Domingo
1 de Enero
MARÍA,
MADRE DE DIOS Y DE LA IGLESIA
María
es verdaderamente Madre de Dios
Icono: La
Madre de Dios
por Simón Usciakov
Galería Tretjakov (Moscú)
por Simón Usciakov
Galería Tretjakov (Moscú)
“Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén”
Veneración
"Madre
de Dios" es el título dogmático principal y más generalizado
de la Virgen. De él dependen todos los demás títulos y privilegios
que ella tiene. Ella es Madre de Jesús, Dios y hombre verdadero. Es
además el título mas antiguo.
"¿Cómo
puede ser María la madre de Dios, si Dios no tiene principio?".
Respuesta:
- María no engendró a Dios desde la eternidad. María comienza a ser Madre de Dios cuando el Hijo Eterno se encarnó en sus entrañas (la Encarnación).
- Se llama "madre" la mujer que engendra un hijo/hija. Es madre de la persona por ella engendrada.
-Si reconocemos que María engendró y dio a luz a Jesús, entonces reconocemos que María es Madre de Jesús.
-Si además reconocemos que Jesús es una persona divina, entonces reconocemos que María, por ser madre de esa Persona (Jesús) es verdaderamente Madre de Dios.
En
el credo profesamos que el Hijo es engendrado (eternamente), no
creado por Dios. Dios no tenía necesidad de hacerse hombre, pero
quiso hacerse. Quiso tener madre verdaderamente. Gálatas 4,4: "al
llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de
mujer". Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios, por ende
María es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.
Dios
no necesitaba tener madre, pero la quiso tener para acercarse a
nosotros con infinito amor. Dios es el único que pudo escoger a su
madre, y para consternación de algunos y gozo de otros, escogió a
la Santísima Virgen María, quién es y será siempre la Madre de
Dios.
Cuando
la Virgen María visitó a su prima Isabel (Visitación), ésta,
movida por el Espíritu Santo, la reconoció como Madre de Dios al
llamarle "Madre de mi Señor" (Cf. Lucas 1, 39-45).
La
verdad de que María es Madre de Dios, es parte de la fe de todos los
cristianos ortodoxos (de doctrina recta). Fue proclamada
dogmáticamente en el Concilio de Efeso en el año 431, y es el
primer dogma Mariano. Negar que María es madre de Dios es negar que
el Verbo se hizo hombre (negar la Encarnación de Dios Hijo).
Antecedentes
de la controversia sobre la maternidad divina de María Santísima:
Los
errores de Nestorio
En el siglo V, Nestorio, Patriarca de Constantinopla afirmaba los siguientes errores:
En el siglo V, Nestorio, Patriarca de Constantinopla afirmaba los siguientes errores:
- Que hay dos personas distintas en Jesús, una divina y otra humana.
- Sus dos naturalezas no estaban unidas.
- Por lo tanto, María no es la Madre de Dios, pues es solamente la Madre de Jesús hombre.
- Jesús nació de María solo como hombre, y más tarde "asumió" la divinidad, y por eso decimos que Jesús es Dios.
Vemos
que estos errores de Nestorio, al negar que María es Madre de Dios,
niegan también que Jesús fuera verdaderamente una Persona divina,
que asume una naturaleza humana.
La
doctrina referente a María, está totalmente ligada a la doctrina
referente a Cristo. Confundir una es confundir la otra. Cuando la
Iglesia defiende la maternidad divina de María, está defendiendo la
verdad de que su hijo, Jesucristo, es una Persona divina.
En
esta batalla doctrinal, San Cirilo, Obispo de Alejandría, jugó un
papel muy importante en clarificar la posición de nuestra fe, en
contra de la herejía de Nestorio. En el año 430, el Papa Celestino
I en un concilio en Roma, condenó la doctrina de Nestorio, y
comisionó a S. Cirilo para que iniciara una serie de
correspondencias donde se presentara la verdad.
“Me
extraña en gran manera que haya alguien que tenga duda de si la
Santísima Virgen ha de ser llamada Madre de Dios. Si nuestro Señor
Jesucristo es Dios, ¿Por qué razón la Santísima Virgen, que lo
dio a luz, no ha de ser llamada Madre de Dios?. Esta es la fe que nos
transmitieron los discípulos del Señor. Así nos lo han enseñado
los Santos Padres” San Cirilo de Alejandría, Ver: Carta 1, 27-30
Concilio
de Efeso
En el año 431, se reunieron 200 obispos en el Concilio Ecuménico de Efeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años). Proclamaron solemnemente que "La Virgen María sí es Madre de Dios, porque su Hijo, Cristo, es Dios". Canonizó el titulo "Theotokos".
En el año 431, se reunieron 200 obispos en el Concilio Ecuménico de Efeso (la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años). Proclamaron solemnemente que "La Virgen María sí es Madre de Dios, porque su Hijo, Cristo, es Dios". Canonizó el titulo "Theotokos".
"Desde
un comienzo, la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona,
la segunda persona de la Santísima Trinidad. María no es sólo
madre de la naturaleza, del cuerpo, sino también de la persona quien
es Dios desde toda la eternidad.
Cuando
María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo a quien desde toda
la eternidad era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente
madre del cuerpo humano, sino de la persona, así María dio a luz a
una persona, Jesucristo, quien es ambos Dios y hombre, entonces Ella
es la Madre de Dios"
En
vez de Theotokos, algunos padres proponían Christotokos, Madre de
Cristo. Pero precisamente eso se consideró una amenaza contra la
doctrina de la plena unidad de la divinidad con la humanidad de
Cristo.
En
Efeso se confirmó, por una parte, la unidad de las dos naturalezas,
la divina y la humana, en la persona del Hijo de Dios (cf. DS 250) y,
por otra, la legitimidad de la atribución a la Virgen del título de
Theotokos, Madre de Dios (cf. ib., 251).
Para
celebrar la proclamación de Efeso, los Padres, acompañados por el
gentío de la ciudad, que los rodeaba portando antorchas encendidas,
hicieron una gran procesión cantando: "Santa
María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén". La Theotokos es
representada e invocada como la Reina y Señora, por ser Madre del
Rey y del Señor.
"Después
de ese concilio, se produjo una auténtica explosión de devoción
mariana, y se construyeron numerosas iglesias dedicadas a la Madre de
Dios. Entre ellas sobresale la Basílica de Santa María la Mayor,
aquí en Roma. La doctrina relativa a María, Madre de Dios, fue
confirmada de nuevo en el concilio de Calcedonia (año 451), en el
que Cristo fue declarado "verdadero Dios y verdadero hombre
(...) nacido por nosotros y por nuestra salvación de María, Virgen
y Madre de Dios, en su humanidad" (DS 301)". -Benedicto
XVI
La
Maternidad de María fue también afirmada por otros concilios
universales, como el de Calcedonia (451), y el segundo de
Constantinopla (553).
En
el siglo XIV se introduce en el Ave María la segunda parte donde
dice: "Santa María Madre de Dios". En el siglo XVIII se
extiende su rezo oficial a toda la Iglesia.
El
Papa Pío XI reafirmó el dogma en la Encíclica Lux Veritatis
(1931).
La
Madre de Dios en el Concilio Vaticano II: El concilio recogió
en un capítulo de la Constitución Dogmática Lumen gentium sobre la
Iglesia, el octavo, la doctrina acerca de María, reafirmando su
maternidad divina.
El
capítulo se titula: "La bienaventurada Virgen María, Madre de
Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia". Este documento
presenta la maternidad divina de María en dos aspectos:
1)
La maternidad divina en el misterio de Cristo.
2) La maternidad divina en el misterio de la Iglesia.
2) La maternidad divina en el misterio de la Iglesia.
"Y,
ciertamente, desde los tiempos mas antiguos, la Santísima Virgen es
venerada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles
suplicantes se acogen en todos sus peligros y necesidades.... Y las
diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios, que la Iglesia ha
venido aprobando dentro de los limites de la sana doctrina, hacen que
al ser honrada la Madre, el Hijo por razón del cual son todas las
cosas, sea mejor conocido, amado, glorificado, y que a la vez, sean
mejor cumplidos sus mandamientos" (LG #66)
En
el Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI (1968): "Creemos
que la Bienaventurada María, que permaneció siempre Virgen, fue la
Madre del Verbo encarnado, Dios y salvador nuestro".
En
1984 consagra el Papa Juan Pablo II el mundo entero al Inmaculado
Corazón de María, a través de toda la oración de consagración
repite: "Recurrimos a tu protección, Santa Madre de Dios".
María
por ser Madre de Dios, transciende en dignidad a todas las criaturas,
hombres y ángeles, ya que la dignidad de la criatura está en su
cercanía con Dios. Y María es la más cercana a la Trinidad. Madre
del Hijo, Hija del Padre y Esposa del Espíritu.
"El
Conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre María, será
siempre la llave exacta de la comprensión del misterio de Cristo y
de la Iglesia"
"Y
la Madre de Dios es mía, porque Cristo es mío" -S. Juan de la
Cruz.
Saludamos
a la Virgen (Antífona de entrada de la Misa): "Salve, Madre
santa, Virgen, Madre del Rey"
Santa
María es la madre, llena de gracia y de virtudes, concebida sin
pecado, que es Madre de Dios y Madre nuestra, y está en los cielos
en cuerpo y alma.
Después
de Cristo, Ella ocupa el lugar más alto, y el más cercano a
nosotros, en razón de su maternidad divina.
La
ortodoxia (doctrina recta) enseña:
-Jesús es una persona divina (no dos personas)
-Jesús tiene dos naturalezas: es Dios y Hombre verdaderamente.
-María es madre de una persona divina y por lo tanto es Madre de Dios.
-Jesús es una persona divina (no dos personas)
-Jesús tiene dos naturalezas: es Dios y Hombre verdaderamente.
-María es madre de una persona divina y por lo tanto es Madre de Dios.
-María
es Madre de Dios. Este es el principal de todos los dogmas Marianos,
y la raíz y fundamento de la dignidad singularísima de la Virgen
María.
-María
es la Madre de Dios, no desde toda la eternidad sino en el tiempo.
El
dogma de María Madre de Dios contiene dos verdades:
1)
María es verdaderamente madre: Esto significa que ella contribuyó
en todo, en la formación de la naturaleza humana de Cristo, como
toda madre contribuye a la formación del hijo de sus entrañas.
2)
María es verdaderamente madre de Dios: Ella concibió y dio a luz al
Divino Jesucristo, según la naturaleza humana que Él asumió.
El
origen Divino de Cristo no le proviene de María. Pero al ser Cristo
una persona de naturaleza divina y humana. María es tanto madre del
hombre como Madre del Dios. María es Madre de Dios, porque es Madre
de Cristo quien es Dios\hombre.
La
misión maternal de María es mencionada desde los primeros credos de
la Iglesia. En el Credo de los Apóstoles: "Creo en Dios Padre
todopoderoso y en Jesucristo su único hijo, nuestro Señor que nació
de la Virgen María".
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Benedicto
XVI, 2008
"El
título de Madre de Dios, tan profundamente vinculado a las
festividades navideñas, es por consiguiente, el apelativo
fundamental con que la comunidad de los creyentes honra, podríamos
decir, desde siempre a la Virgen Santísima. Expresa muy bien la
misión de María en la historia de la salvación.
Todos
los demás títulos atribuidos a la Virgen se fundamentan en su
vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios
para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio
de la encarnación del Verbo divino.
Y
todos sabemos que estos privilegios, no fueron concedidos a María
para alejarla de nosotros, sino al contrario, para que estuviera más
cerca.
En
efecto, al estar totalmente con Dios, esta Mujer se encuentra muy
cerca de nosotros, y nos ayuda como madre y como hermana. También el
puesto único e irrepetible que María ocupa en la comunidad de los
creyentes, deriva de esta vocación suya fundamental a ser la Madre
del Redentor.
Precisamente
en cuanto tal, María es también la Madre del Cuerpo místico de
Cristo, que es la Iglesia. Así pues, justamente, durante
el concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, Pablo VI
atribuyó solemnemente a María el título de "Madre de la
Iglesia".
Precisamente
por ser Madre de la Iglesia, la Virgen es también Madre de cada uno
de nosotros, que somos miembros del Cuerpo
místico de Cristo. Desde la cruz Jesús encomendó a su
Madre a cada uno de sus discípulos, y al mismo tiempo, encomendó a
cada uno de sus discípulos al amor de su Madre.
El
evangelista San Juan concluye el breve y sugestivo relato con las
palabras: "Y desde aquella hora el
discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 27).
Así es la traducción española del texto griego: εiς tά íδια;
la acogió en su propia realidad, en su
propio ser.
Así
forma parte de su vida y las dos vidas se compenetran. Este aceptarla
en la propia vida (εiς tά íδια) es el testamento del Señor.
Por tanto, en el momento supremo del cumplimiento de la misión
mesiánica, Jesús deja a cada uno de sus discípulos, como herencia
preciosa, a su misma Madre, la Virgen María. - Benedicto XVI, 2008
Oración:
Te pedimos Señor que siempre tengamos la protección de
María Santísima a lo largo de nuestras vidas, y sepamos conservar
mediante su auxilio la pureza del alma y del cuerpo. Que sepamos
aceptarla en nuestra Vida y así poder alcanzar las divinas moradas.
A Tí Señor que eres el Cordero Inmaculado que quita los pecados del
mundo. Amén.
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