Quinta
Feria, 16 de febrero
Santa
Juliana de Nicomedia
Virgen
y Mártir
(† 305)
Fue vista peleando con Satanás disfrazado, hasta que finalmente lo sometió, manteniéndolo en el piso, y sujetándolo con una cadena
Es
invocada en contra de las enfermedades contagiosas
Durante
la última gran persecución, antes de la legalización del
cristianismo en el Imperio Romano, el Emperador Diocleciano ordenó
la matanza de miles de cristianos a causa de su fidelidad a la fe
cristiana.
Entre
tantos jóvenes que dieron sus vidas, en vez de abandonar la fe en
Jesucristo, estuvo Santa Juliana, Virgen y Mártir. Su memoria se
celebra en el aniversario de su martirio, el 16 de febrero del año
305.
Según
la Martiriología de Beda el Venerable, Juliana vivía en la ciudad
de Nicomedia en Bitinia (actualmente en Turquía). Juliana fue
martirizada por la fe, cuando se negó a contraer matrimonio con un
oficial romano.
Su
padre, el pagano Africano, era un funcionario ambicioso en las
legiones romanas, y desdeñaba a Juliana simplemente por el hecho de
haberse convertido en cristiana. En contra de su voluntad, la
comprometió con el Senador Eleusio, el cual sentía sólo desprecio
por su fe, y por su castidad.
Cuando
Eleusio se enteró que Juliana no se convertiría en su esposa,
decidió que entonces no sería la esposa de nadie. Su llamado al
cristianismo había dejado a Juliana sin familia propia.
Ambos
hombres, al fallar en su propósito de someter a esta santa a su
voluntad, la trataron brutalmente: el padre
de Juliana la azotó y la torturó. Eleusio la hizo encerrar en la
cárcel, donde fue vista peleando con Satanás disfrazado, hasta que
finalmente lo sometió, manteniéndolo en el piso, y sujeto con una
cadena.
Juliana
sufrió una muerte de mártir. Se cuenta que primero fue quemada
parcialmente en una hoguera; luego fue zambullida en un caldero lleno
de aceite hirviente; y finalmente, la muy sufrida santa, fue liberada
de sus torturas terrenales por el acto instantáneo y caritativo de
la decapitación.
La
lucha de Juliana con Satanás era una de las historias favoritas de
la Iglesia medieval. Lo que aún fascina es su gran significado
psicológico: se dice que Satanás se le apareció a la santa como un
ángel de luz. Su propósito era persuadir a Juliana a creer que todo
a lo que había renunciado en este mundo era, de hecho, bueno.
La
martirología romana nos dice que el padecimiento de Juliana sucedió
en Nicomedia, pero es más probable que haya muerto en Nápoles, de
pronto en Cumae, donde se dice que sus reliquias son veneradas.
Algunas de estas reliquias se encuentran hoy día en Bruselas,
Bélgica, en la Iglesia de Nuestra Señora de Sablon.
Aunque
su historia fue la fuente de muchos cuentos románticos, según Beda
el Venerable, Juliana es claramente una figura histórica ya que san
Gregorio el Magno solicitó reliquias del Obispo Fortunato de Nápoles
para un oratorio que una cristiana rica construyó en honor a Santa
Juliana y otros santos en Campania, Italia.
Sin
embargo, la tradición en el norte de España mantiene que es allí
que está enterrada, en un pueblo cerca del Mar de Cantabria, que de
ella toma su nombre, Santillana del Mar. Santillana es una
contracción de Santa-Iuliana. La Iglesia de Santa Juliana en
Santillana es una abadía (colegiata) al estilo románica, con más
de mil años de antigüedad.
En
el arte, Santa Juliana es a veces mostrada en un caldero, guiando a
Satanás encadenado, o con una corona, y llevando una cruz sobre su
pecho. Es invocada en contra de las enfermedades contagiosas.
En
la pintura y ventanales eclesiásticos de la Edad Media, Santa
Juliana es mostrada frecuentemente batallando con un dragón con
alas; usualmente ella lleva una cadena para amarrarlo. También puede
ser vista con un dragón a sus pies.
Aunque
hay elementos inciertos en su historia, y puede que haya añadiduras
legendarias, Santa Juliana es una Santa sumamente apropiada,
especialmente para los jóvenes, que confrontan a diario los valores
falsos, y las atracciones de la sociedad moderna.
Oración:
Te pedimos Señor, que por los méritos e intercesión de
Santa Juliana, sepamos distinguir claramente la camuflada presencia
satánica, y mantenernos firmemente alejados de sus insinuaciones y
tentaciones que a diario nos ofrece. A Tí Señor que supiste
rechazar sus insinuaciones en el desierto. Amén.
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