Sexta
Feria, 7 de junio
San
Isaac y compañeros, mártires cordobeses
(†
851)
“Nadie
puede detener a aquellos que van al martirio, inspirados por el
Espíritu Santo”
Breve
Santos
varones españoles, que murieron dando testimonio de Jesús
crucificado, resucitado, y elevado a los cielos, a la Diestra del
Padre.
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En
la ciudad, los moros están cansados de matar; los cristianos que
conviven allí, están cansados también de aguantar insolencias, y
de sufrir humillaciones, con peligro de sus vidas. Bastantes han
preferido la salida, y se han instalado en los alrededores, ocupando
las cuevas de la montaña, donde viven como ermitaños.
Son
más de los que se esperaba; casi se puede decir, que han formado un
cinturón, cercando la ciudad de los emires. Con
frecuencia, reciben la visita de Eulogio, que les conforta con la
palabra clara, fuerte y enérgica que deja en sus almas, regustos de
mayor entrega a Dios, mezclada con deseos de fidelidad a la fe
cristiana, y a los derechos de la patria.
Gran
parte de ellos, avivan en el alma, deseos sinceros de perfección.
Pasan el día y la noche, repitiendo las costumbres ascéticas de los
antiguos anacoretas, entre la meditación y la alabanza.
Las
numerosas ermitas de la montaña, forman un gran monasterio, que
sigue la Regla de los antiguos y pasados reformadores visigóticos,
Leandro, Isidoro, Fructuoso y Valerio, quienes muy probablemente
recopilaron, adaptándolas, las primeras reglas cenobíticas de los
orientales, recogidas por Pacomio, Casiano, Agustín y Benito. El más
importante es el Tabanense.
Estalló
la tormenta, con el martirio del sacerdote cordobés Perfecto, que
fue arrastrado al tribunal, condenado y degollado. Hay
revuelo en la ciudad, y protesta e indignación en el campo. Ha
nacido un sentimiento, por mucho tiempo reprimido; muchos llenos de
ánimo, se lanzan en público a maldecir al Profeta, y se muestran
deseosos de morir, por la justicia y la verdad. El mismo Eulogio,
pretendió serenar los ánimos, pero de todos modos, sostiene que,
«nadie puede detener, a aquellos que van
al martirio, inspirados por el Espíritu Santo».
Isaac
es un joven sacerdote de Tábanos, hijo de familia ilustre cordobesa;
de buena educación, conocedor excelente del árabe, hábil en los
negocios, servidor en la administración de Abderramán, y de sus
rentas. Pero amargado en la casa de su amo, por la insolencia de los
dominantes, por su prepotencia altanera, o quizá por escrúpulos de
conciencia, decidió irse, y entrar en Tábanos donde le trató
Eulogio.
Ahora,
indignado por la persecución de los musulmanes, toma la decisión de
presentarse al cadí, con la intención de ridiculizar la injusticia,
y acabar en el martirio. Simula querer tener razones, para aceptar la
religión del Profeta, y las pide con ironía y sarcasmo, al juez que
cae en la trampa.
Tan
de plano, rechaza ante el público reunido, la mentira del Profeta,
la conducta personal del mahometano, y la falsía de la felicidad
prometida, que resaltando la verdad del Crucificado, la dignidad que
pide a sus fieles, y la verdad del único Cielo prometido, que fuera
de sí, el improvisado y timado maestro, abofetea a Isaac, contra la
ley y la usanza.
La
crónica del suceso, narrada por Eulogio, coincide con la versión
árabe, relatada en las Historias de los jueces de Córdoba, de
Alioxaní, por la que sabemos hasta el nombre del cadí, Said-ben
Soleiman el Gafaquí, que le juzgó.
Abderramán
II, mandó aplicar el rigor de la ley, a su antiguo servidor; y para
que los cristianos, no pudieran hacer de su cadáver un estandarte,
dándole veneración, lo mantuvo dos días en la horca, lo hizo
quemar, y desparramar después sus cenizas, por el río Guadalquivir.
Eso
sucedió el miércoles 3 de junio. Dos días más tarde, el mártir
es Sancho, un joven admirador de Eulogio, nacido cerca del Pirineo,
que era un esclavo de la guardia del sultán; a éste, por ser
culpado de alta traición, además de impío, lo tendieron en el
suelo, le metieron por su cuerpo una larga estaca, lo levantaron en
el aire, y así murió tras una larga agonía; esa era la muerte de
los empalados.
Seis
hombres, que vestían con cogulla monacal, se presentaron el domingo,
día 7, ante el juez musulmán. Eran Pedro, un joven sacerdote, y
Walabonso, diácono, nacido en Niebla, ambos del monasterio de Santa
María de Cuteclara; otros dos, Sabiniano y Wistremundo, pertenecían
al monasterio de Armelata; Jeremías era un anciano cordobés, que
había sido rico en sus buenos tiempos, pero había sabido adaptar su
cuerpo, a los rigores de la penitencia, en el monasterio de Tábanos,
que ayudó a construir con su fortuna personal, y ya sólo le quedaba
esperar el Cielo, y otro tabanense más, Habencio, murieron
decapitados.
En
unos días, ocho hombres fueron mártires de Cristo.
Gentileza
de De Crates (University of Texas Libraries)
Nota
Personal: He omitido o suavizado intencionalmente lo que
dijeron estos santos varones, respecto del fundador del Islam,
Muhammad o comúnmente llamado Mahoma.
Lo
hago en honor a mi abuelo materno musulmán, quien siempre respetó
al Cristianismo, y permitió que toda su familia sea bautizada, y
fuese católica. La clave del desencuentro con los musulmanes, es de
carácter teológico, y no personal con Muhammad. Así si éste, a
los ojos cristianos, hubiese sido un varón inmaculado, igualmente
subsistiría el desencuentro.
Quiero
hacer este paréntesis, por el odio enconado, que existe actualmente
en Occidente contra los musulmanes, que resume una enorme
tendenciosidad, a un estado de guerra permanente, favorable a los
intereses armamentísticos mundiales. Los propios musulmanes, son las
primeras y principales víctimas de los extremistas, y lo atestiguan
con sus vidas, muriendo de a miles en el Mar Mediterráneo cuando
escapan a Europa.
Resumiendo
brevemente la doctrina que profesan, el
Islam cree en la concepción virginal de Jesús, cree en la Virgen
María como tal, y venera a Jesús como profeta.
Sin
embargo, niegan al pecado original, y en consecuencia, de la
necesidad del Bautismo. Repiten de alguna manera, la
herejía de Pelagio y de sus seguidores, el pelagianismo. Nosotros
sabemos bien, el poder inmenso del pecado, que anida en nuestro
corazón.
También
niegan que Jesús haya sido crucificado, ya que afirman
que otro hombre, que se le parecía lo fué, y que Dios
elevó a Jesús a los cielos, sin haber resucitado. Niegan
en consecuencia el sacrificio salvífico de la Cruz, su resurrección,
y su naturaleza divina, siendo en consecuencia la versión
moderna del arrianismo, que entre los cristianos, negaba la
naturaleza divina del Salvador.
Por
supuesto, niegan la Eucaristía, y el misterio de la
transustanciación del pan y del vino, en el cuerpo y la sangre de
Jesús. En eso se parecen mucho a los protestantes.
Algunos
musulmanes – mi propio hermano – afirman, que ellos creen en los
mismos textos sagrados de los cristianos y judíos. Sin embargo, esto
no es así, ya que según un comité de 32 eruditos musulmanes de los
Estados Unidos, afirmaron que el Evangelio original – el Al-Inyil -
que Dios le reveló a Jesús, ha sido modificado con el tiempo, al
igual que el Antiguo Testamento. Es algo lógico, que así lo crean
estos eruditos, porque sino, sería una flagrante contradicción con
sus creencias teológicas.
La
clave esencial de la controversia, es muy parecida a lo que nos
separa de los protestantes. Ellos también afirman, desde
otro ángulo, que nosotros, los católicos, no seguimos fielmente las
verdaderas creencias cristianas, ya que ellos – los protestantes -
se ajustan estrictamente a la letra de lo escrito, en el Evangelio, y
nosotros no.
Por
ejemplo, respecto a la Virgen María, los protestantes la rechazan
como co redentora, como sí lo afirmamos los católicos. Rechazan
además la Tradición, en
especial, todas las sucesivas revelaciones y apariciones de la Virgen
María, y de la visión de muchos Santos. Ni hablar, de nuestra
Devoción al Sagrado Corazón de Jesús y de María.
Lo
último importante que quería reflexionar, es la proyección
histórica, de la labor de Muhammad y de los propios musulmanes.
Hay que pensar que éste, sacó a
innumerables pueblos árabes, con la ayuda indudable de Dios, del
politeísmo y del más crudo paganismo.
Si
no acabó mártir, fué porque supo escapar a tiempo a Medina desde
la Meca, y allí organizó un poderoso ejército; es decir que fué
un profeta guerrero. De alguna manera, repitió lo que sabemos que
hizo luego el Emperador Carlomagno, en Francia y Alemania por
ejemplo, y a nuestros propios Monjes Templarios
Hay
que recordar también, que el propio Islam sufrió cambios políticos
importantes, y lo que era tolerable para los primeros musulmanes, ya
no lo era para peródos posteriores. Esto sucedió en la dinastía de
los Omeyas, que al principio de la conquista fueron tolerantes, y
luego no lo fueron un siglo después.
Nosotros
mismos con la pésima conducta y genocidio, de las Cruzadas en la
Edad Media, repetida luego en el 2003, no hemos contribuido en nada,
a la Paz entre las naciones cristianas y musulmanas. En Siria
convivían cristianos, judíos y musulmanes, sin que exista violencia
alguna entre ellos. Lo mismo en Iraq e Irán.
También
es importante señalar que en la España Mozárabe nunca existió la
Inquisición – al menos formalmente -, y la ciencia y el arte, se
propagaban libremente, tanto que en la Universidad de Córdoba,
estudiaron muchos cristianos, venidos del resto de la Europa
Cristiana. La ordenada recopilación de la ciencia
helénica y romana, por parte de los musulmanes, sirvió luego para
el despegue de la Ciencia y el Arte, durante el Renacimiento en
Europa.
Lo
mismo sucedió con el sistema numérico que diseñaron, que luego
alcanzó aceptación mundial, especialmente
con la aparición del número cero, y desde luego las
decenas, centenas y miles para los cálculos arquitectónicos y
astronómicos, que ellos ya manejaban con habilidad. Las enormes
construcciones, al estilo de la Basílica de San Pedro, fueron
realizadas muchos siglos antes en Yemen, por ejemplo.
Ellos
ya sabían, y guardaban como celoso secreto, por razones políticas y
comerciales transoceánicas (Atlántico, Índico y Pacífico), que
la Tierra era redonda, y que el Sol era el centro del sistema
planetario, debido a sus observaciones astronómicas.
Colón pudo averiguarlo de fuentes mozárabes, lo que ya sospechaba,
y se lo revelaron los propios monjes españoles.
Cuando
fueron expulsados los “moros” y judíos, España dejó partir a
los mejores artesanos, comerciantes, industriales, científicos y
técnicos, y empezó a importar todo, lo que arruinó de
manera irreversible a ese país, durante centurias.
Hay
que recordar también, que en la Universidad de Bagdad, ya se operaba
con asepsia completa, muchos siglos antes de que se hiciera en
Occidente. Lo que Lord Lister descubrió en el siglo diecinueve,
respecto a la asepsia, ya lo conocían ellos en el siglo once. No
eran los musulmanes una cultura “bárbara”, ni “atrasada”.
Esto nos enseña a tener humildad, y saber
dar la importancia debida, al entrelazamiento cultural, sin perder
nuestra identidad.
El
respeto que tienen los musulmanes por la Virgen María es proverbial,
y sospecho que la aparición de ella en Fátima, Portugal, no ha sido
casual, ya que ésta, Fátima, fué la cuarta hija de Muhammad.
Seguramente, la reconciliación de Cristianos y Musulmanes, pasará
por la Virgen María.
En
última instancia, lo que realmente importa es nuestro corazón,
nuestra conducta personal coherente, y nuestra Fe en Dios. De nada
sirve decir que seamos cristianos, si no somos consecuentes luego,
con nuestras acciones, al Amor y el Sacrificio que ese Amor conlleva,
y tener un firme rechazo al pecado, y a Satanás.
Ya
el Divino Maestro nos lo advirtió severamente, que no será
suficiente para entrar en la Vida Eterna, con haber dicho: “Señor,
Señor”, si no fuimos sus discípulos de todo corazón.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que infundiste el sagrado celo de tu
Santo Nombre a San Isaac, y compañeros mártires, haz que su supremo
sacrificio sirva a la reconciliación de las religiones monoteístas,
ayudando y acelerando de esa manera, a la venida de tu Reino sobre la
Tierra. A Tí Señor, que nos advertiste que no bastará, para entrar
en el Reino de los Cielos, con haberte dicho “Señor, Señor”.
Amén.
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