Segunda
Feria, 19 de febrero
Álvaro
de Zamora de Córdoba, Beato
Predicador
Dominico
Iniciador
de la tradición cristiana del Via Crucis
Según
refieren los testigos del proceso de su beatificación, vinieron los
ángeles y descargaron de sus carros aéreos, el material que era
menester para terminar el Via Crucis de Córdoba
Álvaro
= Aquel que es el defensor de todos; es de origen germánico
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Martirologio
Romano: En Córdoba, en la región española de Andalucía,
conmemoración del beato Álvaro de Zamora, presbítero de la Orden
de Predicadores, que se hizo célebre por su modo de predicar y
contemplar la Pasión del Señor (c. 1430).
Fecha
de beatificación: El Papa Benedicto XIV, aprobó su culto el 22 de
septiembre de 1741.
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Álvaro
de Córdoba, el beato, nació a mediados del siglo XIV, en Zamora
(1360?), y murió en Córdoba en el año 1430. Perteneció a la noble
familia Cardona.
Entró
en el convento dominico de San Pedro en Córdoba, en el año 1368.
Fue un famoso y ardiente predicador, y con su ejemplo y sus obras,
contribuyó a la reforma de la Orden, iniciada por el Beato Raimundo
de Capua, y sus discípulos.
Pasa
primero su vida entre el claustro y la docencia, en la Universidad de
Salamanca. En los albores del siglo XV, deja la cátedra, para
recorrer los senderos de España, Provenza, Saboya e Italia, vibrante
de inquietud, y con dinamismo paulino, aguijoneado por la urgencia
del apostolado.
Los
tiempos son difíciles, malos; pasó la peste negra asolando Europa,
y dejando los conventos vacíos, que luego intentaron llenarse con
gente no preparada, con lo que decayó la vida religiosa.
La
corrupción de costumbres es un hecho generalizado; los pastores se
desentienden. Hay con ínfulas de legitimidad, tres tiaras; unos
obedecen como legítimo al papa de Avignón, otros al de Roma, y
otros al que está en Pisa. A Álvaro le duele en el alma, pero
predica, observa, reza y hace penitencia por la unidad tan deseada.
Sin
embargo, el hecho decisivo que marcará el resto de su vida, fue
después de volver de una peregrinación a Tierra Santa, ya que quedó
impactado en el corazón, por el doloroso Camino del Calvario,
recorrido por nuestro Salvador.
Deseoso
de vivir una existencia en soledad y perfección, donde poder templar
el espíritu, para un apostolado más provechoso, con el favor del
rey Don Juan II de Castilla, del que era su confesor, pudo fundar a
tres millas de Córdoba, el famoso y observante convento de Santo
Domingo Escalaceli (Escalera del Cielo), donde había varios
oratorios que reproducían la “vía dolorosa”, por él venerada
en Jerusalén. Esta sagrada representación,
fue imitada en otros conventos, dando origen a la devoción tan bella
del “Vía Crucis”, apreciadísima en la piedad cristiana.
Los
gastos para construirlo, consumieron el donativo del rey, y las
limosnas de los cordobeses, por lo que los obreros se negaron a
seguir trabajando. Fray Álvaro pasa la noche en oración y
penitencia. Dios oye su oración.
Según
refieren los testigos del proceso de su beatificación, vinieron los
ángeles y descargaron de sus carros aéreos, el material que era
menester. Por la mañana, los obreros reanudaron gozosos y
asombrados la obra, mientras el alba sonreía por los picos de la
Sierra Morena. Así se construyó, sobre roca viva, sobre penitentes
oraciones, Santo Domingo de Escalaceli, primer convento reformado de
la Orden en España.
De
noche se retiraba a una gruta distante del convento, donde a
imitación de su Santo Padre Domingo, oraba y se flagelaba. Con el
tiempo, ésta se convirtió en meta de peregrinaciones para los
fieles. Poseía el don de profecía, y obró
muchos milagros.
Murió
el 19 de febrero de 1430, y fue sepultado en su convento.
Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro, que a imitación de Don Alvaro de
Zamora, guardemos en nuestro corazón, una especial devoción de tu
Sagrada Pasión, haciendo siempre un rezo especial, y breve todos los
días Viernes a las 15.00 hs, por tu sagrado sacrificio en la Cruz, y
acompañarte todos los días Jueves de 23.00 a 24.00, rodilla y
frente en el suelo al menos tres veces, cuando sufriste y oraste en
el huerto de Getsemaní, a la espera de ser aprehendido. A Tí Señor
que así lo hiciste y lo has pedido, para que alcancemos la gracia de
tu Misericordia. Amén.
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