sábado, 12 de enero de 2019


Sábado 12 de Enero

San Arcadio de Cesarea, mártir


Vuestros dioses no son verdaderos dioses. Aquel por quien muero, es el verdadero Dios. Él me conforta y sostiene”

Etim: de Arcadia, en griego.

Breve
Hombre rico y prominente de Mauritania, hoy Argelia. El año de su martirio, no consta en las actas. Algunos lo sitúan durante el imperio de Valeriano, otros bajo Dioclesiano. Se mantuvo firme en la fe, por lo que fue martirizado, probablemente en Cesarea, la capital de Mauritania.
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Para escapar de la persecución, siendo un hombre tan importante en la comunidad, huyó al bosque, donde vivió como ermitaño. Las autoridades quisieron hacer de él, una advertencia para otros, por lo que arrestaron a un miembro de su familia, amenazándolo de muerte, si Arcadio no se entregaba.

Arcadio fue directamente a la corte, y se entregó. El juez dijo que lo pondría en libertad, si sacrificaba incienso públicamente, a los dioses paganos.

Con el intento de rendir la inquebrantable firmeza de Arcadio, el gobernador pone ante sus ojos, con la mayor viveza, los tormentos que se le aplicarán, si no ofrece sacrificios a los dioses: los garfios de hierro, los azotes con puntas de plomo, al estilo romano, y otros semejantes. Pero el servidor de Cristo, no se deja intimidar, y persiste en la más decidida confesión de su fe.

Entonces el juez ordena, que se practique en el mártir, la más horrible carnicería: que se le corten, uno a uno, todos los músculos de los brazos, de la espalda, y de las piernas hasta los pies. Al escuchar este mandato, Arcadio siente que todo su cuerpo se estremece, pero levanta sus ojos a Dios, y siente cómo Éste, le comunica las fuerzas que necesita.

Las actas describen luego, con el más crudo realismo, cómo se fue realizando, en el santo cuerpo del mártir, la orden del gobernador. El mártir, va ofreciendo el sacrificio de cada uno de sus miembros, y mientras se desarrolla tan sangriento suplicio, no cesa de bendecir al Señor.

El único miembro que le queda es la lengua, añaden las actas, que aunque pertenezca a la leyenda, es sumamente significativo: el mártir, se dice, continuaba bendiciendo a Dios, con estas palabras: “Dichosos miembros míos. Ahora sí que me sois verdaderamente caros, puesto que pertenecéis únicamente a mi Dios, a quien sois ofrecidos en sacrificio. Ahora me es más ventajoso estar separado de vosotros, para estar luego unido con vosotros, en la gloria".

Y dirigiéndose a los testigos de aquellos tormentos, les dijo, "aprended que todos estos tormentos, no son nada para quien tiene ante sus ojos, la corona del cielo. Vuestros dioses no son verdaderos dioses. Renunciad pues a ofrecerles sacrificio. Solo Aquel, por el que yo sufro y muero, es el Dios verdadero. Morir por Él, es alcanzar la verdadera vida; sufrir por Él, es gozar de inefables delicias".

Al morir gritó: "vuestros dioses no son dioses. Aquel por quien muero, es el verdadero Dios. Él me conforta y sostiene".

En medio de estos dichos tan sublimes, Arcadio entregó dulcemente su alma a Dios.

Fuente: Lives of the Fathers, Martyrs and other Principal Saints, Butler, Vol 1, pg. 43.

Santos homónimos:
Arcadio, mártir español del siglo III
Arcadio mártir, y a sus compañeros, oficiales del Rey Genserico, sacrificados en el año 437 (13 de noviembre)
Arcadio, monje y mártir de Jerusalén, del siglo VI.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de San Arcadio, podamos poner todos nuestros miembros, a tu exclusivo servicio. Tú que nos advertiste, que si cualquiera de ellos, es ocasión de pecado, debemos saber arrancarlo de nuestra Vida, ya que era mejor entrar cojo, tuerto o manco en el Reino de los Cielos, que ser arrojado en el lago de fuego y azufre, con todos nuestros miembros. Amén.



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