Segunda
Feria, 5 de marzo
San
Juan José de la Cruz
Religioso
(1654-1734)
A
su hábito, lo consideraba como la túnica de Cristo, signo de su
consagración a Él
Otros
Santos
San
Juan José de la Cruz, de la Orden Franciscana de San Pedro de
Alcántara. Nace en 1654, en el volcánico islote de Ischia, frente a
Nápoles, de una familia muy cristiana, cuyos cinco hijos se
consagran a Dios en la vida religiosa.
En
el bautismo recibió el nombre de Carlos Cayetano. Su familia era
noble, y piadosísima; sus padres, José Calosinto y Laura Garguilo,
vieron, con santo consuelo, que cinco hijos suyos se consagraron al
Señor. A todos aventajó Carlos, en virtud y santidad de vida.
Ya
en sus tiernos años, gustaba sobremanera del retiro, el silencio y
la oración; se apartaba de los juegos y entretenimientos de sus
hermanos, y consagraba el tiempo de los recreos, a visitar iglesias,
orando en ellas con angelical devoción.
Tenía
especial cariño y amor a la Virgen, nuestra Señora, y
cada día rezaba el Oficio Parvo, y otras preces marianas, como el
rosario y las letanías, ante un pequeño altar, que Él mismo había
aderezado en su aposento a la gloriosa Reina del cielo. Los sábados
y vigilias de sus fiestas, solía ayunar a pan y agua.
Lo
mismo de maestro de novicios, que de superior provincial y director
de almas, San Juan José de la Cruz hace de su vida, una Cuaresma de
oración y penitencia, con ayunos, y cilicios en cruz, rigurosísimos.
Sobresaliente
por su austeridad, insistió en una austeridad igual de estricta para
los novicios a su cargo. Incluso tuvo la idea de edificar
eremitorios, fuera del edificio principal del monasterio, de modo que
se pudiese practicar una autodisciplina aún mayor.
A
pesar de su exacta observancia de las reglas de su orden, puso
también un especial cuidado, en que los novicios tuvieran tiempos
regulares de recreo. Entendió, que lejos de ser un lujo, el recreo
es una necesidad del espíritu humano.
En
su amor a la pobreza, llega a ser llamado "el Padre Cien
Remiendos". A su hábito lo consideraba
como la túnica de Cristo, signo de su consagración a Él.
Y
hasta su muerte en Nápoles, con 80 años, el 5 de marzo de 1734,
acata siempre la Providencia de Dios; persuadido de que un ser como
el hombre, no puede abarcar los insondables designios divinos.
Este
admirable y santísimo siervo de Dios, fue canonizado por Gregorio
XVI, junto con San Alfonso María de Ligorio, San Francisco de
Jerónimo, San Pacífico y Santa Verónica de Juliani. Sus sagradas
reliquias están en la ciudad de Nápoles, en la iglesia del convento
de Santa Lucía del Monte.
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Hoy
recordamos con Amor y Agradecimiento a San
Eusebio Palatino y compañeros mártires, ocurrido en los
primitivos tiempos, según cuenta el Martirologio Romano, padeció en
África por el Nombre del Señor Jesús, junto a otros ocho
compañeros. El paso por aquel Continente supuso para ellos, el fiel
cumplimiento del mandato de Cristo, de anunciar el Evangelio a toda
la Creación.
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Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión
de San Juan José de la Cruz, y San Eusebio Palatino y compañeros
mártires, que podamos considerar a nuestros vestidos y posesiones,
como tu sagrada túnica, manteniendo nuestro cuerpo, libre de toda
concupiscencia y deseos desordenados, y así permanecer como sagradas
ramas injertas en la sagrada vid que eres Tú. A Tí Señor, que
tienes las siete llaves de las siete iglesias, y lo que Tú abres
nadie puede cerrar, y lo que Tú cierras nadie puede abrir. Amén.
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