Domingo 3
de abril
SAN
RICARDO de Chichester
Obispo
(†
1253)
A
finales del siglo XII nace Ricardo, en Wyche, en una familia de
trabajadores del campo. Choca la austeridad y dureza permanente de su
vida con el estilo de los grandes de su tiempo.
Los
obispos son "lores" y amantes de los cuidados humanos; los
monjes abundan en la prosperidad y el lujo; los nobles son ambiciosos
y en el trono se aprecia una corriente fuertemente regalista.
La
clase baja del pueblo es pobre y está sumida en la ignorancia y en
la superstición. Ricardo es enérgico e
intransigente cuando se tratan asuntos en los que está presente la
injusticia, la inmoralidad o la avaricia. Posiblemente esta condición
natural en él sea lo que le lleva a un distanciamiento, cuando no
rechazo de los poderosos.
El
caso es que la austeridad vivida en casa de sus padres -cuando fue
niño- debió prepararle para la misión que había de desempeñar de
adulto.
Marcha
a estudiar a Oxford donde tiene buenos maestros franciscanos y
dominicos; y como los recursos no estiran más, pasó
hambre y frío. Una corta estancia en París y vuelta a
Oxford, graduándose en Artes. En Bolonia aprende durante siete años
los cánones, haciendo lo que hoy llamaríamos la carrera de Derecho.
Cuando
vuelve a Oxford es nombrado Canciller de la Universidad, Canciller
del arzobispado de Canterbury y también de Lincoln, donde estaba de
obispo su antiguo amigo y profesor Grosseteste. Ejerce la docencia en
Orleáns por dos años y allí se ordena sacerdote.
El
Arzobispo de Canterbury lo nombra obispo de Chichester, a la muerte
del obispo Ralph Neville. Y aquí comienza una etapa de dificultades
mayores y de vigoroso testimonio.
El
rey Enrique III, que se apodera por sistema de los beneficios
eclesiásticos vacantes, se opone rotundamente a esta elección.
Además, prefiere para la sede libre a Roberto Passelewe por razones
de "erario real".
Interviene
el papa Inocencio IV que está presidiendo en este tiempo el concilio
de Lyon, confirmando el nombramiento de Ricardo y consagrándolo
personalmente, el 5 de marzo de 1245.
Pero
esto pone peor las cosas. Y es que el alto prestigio adquirido por el
papado desde el siglo IX ha venido a menos desde que se hundió la
Casa de Hohenstaufen y los papas se han inclinado hacia Francia; la
rivalidad existente entre Inglaterra y Francia provoca de rebote
reacciones contra Roma que se manifiestan en un fuerte nacionalismo
inglés, en la resistencia del trono a aceptar las decisiones del
papa y en intransigencias e intromisiones en las materias mixtas.
Hasta los Legados pontificios son mal recibidos, si no ignorados, en
la corte inglesa.
En
estas circunstancias, el nombramiento de Ricardo ha caído,
humanamente, en mal momento. El rey ha
mandado cerrarle físicamente las puertas del palacio episcopal, y ha
prohibido darle cobijo y dinero.
El
temor de la gente a la venganza real lleva a que se vea a
Ricardo-obispo vagabundo por su legítima diócesis, haciendo de
obispo misionero, viajando a pie y desprovisto de servicio. Debía
ser una estampa curiosa en la época en que los obispos eran "lores"
y jamás trabajaban sin séquito.
Visita
las casas de los pescadores y catequiza a los humildes con quienes
comparte alimento. ¡Todo un escándalo para altos
eclesiásticos que gustan de fastuosidades y de monjes que disfrutan
de buena mesa!.
Condena
los abusos de poder y los vicios de la época con extraordinaria
energía; de modo especial presenta una defensa a ultranza del
derecho frente a la arbitrariedad y al abuso de poder; predica la
doctrina evangélica frente al nepotismo reinante.
Fueron
ocho años de obispo en que supo mantenerse, con fortaleza, libre de
presiones. De hecho, nadie se explica cómo fue posible
reunir una y otra vez a su Cabildo para sacar adelante las
Constituciones que son de esa época y sientan los modos de hacer en
adelante, señalando una praxis pastoral distinta y más adecuada a
los principios evangélicos.
Murió
en la casa-asilo -"Mas-Dieu"- para sacerdotes pobres y
peregrinos, a los 55 años.
Navegar
contra corriente tiene sabor de Evangelio, pero precisa rectitud,
austeridad y disposición a aceptar el sufrimiento.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que infundiste el vigor
espiritual a San Ricardo de Chichester, te pedimos que bendigas a
todos los Obispos del mundo, infundiéndoles el espíritu de Pobreza
y Valentía frente a los poderes terrenales en defensa de tu rebaño.
A Tí Señor que nos dijiste que todos los cabellos en nuestra cabeza
están contados uno a uno. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario