viernes, 4 de diciembre de 2015

Sexta Feria, 4 de diciembre.

SAN JUAN DAMASCENO
(675-749)


Teólogo griego; Presbítero y Doctor de la Iglesia

Nació en Damasco, en la segunda mitad del siglo VII, en el seno de una familia cristiana. Gran conocedor de la filosofía ingresó en el monasterio de San Sabas, próximo a Jerusalén, fue ordenado sacerdote. Escribió numerosas obras teológicas sobre todo contra los iconoclastas. Murió a mediados del siglo VIII.

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Llamado Damasceno por ser de Damasco, capital de Siria.

Llamado "Orador de Oro" por su elocuencia.  Gran poeta de la Iglesia del Este.
Nació de familia acomodada, su padre era ministro en Damasco, pero Juan renunció a esa vida, repartió sus posesiones entre los pobres y entro en el monasterio de San Sabas, cerca de Jerusalén.  Se dedicó al estudio y a escribir.  Quería hacer llegar los profundos tesoros de la fe a todo el mundo.

Defendió la práctica de la veneración de imágenes contra los iconoclastas. Cuando León el Isaurico, emperador de Constantinopla, prohibió el culto a las imágenes, haciéndose eco de los iconoclastas que acusaban a los católicos de adorar imágenes, San Juan Damasceno se hizo portavoz de la ortodoxia enseñando la doctrina católica. No adoramos imágenes sino que las veneramos.  (Ver: ¿Por qué los católicos veneramos imágenes?)

Lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen. Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes son el catecismo de los que no leen. -San Juan Damasceno.

Doctrinalmente, "San Juan Damasceno, es, por excelencia, el teólogo de la Encarnación. Es el misterio que más extensamente le ocupa y del que habla en casi todos sus escritos. Su síntesis es verdaderamente representativa de toda la teología griega anterior" (Jugie).

Por su síntesis doctrinal se ha dicho que San Juan Damasceno fue para Oriente lo que Santo Tomás de Aquino para Occidente. Sin duda, la influencia del doctor de Damasco fue muy grande en Oriente, pero más bien como libro de texto. Le faltaron sencillamente esos discípulos que tuvo Santo Tomás para formar la escuela y prolongar la tarea y el pensamiento; por eso sus aguas quedaron estancadas pronto, injustificadamente.

En momentos críticos de lucha doctrinal entre Oriente y Occidente, las obras del Damasceno fueron siempre el guía de los católicos contra los cismáticos. Y éstos, al fin, han llegado a olvidarle. Lo comprendemos.

Sin embargo, en días en los que se siente, tal vez como nunca, la herida de la escisión de las iglesias, terminamos con el padre Régnon, haciendo votos por que "llegue la hora en que para cimentar la unión entre Oriente y Occidente la Iglesia ponga en la cátedra de sus escuelas.

La fuente de la ciencia, de San Juan Damasceno, junto a la Suma Teológica, de Santo Tomás. Sería, a la vez, hacer justicia al teólogo de San Sabas, al Padre que cierra la serie de las grandes lumbreras de la Iglesia de Oriente.


San Joaquín y Santa Ana, Padres de la Virgen María
Por sus frutos los conoceréis
De los sermones de San Juan Damasceno, obispo

Sermón 6, sobre la Natividad de la Virgen María, 2.4.5.6
Ya que estaba determinado que la Virgen Madre de Dios nacería de Ana, la naturaleza no se atrevió a adelantarse al germen de la gracia, sino que esperó a dar su fruto hasta que la gracia hubo dado el suyo. Convenía, en efecto, que naciese como primogénita aquella de la había de nacer el primogénito de toda la creación, en el cual todo se mantiene.

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana! Toda la creación os está obligada, ya que por vosotros ofreció al Creador el más excelente de todos los dones, a saber, aquella madre casta, la única digna del Creador.

Alégrate, Ana, la estéril, que no dabas a luz, cantar de júbilo, la que no tenías dolores. Salta de gozo, Joaquín, porque de tu hija un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, y será llamado: «Ángel del gran de designio» de la salvación universal, «Dios guerrero». Este niño es Dios.

¡Oh bienaventurados esposos Joaquín y Ana, totalmente inmaculados!. Sois conocidos por el fruto de vuestro vientre, tal como dice el Señor: Por sus frutos los conoceréis. Vosotros os esforzasteis en vivir siempre de una manera agradable a Dios y digna de aquella que tuvo en vosotros su origen.

Con vuestra conducta casta y santa, ofrecisteis al mundo la joya de la virginidad, aquella que había de permanecer virgen antes del parto en el parto y después del parto; aquella que, de un modo único y excepcional, cultivaría siempre la virginidad en su mente, en su alma y en su cuerpo.

¡Oh castísimos esposos Joaquín y Ana! Vosotros, guardando la castidad prescrita por la ley natural, conseguisteis, por la gracia de Dios, un fruto superior a la ley natural, ya que engendrasteis para el mundo a la que fue madre de Dios sin conocer varón. Vosotros, comportándoos en vuestras relaciones humanas de un modo piadoso y santo, engendrasteis una hija superior a los ángeles, que es ahora la reina de los ángeles. ¡Oh bellísima niña, sumamente amable! ¡Oh hija de Adán y madre de Dios! ¡Bienaventuradas las entrañas y el vientre de los que saliste! ¡Bienaventurados los brazos que te llevaron, los labios que tuvieron el privilegio de besarte castamente, es decir, únicamente los de tus padres, para que siempre y en todo guardaras intacta tu virginidad!

Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Alzad fuerte la voz, alzadla, no temáis.

Oración: Te pedimos Señor que por intercesión de San Juan Damasceno, pueda renacer la Paz en Siria, y volver todos los desterrados y fugitivos que hubieron de huir de su patria y así pueda este país volver a ser un nexo vivo de unión entre las Iglesias de Oriente y Occidente. A Tí Señor que Vives por Siempre. Amén.


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