Segunda
Feria, 13 de mayo
SANTA
MARIA DOMINGA MAZZARELLO
Salesiana.
Fundadora de las Hijas de María Auxiliadora
(†
1881)
“¡A
rivederci in paradiso!”
Breve
Insigne
religiosa, que ayudó a San Juan Bosco, a fundar las hijas de María
Auxiliadora.
Es
notable como se repite, esta bendición que le cupo a San Francisco
de Asís, con Santa Clara de Asís; a San Bernardino de Siena, con
Santa Catalina de Siena; y a San Francisco de Sales, con Santa
Francisca Frémyot de Chantal.
La
presencia e influencia, de la mujer religiosa y laica, en la Iglesia
Católica, fué siempre determinante en el devenir de los
acontecimientos.
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JOSÉ
ARTERO
En
la órbita de San Juan Bosco, un astro de primera magnitud, había de
ser Santa María Mazzarello. También los sueños proféticos del
gran fundador, habían de ser anunciadas, a las Hijas de María
Auxiliadora.
Él
nos lo ha contado: "Un buen día, atravesaba la plaza Vittorio
en Turín. De repente me vi cercado, por un pequeño ejército de
chiquillas, que cantaban, gritaban, chillaban.
Apenas
me vieron, volaron en torno mío, y clamaron: "¡Viva Don
Bosco!... Tómenos también a su cargo. ¿No ve que estamos
abandonadas?". "Otro tendrá que ocuparse de
vosotras: yo estoy abrumado, con tantos niños... Pero mientras ellas
insistían, una Señora noble, y con rostro como el sol
resplandeciente, se me apareció y me dijo:
—Cuídamelas.
Son hijas mías"
Por
entonces, llegaba a Turín un fervoroso sacerdote, que tenía en un
pueblecillo de los Alpes, su asociación de Hijas de la Inmaculada:
se llamaba don Pestarino, y quería quedarse con Don Bosco en Turín.
Pero
el santo patriarca, le dijo que volviera a su Mornese, a cuidar de
sus congregantes; mientras tanto, le consideraría como uno de los
suyos.
Le
dio una medalla, y una tarjetita para las dos principales, con estas
palabras: "Orad, haced todo el bien que podáis a las
jovencitas: haced lo posible por impedir el pecado, aunque sea
venial".
María
y Petronila, eran las dos obsequiadas, y aconsejadas por Don Bosco,
desconocidas entonces por él; por eso recibieron sorprendidas y
maravilladas el regalo espiritual. Las dos, y sobre todo María,
habían de ser las principales colaboradoras de San Juan Bosco, en la
fundación de las Hijas de María Auxiliadora, que también llamamos
salesianas.
María
Mazzarello, había nacido el 9 de mayo de 1837, en un pequeño barrio
de Mornese, pueblecito alpino del Alto Monferrato.
Muy
semejante, fue su infancia aldeana a la de Don Bosco en Becchi,
aunque menos maravillosa en lances, visiones y prodigios.
María,
en su aldeíta de Mornese primero, y luego en la vecina granja de la
Valponasca, trabajó desde pequeñita en las viñas y sembrados, con
diligencia y robusta laboriosidad. Todo era necesario en aquella
familia, tan profundamente cristiana y ejemplar, bendecida por Dios,
con tres niños y tres niñas; de todos, la mayor fue María, y luego
Feliciana, que también había de formar parte, del primer grupo de
las salesianas.
Siempre
fue María muy piadosa: madrugaba y corría, a veces con nieve, y
antes del amanecer, a la iglesia (aún se conserva el
pozo, junto al que esperaba algunas veces, a que le abrieran la
iglesia), y otras desde la ventanita de su dormitorio, miraba con
devoción, la torre de la parroquia lejana, y le enviaba cánticos y
jaculatorias.
En
el Catecismo era "Main" (Marieta) la primera: "No
me dejaré ganar por ninguna, ni por los muchachos".
Por
eso el capellán, don Pestarino, la atendía con predilección; le
permitió y aconsejó la comunión frecuente, y aún diaria, cosa
excepcional en aquellos días, aún con resabios del frío
jansenismo.
—“¿Por
qué no te haces monja?” —le preguntaban los capuchinos, que
pasaban pidiendo limosna, por la Valponasca, al verla tan piadosa y
devota.
—“Yo
monja en el claustro, no. Pero quiero ser toda de Jesús”.
Y
era un ángel de pureza: el ángel de Mornese la llamaron.
Angelina
Maccagno, joven de unos veinte años, instruida, emprendedora, trazó,
aconsejada por don Pestarino, el reglamento de una Pía Unión, con
las mejores jovencitas de Mornese: entre las cinco primeras, estaba
María Mazzarello; era el jardín de la Inmaculada; ellas las
voluntarias de la Virgen.
A
sus diecisiete años, el 9 de diciembre de 1855, hizo la Mazzarello
con sus compañeras, en la capilla privada de don Pestarino, su
primera consagración a la Virgen. Eran el ejemplo del pueblo, el
honor de la parroquia.
El
tifus, fue una epidemia devastadora en Mornese. María, heroicamente,
fue a cuidar a unos parientes apestados, y
contrajo la grave enfermedad, de la que un día de la Virgen del
Rosario, curó inesperadamente, Pero quedó debilísima,
inútil para las duras labores del campo.
Un
día le dijo a su amiga Petronila:
—“Me
voy a hacer sastre: cuando lo sea, reuniré a las niñas, y les
enseñaré el oficio y la piedad; me parece soñar viendo el
castillo, y en él muchas niñas que hemos de formar. ¿Me
acompañarás?”.
No
fue tan fácil realizarlo. Dificultades de la familia, ironías de
los pueblerinos, falta de locales, con emigraciones como las de Don
Bosco, por los arrabales de Turín.
Una
temporada en casa Pampuro, su taller primero, luego en casa Maccagno,
por cinco liras al mes, más tarde las primeras internas en la
residencia, con las dos mammas y maestras: Petronila y María. El
taller va teniendo su oratorio festivo dominical. Entonces reciben el
billetito, del desconocido Don Bosco, pero lo besan como una
reliquia.
El
7 de octubre de 1864, viene de excursión a Mornese Don Bosco, con un
buen grupo de sus chicos, invitado por don Pestarino. Fue el primer
encuentro personal de María Mazzarello, con el fundador. Una emoción
insólita la agitaba, un pronóstico de vida nueva, y caminos
extraordinarios.
Desde
entonces, la vocación y la institución se van perfilando, El
taller y el oratorio crecen. María es elegida presidenta de la
Casa de la Inmaculada, con un grupo de siete religiosas, consagradas
a la obra; y en la altura, al pie del castillo, van a tener más
amplias edificaciones, para el colegio nuevo; Don Bosco vino a
bendecirlo, el 13 de diciembre de 1867.
Congregó
Don Bosco, su Capítulo General en mayo de 1871; les expuso el
proyecto, de fundar un Instituto de religiosas, y precisamente
aprovechando la fundación del colegio de Mornese.
Con
su aprobación, corrió a exponer su proyecto a Su Santidad Pío IX,
que lo aprobó cálidamente, y lo bendijo. Con esto se fue a Mornese,
y propuso su plan a don Pestarino. Hubo grandes dificultades, el
pueblo se creyó privado de un colegio para chicos, a María la
reclamaba su familia...
Pasó
la tempestad, y el 15 de agosto de 1867, el obispo de Acqui, con Don
Bosco, recibían los votos primeros, de once Hijas de María
Auxiliadora, que pronto eligieron por superiora indiscutible, a sor
María Mazzarello.
Don
Bosco les compuso las Reglas y Constituciones, y desde la muerte de
don Pestarino, en 1874, la dirección de Don Bosco, orientó de la
más bella manera salesiana, la naciente congregación, y le envió
como directores generales, al que había de ser gran misionero, al
cardenal Cagliero, a don Rúa, luego sucesor de Don Bosco; a monseñor
Costamagna, todo el Estado Mayor, de aquellos idílicos y prodigiosos
comienzos de la familia salesiana.
—
“Ahora
soy del todo feliz” —había dicho sor Mazzarello a su madre,
el día de su profesión religiosa.
Con
prudencia celestial y santidad rebosante, sor María regía la
naciente congregación, y veía su crecimiento, primero en Europa,
luego a las misiones de los jíbaros: posteriormente por todo el
mundo.
La
Congregación se consolida. Aconsejan a la superiora general, sor
María, que vaya a pedir a Roma, las bendiciones de Su Santidad, y se
excusa:
—“¿Cómo,
señor director, me presentaré, que no haga perder nuestro buen
crédito?. Esperará el Papa ver una superiora instruida y
capacitada, y se encontrará, con una pobre aldeanita ignorante”.
La
pobre aldeanita, sin embargo, era un prodigio de prudencia, de buen
espíritu, de muchas virtudes, y crecida santidad, ejemplar perfecto,
de la mejor hija de María Auxiliadora.
En
1877, la Casa Generalicia, se trasladaba a Nizza Monferrato, casa
mejor comunicada y más amplia, conforme al gran crecimiento de la
Institución; y allí, con su ejemplo y divinas ilustraciones, ejerce
su maravilloso apostolado, y forma un plantel de religiosas
fervientes, y superioras excepcionales, que habían de levantar tan
excelsa, la eficacia y la fama de la Congregación.
Pero
su fin se acercaba. En 1880, dijo a sor Josefina, que se marchaba a
América:
—“Yo
moriré pronto: el Señor me ha escuchado, cuando me ofrecí como
víctima”.
Sor
Josefina, se fue a quejar a Don Bosco:
—“La
madre me ha confiado, el secreto de su holocausto. Ruegue al Señor,
que aplace el sacrificio. ¡Es tan necesaria!”.
—“La
víctima es agradable a Dios: ha sido aceptada” —respondió
el Santo.
Y
tras una breve agonía, venciendo al diablo, que la inquietaba, con
su canción fervorosa “Yo quiero amar a María”, dijo a las hijas
que lloraban:
—A
rivederci in paradiso.
Y
santamente expiró. Era el 14 de mayo de 1881, apenas cumplidos sus
cuarenta y cuatro fecundos años.
Bellísimo
ejemplo de sencillez y santidad, de celo apostólico y de virginal
pureza. Muy pronto los milagros, habían de atestiguar sus heroicas
virtudes. El 20 de noviembre de 1939, la llevaba como Beata a los
altares, Su Santidad Pío XI, y el 24 de junio de 1951 fue
solemnemente canonizada por Su Santidad Pío XII. Sus reliquias,
fueron trasladadas a un bellísimo altar, que en su honor se erigió,
en la grandiosa basílica de María Auxiliadora, en Turín.
Testimonio
Personal: recuerdo hace muchos años, cuando era un niño,
haber escuchado de boca de un santo sacerdote, en el colegio San
Francisco de Sales, del barrio de Almagro, Buenos Aires, Argentina,
que en el colegio María Auxiliadora, que se encuentra enfrente a
éste, y junto al colegio Pio IX, todos de la comunidad salesiana,
que una hermana religiosa muy anciana, había tenido una aparición
de la Santísima Virgen, quien le predijo varios acontecimientos que
iban a sobrevenir, y le bendijo un manto que esta hermana estaba
confeccionando, como protección especial para la comunidad
salesiana. Al poco tiempo, esta hermana voló al cielo. Estamos
hablando del año 1969.
Creo
recordar que este sacerdote, no aclaró la índole del mensaje, pero
a juzgar por lo que aconteció en la comunidad salesiana, poco tiempo
después– invasión de seminaristas, y hasta sacerdotes ganados por
la Teología de la Liberación – y en el país – aparición de la
guerrilla marxista, y el comienzo de una breve, pero muy terrible
guerra civil en la Argentina, seguramente tuvo que ver con estos
acontecimientos. Desconozco que le sucedió a ese manto especial,
bendecido por la Virgen.
¡Santa
María Mazzarello ruega por nosotros!.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, que nos has bendecido, con
la dicha de haber conocido la presencia silenciosa, pero enérgica,
de Santa María Dominga Mazzarello, que bendigas a la comunidad
salesiana en todo el mundo, y muy especialmente en las zonas de
conflicto como Pakistán. Que esta comunidad, siempre mantenga su
influencia sobre los niños y la juventud, y la bendigas con muchas
vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, que sepan honrar tu
Santo Nombre. A Tí Señor, que nos prometiste que las llamas del
infierno, no prevalecerán sobre tu Iglesia. Amén.
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