Sábado
3 de febrero
San
Blás
Obispo
y Mártir
Conocido
también como Blasius
Patrón
de: Enfermedades de la garganta y laringólogos. +C.316
“Bienvenidos
sean, hijitos míos. Me traéis una buena nueva. Vayamos prontamente.
y sea con nosotros mi Señor Jesucristo, que desea la hostia de mi
cuerpo”
Breve
San
Blas fue médico y obispo de Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica,
en una cueva del Monte Argeus. Fue martirizado en el año 316.
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San
Blas era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida
de un niño que se ahogaba, al trabársele en la garganta una espina
de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las
gargantas, el día de su fiesta.
La
leyenda, al relatar la estancia de San Blas en las soledades del
Argeo, nos describe escenas paradisíacas. Estuvo escondido en esas
soledades, cuando arreciaba la persecución de Agrícola, gobernador
de Cappadocia.
Al
ser perseguido por los hombres le hacen compañía las fieras, que se
agrupan en tropel a la entrada de la gruta, esperando respetuosas, a
que el santo anacoreta termine su oración, para recibir de él su
bendición, y obtener también la curación de sus dolencias.
Así
lo encontraron los soldados del prefecto Agrícola, en una cacería
organizada por aquellos montes, quedando estupefactos ante el nunca
visto espectáculo. Comunican el caso al prefecto, y ordena éste que
le traigan al obispo solitario.
En
la noche anterior a ser arrestado, se le aparece por tres veces el
Salvador, instándole para que le ofrezca el sacrificio, entendiendo
San Blas que el Señor lo llamaba para ofrecer el cáliz del
martirio. Se levanta, ofrece los sagrados misterios, y se presentan
los ministros del prefecto. "Sal de tu gruta”. le dicen: “el
prefecto te llama".
Responde
el Santo a la citación con rostro sonriente, y palabras cariñosas.
"Bienvenidos sean, hijitos míos. Me
traéis una buena nueva. Vayamos prontamente. y sea con nosotros mi
Señor Jesucristo, que desea la hostia de mi cuerpo".
Agrícola
trató sin éxito de hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó
a algunos prisioneros. Finalmente fue echado a un lago. San
Blas, parado en la superficie, invitaba a sus perseguidores a caminar
sobre las aguas, y así demostrar el poder de sus dioses. Pero se
ahogaron.
Otro
día, intentan quebrantar su fortaleza suspendiéndolo de un madero,
y desgarrando sus carnes con garfios de hierro... Pero el santo
pastor, no habla de ofrecer solo el sacrificio: lo habían de
acompañar sus ovejas y corderos espirituales.
Al
volver a la prisión, regando el suelo con sangre, siete fervorosas
cristianas recogen su sangre, y se ungen con ella. Detenidas por
ello, confiesan intrépidas su fe en Jesucristo, sin que hagan
vacilar su fortaleza los más crueles y variados tormentos, y
alentadas por el ejemplo de su pastor perseveran firmes, hasta ser
decapitadas.
Una
de estas heroínas encomienda a San Blas sus dos hijitos, que querían
seguirla por la senda celestial del martirio.
No
tardó el pastor en consumar su sacrificio. El prefecto lo condena a
la decapitación, con los dos niños. Y en las afueras de Sebaste, es
sacrificado el pastor con los dos corderos. Ocurrió el glorioso
martirio, según la opinión más probable. En el año 316.
El
culto de San Blas se extendió prontamente por toda la Iglesia. En el
Oriente se celebra su fiesta desde muy antiguo, con culto solemne el
11 de febrero. En Constantinopla había un templo dedicado a San
Blas.
En
Armenia existió la Orden Militar de San Blas. El culto de San Blas,
es también muy antiguo en Occidente. Según el cardenal Schuster, en
la Edad Media se erigieron en Roma, no menos de 35 iglesias en honor
de San Blas. Una de ellas llegó a ser contada entre las 24 abadías
privilegiadas de Roma.
La
república independiente de Ragusa (Yugoslavia), lo tenía por patrón
principal. Lo honraba con fiesta de precepto muy solemne. Su efigie
figuraba en las monedas. Uno de los principales monumentos de Ragusa,
es el templo de San Blas. En el calendario romano figuraba la fiesta
de San Blas con rito simple, pero muchas diócesis de Europa
occidental la celebran con rito doble. En muchas iglesias se
conservan reliquias insignes.
Paralela
al culto oficial, ha sido la devoción del pueblo cristiano a San
Blas, devoción popular y típica. Se le cuenta entre los 14 santos
protectores, llamados así, porque se les tiene por abogados eficaces
en las penalidades de la vida.
Se
le invoca especialmente, como abogado en las enfermedades de la
garganta. Como tal lo reconoce el Ritual.
Es
considerado como especial protector de los niños: San
Blas bendito, que se ahoga este angelito. En Rusia es el patrón de
los ganados. En otras naciones, también se le atribuye cierto
patronato sobre los mismos. Los cardadores y sombrereros lo veneraban
por patrón.
En
el día de su fiesta se bendicen pan, vino, agua y frutos, que se dan
después a hombres y ganados. En muchas diócesis de Alemania,
Bohemia, Suiza y también de otras naciones, se da la bendición de
San Blas, por medio de dos velas cruzadas que se ponen sobre la
cabeza de los fieles, y con ellas se toca la garganta. En Roma y
otras partes, se realiza una unción del cuello, con una candela
mojada en aceite bendecido.
Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e
intercesión de San Blas, podamos curar cualquier enfermedad de la
garganta, no sólo material, sino también espiritual, como ser
valientes para confesar nuestra fe; no tener angustia de ocultar
nuestros pecados mortales al confesor; murmuraciones contra el
prójimo; e intemperancias en la bebida. A Tí Señor, que nos
advertiste que toda palabra vana, será tenida en cuenta en el último
día, y que caminaste por la superficie del lago de Genezareth,
demostrándonos que todo es posible para el que cree en tu Palabra.
Amén.
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