Cuarta
Feria, 12 de diciembre
LA
VIRGEN DE GUADALUPE
Patrona
de México y Emperatriz de las Américas
La
Virgen no se impone, no reta, no humilla a sus enemigos. El milagro
de su presencia en el Tepeyac, es real, pero muy sutil. Es un
milagro, que no aparece como tal a primera vista. Quiere ser mas bien
confirmación de la verdad, para ayudar a los corazones que se han
endurecido, pero que aún buscan; y para los que ya creen, para que
perseveren en su fe sin desmayos
"Confiamos
a Santa María de Guadalupe, Patrona de México y de todo el
continente, el destino de los pueblos americanos, y de su nueva
evangelización"
-Juan Pablo II, enero 1999.
-Juan Pablo II, enero 1999.
Breve
La
Virgen Santísima se apareció en el Tepeyac, México, a San Juan
Diego, el martes 12 de diciembre de 1531, apenas diez años después
de la conquista de México. La madre de Dios, viene para dar a
conocer el evangelio, a sus hijos nativos del nuevo continente, y
para "mostrar y dar", todo su "amor y compasión,
auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre".
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Como
prueba de su visita, la Virgen milagrosamente hizo que en aquel
lugar, aparecieran preciosas rosas de Castilla, y que su imagen se
quedara permanentemente, en la tilma de su siervo.
Durante
cuatro días, la Virgen se había comunicado con Juan Diego,
hablándole en su propia lengua, el náhualtl. Al identificarse,
María usó la palabra "coatlallope"; un sustantivo
compuesto formado por "coatl" o sea, serpiente, la
preposición "a" y "llope", aplastar; es decir,
se definió como "la que aplasta la serpiente". Otros
reconstruyen el nombre como "Tlecuauhtlapcupeuh", que
significa: "La que procede de la región de la luz, como el
Águila de fuego".
De
todas formas, el vocablo náhualtl, sonó a los oídos de los frailes
españoles, como el extremeño "Guadalupe", relacionando el
prodigio del Tepeyac, con la muy querida advocación, que los
conquistadores conocían y veneraban, en la Basílica construida por
Alfonso XI, en 1340. En España, existían dos advocaciones a la
Virgen de Guadalupe, en Cáceres y en La Gomera. Sin embargo, la
Guadalupe Mexicana es original. ¡La Virgen se comunicó de manera
que la entendiesen, tanto los indios como los españoles!.
La
Virgen de Guadalupe dio al indio Juan Diego, un delicado trato de
nobleza, elevando proféticamente la condición de todo su pueblo. El
Señor "derriba del trono a los poderosos, y enaltece a los
humildes". Al mismo tiempo, La Virgen trajo reconciliación, y
no división entre los nativos y los españoles.
Les
ayudó a ambos, a comprender que la fe cristiana, no es propiedad de
nadie, sino un don de amor para todos. La Virgen pide a Juan Diego
que vaya al obispo. El obispo de México era Fray Juan De Zumárraga,
franciscano. De esta manera, la Virgen enseña, que se debe someter a
la autoridad legítima, que Jesús estableció en la Iglesia.
Cuatrocientos
años debieron pasar, para que la cultura occidental reconociera
admirada, que la imagen impresa sobre el ayate indígena, era un
verdadero códice mexicano, un mensaje del cielo, cargado de
símbolos. Helen Behrens, una antropóloga norteamericana, descubrió
en 1945, lo que los ojos de los indios, habían "leído" en
la pintura de la "Madre del verdadero Dios, por quien se vive"
aquel diciembre de 1531.
Guadalupe
propicia la Evangelización del continente
Los
misioneros tenían poco éxito, a pesar de su intensa labor, en gran
parte, por el mal ejemplo de muchos, que llamándose cristianos,
abusaban de ellos. Pero la Virgen de Guadalupe, se presenta como
mujer nativa, y les enseñó, que el regalo de la fe es para todos
sin distinción.
La
imagen de la tilma, es toda una catequesis (ver abajo). Resultado: En
los 7 años posteriores a las apariciones, 8 millones de nativos, se
convirtieron a la fe católica. Esto representa un promedio de 3000
conversiones diarias. Si recordamos, que por la predicación de San
Pedro el día de Pentecostés, se convirtieron 3000 hombres, podemos
apreciar que la Virgen inició un verdadero Pentecostés, que duró 7
años.
La
Virgen de Guadalupe, continúa guiándonos a Jesús. Los milagros
obtenidos por la Virgen son tan extraordinarios, que no se puede
menos que exclamar: "El poder divino está aquí". El Dios
Todopoderoso se complace en derramar sus dones, por medio de aquella,
a quien Él escogió para ser su madre.
El
Santuario Tepeyac
El Tepeyac, es el santuario mariano mas visitado del mundo, superando en visitas, a Lourdes y Fátima. Cada año, 20 millones de fieles, se acercan a la venerada imagen, para expresar a la Madre del Cielo, el testimonio de su cariño y veneración. El día de la fiesta, el doce de diciembre, se calcula que casi tres millones de personas, acuden al santuario.
El Tepeyac, es el santuario mariano mas visitado del mundo, superando en visitas, a Lourdes y Fátima. Cada año, 20 millones de fieles, se acercan a la venerada imagen, para expresar a la Madre del Cielo, el testimonio de su cariño y veneración. El día de la fiesta, el doce de diciembre, se calcula que casi tres millones de personas, acuden al santuario.
En
la actualidad, la imagen milagrosa está en la nueva basílica,
construida junto a la antigua, que se ha hundido notablemente. Los
fieles, pueden contemplar el cuadro desde una estera móvil, que a
sus pies se desliza para movilizar a los fieles, y dar cabida a las
multitudes, que desean venerarla. Como en todo santuario mariano, la
basílica de Guadalupe, cuenta con una capilla del Santísimo, donde
los fieles constantemente adoran al Señor.
La
Basílica nueva tiene forma redonda, que simboliza la tienda, que
albergaba el Arca de la Alianza, en su marcha por el desierto; las
lámparas interiores que cuelgan del techo, recuerdan la nube que
guiaba al pueblo de Dios día a día, y la refulgente pared de oro
que sostiene el cuadro, representa la columna de fuego y la luz, que
indicaba el camino durante la noche.
Historicidad
Durante
el proceso de estudio para la canonización de Juan Diego, se
estableció una comisión, para estudiar su historicidad. El padre
Fidel González, fue asistido en esta labor por Eduardo Chávez
Sánchez, y José Luis Guerrero Rosado (Cf. «El encuentro de la
Virgen de Guadalupe y Juan Diego», Editorial Porrúa, México 1999,
564 pp.). Presentaron 27 documentos, o testimonios indígenas
guadalupanos, y 8 de procedencia mixta indo-española. Entre todos
ellos, destaca el «El Nican Mopohua», y el llamado Códice
«Escalada».
No
se pueden explicar con elementos históricos, algunos aspectos
decisivos de la historia de México, sin tener en cuenta el milagro
de Guadalupe. Como por ejemplo, el que después una conquista
dramática, y tras dolorosas divisiones y contraposiciones, en el
seno del mundo político nahuatl, en un lugar significativo para el
mundo indígena, en el cerro del Tepeyac, se levantara en seguida una
ermita dedicada a la Virgen María, bajo el nombre de Guadalupe. No
explican tampoco cómo Guadalupe, se convirtió en señal de una
nueva historia religiosa y de encuentro, entre dos mundos, hasta ese
momento en dramática contraposición.
Existen
otras muchas pruebas históricas, sobre la existencia de Juan Diego,
como por ejemplo, la tradición oral, fuente decisiva al estudiar a
los pueblos mexicanos, cuya cultura era principalmente oral. Esta
tradición, en esos casos suele obedecer a cánones bien precisos, y
en el caso de Guadalupe, siempre confirma la figura histórica y
espiritual de Juan Diego.
Quien
quiera profundizar en el aspecto histórico del vidente de Guadalupe,
puede leer a continuación el artículo inédito, escrito por una de
las personalidades más competentes en la materia, Fidel González,
presidente de la Comisión histórica sobre Juan Diego, constituida
por la Santa Sede.
-Fuente: Zenit.
-Fuente: Zenit.
La
siguiente historia, es tomada del escrito del indio Nican Mophua del
siglo XVI
Para el
texto completo ver: El Nican Mopohua
Un
sábado de 1531, a principios de diciembre, un indio llamado Juan
Diego, iba muy de madrugada, del pueblo en que residía, a la ciudad
de México, a clase de catecismo, y a la Santa Misa. Al llegar junto
al cerro, llamado Tepeyac, amanecía, y escuchó que le llamaban de
arriba del cerro, diciendo: "Juanito, Juan Dieguito".
Él
subió a la cumbre, y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo
vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y
atentas, le dijo: "Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿a
dónde vas?... sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis
hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero
Dios, por quien se vive; del Creador cabe quien está todo; Señor
del cielo y de la tierra.
Deseo
vivamente, que se me erija aquí un templo, para en él mostrar, y
dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra
piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos, los moradores de esta
tierra, y a los demás amadores míos que me invoquen, y en Mí
confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias,
penas y dolores.
Y
para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo
de México, y le dirás, cómo yo te envío a manifestarle, lo que
mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo: le contarás
puntualmente, cuanto has visto y admirado, y lo que has oído... Hijo
mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo".
Él
se arrodilló, y le dijo: "Señora mía, ya voy a cumplir tu
mandado; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo".
Y se fue de prisa a la ciudad, y camino al Palacio del Obispo, que
era Fray Juan de Zumárraga, religioso franciscano.
Cuando
el Obispo oyó lo que le decía el indiecito Juan Diego, no le creyó.
Solamente le dijo: "Otra vez vendrás, hijo mío, y te oiré
más despacio, lo veré muy desde el principio, y pensaré en la
voluntad y deseo con que has venido".
Juan
Diego se volvió muy triste, porque no había logrado, que se
realizara su mensaje. Se fue derecho a la cumbre del cerro, y
encontró allí a la Señora del Cielo, que le estaba aguardando.
Al
verla, se arrodilló delante de Ella, y le dijo: "Señora, la
más pequeñas de mis hijas, Niña mía, fui a donde me enviaste a
cumplir tu mandado; aunque con dificultad, entré adonde es el
asiento del prelado; le vi y expuse tu mensaje, así como me
advertiste; me recibió benignamente, y me oyó con atención; pero
en cuanto me respondió, pareció que no la tuvo por cierto...
Comprendí
perfectamente, en la manera que me respondió, que piensa que es
quizás invención mía, que Tú quieres que aquí te hagan un
templo, y que acaso no es de orden tuya; por lo cual, te ruego
encarecidamente, Señora y Niña mía, que a alguno de los
principales, conocido, respetado y estimado, le encargues que lleve
tu mensaje para que le crean, porque yo soy un hombrecillo, soy un
cordel, soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente
menuda, y Tú, Niña mía, la más pequeña de mis hijas, Señora, me
envías a un lugar, por donde no ando, y donde no paro."
Ella
le respondió: "Oye, hijo mío el más pequeño, ten
entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo
encargar que lleven mi mensaje, y hagan mi voluntad; pero es de todo
punto preciso, que tú mismo solicites y ayudes, y que con tu
mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el más
pequeño, y con rigor te mando, que otra vez vayas mañana, a ver al
obispo. Dale parte en mi nombre, y hazle saber por entero mi
voluntad, que tiene que poner por obra el templo que le pido."
Pero
al día siguiente, el obispo tampoco le creyó a Juan Diego, y le
dijo que era necesaria, alguna señal maravillosa, para creer que era
cierto, que lo enviaba la misma Señora del Cielo. Y lo despidió.
El
lunes, Juan Diego no volvió al sitio donde se le aparecía nuestra
Señora, porque su tío Bernardino, se puso muy grave, y le rogó que
fuera a la capital, y le llevara un sacerdote para confesarse.
Él
dio la vuelta por otro lado del Tepeyac, para que no lo detuviera la
Señora del Cielo, y así poder llegar más pronto a la capital. Mas
Ella, le salió al encuentro en el camino por donde iba, y le dijo:
“Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo
que te asusta y aflige; no se turbe tu corazón, no temas esa
enfermedad, ni alguna otra enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí,
que soy tu Madre?. ¿No estás bajo mi sombra?. ¿No soy yo tu
salud?. ¿No estás por ventura en mi regazo?. ¿Qué más has
menester?. No te apene ni te inquiete otra cosa; no te aflija la
enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella: estés seguro
que ya sanó... Sube, hijo mío, el más pequeño, a la cumbre del
cerrillo, allí donde me viste y te di órdenes, hallarás que hay
diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas en seguida y
baja, y tráelas a mi presencia.”
Juan
Diego subió a la cumbre del cerro, y se asombró muchísimo, al ver
tantas y tan exquisitas rosas de Castilla, siendo aquel un tiempo de
mucho hielo, en el que no aparece rosa alguna por allí, y menos en
esos pedregales. Llenó su poncho, o larga ruana blanca,
con todas aquellas bellísimas rosas, y se presentó a la Señora del
Cielo.
Ella
le dijo: “Hijo mío, el más pequeño, esta diversidad de rosas,
es la prueba y señal que llevarás al obispo. Le dirás en mi
nombre, que vea en ella mi voluntad, y que él tiene que cumplirla:
Tú eres mi embajador, muy digno de confianza. Rigurosamente te
ordeno, que sólo delante del obispo, despliegues tu manta, y
descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé
subir a la cumbre del cerrillo, que fueras a cortar flores; y todo lo
que viste y admiraste; para que puedas inducir al prelado, a que te
dé su ayuda, con objeto de que se haga, y erija el templo, que he
pedido”.
Juan
Diego se puso en camino, ya contento y seguro de salir bien. Al
llegar a la presencia del Obispo, le dijo: “Señor, hice lo que
me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama, la Señora del Cielo, Santa
María, preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para poder
creerme, que le has de hacer el templo, donde ella te pide que lo
erijas; y además le dije, que yo te había dado mi palabra, de
traerte alguna señal y prueba, que me encargaste, de su voluntad.
Condescendió
a tu recado, y acogió benignamente lo que pides, alguna señal y
prueba, para que se cumpla su voluntad. Hoy muy temprano, me mandó
que otra vez viniera a verte; le pedí la señal para que me
creyeras, según me había dicho que me la daría; y al punto lo
cumplió: me despachó a la cumbre del cerrillo, donde antes yo la
viera, a que fuese a cortar varias rosas de Castilla (...). Ella me
dijo, por qué te las había de entregar; y así lo hago, para que en
ellas, veas la señal que pides, y cumplas su voluntad; y también
para que aparezca la verdad, de mi palabra y de mi mensaje. Helas
aquí: recíbelas”.
Desenvolvió
luego su blanca manta, y así se esparcieron por el suelo, todas las
diferentes rosas de Castilla; y al mismo tiempo, se dibujó en la
manta, y apareció de repente, la preciosa imagen de la Virgen María,
Madre de Dios, tal cual se venera hoy, en el templo de Guadalupe en
Tepeyac.
Luego
que la vieron, el Obispo y todos los que allí estaban, se
arrodillaron llenos de admiración. El prelado desató del cuello de
Juan Diego la manta en que se dibujó, y apareció la Señora del
Cielo, y la llevó con gran devoción al altar de su capilla. Con
lágrimas de tristeza, oró y pidió perdón, por no haber aceptado
antes el mandato de la Virgen.
La
ciudad entera se conmovió, y venían a ver y admirar la devota
imagen, y a hacerle oración; y le pusieron por nombre, la Virgen de
Guadalupe, según el deseo de Nuestra Señora.
Juan
Diego pidió permiso, para ir a ver a su tío Bernardino, que estaba
muy grave. El Obispo le envió un grupo de personas, para
acompañarlo. Al llegar, vieron a su tío que estaba muy contento, y
que nada le dolía. Y vinieron a saber, que había quedado
instantáneamente curado, en el momento en que la Santísima Virgen,
dijo a Juan Diego: "No te aflija la enfermedad de tu tío,
que no morirá ahora de ella: estés seguro de que ya sanó".
El
Obispo trasladó a la Iglesia Mayor, la santa imagen de la amada
Señora del Cielo. La ciudad entera desfilaba, para admirar y venerar
la Sagrada Imagen, maravillados todos, de que hubiera aparecido por
milagro divino; porque ninguna persona de este mundo, pintó su
preciosa imagen.
(hasta
aquí el relato indio del siglo XVI).
Descripción
de la Imagen
La
imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, quedó impresa en un tosco
tejido, hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los
indios para acarrear cosas, y no de una tilma, que usualmente era de
tejido más fino de algodón. La trama del ayate, es tan burda y
sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra
del maguey es un material tan inadecuado, que ningún pintor, lo
hubiera escogido para pintar sobre él.
La
imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, es una maravillosa síntesis
cultural, una obra maestra, que presentó la nueva fe, de manera tal,
que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente, por los indios
mexicanos. Es imposible de describir aquí, la rica y complicada
simbología, que contiene este cuadro-códice, porque cada detalle de
color y de forma, es portador de un mensaje teológico.
El
rostro impreso en el ayate, es el de una joven mestiza; una
anticipación, pues en aquel momento, todavía no habían mestizos de
esa edad en México.
María
asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva
raza, rechazados entonces, tanto por los indios, como por los
conquistadores. El cuadro, que se conserva en la moderna
Basílica del Tepeyac, mide aproximadamente 66 x 41 pulgadas (154,94
cms x 104,14 cms), y la imagen de la Virgen, ocupa unas 56 pulgadas
(142,24 cms) del mismo. La Virgen está de pie, y su rostro se
inclina delicadamente, recordando un poco las tradicionales
"Inmaculadas".
Esta
oportuna inclinación, evita que el empate. que une las dos piezas
del tejido, caiga dentro de la faz de la Virgen. El manto azul,
salpicado de estrellas, es la "Tilma de Turquesa", con que
se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la
importancia del portador.
Los
rayos del sol, circundan totalmente a la Guadalupana, como para
indicar, que ella es su aurora. Esta joven
doncella mexicana, está embarazada de pocos meses, así lo indican
el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de
éste, y la intensidad de los resplandores solares, que aumenta a la
altura del vientre. Su pie, está apoyado sobre una luna
negra, (símbolo del mal para los mexicanos), y el ángel que la
sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.
La
Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos, como la Madre del
Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo,
porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo
amor de Madre. Con la prodigiosa impresión en el ayate, comenzaba un
nuevo mundo, la aurora del sexto sol, que esperaban los mexicanos.
La
imagen ha sufrido serios atentados, y ha salido incólume de ácidos
corrosivos, y hasta de una bomba de gran tamaño, que en 1921, un
desconocido escondió entre las flores, que malvadamente le ofrecía.
Al explotar la bomba, causó gran destrucción. El crucifijo de
metal, que estaba cerca de la Virgen, quedó retorcido, y sin
embargo, la imagen de la Virgen quedó intacta. El cristal del marco
de su imagen, no se rompió.
Los
Papas y la Virgen de Guadalupe
Pío
X proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe, "Patrona de toda la
América Latina"; Pío XI, de "todas las Américas";
Pío XII la llamó "Emperatriz de las Américas"; y Juan
XXIII, "La misionera celeste del Nuevo Mundo", y "la
Madre de las Américas". En esta gran basílica, Juan Pablo II,
beatificó al indio Juan Diego, el 6 de mayo de 1990.
En
sus cuatro visitas a México, Juan Pablo II ha visitado el Tepeyac, y
honrado con profundo amor filial, a la Virgen de Guadalupe, a quien
ha encomendado el continente Americano, y su nueva evangelización.
La
Virgen de Guadalupe, defensora de la vida
El
Papa Juan Pablo II, nos enseña que ante la actual cultura de la
muerte, encontramos esperanza, en la Virgen de Guadalupe, la gran
abogada y defensora de la vida humana.
Ella
apareció embarazada. Los indios
comprendieron, que les visitaba la Madre de Dios. Tras la conversión,
los indios cesaron de ofrecer sacrificios humanos, que hasta entonces
eran comunes. Por eso, la Iglesia pide hoy día, su intercesión para
defender la vida, contra el genocidio del aborto, y otras amenazas
contra los inocentes.
En
su cuarta visita a México, del 22 al 26 de enero de 1999, Juan Pablo
II puso a los pies de la Virgen, el documento del sínodo de las
Américas, que en aquella ocasión, entregó a la Iglesia como
fundamento para la Nueva Evangelización, que solo es posible por la
obra del Espíritu Santo. La Virgen, es la que propicia la obra
divina con su FIAT. Así es corredentora con
su Hijo Jesucristo.
La
cuarta visita del Papa a México, coincidió con el 26 aniversario,
de la legalización del aborto en USA, poniéndose así de relieve la
gran batalla mundial, por la dignidad de la vida humana.
Estudios
Científicos sobre la Imagen de la Virgen de Guadalupe
Los
asombrosos descubrimientos, en torno al cuadro de la Virgen de
Guadalupe, tienen a los científicos en gran asombro. Se ha formado
una comisión de científicos, para investigar los fenómenos
inexplicables de esta tela, que era la ruana o poncho del indio Juan
Diego.
El
Fenómeno de la Tela
Lo
primero que llama la atención, de los expertos en tecnología
textil, es que la tela del ayate, sobre el que está la imagen de la
Virgen, es de fibra vegetal de maguey. Por
su naturaleza, esta fibra se descompone por putrefacción, a los
veinte años, o menos. Así ha
sucedido con varias reproducciones de la imagen, que se han fabricado
con este mismo tejido. Sin embargo, el ayate de la imagen, ha
resistido mas de 470 años, en perfecto estado de conservación. Por
causas ininteligibles a los expertos, el ayate de la imagen, es
refractaria a la humedad y al polvo.
La
imagen de la Virgen de Guadalupe, estuvo 116 años expuesta a las
inclemencias del ambiente, sin protección alguna contra el polvo, la
humedad, el calor, el humo de las velas, y el continuo roce de miles
y miles de objetos, que fueron tocando a la venerada imagen, además
del constante contacto, de manos y besos de innumerables peregrinos.
Todo esto, sin que se haya deshilachado ni desteñido, su bella
policromía.
El
Fenómeno de la Imagen
La
pintura que cubre la tela, es otro misterio. El sabio alemán Kuhn,
premio Nobel de Química, ha estudiado esta pintura, y su respuesta
dejó atónitos a los oyentes: "Estos colorantes no son ni de
origen mineral, ni vegetal, ni de origen animal". No
ha podido explicar, el origen de los pigmentos que dan color a la
imagen, ni la forma, en que ésta fue pintado.
Se
podría pensar, que la tela ha resistido tanto, porque la habrían
encolado, y preparado de manera especial, como a otras pinturas
famosas, para que tuviera gran resistencia. Pero el profesor Callaga,
del instituto espacial de la NASA, de Estados Unidos, la ha estudiado
con aparatos de rayos infrarrojos, y ha descubierto, que la tela no
tiene ningún engomado ni preservativos, y que no se puede explicar
cómo esa imagen, ha resistido cuatro siglos, en un lienzo tan
ordinario.
Con
estos rayos infrarrojos, se ha descubierto, que la imagen no tiene
esbozos previos -como se ve en los cuadros de Rubens y Tiziano-, sino
que fue plasmada directamente, tal cual se la ve, sin tanteos ni
rectificaciones.
La
imagen no tiene pinceladas. La técnica empleada, es desconocida en
la historia de la pintura. Es incomprensible e irrepetible.
El
Fenómeno de las Pupilas
Ver video del estudio científico
Ver video del estudio científico
Un
famoso oculista, Lauvvoignet, examinó con un poderoso lente, la
pupila de la Virgen, y observó maravillado, que en el iris, se ve
reflejada la imagen de un hombre. Esto fue al principio de una
investigación, que condujo a los más inesperados descubrimientos.
Por
medio de la digitalización, se observa en la pupila de la Virgen,
una fotografía, algo así como todo lo que la Virgen, estaba mirando
en el momento de tomarse la foto.
El
Doctor Tosnman, especializado en digitalización, le ha tomado
fotografías, a la pupila de la Virgen de Guadalupe. Después de
ampliarlas miles de veces, logró captar detalles, imposibles de ser
captados a simple vista. ¡Ha descubierto lo que la Virgen miraba, en
el momento de formarse la imagen, en la tilma de Juan Diego!.
Los
detalles que aparecen, en las fotografías de la pupila de la Virgen
de Guadalupe, son un indio en el acto de desplegar su ruana ante un
religioso; un franciscano, en cuyo rostro se ve deslizarse una
lágrima; un hombre con la mano sobre la barba en señal de
admiración; otro indio en actitud de rezar; unos niños y varios
religiosos franciscanos más. O sea, todas las personas que según la
historia de la Virgen de Guadalupe, escrita hace varios siglos,
estaban presentes, en el momento en que apareció la sagrada imagen.
Lo
que es radicalmente imposible, es que en un espacio tan pequeño,
como la córnea de un ojo, situado en una imagen de tamaño natural,
aún el más experto miniaturista, lograra pintar todas esas
imágenes, que ha sido necesario ampliar, dos mil veces para poderlas
advertirlas.
La
ciencia moderna, se queda sin explicaciones, ante las maravillas de
la imagen de la Virgen de Guadalupe. Es una realidad irrepetible.
Sobrepasa todas las posibilidades naturales, por lo que se puede
decir, que estamos ante un hecho sobrenatural.
Una
tilma que no se corrompe. Unos colores que no fueron pintados. Una
pupila, que contiene toda la escena; y todas las personas, presentes
cuando se desplegaron las rosas del milagro. Estamos ante una imagen,
que ni el tiempo, ni los atentados de hombres llenos de odio, han
podido vencer.
Virgen
no se impone, no reta, no humilla a sus enemigos. El milagro de su
presencia en el Tepeyac, es real, pero muy sutil. Es un milagro, que
no aparece como tal a primera vista. Quiere ser mas bien confirmación
de la verdad, para ayudar a los corazones que se han endurecido, pero
que aún buscan; y para los que ya creen, para que perseveren en su
fe sin desmayos.
Para
los sencillos de corazón, los milagros no son necesarios para tener
fe. Ellos captan, por la gracia del Espíritu, el amor solícito de
la Madre del Cielo, que viene por ellos.
Los
enemigos de la Virgen, son muchas veces, personas muy poderosas, pero
que finalmente pasan, y se hacen polvo – en
particular, son personas provenientes de la Masonería.
La
Virgen permanece como testigo del amor de Dios, que es Eterno. Ella
ha querido ser un faro plantado, en el corazón del continente
Americano, para atraer a todos a Cristo, Salvador y Vida Eterna,
única esperanza, ante la ruina en que se
encuentra la humanidad.
Ella
ha querido darnos un milagro, para ayudar a las generaciones
incrédulas. Ha querido demostrar, con su característica humildad,
que la ciencia tiene su función, pero también sus límites. Ella,
nos recuerda las palabras del ángel: "Para
Dios nada es imposible".
Virgen
de Guadalupe, ruega por nosotros
Oración
a Nuestra Señora de Guadalupe
Patrona de México, y Emperatriz de las Américas
Patrona de México, y Emperatriz de las Américas
"Madre
Santísima de Guadalupe. Madre de Jesús,
condúcenos hacia tu Divino Hijo por el camino del Evangelio,
para que nuestra vida sea el cumplimiento generoso
de la voluntad de Dios
Condúcenos a Jesús,
que se nos manifiesta, y se nos da, en la Palabra revelada
y en el Pan de la Eucaristía
Danos una fe firme,
una esperanza sobrenatural
una caridad ardiente
y una fidelidad viva,
a nuestra vocación de bautizados.
ayúdanos a ser agradecidos a Dios,
exigentes con nosotros mismos, y llenos de amor
para con nuestros hermanos.
Amén"
condúcenos hacia tu Divino Hijo por el camino del Evangelio,
para que nuestra vida sea el cumplimiento generoso
de la voluntad de Dios
Condúcenos a Jesús,
que se nos manifiesta, y se nos da, en la Palabra revelada
y en el Pan de la Eucaristía
Danos una fe firme,
una esperanza sobrenatural
una caridad ardiente
y una fidelidad viva,
a nuestra vocación de bautizados.
ayúdanos a ser agradecidos a Dios,
exigentes con nosotros mismos, y llenos de amor
para con nuestros hermanos.
Amén"
Oración Final: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión de la Santísima Virgen, bajo la devoción de Nuestra Señora de Guadalupe, para que pueda nuestro continente Americano en su totalidad, tanto Latinoamérica, como Norteamérica, Canadá y el Caribe, permanecer fieles a Tí, y a tu Sagrado Corazón.
Que
cesen las guerras, los gobiernos autoritarios, el narcotráfico, la
trata de personas, la discriminación, la apostasía y el aborto, así
como cualquier escándalo contra tus Sagradas Enseñanzas. A Tí
Señor, que Vives y Reinas para Siempre, por los Siglos de los
Siglos. Amén.
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