Tercera
Feria, 8 de agosto
Santo
Domingo de Guzmán
(1170-1221)
Fundador
de los Dominicos (Orden de Predicadores)
Recibió
de la Virgen el Santo Rosario
Contemporáneo
de San Francisco
“Primero
contemplar, y después enseñar. Predicar siempre y en todas partes”
Breve
Nació
en Caleruega (España), alrededor del año 1170. Estudió teología
en Palencia, y fue nombrado canónigo de la Iglesia de Osma.
Con
su predicación y con su vida ejemplar, combatió con éxito la
herejía albigense. Con los compañeros que se le adhirieron en esta
empresa, fundó la Orden de Predicadores. Murió en Bolonia, el día
6 de agosto del año 1221.
-------------------------------------------------------------
Su
padre, Félix de Guzmán, era un noble, asistente del Rey.
Su madre era la Beata Juana de Aza, de quien Domingo recibió su
primera educación.
Cuando
tenía seis años, fue entregado a un tío suyo, arcipreste, para su
educación literaria. A los catorce años, fue enviado al Estudio
General de Palencia, el primero y más famoso de toda esa parte de
España, y en el que estudiaban artes liberales, es decir, todas las
ciencias humanas y Sagrada Teología. El joven Domingo se entregó de
lleno al estudio de la teología.
Eran
tiempos de continuas guerras contra los moros, y entre los mismos
príncipes cristianos. Una gran hambre sobrevino a toda aquella
región de Palencia. Domingo se compadeció
profundamente de los pobres, y les fue entregando sus pertenencias.
En
los oídos de Domingo, martilleaban las palabras del maestro: "Un
mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros, como yo
os he amado". Llegó el momento que
solo le quedaba lo que más apreciaba, sus libros.
Entonces
pensó: "¿Cómo podré yo seguir
estudiando en pieles muertas (pergaminos), cuando hermanos míos en
carne viva se mueren de hambre?". Un día llegó
a su presencia una mujer llorando, y le dijo: "Mi hermano ha
caído prisionero de los moros". A Domingo no le queda ya
nada que dar. Decide venderse como esclavo,
para rescatar al esclavo.
Domingo
conmovió a la ciudad de Palencia con este acto, de manera que se
produjo un movimiento de caridad, y se hizo innecesario vender sus
libros, o entregarse como esclavo. También surgieron vocaciones para
la Orden, que más tarde Domingo fundaría.
A
los 24 años de edad, Domingo fue llamado por el obispo de Osma, para
ser canónigo de la catedral. A los 25 años fue ordenado sacerdote.
El
Rey Alfonso VIII, había encargado al Obispo de Osma, en 1203, la
misión de dirigirse a Dinamarca, a pedir la mano de una dama de la
nobleza, para su hijo Fernando. El Obispo acepta, y como compañero
de viaje lleva a Domingo. Al pasar por Francia, Flandes, Renania e
Inglaterra, Domingo quedó preocupado al
constatar la extensión de las grandes herejías, los cátaros,
valdenses y otras herejías procedentes del maniqueísmo oriental.
Estos negaban muchos dogmas de la fe católica, incluso la Redención
por la Cruz de Cristo, y los Sacramentos.
En
1207 Domingo, con algunos compañeros, entre ellos el Obispo de Osma,
se entrega de lleno a la vida apostólica, viviendo de limosnas, que
diariamente mendigaba, renunciando a toda comodidad, caminando a pie
y descalzo, sin casa ni habitación propia en la que retirarse a
descansar, sin más ropa que la puesta.
Comprendiendo
la necesidad de instruir a aquellas gentes que caían en las
herejías, se determinó a fundar la Orden de predicadores,
dispuestos a recorrer pueblos y ciudades, para llevar a todas partes
la luz del Evangelio. Funda centros de apostolado en todo el sur de
Francia.
Pero
reconociendo que para combatir las herejías, era necesaria una buena
formación teológica, busca un doctor en teología que instruyera a
la comunidad. Más tarde, uno de sus discípulos en la orden, sería
la lumbrera más grande que haya tenido la iglesia universal: Santo
Tomás de Aquino.
Santo
Domingo fue un gran amigo de San Francisco de Asís, a quien visitó
y abrazó efusivamente.
Santo
Domingo poco después, fundó la rama femenina de su Orden.
La
misión de los dominicos fué predicar para llevar almas a Cristo,
pero encontró grandes dificultades. Entonces la Virgen vino a su
auxilio. Estando en Fangeaux una noche, en oración, tiene una
revelación donde, según la tradición, la
Virgen le revela el Rosario como arma poderosa para ganar almas.
Esta tradición está respaldada por numerosos documentos
pontificios.
El
21 de enero de 1217, el Papa Honorio III, aprobó definitivamente la
obra de Domingo, la Orden de los predicadores o Dominicos.
En
1220 la herejía de los cátaros y albigenses se había extendido por
Italia. El Papa Honorio pone a Domingo y a so Orden la gran misión
de enfrentarlos doctrinariamente.
Murió
en Bolonia el 6 de agosto de 1221
Fue
canonizado por Gregorio IX en 1234. El Papa dijo: "De
la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de
San Pedro y San Pablo".
Santo
Domingo le decía a sus hermanos:
Primero
contemplar, y después enseñar.
Predicar
siempre y en todas partes.
Todos
los días le pedía a Nuestro Señor, la gracia de crecer en el amor
hacia Él y en la caridad hacia los demás, y tener un gran deseo de
salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a
Dios constantemente.
Hacía
estrictas penitencias:
Temporadas
de 40 días de ayuno a pan y agua.
Siempre
dormía sobre duras tablas.
Caminaba
descalzo por caminos irisados de piedras, y por senderos cubiertos de
nieve.
Soportaba
los más terribles insultos, sin responder ni una sola palabra.
Predicaba
a pesar de estar enfermo.
Nunca
mostraba desánimo. Era un hombre de gran alegría y de buen humor.
Sus
compañeros decían: "De día nadie más comunicativo y
alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración y a la
meditación".
Pasaba
noches enteras en oración.
Sus
libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo, y las Cartas de San
Pablo. Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día, y
prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les
recomendaba, que no pasaran ningún día sin leer alguna página de
la Biblia.
-----------------------------------------------------------------
Del
Oficio de Lectura, 8 de agosto,
Santo Domingo de Guzmán, Presbítero
Santo Domingo de Guzmán, Presbítero
Hablaba
con Dios o de Dios
De varios escritos de la Historia de la Orden de Predicadores
Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti Dominici
De varios escritos de la Historia de la Orden de Predicadores
Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti Dominici
La
vida de Domingo era tan virtuosa, y el fervor de su espíritu tan
grande, que todos veían en él un instrumento elegido para la gloria
divina. Estaba dotado de una firme
ecuanimidad de espíritu, ecuanimidad que sólo lograban
perturbar los sentimientos de compasión o de misericordia; y
como es norma constante que un corazón alegre se refleja en la faz,
su porte exterior, siempre gozoso y afable, revelaba la placidez y
armonía de su espíritu.
En
todas partes, se mostraba de palabra y de obra, como hombre
evangélico. De día, con sus hermanos y compañeros, nadie más
comunicativo y alegre que él. De noche, nadie más constante que él
en vigilias y oraciones de todo género. Raramente
hablaba, a no ser con Dios,
en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus
hermanos.
Con
frecuencia pedía a Dios una cosa: que le concediera una auténtica
caridad, que le hiciera preocuparse de un modo efectivo en la
salvación de los hombres, consciente de que la primera condición
para ser verdaderamente miembro de Cristo, era darse totalmente, y
con todas sus energías, a ganar almas para Cristo, del mismo modo
que el Señor Jesús, salvador de todos, ofreció toda su persona por
nuestra salvación.
Con
este fin, instituyó la Orden de Predicadores, realizando así un
proyecto sobre el que había reflexionado profundamente, desde hacía
ya tiempo.
Con
frecuencia exhortaba, de palabra o por carta, a los hermanos de su
Orden, a que estudiaran constantemente el nuevo y el Antiguo
Testamento. Llevaba siempre consigo el
Evangelio de san Mateo, y las cartas de San Pablo, y las estudiaba
intensamente, de tal modo que casi las sabía de memoria.
Dos
o tres veces fue elegido obispo, pero siempre rehusó, prefiriendo
vivir en la pobreza, junto con sus hermanos, que poseer un obispado.
Hasta el fin de su vida, conservó
intacta la gloria de la virginidad.
Deseaba
ser flagelado, despedazado y morir por la fe cristiana. De él afirmó
el papa Gregorio noveno: «Conocí a un hombre tan fiel seguidor de
las normas Apostólicas, que no dudo que en el cielo ha sido asociado
a la gloria de los mismos Apóstoles».
Oración:
Te pedimos Señor, que Santo Domingo de Guzmán, insigne predicador
de tu palabra, con su ejemplo de austeridad y devoción por tu
Santísimo Nombre, nos enseñe, ilumine y acompañe en aprender el
arte del ayuno y de la penitencia, y con ello, ir librando
progresivamente a nuestro espíritu de los apetitos terrenales, y así
dotarlo de la suficiente fuerza para elevarnos hacia Tí. A Tí
Señor, que ayunaste 40 días en el desierto, antes del inicio de tu
predicación. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario