Sexta
Feria, 10 de mayo
SAN
JUAN DE ÁVILA
(1499-1569)
Presbítero
y doctor de la Iglesia
Patrono
del Clero Secular de España
Director
espiritual de San Juan de Dios
6 de enero 1499- +10 de mayo de 1569
6 de enero 1499- +10 de mayo de 1569
Breve
San
Juan de Ávila, fué un sacerdote, místico y eximio predicador. Por
la calidad de sus enseñanzas, y la manera original con que lo hacía,
fué acusado ante la Inquisición, y arrestado por tres años, aunque
luego fué absuelto.
Vivió
en los años terribles, del surgimiento del protestantismo de Lutero
y Calvino. Fué guía espiritual de San Juan de Dios, y Santa Teresa
de Ávila.
San
Juan de Ávila, tuvo en claro, que la verdadera reforma de la
Iglesia, pasaba por la pureza de vida, cuidando de manera especial,
el trato que le damos a nuestros semejantes, y sabiendo eludir el
engañoso y seductor discurso del demonio.
En
ese contexto de reflexión, que Dios le brindó estando encarcelado,
escribió su libro espiritual Audi Filia, de completa y profunda
actualidad, en la que estamos rodeados, de tanto lenguaje seductor y
engañoso, por todas partes.
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SAN
JUAN DE ÁVILA nació el día de la Epifanía, 6 de enero, en
Almódovar del Campo, (Ciudad Real, entonces diócesis de Toledo),
hijo único de unos padres muy cristianos, y en muy buena posición
económica y social. A los 14 años, lo llevaron a estudiar Leyes, a
la Universidad de Salamanca, pero abandonó estos estudios, al
concluir el cuarto curso, y decidió regresar al domicilio familiar,
para dedicarse a reflexionar y orar.
Con
el propósito de hacerse sacerdote, y marchar después, como
misionero a las Indias, en 1520 realizó estudios de Artes y
Teología, en la prestigiosa Universidad de Alcalá.
Recibida
la ordenación de presbítero, en 1529, celebró la primera Misa
solemne, en la parroquia de su pueblo. Como ya habían muerto sus
padres, para festejar el acontecimiento, invitó
a su mesa a doce pobres, y decidió vender su cuantiosa fortuna,
procedente de las minas de plata, que poseía la familia, y darlo
todo a los más necesitados. A continuación marchó a
Sevilla, para esperar el momento de embarcar hacia Nueva España
(México).
Mientras
tanto, se dedicó a la predicación en la ciudad, y en las
localidades cercanas. Allí se encontró con un sacerdote, un antiguo
amigo, llamado Fernando de Contreras, de mayor edad que él, y que
era un prestigioso catequista, a quien había conocido, cuando San
Juan de Ávila, estudiaba para el doctorado en Alcalá.
Muy
entusiasmado, por el modo de predicar del joven sacerdote Ávila,
consiguió que el Arzobispo hispalense, le hiciera desistir de su
idea de ir a América, para quedarse en Andalucía, donde urgía
consolidar la fe de los creyentes, después de siglos de dominación
musulmana.
San
Juan de Ávila, permaneció en Sevilla, compartiendo casa, pobreza y
vida de oración con Fernando de Contreras, y a la vez que se
dedicaba asiduamente a la predicación, y a la dirección espiritual
de personas, y continuó estudios de Teología, en el
Colegio Santo Tomás de Sevilla.
Pero
sus éxitos apostólicos, se vieron pronto nublados, por una denuncia
a la Inquisición, acusado de haber sostenido algunas doctrinas
“sospechosas”.
Mientras
tuvo lugar el proceso, entre los años 1531 y 1533, quedó recluido
en la cárcel. Allí se dedicó asiduamente a la oración, y durante
esta dura situación, recibió la gracia, de penetrar con singular
profundidad, en el misterio del amor de Dios, y el gran beneficio
hecho a la humanidad, por Jesucristo, nuestro Redentor.
En
adelante, éste será el eje de su vida espiritual, y uno de los
temas centrales, de su actividad evangelizadora. En
la cárcel, escribió la primera versión, de su obra más conocida,
el tratado de vida espiritual, Audi Filia, dedicado a doña
Sancha Carrillo, una distinguida joven, a quien seguía orientando
espiritualmente, después de su clamorosa conversión.
Emitida
la sentencia absolutoria, en 1533, continuó predicando con notable
éxito, ante el pueblo y las autoridades, pero prefirió trasladarse
a Córdoba, diócesis en la que quedó incardinado, y donde conoció
a su discípulo, amigo y primer biógrafo, el dominico Fray Luis de
Granada. Poco después, en 1536, fijó su residencia en Granada,
donde también continuó sus estudios, y comienza a figurar con el
título de Maestro.
Viviendo
muy pobremente, y dedicándose a la oración y a la predicación, fue
centrando su interés, en mejorar la formación, de quienes se
preparaban para el sacerdocio, para lo que fundó Colegios mayores y
menores, que después del Concilio de Trento, habrían de convertirse
en seminarios conciliares.
Para
el Maestro de Ávila, la verdadera reforma de la Iglesia, que cada
vez la consideraba más necesaria, pasaba por la mayor santidad de
clérigos, religiosos y fieles.
Sonadas
conversiones, como las del Marqués de Llombat, que llegó a ser San
Francisco de Borja, o la de Juan Cidad -San Juan de Dios- y sobre
todo, su dedicación a la gente sencilla,
junto con la formación de los niños y jóvenes, jalonan
la vida del Maestro de Ávila. Fundó incluso una Universidad, la de
Baeza (Jaén), que durante siglos, fue un destacado referente, para
la calificada formación de los sacerdotes.
Después
de recorrer Andalucía, y parte de Extremadura, orando y predicando,
ya enfermo, en 1554, se retiró definitivamente a Montilla (Córdoba),
donde ejerció su apostolado, a través de
abundante correspondencia, y perfiló algunas de sus
obras. Además de un catecismo, o Doctrina
cristiana en verso, para que lo cantaran los niños, y evangelizaran
así a los mayores, el Maestro de Ávila es autor, del
conocido Tratado del Amor de Dios, del Tratado sobre el sacerdocio, y
de otros escritos menores.
Aquejado
de fortísimos dolores, con un Crucifijo entre las manos,
y acompañado de sus discípulos y amigos, el Maestro de Ávila,
entregó su alma al Señor, en su humilde casa de Montilla, en la
mañana del 10 de mayo de 1569. Santa Teresa de Jesús, al enterarse
de la noticia, no dudó en exclamar: “lloro, porque pierde la
Iglesia de Dios, una gran columna”.
En
1623, se instruyó en la archidiócesis de Toledo, su causa de
canonización. El papa Benedicto XIV aprobó, y elogió su doctrina y
escritos, en 1742. El 4 de abril de 1894, León XIII lo beatificó.
En 1946, fue nombrado patrono del clero secular de España, por Pío
XII, y Pablo VI lo canonizó el 31 de mayo de 1970. Fue
proclamado Doctor de la Iglesia, el 7 de octubre de 2012, junto a
Santa Hildegarda de Binden, por el papa Benedicto XVI.
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Se
puede consultar su tratado sobre la vida espiritual: Audi Filia , que
trata de los malos lenguajes del mundo, de la carne y el demonio, y
de los remedios contra ellos; de la fe y del propio conocimiento; de
la penitencia, de la oración, meditación, y pasión de nuestro
Señor. Jesucristo, y del amor al prójimo. Compuesto por el
Reverendo Padre Maestro, San Juan de Ávila, predicador en el
Andalucía.
Se
le atribuye también el famoso soneto “Al Cristo Crucificado”.
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Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que suscitaste a San Juan de Ávila, como
sacerdote y místico, haz que por sus méritos e intercesión,
podamos cuidarnos muy bien de decir cualquier palabra vana u
ofensiva, y así mantener la pureza de nuestro corazón, y glorificar
al Verbo que ya existía, desde antes de la creación del mundo. A Tí
Señor, que nos advertiste que toda palabra o discurso vano, será
castigado en el Último Día. Amén.
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