martes, 1 de enero de 2019


Tercera Feria, 1 de Enero

MARÍA, MADRE DE DIOS Y DE LA IGLESIA

María es verdaderamente Madre de Dios


Icono: La Madre de Dios
por Simón Usciakov
Galería Tretjakov (Moscú)

El Conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre María, será siempre la llave exacta, de la comprensión del misterio de Cristo, y de la Iglesia

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”

El evangelista San Juan, concluye el breve y sugestivo relato, con las palabras: "Y desde aquella hora, el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 27). Así es la traducción española del texto griego: εiς tά íδια; la acogió en su propia realidad, en su propio ser”. Benedicto XVI

Veneración
"Madre de Dios", es el título dogmático principal, y más generalizado, de la Virgen. De él dependen, todos los demás títulos y privilegios que ella tiene. Ella es Madre de Jesús, Dios y hombre verdadero. Es además, el título mas antiguo.

"¿Cómo puede ser María la madre de Dios, si Dios no tiene principio?".

Respuesta:
  • María no engendró a Dios desde la eternidad. María comienza a ser Madre de Dios, cuando el Hijo Eterno se encarnó en sus entrañas (la Encarnación).
  • Se llama "madre", a la mujer que engendra un hijo/hija. Es madre de la persona por ella engendrada.
    -Si reconocemos que María engendró, y dio a luz a Jesús, entonces reconocemos que María es Madre de Jesús.
    -Si además reconocemos que Jesús es una persona divina, entonces reconocemos que María, por ser madre de esa Persona, de Jesús, es verdaderamente Madre de Dios.

En el credo profesamos, que el Hijo es engendrado eternamente, no creado por Dios. Dios no tenía necesidad de hacerse hombre, pero quiso hacerse. Quiso tener madre verdaderamente, Gálatas 4,4: "al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer". Dios se hizo hombre, sin dejar de ser Dios, por ende María, es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.

Dios no necesitaba tener madre, pero la quiso tener, para acercarse a nosotros con infinito amor. Dios, es el único que pudo escoger a su madre, y para consternación de algunos y gozo de otros, escogió a la Santísima Virgen María, quién es y será siempre, la Madre de Dios.

Cuando la Virgen María visitó a su prima Isabel, (Visitación), ésta, movida por el Espíritu Santo, la reconoció como Madre de Dios, al llamarle "Madre de mi Señor" (Cf. Lucas 1, 39-45).

La verdad de que María es Madre de Dios, es parte de la fe de todos los cristianos ortodoxos. Fue proclamada dogmáticamente, en el Concilio de Efeso, en el año 431, y es el primer dogma Mariano. Negar que María es madre de Dios, es negar que el Verbo se hizo hombre; es negar la Encarnación del Dios Hijo.

Antecedentes de la controversia, sobre la maternidad divina de María Santísima:

Los errores de Nestorio
En el siglo V, Nestorio, Patriarca de Constantinopla, afirmaba los siguientes errores:

  • Que hay dos personas distintas en Jesús, una divina y otra humana.
  • Sus dos naturalezas no estaban unidas.
  • Por lo tanto, María no es la Madre de Dios, pues es solamente la Madre de Jesús hombre.
  • Jesús nació de María, solo como hombre, y más tarde "asumió" la divinidad, y por eso decimos que Jesús es Dios.

Vemos que estos errores de Nestorio, al negar que María es Madre de Dios, niegan también que Jesús fuera verdaderamente una Persona divina, que asume una naturaleza humana.

La doctrina referente a María, está totalmente ligada a la doctrina, referente a Cristo. Confundir una es confundir la otra. Cuando la Iglesia defiende la maternidad divina de María, está defendiendo la verdad de que su hijo, Jesucristo, es una Persona divina.

En esta batalla doctrinal, San Cirilo, Obispo de Alejandría, jugó un papel muy importante, en clarificar la posición de nuestra fe, en contra de la herejía de Nestorio. En el año 430, el Papa Celestino I, en un concilio en Roma, condenó la doctrina de Nestorio, y comisionó a San Cirilo para que iniciara una serie de correspondencias, donde se presentara la verdad.

Me extraña en gran manera, que haya alguien que tenga duda, de si la Santísima Virgen, ha de ser llamada Madre de Dios. Si nuestro Señor Jesucristo es Dios, ¿Por qué razón la Santísima Virgen, que lo dio a luz, no ha de ser llamada Madre de Dios?. Esta es la fe que nos transmitieron, los discípulos del Señor. Así nos lo han enseñado los Santos Padres”. San Cirilo de Alejandría, Ver: Carta 1, 27-30

Concilio de Efeso
En el año 431, se reunieron 200 obispos en el Concilio Ecuménico de Efeso, la ciudad donde la Santísima Virgen pasó sus últimos años. Proclamaron solemnemente, que "La Virgen María sí es Madre de Dios, porque su Hijo, Cristo, es Dios". Se canonizó el titulo "Theotokos".

"Desde un comienzo, la Iglesia enseña que en Cristo, hay una sola persona, humana y divina. María no es sólo madre de la naturaleza, del cuerpo, sino también de la persona, quien es Dios desde toda la eternidad.

Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo, a quien desde toda la eternidad era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente madre del cuerpo humano, sino de la persona, así María dio a luz a una persona, Jesucristo, quien es ambos, Dios y hombre, entonces Ella es la Madre de Dios"

En vez de Theotokos, algunos padres proponían Christotokos, Madre de Cristo. Pero precisamente eso, se consideró una amenaza contra la doctrina de la plena unidad de la divinidad, con la humanidad de Cristo.

En Efeso se confirmó, por una parte, la unidad de las dos naturalezas, la divina y la humana, en la persona del Hijo de Dios (cf. DS 250), y por otra, la legitimidad de la atribución a la Virgen, del título de Theotokos, Madre de Dios (cf. ib., 251).
Para celebrar la proclamación de Efeso, los Padres, acompañados por el gentío de la ciudad que los rodeaba, portando antorchas encendidas, hicieron una gran procesión cantando: "Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén". La Theotokos es representada e invocada, como la Reina y Señora, por ser Madre del Rey y del Señor.

"Después de ese concilio, se produjo una auténtica explosión de devoción mariana, y se construyeron numerosas iglesias, dedicadas a la Madre de Dios. Entre ellas sobresale la Basílica de Santa María la Mayor, aquí en Roma. La doctrina relativa a María, Madre de Dios, fue confirmada de nuevo en el concilio de Calcedonia (año 451), en el que Cristo fue declarado "verdadero Dios y verdadero hombre (...) nacido por nosotros, y por nuestra salvación, de María, Virgen y Madre de Dios, en su humanidad" (DS 301)". -Benedicto XVI

La Maternidad de María fue también afirmada por otros concilios universales, como el de Calcedonia (451), y el segundo de Constantinopla (553).

En el siglo XIV, se introduce en el Ave María, la segunda parte, donde dice: "Santa María, Madre de Dios". En el siglo XVIII, se extiende su rezo oficial a toda la Iglesia. El Papa Pío XI reafirmó el dogma, en la Encíclica Lux Veritatis (1931).

La Madre de Dios en el Concilio Vaticano II: El concilio, recogió en un capítulo de la Constitución Dogmática, Lumen gentium sobre la Iglesia, el octavo, la doctrina acerca de María, reafirmando su maternidad divina.

El capítulo se titula: "La bienaventurada Virgen María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo, y de la Iglesia". Este documento presenta la maternidad divina de María en dos aspectos:

1) La maternidad divina, en el misterio de Cristo.
2) La maternidad divina, en el misterio de la Iglesia.

"Y ciertamente, desde los tiempos mas antiguos, la Santísima Virgen, es venerada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles suplicantes, se acogen en todos sus peligros y necesidades.... Y las diversas formas de piedad hacia la Madre de Dios, que la Iglesia ha venido aprobando, dentro de los limites de la sana doctrina, hacen que al ser honrada la Madre, el Hijo por razón del cual son todas las cosas, sea mejor conocido, amado, glorificado, y que a la vez, sean mejor cumplidos sus mandamientos" (LG #66)

Leemos en el Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI (1968): "Creemos que la Bienaventurada María, que permaneció siempre Virgen, fue la Madre del Verbo encarnado, Dios y salvador nuestro".

En 1984, consagra el Papa Juan Pablo II al mundo entero, al Inmaculado Corazón de María, a través de toda la oración de consagración repite: "Recurrimos a tu protección, Santa Madre de Dios".

María por ser Madre de Dios, transciende en dignidad a todas las criaturas, hombres y ángeles, ya que la dignidad de la criatura, está en su cercanía con Dios. Y María es la más cercana a la Trinidad. Madre del Hijo, Hija del Padre y Esposa del Espíritu.

"El Conocimiento de la verdadera doctrina católica sobre María, será siempre la llave exacta, de la comprensión del misterio de Cristo, y de la Iglesia"

"Y la Madre de Dios es mía, porque Cristo es mío" -S. Juan de la Cruz.

Saludamos a la Virgen (Antífona de entrada de la Misa): "Salve, Madre santa, Virgen, Madre del Rey".

Santa María es la Madre, llena de gracia y de virtudes, concebida sin pecado, que es Madre de Dios y Madre nuestra, y que está en los cielos en cuerpo y alma.

Después de Cristo, Ella ocupa el lugar más alto, y el más cercano a nosotros, en razón de su maternidad divina.

La ortodoxia enseña:
-Jesús es una persona divina (no dos personas)
-Jesús tiene dos naturalezas: es Dios y Hombre verdaderamente.
-María es madre de una persona divina, y por lo tanto es Madre de Dios.
-María es Madre de Dios. Este es el principal de todos los dogmas Marianos, y la raíz y fundamento, de la dignidad singularísima de la Virgen María.
-María es la Madre de Dios, no desde toda la eternidad, sino en el tiempo.

El dogma de María, Madre de Dios, contiene dos verdades:
1) María es verdaderamente madre: Esto significa que ella contribuyó en todo, en la formación de la naturaleza humana de Cristo, como toda madre contribuye a la formación del hijo desde sus entrañas.

2) María es verdaderamente madre de Dios: Ella concibió y dio a luz, al Divino Jesucristo, según la naturaleza humana que Él asumió.

El origen Divino de Cristo, no le proviene de María. Pero al ser Cristo una persona de naturaleza divina y humana, María es tanto, madre del hombre como Madre del Dios. María es Madre de Dios, porque es Madre de Cristo, quien es Dios\hombre.

La misión maternal de María, es mencionada desde los primeros credos de la Iglesia. En el Credo de los Apóstoles: "Creo en Dios Padre todopoderoso, y en Jesucristo su único hijo, nuestro Señor, que nació de la Virgen María".

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Benedicto XVI, 2008
"El título de Madre de Dios, tan profundamente vinculado a las festividades navideñas, es por consiguiente, el apelativo fundamental, con que la comunidad de los creyentes honra, podríamos decir desde siempre, a la Virgen Santísima. Expresa muy bien la misión de María, en la historia de la salvación.

Todos los demás títulos atribuidos a la Virgen, se fundamentan en su vocación de Madre del Redentor, la criatura humana elegida por Dios, para realizar el plan de la salvación, centrado en el gran misterio de la encarnación del Verbo divino.

Y todos sabemos que estos privilegios, no fueron concedidos a María, para alejarla de nosotros, sino al contrario, para que estuviese más cerca.

En efecto, al estar totalmente con Dios, esta Mujer se encuentra muy cerca de nosotros, y nos ayuda como madre, y como hermana. También el puesto único e irrepetible, que María ocupa en la comunidad de los creyentes, deriva de esta vocación suya, fundamental por ser la Madre del Redentor.

Precisamente en cuanto tal, María es también la Madre del Cuerpo místico de Cristo, que es la Iglesia. Así pues, justamente, durante el concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, Pablo VI atribuyó solemnemente a María, el título de "Madre de la Iglesia".

Precisamente por ser Madre de la Iglesia, la Virgen es también Madre de cada uno de nosotros, que somos miembros del Cuerpo místico de Cristo. Desde la cruz, Jesús encomendó a su Madre, a cada uno de sus discípulos, y al mismo tiempo, encomendó a cada uno de sus discípulos, al amor de su Madre.

El evangelista San Juan, concluye el breve y sugestivo relato con las palabras: "Y desde aquella hora, el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19, 27). Así es la traducción española del texto griego: εiς tά íδια; la acogió en su propia realidad, en su propio ser.

Así forma parte de su vida, y las dos vidas se compenetran. Este aceptarla en la propia vida, (εiς tά íδια) es el testamento del Señor. Por tanto, en el momento supremo del cumplimiento de la misión mesiánica, Jesús deja a cada uno de sus discípulos, como herencia preciosa, a su misma Madre, la Virgen María. - Benedicto XVI, 2008

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que siempre tengamos la protección de María Santísima a lo largo de nuestras vidas, y sepamos conservar mediante su auxilio, la pureza del alma y del cuerpo. Que sepamos aceptarla en nuestra Vida, y así poder alcanzar tus divinas moradas. A Tí Señor, que eres el Cordero Inmaculado, que quita los pecados del mundo. Amén.


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