA
San
Antonio María Zaccaria
con lirio (pureza), y libro (reglas de la
congregación que el fundó)
con lirio (pureza), y libro (reglas de la
congregación que el fundó)
Sacerdote
y fundador. +1539
Impulsor
de la Adoración Eucarística de las Cuarenta Horas
Patrono
de médicos y de las ciudades de Cremona, donde nació, y de Milán,
donde vivió
Breve
Fundador
de la Orden Barnabita, y de las Angelicales de San Pablo. Gran devoto
de la Eucaristía a la que ayudó a difundir su adoración.
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Nació
en Cremona, ciudad de Lombardia, Italia, en 1502. Cuando tenía dos
años, murió su padre, Lazzaro. Su madre, Antonia Pescorali, queda
viuda a los 18 años, pero no quiso volver a casarse, y se dedicó a
la educación de su hijo.
Antonio
María estudió medicina en la Universidad de Padua. Aunque
era de familia adinerada, desde joven renunció a los vestidos
elegantes, y a los ambientes de juerga. El dinero que ahorraba, lo
repartía entre los más necesitados.
A
los 22 años recibió el doctorado, y se graduó de médico, deseando
poner su profesión al servicio de los pobres, y ayudarles al mismo
tiempo a encontrarse con Jesús.
Pero
el Señor lo llamó al sacerdocio. Fue ordenado a los 26 años de
edad, convirtiéndose así en médico de los cuerpos y de las almas.
Entregó su herencia a su madre. Se dice que vieron ángeles en torno
al altar, durante su primera misa.
Desde
niño, Antonio tuvo gran amor por los pobres. Volvía a veces a casa
de la escuela sin saco, por haberlo regalado a un pobre. Ya como
sacerdote, todo lo que consigue lo reparte entre los pobres.
Fue
a vivir a Milán, la gran ciudad del norte de en Italia, para poder
extender su apostolado. Allí, junto a la hermana Luisa Torelli fundó
la comunidad de las hermanas, llamadas "Angelicales de San
Pablo" - nombradas así porque su convento se llamaba de "Los
Santos Angeles". Su apostolado era con
las jóvenes en peligro, o ya caídas en vicios.
Luego
fundó la "Sociedad de Clérigos de San Pablo", los cuales,
por vivir en un convento llamado de San Bernabé, fueron llamados por
la gente "Barnabitas". Se dedicaron a predicar el
Evangelio, con gran devoción al amor a la Pasión y Cruz del Señor.
Buscaban la renovación espiritual del pueblo.
Animaban
a los laicos a recibir con frecuencia la Eucaristía, y a trabajar en
el apostolado. San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, dijo de
ellos: "Son la ayuda más formidable
que he encontrado en mi arquidiócesis".
San
Antonio María tenía un profundo amor por la Eucaristía. Propagó
la devoción a las Cuarenta Horas, que consiste en dedicar
tres días cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la
Eucaristía con rezos, cantos, y otros actos solemnes de culto.
De
acuerdo a San Agustín, transcurrieron 40 horas entre la Muerte de
Cristo un Viernes a las 15:00 del 25 de Marzo/ 33 AD, Viernes Santo,
y su Resurrección 07:00 del 27 de Marzo/ 33 AD, Domingo de Pascua.
Tenía
gran devoción a la pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las
tres de la tarde, hacía sonar las campanas para recordar a la gente
que a esa hora había muerto Nuestro Señor.
Siempre
llevaba una imagen de Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que
todos meditaran en los sufrimientos de Jesús, en su Pasión y
Muerte, porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor.
Una
tercera devoción fue por las Cartas de San Pablo. Su
lectura lo emocionaba, e inspiraba en sus prédicas. A sus discípulos
les insistía en que las leyeran frecuentemente, y que meditaran sus
enseñanzas.
Vivió
en el tiempo de Lutero, quien proclamaba una reforma llena de graves
errores doctrinales. Muchos católicos tenían el santo deseo de una
verdadera reforma, para vencer la frialdad y el pecado. Esa verdadera
reforma debía ser en todo fiel a la Iglesia, la cual siempre
necesita de santos reformadores. Uno de ellos fue San Antonio María,
como también San Ignacio y sus jesuitas.
Siendo
un joven de 37 años, iba en una misión de paz, sintiéndose mal fue
a casa de su madre, y murió en sus brazos el 5 de julio de 1539. Se
dice que tuvo una visión de San Pablo antes de morir. Su trabajo por
Cristo y su Iglesia había sido enorme.
Está
enterrado en Milán, en el convento de San Pablo
Beatificado:
1849 por el Papa Pio IX.
Canonizado:
1897 por el Papa León XIII
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El
discípulo del Apóstol San Pablo
De
un sermón de San Antonio María Zaccaría, presbítero, a sus
hermanos de religión
Nosotros,
unos necios por Cristo: esto lo decía nuestro bienaventurado guía y
santísimo patrono, refiriéndose a sí mismo, y a los demás
Apóstoles, como también a todos los que profesan las enseñanzas
Cristianas y Apostólicas.
Pero
ello, hermanos muy amados, no ha de sernos motivo de admiración, o
de temor, ya que un discípulo no es más que su maestro, ni un
esclavo más que su amo.
Nuestros
enemigos se hacen mal a sí mismos, y nos prestan a nosotros un
servicio, ya que nos ayudan a conseguir la corona de la gloria
eterna, mientras que provocan sobre ellos la ira de Dios, y por esto,
debemos compadecerlos y amarlos, en vez de odiarlos y aborrecerlos.
Más
aún, debemos orar por ellos y no dejarnos vencer del mal, sino
vencer el mal con el bien, y amontonar las muestras de bondad sobre
sus cabezas, según nos aconseja nuestro Apóstol, como carbones
encendidos de ardiente caridad; así ellos viendo nuestra paciencia y
mansedumbre, se convertirán y se inflamarán en amor de Dios.
A
nosotros, aunque indignos, Dios nos ha elegido del mundo, por su
misericordia, para que dedicados a su servicio, vayamos progresando
constantemente en virtud, y por nuestra constancia, demos fruto
abundante de caridad, jubilosos por la esperanza de poseer la gloria,
que nos corresponde por ser hijos de Dios, y glorificándonos incluso
en medio de nuestras tribulaciones.
Fijaos
en vuestro llamamiento, hermanos muy amados; si lo consideramos
atentamente, fácilmente nos daremos cuenta de que exige de nosotros,
que no rehusemos el participar en los sufrimientos de Cristo, puesto
que nuestro propósito es seguir, aunque sea de lejos, las huellas de
los Santos Apóstoles, y demás soldados del Señor. Corramos en la
carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició
y completa nuestra fe: Jesucristo.
Los
que hemos tomado por guía y padre a un Apóstol tan eximio, y
hacemos profesión de seguidores suyos, debemos esforzarnos en poner
por obra sus enseñanzas y ejemplos; no sería correcto que en las
filas de semejante capitán, militaran unos soldados cobardes o
desertores, o que un padre tan ilustre tuviera unos hijos indignos de
él.
Oración:
Señor mío y Dios mío, que encendiste en el corazón de San Antonio
María Zaccaría, un ardiente celo por la salvación de sus hermanos,
te pedimos por su intercesión, que nos sintamos siempre urgidos a
evangelizar a los hombres de nuestro tiempo con nuestro ejemplo y
compromiso de Vida, por amor a Ti. Por Jesucristo, Nuestro Señor.
Amén
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