Segunda
Feria, 28 de marzo
Sixto
III, 44ª Papa
(432-440)
Fue
elegido papa a la muerte de San Celestino I, en el año 432, y ocupó
la sede de Pedro por ocho años que fueron muy llenos de exigencias.
Durante
su vida se vio envuelto casi de modo permanente en la lucha doctrinal
contra los pelagianos, siendo uno de los que primeramente detectó el
mal y combatió la herejía que había de condenar el papa Zósimo.
De
hecho, Sixto escribió dos cartas sobre este asunto enviándolas a
Aurelio, obispo que condenó a Celestio en el concilio de Cartago, y
a san Agustín. Se libraba en la Iglesia la gran controversia sobre
la Gracia sobrenatural y su necesidad tanto para realizar buenas
obras como para conseguir la salvación.
Pelagio
fue un monje procedente de las islas Británicas. Vivió en Roma
varios años ganándose el respeto y la admiración de muchos por su
vida ascética y por su doctrina de tipo estoico, según la cual
el hombre es capaz de alcanzar la perfección por el propio esfuerzo,
con la ayuda de Dios solamente extrínseca -buenos ejemplos,
orientaciones y normas disciplinares, etc.,- ¡era un voluntarista!.
Además,
la doctrina pelagiana llevaba añeja la negación del pecado original.
Y consecuentemente rechaza la necesidad de la redención
de Jesucristo. De ahí se deriva a la ineficacia sacramentaria. Todo
un monumental lío teológico basado en principios falsos que
naturalmente Roma no podía permitir.
Y
no fue sólo esto. El Nestorianismo acaba de ser condenado en el
concilio de Éfeso, en el 431, un año antes de ser elegido papa
Sixto III; pero aquella doctrina equivocada sobre Jesucristo había
sido sembrada y las consecuencias no desaparecerían con las
resoluciones conciliares. Nestorio procedía de Antioquía y fue
obispo de Constantinopla.
Mantuvo
Nestorio una cristología imprecisa en la terminología y errónea en
lo conceptual, afirmando que en Cristo hay dos personas y negando la
maternidad divina de la Virgen María; fue condenada su enseñanza
por contradecir la fe cristiana; depuesto de su sede, recluido o
desterrado al monasterio de san Eutropio, en Antioquía, muriendo
impenitente fuera de la comunión de la Iglesia.
El
papa Sixto III intentó con notable esfuerzo reducirlo a la fe sin
conseguirlo y a pesar de sus inútiles esfuerzos tergiversaron los
nestorianos sus palabras afirmando que el papa no les era contrario.
Llovieron
al papa las calumnias de sus detractores. El propio emperador
Valentiniano y su madre Plácida impulsaron un concilio para
devolverle la fama y el honor que el Papa Sixto III tenía en
entredicho.
Baso
-uno de los principales promotores del alboroto que privaba
injustamente de la fama al Sumo Pontífice- muere arrepentido y tan
perdonado que el propio Sixto le atiende espiritualmente al final de
su vida y le reconforta con los sacramentos.
Como
todo santo ha de ser piadoso, también se ocupó antes de su muerte
-en el año 440 y en Roma-, de reparar y ennoblecer la antigua
basílica de Santa María la Mayor que mandó construir el papa
Liberio, la de San Pedro y la de San Lorenzo.
Oración:
Te pedimos Señor que por intercesión del Papa Sixto III, siempre
tengamos conciencia del pecado original que llevamos en nuestro
corazón, y nunca permitas que se haga carne en nosotros las
doctrinas orientalistas que hablan de la perfección humana sin tu
intervención personal. Te necesitamos Señor, ya que Tú nos
enseñaste que somos como los sarmientos que deben permanecer unidos
a la Vid Sagrada que eres Tú. Amén.
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