Quinta
Feria, 12 de Enero
San
Arcadio de Cesarea, mártir
“Vuestros
dioses no son verdaderos dioses. Aquel por quien muero es el
verdadero Dios. Él me conforta y sostiene”
Etim:
de Arcadia, en griego.
Breve
Hombre
rico y prominente de Mauritania (hoy Argelia). El año de su martirio
no consta en las actas. Algunos lo sitúan durante el imperio de
Valeriano, otros bajo Dioclesiano. Se mantuvo firme en la fe por lo
que fue martirizado, probablemente en Cesarea, la capital de
Mauritania.
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Para
escapar la persecución, siendo un hombre tan importante en la
comunidad, huyó al bosque donde vivió como ermitaño. Las
autoridades quisieron hacer de él una advertencia para otros, por lo
que arrestaron a un miembro de su familia, amenazándolo de muerte si
Arcadio no se entregaba.
Arcadio
fue directamente a la corte y se entregó. El juez dijo que lo
pondría en libertad si sacrificaba incienso públicamente a los
dioses paganos.
Con
el intento de rendir la inquebrantable firmeza de Arcadio, el
gobernador pone ante sus ojos con la mayor viveza los tormentos que
se le aplicarán si no ofrece sacrificios a los dioses: los garfios
de hierro, los azotes con puntas de plomo al estilo romano, y otros
semejantes. Pero el servidor de Cristo no se deja intimidar, y
persiste en la más decidida confesión de su fe.
Entonces
el juez ordena que se practique en el mártir la más horrible
carnicería: que se le corten, uno a uno, todos los músculos de los
brazos, de las espaldas y de las piernas hasta los pies.
Al escuchar este mandato, Arcadio siente que todo su cuerpo se
estremece, pero levanta sus ojos a Dios, y siente cómo Éste le
comunica las fuerzas que necesita.
Las
actas describen luego, con el más crudo realismo, cómo se fue
realizando en el santo cuerpo del mártir la orden del gobernador. El
mártir va ofreciendo el sacrificio de cada uno de sus miembros,
pero, durante tan sangriento suplicio, no cesa de bendecir al Señor.
Como
el único miembro que le queda es la lengua, añaden las actas este
rasgo, que aunque pertenezca a la leyenda, es sumamente
significativo: el mártir, se dice, continuaba bendiciendo a Dios con
estas palabras: “Dichosos miembros
míos. Ahora sí que me sois verdaderamente caros, puesto que
pertenecéis únicamente a mi Dios, a quien sois ofrecidos en
sacrificio. Ahora me es más ventajoso estar separado de vosotros,
para estar luego unido con vosotros en la gloria".
Y
dirigiéndose a los testigos de aquellos tormentos, "aprended,
les dijo, que todos estos tormentos no son nada para quien tiene ante
sus ojos la corona del cielo. Vuestros
dioses no son verdaderos dioses. Renunciad, pues, a
ofrecerles sacrificio. Solo Aquel, por el que yo sufro y muero, es el
Dios verdadero. Morir por Él, es alcanzar la verdadera vida; sufrir
por Él, es gozar de inefables delicias".
Al
morir gritó: "vuestros dioses no son dioses. Aquel
por quien muero es el verdadero Dios. Él me conforta y sostiene".
En
medio de estos dichos tan sublimes, Arcadio entregó dulcemente su
alma a Dios.
Fuente:
Lives of the Fathers, Martyrs and other Principal Saints, Butler, Vol
1, pg. 43.
Santos
homónimos:
Arcadio, mártir español del siglo III
Arcadio mártir y a sus compañeros, oficiales del Rey Genserico, sacrificados en el año 437 (13 de noviembre)
Arcadio monje y mártir de Jerusalén, del siglo VI.
Arcadio, mártir español del siglo III
Arcadio mártir y a sus compañeros, oficiales del Rey Genserico, sacrificados en el año 437 (13 de noviembre)
Arcadio monje y mártir de Jerusalén, del siglo VI.
Oración:
Te pedimos Señor, que por los méritos e intercesión de San
Arcadio, podamos poner todos nuestros miembros a tu exclusivo
servicio. Tú que nos advertiste que si cualquiera de ellos es
ocasión de pecado, debemos saber arrancarlo de nuestra Vida, ya que
era mejor entrar cojo, tuerto o manco en el Reino de los Cielos, que
ser arrojado en el lago de fuego y azufre con todos nuestros
miembros. Amén
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