Quinta
Feria, 28 de abril
LUIS
MARÍA GRIGNION DE MONTFORT
1673 - 1716.
"Ad Jesum Per Mariam"
Breve
Vivió
la Cruz Redentora de la Cruz a través de María.
Optó
por una condición radical de vida formulada como "La santa
esclavitud" o la esclavitud voluntaria de amor a la Virgen
Santísima para llevarnos a la de Cristo. A ella le entregamos cuerpo
y alma para que haga con nosotros lo que quiera pues todo lo que ella
quiere es de Dios. La Virgen, Gestora de Cristo, pasa a ser la que
dispone de nosotros.
Su
Santidad Juan Pablo II fué un gran devoto de Montfort. De él
tomó su lema "Totus Tuus" y se ha referido al
santo en su encíclica Mariana Redemptoris Mater y en
muchas otras ocasiones
Escribe
San Luis: "Esta es la forma en que
actúan las almas predilectas. Se
mantienen dentro de su casa ....
o sea, mantienen sus mentes en las verdades espirituales (y no en
las de la tierra). Se aplican a la oración mental, siguiendo el
ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria durante su vida era su
vida interior, y quien amaba tanto la oración mental. Estas almas
observan como tantos trabajan y gastan grandes energías e
inteligencia para ganar éxitos y reconocimiento en la tierra. Por
la luz del Espíritu Santo, saben que hay más gloria y más gozo
permaneciendo escondidos en Cristo, y en perfecta sumisión a María,
que en hacer grandes cosas o grandes milagros".
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PRIMEROS
AÑOS
San
Luis nació en Montfort, Francia el 31 de enero de 1673 de una
familia muy numerosa, siendo el mayor de 18 hermanos. Uno de ellos
murió en su infancia, 3 fueron sacerdotes y 3 religiosas. San Luis
sobresalía entre sus amigos por su habilidad y su extraordinaria
fortaleza física. De carácter era mas bien tímido y prefería la
soledad.
Desde
joven, San Luis tenía una gran devoción a la Eucaristía y a la
Virgen María. Frecuentemente lo encontraban rezando por
largo rato frente a una imagen de la Virgen. Cuando tenía suficiente
edad, pidió permiso para asistir en la misa de la parroquia en las
mañanas. Como la Iglesia le quedaba a dos millas de su casa, tenía
que levantarse muy temprano para llegar a tiempo.
Mientras
estudiaba con los jesuitas en Rennes siempre visitaba la iglesia
antes y después de las clases. Participó en una sociedad de
jóvenes que durante las vacaciones servían a los pobres y los
enfermos incurables. Les leían libros
inspirados durante las comidas.
Pero
no todo en su juventud era de color de rosas. Su padre, Jean
Grignion, tenía la fama de ser uno de los hombres más coléricos en
toda la región de Rennes. Y como Luis era el hijo mayor, era quien
sentía más el peso de la furia. Su papá constantemente lo incitaba
a la ira. Ya por si mismo Luis tenía un temperamento tan fuerte como
el de su papá, lo cual le hacía aun mas difícil soportar aquellas
pruebas.. Para evitar un enfrentamiento con su papá, y el mal que su
ira podría traer, Luis salía corriendo. Así evitaba la ocasión de
pecado. Era todo lo que Luis podía hacer para controlar su
temperamento.
En
vez de empeorar, a través de estas demostraciones de ira de su papá,
Luis aprendió a morirse a sí mismo y pudo aprender a ser paciente,
dulce y crecer en virtud. Su papá, sin quererlo le proporcionó un
medio para entrar en la lucha por la santidad a una temprana edad.
UN
TOQUE DE GRACIA LO LLEVA AL SACERDOCIO
Entre los 16 y 18 años, San Luis tuvo una experiencia de Dios que marcó su vida para siempre. Ante este encuentro personal e íntimo con Dios, la vida de Luis cambió radicalmente. Se entregaba totalmente a la oración y a la penitencia, encontrando su delicia tan solo en Dios.
Entre los 16 y 18 años, San Luis tuvo una experiencia de Dios que marcó su vida para siempre. Ante este encuentro personal e íntimo con Dios, la vida de Luis cambió radicalmente. Se entregaba totalmente a la oración y a la penitencia, encontrando su delicia tan solo en Dios.
San
Luis aprendió rápidamente que lo que verdaderamente valía no eran
los grandes acontecimientos en este mundo: el dinero, la fama, etc.
Sino que el verdadero valor ante Dios estaba en la transformación
interior.
Escribe
San Luis: "Esta es la forma en que
actúan las almas predilectas. Se
mantienen dentro de su casa ....
o sea, mantienen sus mentes en las verdades espirituales (y no en
las de la tierra). Se aplican a la oración mental, siguiendo el
ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria durante su vida era su
vida interior, y quien amaba tanto la oración mental. Estas almas
observan como tantos trabajan y gastan grandes energías e
inteligencia para ganar éxitos y reconocimiento en la tierra. Por
la luz del Espíritu Santo, saben que hay más gloria y más gozo
permaneciendo escondidos en Cristo, y en perfecta sumisión a María,
que en hacer grandes cosas o grandes milagros".
En
1693, a los 20 años, siente el llamado de consagrar su vida a Dios a
través del Sacerdocio. La primera reacción de su padre no era
favorable, pero cuando su papá vio la determinación de su hijo, le
dio su bendición. Y así, a finales de ese año, San Luis sale de su
casa hacia París.
EL
SEMINARIO
Renunciando
a la comodidad de su caballo, San Luis se decidió caminar los 300
kilómetros hacia el seminario en París. Durante su camino, se
encuentra con dos pobres en distintos momentos. Al primero le da todo
el dinero que su padre le había entregado, quedándose sin nada.
Al
segundo, no teniendo ya más dinero que darle, le entrega su único
traje, regalo de su mamá, cambiándolo por los trapos del pobre. De
esta manera, San Luis marca lo que ha de ser su vida desde ese
momento en adelante. Ya no se limitará a
servir a los pobres, pues es ya uno de ellos. Hace entonces un voto
de vivir de limosnas.
En
aquella época habían seminarios separados para ricos y pobres.
Cuando llega San Luis al seminario, viéndolo en tan miserable
condición, los superiores lo mandan al seminario de los pobres. Así
se privó de la ventajas ofrecidas en el mejor seminario. En el
seminario, San Luis fue bibliotecario y velador de muertos, dos
oficios que eran poco queridos por los demás. Mas en el plan
providente de Dios le proporcionaron oportunidades de mucha gracia y
crecimiento.
Por
su oficio de bibliotecario, San Luis pudo leer muchos libros, sobre
todo, libros de la Virgen María. Todos los libros que encontraba de
ella, los leía y estudiaba con gran celo. Este período llegó a ser
para él, la fundación de toda su espiritualidad Mariana.
El
oficio de velar a los muertos fue también de gran provecho. Era su
responsabilidad pasar toda la noche junto con algún muerto. Ante la
realidad de la muerte que estaba constantemente ante sus ojos, San
Luis aprendió a despreciar todo lo de este mundo como vano y
temporal. Esto lo llevó a atesorar tesoros en el cielo y no en la
tierra. Él llegó a reconocer que nada se debe esperar de los que es
de este mundo más todo de Dios.
Su
tiempo en el seminario estuvo lleno de grandes pruebas. San Luis era
poco comprendido por los demás. No sabían cómo lidiar con él, si
como un santo o un fanático. Sus superiores, pensando que toda su
vida estaba movida más bien por el orgullo que por el celo de Dios,
lo mortificaban día y noche. Lo humillaban y lo insultaban en frente
de todos. Sus compañeros en el seminario, viendo la actitud de
los superiores, también lo maltrataban mucho. Se reían de él, lo
rechazaban muy a menudo. Y todo esto San Luis lo recibió con gran
paciencia y docilidad. Es más, lo miraba todo como un gran regalo de
Cristo quién le había dado a participar de Su Cruz.
SACERDOTE
El
5 de junio de 1700, San Luis, de 27 años, fue ordenado
sacerdote. Escogió como lema de su vida sacerdotal: "ser
esclavo de María". Enseguida empezaron a
surgir grandes cruces en su vida. Pero no se detenía a pensar en sí
mismo, sino que su gran sueño era llegar a ser misionero y llevar la
Palabra de Cristo a lugares muy distantes.
Después
de su ordenación, sus superiores no sabían aún como tratar con él.
San Luis estaba ansioso de poder empezar sus obras apostólicas. Sin
embargo sus superiores le negaron sus facultades de ejercer como
sacerdote....no podía confesar ni predicar.... y lo mantuvieron un
largo rato en el seminario haciendo varios oficios menores. Esto
fue un gran dolor para San Luis, no por los trabajos humildes sino
por no poder ejercer su sacerdocio. Tenía como único deseo
dar gloria a Dios en su sacerdocio y en sus obras misioneras. Mas
como siempre, San Luis obedeció con amor.
Después
de casi un año en el seminario, por fin San Luis se encontró con un
sacerdote organizador de una compañía de sacerdotes misioneros, que
le invitó a acompañarlo en otro pueblo. Sus superiores,
aprovechando esta oportunidad para deshacerse de él y le dieron
permiso.
A
San Luis le esperaba otra gran decepción pues cuando llegó a la
casa de los padres misioneros, vio tan grandes abusos y mediocridad
entre ellos que no le quedaba duda de que no podía quedarse.
Escribió inmediatamente a su superior del seminario pidiendo
regresar a París pero este le dijo que estaba siendo malagradecido y
le hizo quedarse. San Luis, que obedecía santamente a sus
superiores, se quedó. Aun no le daban permiso para confesar y pasaba
los días enseñándoles catecismo a los niños.
CAPELLÁN
DE HOSPITAL
Después
de varios meses en que se encuentra relegado, San Luis es asignado
capellán del hospital de Poitiers, un asilo para los pobres y
marginados. No era el apostolado que San Luis buscaba, pues su deseo
era ser misionero, pero aceptó con docilidad.
Cuando
ya percibía los frutos llegó la prueba otra vez. Los poderosos del
mundo no podían aceptar la simplicidad y naturalidad que tenía San
Luis con los pobres, y empezaron los ataques y la persecución.
Vive, como todos los santos, el sufrimiento de Cristo.
De
vuelta en París, el predilecto de la Virgen Santísima empieza a ver
como las puertas se le cerraban con rapidez. Muchos, no
entendiéndolo, crean falsos testimonios de él, desacreditándolo
como sacerdote y como hombre. Es rechazado hasta por sus amigos más
íntimos. Fue tanto el rechazo contra él, que en uno de los
hospitales en que servía, su superior le puso una nota bajo su plato
a la hora de la cena informándole que ya no necesitaba de su
ministerio. Hasta su propio obispo empieza a dudar seriamente de él
y dos veces lo manda a callar.
San
Luis, aunque sufrió enormemente, se mantuvo firme en su fe actuando
como un santo sacerdote. Dios lo estaba purificando y fortaleciendo
para que su vida sea un amor puro a Dios y al prójimo. En su total
humillación y abandono de todos se abre cada vez más a la total
conciencia de que Dios es su único apoyo, su única defensa.
Él
ve en esto una nueva oportunidad de abrazar su determinación de
vivir en plena pobreza, tanto espiritual como física. También
llega a entender que la razón de los ataques es la doctrina Mariana
que enseña. Primero porque Satanás no la quiere y segundo
porque la humanidad no está dispuesta a abrazar sus enseñanzas.
RECURSO
AL PAPA QUIEN LE HACE MISIONERO
San
Luis decide, en el año 1706, recurrir al Santo Padre, el Papa
Clemente XI. Quería saber si en verdad estaba errado como todos
decían, o si cumplía la voluntad de Dios, lo cual era su único
deseo. Se logra el encuentro y San Luis recibe del papá la bendición
y el título de Misionero Apostólico.
Durante
su vida apostólica como misionero, San Luis llegará a hacer 200
misiones y retiros. Con gran celo predicaba de pueblo en pueblo el
Evangelio. Su lenguaje era sencillo pero
lleno de fuego y amor a Dios. Sus misiones se
caracterizaban por la presencia de María, ya que siempre promovía
el rezo del santo rosario, hacía procesiones y cánticos a la
Virgen. Sus exhortaciones movían a los pobres a renovar sus
corazones y, poco a poco, volver a Dios, a los sacramentos y al amor
a Cristo Crucificado. San Luis siempre decía que sus mejores amigos
eran los pobres, ante quienes abría de par en par su corazón.
FUNDADOR
Un
año antes de su muerte, el Padre Montfort fundó dos congregaciones
-- Las hermanas de la Sabiduría, dedicadas al trabajo de hospital y
la instrucción de niñas pobres, y la Compañía de María,
misioneros.
Hacía
años que soñaba con estas fundaciones, pero las circunstancias no
se le permitían. Humanamente hablando, en su lecho de muerte la obra
parecía haber fracasado. Solo habían cuatro hermanas y dos
sacerdotes con unos pocos hermanos. Pero el Padre Montfort,
quien tenía el don de profecía, sabía que el árbol crecería. Al
comienzo del siglo XX las Hermanas de la Sabiduría eran cinco mil
con cuarenta y cuatro casas, dando instrucción a 60,000 niños.
Después
de la muerte del fundador, la Compañía de María fue gobernada
durante 39 años por el Padre Mulot. Al principio había rehusado
unirse a Montfort en su trabajo misionero. "No puedo
ser misionero", decía, "porque tengo un lado
paralizado desde hace años; tengo infección de los pulmones que
apenas me permite respirar, y estoy tan enfermo que no descanso ni
día ni de noche." Pero San Luis, inspirado por Dios, le
contestó, "En cuanto comiences a
predicar serás completamente sanado". Así
ocurrió.
SUS
VIRTUDES
Los
santos son hombres que aman con todo el corazón y el corazón da
fruto en virtud. Los frutos no se dan sin la entrega y el sacrificio
perseverante. San Luis Grignion de Montfort es un hombre de oración
constante, ama a los pobres y vive la pobreza con radicalidad, goza
en las humillaciones por Cristo.
Algunas
anécdotas:
En
una misión para soldados en La Rochelle, estos, movidos por sus
palabras, lloraban y pedían perdón por sus pecados a gritos.
En la procesión final un oficial caminaba con los pies descalzos,
llevando la bandera. Los soldados, también descalzos, seguían
llevando en una mano el crucifijo, y en la otra el rosario mientras
cantaban himnos.
Cuando
anunció su plan de construir un monumental Calvario en una colina
cercana a Pontchateau, muchos respondieron con entusiasmo. Por quince
meses, entre doscientos y cuatrocientos campesinos trabajaron
diariamente sin recompensa. Cuando la magna obra estaba recién
terminada, el rey ordenó que todo fuese destruido. Los
Jansenistas habían convencido al gobernador de Bretaña que se
estaba construyendo una fortaleza capaz de ayudar a una revuelta.
El padre Montfort actuó con una gran paz ante la situación.
Solo exclamó: "Bendito sea
Dios".
En
una ocasión, cuando el obispo lo había mandado a callar, San Luis
obedientemente se retiró en oración. Fue durante ese tiempo que
escribió "A los Amigos de la Cruz", un fabuloso tratado
que enseña la necesidad y la práctica de llevar la cruz.
Los
Jansenistas (seguidores de Jansenio que terminaron en herejía),
irritados por los éxitos del padre Montfort, logran por medio de
intrigas que se le expulse del distrito en que daba una misión.
En
La Rochelle trataron de envenenarlo con una taza de caldo y, a pesar
del antídoto que tomó, su salud fue dañada permanentemente.
En
otra ocasión trataron de asesinarlo cuando caminaba por una estrecha
calle. El tuvo un presentimiento de peligro y escapó por otra calle.
¿Y
CUÁL ES LA ESPIRITUALIDAD TAN ATACADA?
La
espiritualidad de San Luis María sigue hoy día siendo amada por los
Papas y perseguida por muchos aún dentro de la Iglesia. Es porque
enseña un camino muy claro y exigente que no permite ambigüedades
ni medias tintas. El amor lo reclama todo.
La
espiritualidad de San Luis María de Montfort se basa en dos
fundamentos:
1-Reproducir
la imagen de Cristo Crucificado en nosotros.
2-Hacerlo
a través y por medio de nuestra consagración a María como esclavo
de amor.
En
otras palabras: vivir la Cruz Redentora de la Cruz a través de
María.
Toda
la vida de S. Luis fue centrada sobre un deseo: La adquisición
de la Sabiduría Eterna que es Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de
María.
Optó
por una condición radical de vida formulada como "La santa
esclavitud" o la esclavitud voluntaria de amor a la Virgen
Santísima para llevarnos a la de Cristo. A ella le entregamos cuerpo
y alma para que haga con nosotros lo que quiera pues todo lo que ella
quiere es de Dios. La Virgen, Gestora de Cristo, pasa a ser la que
dispone de nosotros.
Es
una vía de perfección y unión, de ascética radical y de
misticismo dentro del corazón de María Santísima. Enseña que el
alma abandonada en las manos de la Madre es unida a la obediencia del
Hijo. Esta entrega es total cuando el alma se separa de todo
apego terrenal y así es reengendrada en el seno de María donde
se encarnó Jesús. Llega a ser así perfecta imagen de
Dios quien escogió ser obediente hasta la Cruz.
San
Luis no ve en María una simple devoción piadosa y sentimental, sino
una devoción fundada en teología sólida, la cual proviene del
misterio inefable de lo que Dios ha optado realizar por su mediación
y por su perfecta docilidad a esa obra. Esto
es muy importante, ya que es este desarrollo lo que ha hecho posible
la revolución teológica que causó S. Luis de Montfort.
Su
Santidad Juan Pablo II fué un gran devoto de Montfort. De él
tomó su lema "Totus Tuus" y se ha referido al
santo en su encíclica Mariana Redemptoris Mater y en
muchas otras ocasiones. También visitó su tumba Saint
Laurent sur Sevre, añadiéndola al itinerario de su visita a
Francia. Allí, junto a la tumba sufrió un atentado, plantaron
una bomba que fue descubierta por la seguridad. Providencialmente,
nada detuvo al Papá de honrar al santo que tanto ama.
ESCRITOS
San
Luis dio a la Iglesia las obras más grandes que se han escrito sobre
la Virgen Santísima: El Tratado de la Verdadera Devoción a la
Santísima Virgen , el Secreto de la Virgen, y El Secreto del
Rosario.
A
éstos se añade "A los Amigos de la Cruz". La
Iglesia ha reconocido sus libros como expresión auténtica de la
doctrina eclesial. El Papa Pío XII, quién canonizó a San Luis
dijo: "Son libros de enseñanza ardiente, sólida y
auténtica".
MUERTE
Y CANONIZACIÓN
-San Luis murió en Saint Laurent sur Sevre el 28 de Abril de 1716, a la edad de 43 años.
-Fue beatificado en 1888 y canonizado el 20 de Julio de 1947.
-Es venerado como sacerdote, misionero, fundador y sobre todo, como Esclavo de la Virgen María.
-San Luis murió en Saint Laurent sur Sevre el 28 de Abril de 1716, a la edad de 43 años.
-Fue beatificado en 1888 y canonizado el 20 de Julio de 1947.
-Es venerado como sacerdote, misionero, fundador y sobre todo, como Esclavo de la Virgen María.
Sobre
la tumba de San Luis de Monfort dice:
¿Qué miras, caminante? Una antorcha apagada,
un hombre a quien el fuego del amor consumió,
y que se hizo todo para todos, Luis María Grignion Monfort.
-¿Preguntas por su vida? No hay ninguna más íntegra,
-¿Su penitencia indagas? Ninguna más austera.
-¿Investigas su celo? Ninguno más ardiente.
-¿Y su piedad Mariana? Ninguno a San Bernardo más cercano.
Sacerdote de Cristo, a Cristo reprodujo en su conducta, y enseñó en sus palabras.
Infatigable, tan sólo en el sepulcro descansó, fue padre de los pobres, defensor de los huérfanos,
y reconciliador de los pecadores.
¿Qué miras, caminante? Una antorcha apagada,
un hombre a quien el fuego del amor consumió,
y que se hizo todo para todos, Luis María Grignion Monfort.
-¿Preguntas por su vida? No hay ninguna más íntegra,
-¿Su penitencia indagas? Ninguna más austera.
-¿Investigas su celo? Ninguno más ardiente.
-¿Y su piedad Mariana? Ninguno a San Bernardo más cercano.
Sacerdote de Cristo, a Cristo reprodujo en su conducta, y enseñó en sus palabras.
Infatigable, tan sólo en el sepulcro descansó, fue padre de los pobres, defensor de los huérfanos,
y reconciliador de los pecadores.
Su
gloriosa muerte fue semejante a su vida. Como vivió, murió.
Maduro para Dios, voló al cielo a los 43 años de edad.
Maduro para Dios, voló al cielo a los 43 años de edad.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que has bendecido a San Luis María de
Montfort con el fuego mariano de tu Amor, haz que ese fuego se
derrame y permanezca inalterado en el corazón de tu Iglesia por toda
la Eternidad. A Tí Señor que nos dejaste a María como madre
nuestra al pie de la cruz. Amén.
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