Sábado
8 de diciembre
LA
INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
La
Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, tiene un
llamado para nosotros:
1-Nos llama a la purificación. Ser puros, para que Jesús resida en nosotros.
2-Nos llama a la consagración, al Corazón Inmaculado de María, lugar seguro para alcanzar el conocimiento perfecto de Cristo, y el camino seguro, para ser llenos del Espíritu Santo.
"Con
la Inmaculada Concepción de María, comenzó la gran obra de la
Redención, que tuvo lugar con la sangre preciosa de Cristo. En Él,
toda persona, está llamada a realizarse en plenitud, hasta la
perfección de la santidad". Juan Pablo II, 5-XII-2003.
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Oficio
de Lectura, 8 de Diciembre
La Inmaculada Concepción de Santa María Virgen
¡Oh Virgen, por tu bendición, queda bendita toda criatura!
De los sermones de San Anselmo, obispo
Sermón 52
La Inmaculada Concepción de Santa María Virgen
¡Oh Virgen, por tu bendición, queda bendita toda criatura!
De los sermones de San Anselmo, obispo
Sermón 52
El cielo,
las estrellas, la tierra, los ríos, el día y la noche, y todo
cuanto está sometido al poder o utilidad de los hombres, se
felicitan de la gloria recuperada, pues una nueva gracia inefable,
resucitada en cierto modo por ti, ¡oh Señora!, les ha sido
concedida.
Todas las
cosas, se encontraban como muertas, al haber perdido su innata
dignidad, de servir al dominio y al uso, de aquellos que alaban a
Dios, para lo que habían sido creadas; se
encontraban aplastadas por la opresión, y como descoloridas, por el
abuso que de ellas hacían, los servidores
de los ídolos, para los que no habían sido creadas.
Pero ahora, como resucitadas, felicitan a María, al verse regidas y
honradas, por el dominio y uso, de los que alaban al Señor.
Ante la nueva e inestimable gracia, las cosas todas saltaron de gozo, al sentir que en adelante, no sólo estaban regidas, por la presencia rectora e invisible de Dios, su creador, sino que también, usando de ellas visiblemente, las santificaba. Tan grandes bienes, eran obra del bendito fruto, del seno bendito, de la bendita María.
Por la plenitud de tu gracia, lo que estaba cautivo en el infierno, se alegra por su liberación, y lo que estaba por encima del mundo, se regocija por su restauración. En efecto, por el poder del Hijo glorioso, de tu gloriosa virginidad, los justos, que perecieron antes de la muerte vivificadora de Cristo, se alegran de que haya sido destruida su cautividad, y los ángeles se felicitan, al ver restaurada su ciudad medio derruida.
¡Oh mujer llena de gracia, sobre abundante de gracia, cuya plenitud, desborda a la creación entera, y la hace reverdecer!. ¡Oh Virgen bendita, bendita por encima de todo, por tu bendición, queda bendita toda criatura; no sólo la creación del Creador, sino también el Creador como criatura!
Dios entregó a María a su propio Hijo, el único igual a Él, a quien engendra de su corazón, como amándose a sí mismo. Valiéndose de María, se hizo Dios un Hijo, no distinto, sino Él mismo, para que realmente fuese uno y mismo, el Hijo de Dios y de María.
Ante la nueva e inestimable gracia, las cosas todas saltaron de gozo, al sentir que en adelante, no sólo estaban regidas, por la presencia rectora e invisible de Dios, su creador, sino que también, usando de ellas visiblemente, las santificaba. Tan grandes bienes, eran obra del bendito fruto, del seno bendito, de la bendita María.
Por la plenitud de tu gracia, lo que estaba cautivo en el infierno, se alegra por su liberación, y lo que estaba por encima del mundo, se regocija por su restauración. En efecto, por el poder del Hijo glorioso, de tu gloriosa virginidad, los justos, que perecieron antes de la muerte vivificadora de Cristo, se alegran de que haya sido destruida su cautividad, y los ángeles se felicitan, al ver restaurada su ciudad medio derruida.
¡Oh mujer llena de gracia, sobre abundante de gracia, cuya plenitud, desborda a la creación entera, y la hace reverdecer!. ¡Oh Virgen bendita, bendita por encima de todo, por tu bendición, queda bendita toda criatura; no sólo la creación del Creador, sino también el Creador como criatura!
Dios entregó a María a su propio Hijo, el único igual a Él, a quien engendra de su corazón, como amándose a sí mismo. Valiéndose de María, se hizo Dios un Hijo, no distinto, sino Él mismo, para que realmente fuese uno y mismo, el Hijo de Dios y de María.
Todo lo
que nace criatura, es de Dios, y Dios nace de María. Dios creó
todas las cosas, y María engendró a Dios. Dios, que hizo todas las
cosas, se hizo a sí mismo mediante María; y de este modo, volvió a
hacer, todo lo que había hecho. Él que pudo hacer todas las cosas
de la nada, no quiso rehacerlas del pecado sin María, y así quedar
purificadas.
Dios es pues, el Padre de las cosas creadas; y María es la Madre de las cosas recreadas. Dios es el Padre, a quien se debe la constitución del mundo; y María es la Madre, a quien se debe su restauración. Pues Dios engendró a Aquel, por quien todo fue hecho; y María dio a luz a Aquel, por quien todo fue salvado. Dios engendró a Aquel, sin el cual nada existe; y María dio a luz a Aquel sin el cual nada subsiste.
¡Verdaderamente el Señor está contigo, puesto que ha hecho que toda criatura, te debiera tanto como a Él!
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María, preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo, la preservaste de todo pecado, concédenos, por su intercesión, llegar a Tí, limpios de todas nuestras culpas.
Dios es pues, el Padre de las cosas creadas; y María es la Madre de las cosas recreadas. Dios es el Padre, a quien se debe la constitución del mundo; y María es la Madre, a quien se debe su restauración. Pues Dios engendró a Aquel, por quien todo fue hecho; y María dio a luz a Aquel, por quien todo fue salvado. Dios engendró a Aquel, sin el cual nada existe; y María dio a luz a Aquel sin el cual nada subsiste.
¡Verdaderamente el Señor está contigo, puesto que ha hecho que toda criatura, te debiera tanto como a Él!
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María, preparaste a tu Hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de tu Hijo, la preservaste de todo pecado, concédenos, por su intercesión, llegar a Tí, limpios de todas nuestras culpas.
También
te pedimos especialmente, por el estrado de tus pies, el planeta
Tierra, siempre popularizada con María como la Madre Tierra, para
que se detenga la locura de lo que está produciendo el cambio
climático, provocado por los servidores de los ídolos, y la
extracción del petróleo y gas de esquisto (fracking) que envenenan
las entrañas de la Tierra, así como toda actividad minera, y el uso
de plaguicidas, sin los adecuados controles, y cuidados ambientales.
¡A Tí,
Oh nuestro Señor Jesucristo, que Vives y Reinas por Siempre!. Amén.
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