viernes, 25 de enero de 2019


Sexta Feria, 25 de enero

LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO


(† ca.34)

"Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio predicado por mí, no es conforme al gusto de los hombres; pues yo no lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.

Porque habréis oído de mi vida, un tiempo en el judaísmo: con cuánto exceso perseguía yo a la Iglesia de Dios y la asolaba; y me aventajaba en el judaísmo, sobre muchos de mi edad en mi linaje, siendo excesivamente celoso de las tradiciones de mis padres" (Gál. 1,11-14).

"Y como anduviese su camino, sucedió que al llegar cerca de Damasco, de súbito le cercó fulgurante, una luz venida del cielo; y cayendo por tierra, oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. Dijo: “¿Quién eres, Señor?”. Y Él: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer”.

Y los hombres que con él caminaban se habían detenido, mudos de espanto, oyendo la voz, pero sin ver a nadie. Se levantó Saulo del suelo, y abiertos los ojos, nada veía: y llevándole de la mano, lo introdujeron en Damasco. Y estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió" (Hechos. 9,3-9).

La conversión de San Pablo, se convirtió en un acontecimiento extraordinario, para la vida de la Iglesia. San Pablo era muy respetado en la sociedad de su tiempo. Era un destacado miembro de la comunidad judía, y era incluso ciudadano romano, un privilegio que casi nadie tenía en ese tiempo, y menos en Judea.

El celo de San Pablo, por las enseñanzas mosaicas era muy conocido. Estuvo en el martirio de San Esteban, como partícipe pasivo, y se encontraba en viaje hacia Damasco, para aprehender a muchos cristianos. En el camino, ya sabemos lo que le sucedió.

Aquí se abren algunas reflexiones importantes. Jesucristo le pregunta a San Pablo, algo muy significativo: “¿Por qué me persigues?”. Jesús valida en ese acto a su Iglesia, como parte de sí mismo, de su Cuerpo Místico.

Siempre la autoridad de la Iglesia ha sido cuestionada, en todos los tiempos. Dicen los detractores, que sólo nos basta la relación directa con Dios, “sin intermediarios”.

Eso es cierto, pero es sólo una verdad parcial. Necesitamos también de los sacramentos, de la instrucción y revelación religiosa, de la interacción con todos los que creen en Jesús. De otro modo, somos como el ciervo solitario, cansado y enfermo, listo para ser devorado por el demonio.

Luego San Pablo, se queda ciego y en ayuno completo, durante tres días. Estaba casi muerto para el mundo, ya que había renacido para Cristo.

Después la Iglesia lo perdona, y lo hace parte del Colegio Apostólico, abriéndole las puertas de esta manera, al Apóstol de los Gentiles, ya que San Pablo predicó luego en toda Grecia y Roma, a los paganos.

Se juntan así tres elementos significativos: la Revelación, el Renacer y el Perdón. Pidamos a Dios que estos tres factores decisivos, se encuentren siempre en nuestra Vida.

Mucho se ha discutido en veintiún siglos, sobre las enseñanzas de Jesucristo y su resurrección. Aquí tenemos una prueba importante que le vino, a una persona contraria a la Fe cristiana, que tuvo una revelación profunda, traumática si cabe decir la palabra, que vino de afuera de él, y no de su interior, por lo que sabemos que no tuvo sugestión alguna, ya que la voz de Jesús, fué escuchada por San Pablo, y también por quienes lo acompañaban.

Oración: Te pedimos Dios Todopoderoso y Eterno, que por los méritos e intercesión de San Pablo, a que nos ayudes con tu Revelación y tu Perdón, a Renacer para Cristo, a lo largo de nuestra Vida. Por nuestro Señor Jesucristo, quien siempre nos espera en cada recodo del camino. Amén.

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