jueves, 12 de enero de 2017

Quinta Feria, 12 de Enero

San Arcadio de Cesarea, mártir


Vuestros dioses no son verdaderos dioses. Aquel por quien muero es el verdadero Dios. Él me conforta y sostiene”

Etim: de Arcadia, en griego.

Breve
Hombre rico y prominente de Mauritania (hoy Argelia). El año de su martirio no consta en las actas. Algunos lo sitúan durante el imperio de Valeriano, otros bajo Dioclesiano. Se mantuvo firme en la fe por lo que fue martirizado, probablemente en Cesarea, la capital de Mauritania.
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Para escapar la persecución, siendo un hombre tan importante en la comunidad, huyó al bosque donde vivió como ermitaño. Las autoridades quisieron hacer de él una advertencia para otros, por lo que arrestaron a un miembro de su familia, amenazándolo de muerte si Arcadio no se entregaba.

Arcadio fue directamente a la corte y se entregó. El juez dijo que lo pondría en libertad si sacrificaba incienso públicamente a los dioses paganos.

Con el intento de rendir la inquebrantable firmeza de Arcadio, el gobernador pone ante sus ojos con la mayor viveza los tormentos que se le aplicarán si no ofrece sacrificios a los dioses: los garfios de hierro, los azotes con puntas de plomo al estilo romano, y otros semejantes. Pero el servidor de Cristo no se deja intimidar, y persiste en la más decidida confesión de su fe.

Entonces el juez ordena que se practique en el mártir la más horrible carnicería: que se le corten, uno a uno, todos los músculos de los brazos, de las espaldas y de las piernas hasta los pies. Al escuchar este mandato, Arcadio siente que todo su cuerpo se estremece, pero levanta sus ojos a Dios, y siente cómo Éste le comunica las fuerzas que necesita.

Las actas describen luego, con el más crudo realismo, cómo se fue realizando en el santo cuerpo del mártir la orden del gobernador. El mártir va ofreciendo el sacrificio de cada uno de sus miembros, pero, durante tan sangriento suplicio, no cesa de bendecir al Señor.

Como el único miembro que le queda es la lengua, añaden las actas este rasgo, que aunque pertenezca a la leyenda, es sumamente significativo: el mártir, se dice, continuaba bendiciendo a Dios con estas palabras: “Dichosos miembros míos. Ahora sí que me sois verdaderamente caros, puesto que pertenecéis únicamente a mi Dios, a quien sois ofrecidos en sacrificio. Ahora me es más ventajoso estar separado de vosotros, para estar luego unido con vosotros en la gloria".

Y dirigiéndose a los testigos de aquellos tormentos, "aprended, les dijo, que todos estos tormentos no son nada para quien tiene ante sus ojos la corona del cielo. Vuestros dioses no son verdaderos dioses. Renunciad, pues, a ofrecerles sacrificio. Solo Aquel, por el que yo sufro y muero, es el Dios verdadero. Morir por Él, es alcanzar la verdadera vida; sufrir por Él, es gozar de inefables delicias".

Al morir gritó: "vuestros dioses no son dioses. Aquel por quien muero es el verdadero Dios. Él me conforta y sostiene".

En medio de estos dichos tan sublimes, Arcadio entregó dulcemente su alma a Dios.

Fuente: Lives of the Fathers, Martyrs and other Principal Saints, Butler, Vol 1, pg. 43.

Santos homónimos:
Arcadio, mártir español del siglo III
Arcadio mártir y a sus compañeros, oficiales del Rey Genserico, sacrificados en el año 437 (13 de noviembre)
Arcadio monje y mártir de Jerusalén, del siglo VI.

Oración: Te pedimos Señor, que por los méritos e intercesión de San Arcadio, podamos poner todos nuestros miembros a tu exclusivo servicio. Tú que nos advertiste que si cualquiera de ellos es ocasión de pecado, debemos saber arrancarlo de nuestra Vida, ya que era mejor entrar cojo, tuerto o manco en el Reino de los Cielos, que ser arrojado en el lago de fuego y azufre con todos nuestros miembros. Amén



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