Sábado
18 de Mayo
Santa
María Josefa del Corazon de Jesús Sancho de Guerra
Religiosa
(1842-1912)
“Pónganse
siempre de parte del que sufre”
“No
quieran más, que lo que Dios quiera: que se haga la voluntad de
Dios”
“El
alma que más ama a Dios, es la que vive más contenta”
Breve
1)
Gran amor a la Eucaristía, y al Sagrado Corazón de Jesús y María.
2)
Profunda adoración, al misterio de la Redención, e íntima
participación en el dolor de Cristo, y a su Cruz.
3)
Completa dedicación al servicio de los enfermos, en un contexto de
espíritu contemplativo.
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María
Josefa Sancho de Guerra, nació en España, en la ciudad de Vitoria,
el 7 de septiembre de 1841. Sus padres eran muy cristianos, solo
tuvieron dos hijas. María Josefa quiso ser monja, desde que era
niña. A los 7 años, su padre Bernabé muere, y años más tarde,
viaja a casa de una tía a Madrid, para estudiar.
A
los 18 años, un acceso de tifus, impide que ingrese en la orden de
las Concepcionistas, pero cinco años más tarde, ingresa con las
Religiosas Siervas de María, dedicadas al ministerio de los
enfermos. En esta congregación, se destaca por sus grandes
cualidades, y capacidad de entrega, ante la epidemia del cólera, que
azotó a España en 1865.
A
pesar de su bondad y servicio, María Josefa, siente una inquietud en
su alma, que le llama a una mayor oración, mayor unión con Dios, y
mayor vida de comunidad. Después de pedir asesoría al santo
sacerdote, el padre Antonio María Claret, se siente impulsada a
iniciar una fundación nueva: Un instituto
donde las religiosas, atendieran las necesidades corporales y
espirituales de los desvalidos, sin descuidar su vida
comunitaria, y su santidad personal, un instituto, donde la vida
activa, se combinara con la contemplativa y comunitaria; un instituto
de caridad, amor y sacrificio. Durante la guerra civil española,
nace el Instituto de Siervas de Jesús de la Caridad.
El
Instituto religioso que funda, con ayuda del sacerdote Don Mariano
José de Ibargüengoitia, y otras cuatro religiosas, se
dedica primeramente, a la asistencia de enfermos a domicilio, y más
tarde se conjuga, con el cuidado de enfermos y ancianos en
hospitales, centros y residencias.
Funda también, guarderías para niños, y asilos de ancianos.
Sus
primeros años es maestra de novicias, y durante toda su vida, lleva
el cargo de Superiora General, por órdenes expresas de Roma. A las
hermanas que se dirigían a asistir a los enfermos, les solía decir:
“No crean hermanas, que la asistencia
consiste solo en dar las medicinas, y la alimentación del enfermo;
hay otra clase de asistencia que nunca deben olvidar, y es la del
corazón, procurando acomodarse a la persona que sufre, saliendo al
encuentro de sus necesidades”
Era
muy devota de la Santísima Trinidad, del Sagrado Corazón de Jesús,
de la Santísima Virgen, y del Patriarca San José. Del Corazón de
Jesús, su principal devoción, recibió los sentimientos de bondad y
de amor, para cuidar a los enfermos y necesitados.
Al
morir en 1912, habiendo dedicado toda su vida, al cuidado de cuerpos
y almas, y estando 14 años enferma, María Josefa del
Corazón de Jesús, ya había expandido la congregación, dejando 40
casas en España y una en Chile, que sería la primera, de muchas
otras en América.
La
cruz, y la dura prueba de la enfermedad, que la acompañó los
últimos catorce años de su vida terrena, la supo transformar, en
medio eficaz de purificación, y en altar de holocausto: “Los
principales milagros de la Sierva de Jesús son: el padecer mucho por
Cristo, y ser despreciada por su amor”. “Dios no quiere a
su servicio, corazones ruines, sino valientes y generosos, dispuestos
siempre a sufrir algo por su amor”.
“El
amor preferencial de la Iglesia, por los que sufren en el cuerpo, o
en el espíritu, es el carisma que la Madre María Josefa, ha dejado
a las Siervas de Jesús, y a cuantos quieran dedicar su vida, a
enjugar las lágrimas de nuestros hermanos más necesitados”.
(S.S Juan Pablo II, en la beatificación en Roma 1992).
“Pónganse
siempre de parte del que sufre”
“La
oración es el alimento del alma, y la presencia de Dios bien
llevada, es una oración no interrumpida”
“Nada
consuela tanto al corazón, como los sufrimientos y privaciones, que
ofrecemos a Dios, cuando se hacen solo por amor; el
alma que más ama a Dios, es la que vive más contenta”
“No
quieran más que lo que Dios quiera: que se haga la voluntad de Dios”
“Mi
vida está en Dios, y es para Dios, no la deseo para nada más”
Beatificada: 27 de septiembre de 1992 por S.S. Juan Pablo II
Canonizada: 1 de octubre de 2000 por su S.S. Juan Pablo II
Ver
también: Biografía
del Vaticano
Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro, que nos concedas, a
imitación y por la Gracia de Santa María Josefa, un corazón
amoroso y paciente, para atender a los ancianos y enfermos en nuestra
familia, sabiendo dedicarle nuestro tiempo, y sincero reconocimiento,
por el trabajo ofrecido durante toda su vida. A Tí Señor, que nos
advertiste, que el quiera salvar su Vida la perderá, y el que pierda
su Vida por Tí, la salvará. Amén.
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