Sábado
19 de agosto
San
Juan Eudes
1601-1680
Apóstol
de la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María
"Nuestro
deseo, nuestro objetivo, y nuestra principal preocupación, debe ser
formar a Jesús en nosotros, y hacer que en nuestros corazones reine
su espíritu, su devoción, sus afectos, sus deseos, y sus
disposiciones. Toda nuestra vida religiosa debe tender a eso. Tal es
la tarea que Dios nos ha confiado, para que trabajemos en ella
constantemente" -
de su obra "La vida y el reinado de Jesús en las almas
cristianas”.
Breve
Nació
en la diócesis de Séez (Francia), en el año 1601; recibió la
ordenación sacerdotal, y se dedicó por varios años a la
predicación en las parroquias.
Fundó
dos Congregaciones religiosas, una destinada a la formación de los
seminaristas, y la otra al cuidado de las mujeres, cuya vida
cristiana estaba en peligro.
Fomentó
en gran manera la devoción a los Corazones de Jesús y de María.
-Llamado
por el Papa "Padre, Doctor y Apóstol
del culto litúrgico a los Sagrados Corazones",
-
Fué el primero que organizó y celebró, la fiesta del Corazón de
Jesús, y del Corazón Inmaculado de María.
-
Fué el primero que escribió la liturgia de las horas, de cada una
de esas fiestas.
-Fundador
de las Congregaciones de Jesús y María, y de Nuestra Señora de la
Caridad del Refugio.
San
Juan Eudes propagó dos nuevas devociones, que llegaron a ser
sumamente populares: La devoción al Corazón
de Jesús y la devoción al Corazón de María. Escribió
un hermoso libro titulado: "El Admirable Corazón de la Madre de
Dios", para explicar el amor que María ha tenido por Dios, y
por nosotros.
Él
compuso también un oficio litúrgico en honor del corazón de María,
y en sus congregaciones celebraba cada año la fiesta del Inmaculado
Corazón.
Otro
de sus Libros se titula: "La devoción al Corazón de Jesús".
Por eso el Papa San Pío X, llamaba a San Juan Eudes: "El
apóstol de la devoción a los Sagrados Corazones".
Redactó
también dos libros, que han hecho mucho bien a los sacerdotes: "El
buen Confesor", y "El predicador apostólico".
Enseñaba
que el Sagrado Corazón, es un horno de Amor Divino. Los que desean
unirse a su corazón son purificados, inflamados, y transformados por
el Fuego Divino.
Murió
en el año 1680.
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SOBRE
LA SANTA MISA:
Harían
falta tres eternidades para celebrar dignamente la misa:
-una
eternidad para prepararse
-una
eternidad para celebrarla
-y
una eternidad para dar gracias
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En
la segunda mitad del siglo XVI, vivía en Ri, Normandía (Francia),
un granjero llamado Isaac Eudes, casado con Marta Corbin.
Como
no tenían hijos, al cabo de dos años de matrimonio, ambos esposos
fueron en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora. Nueve
meses después tuvieron un hijo, al que siguieron otros cinco.
El
mayor recibió el nombre de Juan, y desde niño dio muestras de gran
inclinación al amor de Dios. Se cuenta que cuando tenía nueve años,
un compañero de juegos le abofeteó; en vez de responder en la misma
forma, Juan siguió el consejo evangélico, y le presentó la otra
mejilla.
A
los catorce años, Juan ingresó en el colegio de los jesuitas de
Caén. Sus padres deseaban que se casara, y siguiera trabajando la
granja de la familia. Pero Juan, que había hecho voto de virginidad,
recibió las órdenes menores en 1621, y estudió teología en Caén,
con la intención de consagrarse a los ministerios parroquiales.
Sin
embargo, poco después determinó ingresar en la congregación del
oratorio, que había sido fundada en 1611, por el futuro cardenal
Pedro de Bérulle. Tras recabar con gran dificultad el permiso
paterno, fue recibido en París por el superior general en 1623.
Juan
había sido hasta entonces un joven ejemplar: su conducta en la
congregación no lo fue menos, de suerte que el Padre Bérulle le dio
permiso de predicar, aunque sólo había recibido las órdenes
menores.
Al
cabo de un año en París, Juan fue enviado a Aubervilliers, a
estudiar bajo la dirección del Padre Carlos de Condren, el cual,
según la expresión de Santa Juana Francisca de Chantal, "estaba
hecho para educar ángeles". El fin de la
congregación del oratorio, consistía en promover la perfección
sacerdotal, y Juan Eudes tuvo la suerte de ser introducido en ella
por dos hombres de la talla de Condren y Bérulle.
Al
servicio de los enfermos
Dos
años más tarde, se desató en Normandía una violenta epidemia de
peste, y Juan se ofreció para asistir a sus compatriotas. Bérulle
le envió al obispo de Séez, con una carta de presentación, en la
que decía: "La caridad exige que emplee sus grandes dones al
servicio de la provincia, en la que recibió la vida, la gracia y las
órdenes sagradas, y que su diócesis sea la primera en gozar de los
frutos que se pueden esperar de su habilidad, bondad, prudencia,
energía y vida".
El
Padre Eudes pasó dos meses en la asistencia a los enfermos en lo
espiritual y en lo material. Después fue enviado al oratorio de Caén
donde permaneció, hasta que una nueva epidemia se desató en esa
ciudad, en 1631. Para evitar el peligro de contagiar a sus hermanos,
Juan se apartó de ellos, y vivió en el campo, donde recibía la
comida del convento.
Predicador
ungido
Pasó
los diez años siguientes en la prédica de misiones al pueblo,
preparándose así para la tarea a la que Dios le tenía destinado.
En aquella época empezaron a organizarse las misiones populares en
su forma actual. San Juan Eudes se distinguió entre todos los
misioneros.
En
cuanto acababa de predicar, se sentaba a oír confesiones, ya que
según él, "el predicador agita las ramas, pero el confesor
es el que caza los pájaros". Mons. Le Camus, amigo de San
Francisco de Sales, dijo refiriéndose al Padre Eudes: "Yo he
oído a los mejores predicadores de Italia y Francia, y os aseguro,
que ninguno de ellos mueve tanto a las gentes como este buen padre".
San Juan Eudes predicó en su vida unas ciento diez misiones.
Confesor:
Las gentes decían de él: "En la predicación es un
león, y en la confesión un cordero".
Las
mujeres atrapadas en mala vida
Una
de las experiencias que adquirió durante sus años de misionero, fue
que las mujeres de mala vida que intentaban convertirse, se
encontraban en una situación particularmente difícil.
Durante
algún tiempo, trató de resolver la dificultad, alojándolas
provisionalmente en las casas de las familias piadosas, pero cayó en
la cuenta de que el remedio no era del todo adecuado.
Magdalena
Lamy, una mujer de humilde origen, que había dado albergue a varias
convertidas, dijo un día al santo: "Ahora os vais
tranquilamente a una iglesia, a rezar con devoción ante las
imágenes, y con ello creéis cumplir con vuestro deber. No os
engañéis, vuestro deber es alojar decentemente a estas pobres
mujeres, que se pierden porque nadie les tiende la mano".
Estas
palabras produjeron una profunda impresión en San Juan Eudes, quien
alquiló en 1671, una casa para las mujeres arrepentidas; en la que
podían albergarse en tanto que encontraban un empleo decente. Viendo
que la obra necesitaba la atención de religiosas, el santo la
ofreció a las visitandinas, quienes se apresuraron a aceptarla.
Formación
del clero
San
Juan Eudes se dio cuenta, de que para que el pueblo sea ferviente, y
llevarlo a la santidad, era necesario proveerlo de muy buenos y
santos sacerdotes, y que para formarlos se necesitaban seminarios,
donde los jóvenes recibieran una muy esmerada preparación.
Por eso, se propuso fundar seminarios en los cuales los futuros
sacerdotes, fueran esmeradamente preparados para su sagrado
ministerio.
Después
de mucho orar, reflexionar y consultar, San Juan Eudes abandonó la
congregación del oratorio en 1643. La
experiencia le enseñó que el
clero necesitaba reformarse antes que los fieles,
y que la congregación sólo podría conseguir, su fin mediante la
fundación de seminarios.
El
Padre Condren, que había sido nombrado superior general, estaba de
acuerdo con el santo; pero su sucesor, el Padre Bourgoing, se negó a
aprobar el proyecto de la fundación de un seminario en Caén.
Entonces
el Padre Eudes decidió formar una asociación de sacerdotes
diocesanos, cuyo fin principal, sería la creación de seminarios con
miras a la formación de un clero parroquial celoso. La nueva
asociación quedó fundada el día de la Anunciación de 1643, en
Caén, con el nombre de "Congregación de Jesús y María".
Sus
miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos, y no
estaban obligados por ningún voto. San Juan Eudes y sus cinco
primeros compañeros, se consagraron a "la
Santísima Trinidad, que es el primer principio, y el último fin, de
la santidad del sacerdocio". El distintivo de la
congregación era el Corazón de Jesús, en el que estaba incluido
místicamente el de María; como símbolo del amor eterno de Jesús
por los hombres.
La
congregación encontró gran oposición, sobre todo por parte de los
jansenistas, y de los padres del oratorio. En 1646, el Padre Eudes
envió a Roma al Padre Manoury, para que recabase la aprobación
pontificia para la congregación, pero la oposición era tan fuerte,
que la empresa fracasó.
En
1650, el obispo de Coutances, pidió a San Juan que fundase un
seminario en dicha ciudad. El año siguiente, M. Oliver, que
consideraba al santo como "la maravilla de su época",
le invitó a predicar una misión de diez semanas, en la iglesia de
San Sulpicio de París.
Mientras
se hallaba en esa misión, el Padre Eudes recibió la noticia de que
el Obispo de Bayeux acababa de aprobar la congregación de las
Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, formada por
las religiosas que atendían a las mujeres arrepentidas de Caén.
En
1653, San Juan fundó en Lisieux un seminario, al que siguió otro en
Rouen en 1659. ¡En seguida, el santo se dirigió a Roma a tratar de
conseguir la aprobación pontificia para su congregación; pero los
santos no siempre tienen éxito, y San Juan Eudes fracasó en Roma.
Un
año después, una bula de Alejandro VII aprobó la Congregación de
las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio. Ese fue el
coronamiento de la obra que el Padre Eudes y Magdalena Larny, habían
emprendido treinta años antes, en favor de las pecadoras
arrepentidas. San Juan siguió predicando misiones con gran éxito;
en 1666, fundó un seminario en Evreux, y en 1670, otro en Rennes.
Al
año siguiente, publicó un libro titulado "La Devoción al
Adorable Corazón de Jesús". Ya antes, el santo había
instituido en su congregación, una fiesta del Santísimo Corazón de
María.
En
su libro incluyó el propio de una misa, y un oficio del Sagrado
Corazón de Jesús. El 31 de agosto de 1670, se celebró por primera
vez dicha fiesta, en la capilla del seminario de Rennes, y pronto se
extendió a otras diócesis.
Así
pues, aunque San Juan Eudes, no haya sido el primer apóstol de la
devoción al Sagrado Corazón en su forma actual, fue sin embargo él
"quien introdujo el culto del
Sagrado Corazón de Jesús y del Santo Corazón de María”,
como lo dijo León XIII en 1903. El decreto de beatificación añadía:
"Él fue el primero, que por divina
inspiración, les tributó un culto litúrgico".
Clemente
X publicó seis breves resoluciones, por los que concedía
indulgencias a las cofradías de los Sagrados Corazones de Jesús y
María, instituidas en los seminarios de San Juan Eudes.
Durante
los últimos años de su vida, el santo escribió su tratado sobre
"el Admirable Corazón de la
Santísima Madre de Dios"; trabajó en la obra
mucho tiempo, y la terminó un mes antes de morir.
Su
última misión fue la que predicó en Sain-Lö, en 1675, en plena
plaza pública, con un frío glacial. La misión duró nueve semanas.
El esfuerzo enorme, acabó con su salud, y a partir de entonces, se
retiró prácticamente de la vida activa.
Su
muerte ocurrió el 19 de agosto de 1680.
Fue
canonizado en 1925, y su fiesta fue incluida en el calendario de la
Iglesia de Occidente en 1928.
-Fuente:
Vida de los Santos, Butler, vol. III
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Del
Oficio de Lectura, 19 de agosto
San
Juan Eudes, Presbítero
Fuente
de salvación y de vida verdadera
Del
tratado de san Juan Eudes, presbítero, sobre el admirable Corazón
de Jesús
Libro 1,5: Opera omnia 6,7. 113-115
Libro 1,5: Opera omnia 6,7. 113-115
Te
pido que pienses, que nuestro Señor Jesucristo es realmente tu
cabeza, y que tú eres uno de sus miembros. Él es para
ti, como la cabeza para con los miembros; todo lo suyo es tuyo: el
espíritu, el corazón, el cuerpo, el alma y todas sus facultades, y
tú debes usar de todo ello como de algo propio, para que
sirviéndolo, lo alabes, lo ames y lo glorifiques.
En
cuanto a ti, eres para Él como el miembro para con la cabeza, por lo
cual Él desea intensamente usar de todas tus facultades como
propias, para servir y glorificar al Padre.
Y
Él no es para ti sólo eso que hemos dicho, sino que además, quiere
estar en ti, viviendo y dominando en ti, a la manera que la cabeza
vive en sus miembros y los gobierna.
Quiere
que todo lo que hay en Él viva y domine en ti: su espíritu en tu
espíritu, su corazón en el tuyo, todas las facultades de su alma en
las tuyas, de modo que en ti, se realicen aquellas palabras:
“Glorificad a Dios con vuestro cuerpo, y que la vida de Jesús
se manifieste en vosotros”.
Igualmente,
tú no sólo eres para el Hijo de Dios, sino que debes estar en Él
como los miembros están en la cabeza. Todo lo que hay en ti debe ser
injertado en Él, y de Él debes recibir la vida, y ser gobernado por
Él. Fuera de Él, no hallarás la vida verdadera, ya que Él es la
única fuente de vida verdadera; fuera de Él no hallarás sino
muerte y destrucción.
Él
ha de ser, el único principio de toda tu actividad, y de todas tus
energías; debes vivir de Él y por Él, para que en ti se
cumplan aquellas palabras: “Ninguno de nosotros vive para sí
mismo, y ninguno muere para sí mismo”.
Si
vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor;
en la vida y en la muerte, somos del Señor. Para esto murió y
resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.
Eres
por tanto, una sola cosa con Jesús, del mismo modo que los miembros,
son una sola cosa con la cabeza, y por eso, debes
tener con Él un solo espíritu, una sola alma, una sola vida, una
sola voluntad, un solo sentir, un solo corazón. Y Él debe ser tu
espíritu; tu corazón, tu amor; tu vida y todo lo tuyo.
Todas
estas grandezas del cristiano, tienen su origen en el bautismo, son
aumentadas y corroboradas, por el sacramento de la confirmación, y
por el buen empleo de las demás; gracias comunicadas por Dios, que
en la sagrada Eucaristía encuentran su mejor complemento.
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Magnificat
a los Dos Corazones
San Juan Eudes
San Juan Eudes
Proclaman
nuestras almas, la grandeza del amor de los Corazones de Jesús y
María.
Se
regocijan nuestros corazones, por la gran obra que han hecho en
nosotros.
Jesús y María nos entregaron sus corazones, para que vivamos siempre en su amor, y lo demos a conocer al mundo entero.
Jesús y María nos entregaron sus corazones, para que vivamos siempre en su amor, y lo demos a conocer al mundo entero.
¡Gracias
infinitas les sean dadas a los Dos Corazones, por este don inefable!
.
Cosas
grandes han hecho en nuestros corazones, desde el vientre materno nos
hicieron suyos. Del abismo de nuestras
miserias, nos atrajeron al reino de su amor y misericordia.
¡Gracias
infinitas les sean dadas a los Dos Corazones, por este don inefable!.
Nos
fueron formando, guiando, moldeando a través de espinas y rosas,
cruces y glorias, dirigiéndonos por el camino de la vida, y
preparándonos, para reconocernos en el momento en que se encontraran
nuestros corazones.
¡Gracias
infinitas les sean dadas a los Dos Corazones, por este don inefable!.
Con
la fuerza de su amor nos atrajeron hacia sí, grabando en el corazón
de uno, el llamado sublime al sacerdocio, grabando en su interior, el
deseo de ofrecerse como víctima de consolación, y reparación al
Corazón Eucarístico, y traspasado de Jesús.
¡Gracias
infinitas les sean dadas a los Dos Corazones por este don inefable!.
Ese
mismo amor atrae al otro corazón, hacia la vida religiosa, la hace
esposa y madre, y ofrenda de amor oblativo, para sus Dos Corazones
traspasados en la Cruz.
¡Gracias
infinitas les sean dadas a los Dos Corazones por este don inefable!.
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El
misterio de Cristo en nosotros y en la Iglesia
San
Juan Eudes
Tratado
sobre el reino de Jesús. Parte 3, 4
Debemos
continuar y completar en nosotros, los estados y misterios de la vida
de Cristo, y suplicarle con frecuencia, que los consume y complete en
nosotros, y en toda su Iglesia.
Porque
los misterios de Jesús, no han llegado todavía a su total
perfección y plenitud. Han llegado, ciertamente, a su
perfección y plenitud en la persona de Jesús, pero no en nosotros,
que somos sus miembros, ni en su Iglesia, que es su cuerpo místico.
El
Hijo de Dios quiere comunicar, y extender en cierto modo, y continuar
sus misterios en nosotros, y en toda su Iglesia, ya sea mediante las
gracias que ha determinado otorgarnos, ya mediante los efectos que
quiere producir en nosotros, a través de estos misterios. En este
sentido, quiere completarlos en nosotros.
Por
esto, San Pablo dice que Cristo halla su plenitud en la Iglesia, y
que todos nosotros contribuimos a su edificación, y a la medida de
Cristo en su plenitud, es decir, a aquella edad mística que Él
tiene en su cuerpo místico, y que no llegará a su plenitud hasta el
día del juicio. El mismo Apóstol dice, en otro lugar, que él
completa en su carne los dolores de Cristo.
De
este modo, el Hijo de Dios, ha determinado consumar y completar en
nosotros, todos los estados y misterios de su vida. Quiere llevar a
término en nosotros, los misterios de su encarnación, de su
nacimiento, de su vida oculta, formándose en nosotros, y volviendo a
nacer en nuestras almas, por los santos sacramentos del bautismo y de
la sagrada eucaristía, y
haciendo que llevemos una vida espiritual e interior, escondida con
Él en Dios.
Quiere
completar en nosotros, el misterio de su pasión, muerte y
resurrección, haciendo que suframos, muramos y resucitemos con Él y
en Él. Finalmente, completará en nosotros, su estado de vida
gloriosa e inmortal, cuando haga que vivamos, con Él y en Él, una
vida gloriosa y eterna en el cielo.
Del
mismo modo, quiere consumar y completar, los demás estados y
misterios de su vida en nosotros y en su Iglesia, haciendo que
nosotros los compartamos, y participemos de ellos, y que en nosotros
sean continuados y prolongados.
Según
esto, los misterios de Cristo, no estarán completos hasta el final
de aquel tiempo, que Él ha destinado, para la plena realización de
sus misterios en nosotros y en la Iglesia, es decir, hasta el fin del
mundo.
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ORACION
DE MISERICORDIA
A
LOS CORAZONES DE JESUS Y MARIA
Oh
benevolísimo y misericordísimo
Corazón
de Jesús,
estampa
en nuestros corazones
una
imagen perfecta de tu gran misericordia,
para
que podamos cumplir
el
mandamiento que nos diste:
"Serás
misericordioso
como
lo es tu Padre ".
Madre
de la misericordia,
vela
sobre tanta desgracia, tantos pobres,
tantos
cautivos, tantos prisioneros,
tantos
hombres y mujeres que sufren persecución
en
manos de sus hermanos y hermanas,
tanta
gente indefensa,
tantas
almas afligidas,
tantos
corazones inquietos,
Madre
de la misericordia,
abre
los ojos de tu clemencia
y
contempla nuestra desolación.
Abre
los oídos de tu bondad
y
oye nuestra súplica.
Amorosísima
y poderosísima abogada,
demuéstranos
que eres en verdad
la
Madre de la Misericordia.
OFRECIMIENTO
Oh
Jesús, el Único Hijo de Dios,
el
Único Hijo de María,
te
ofrezco el Corazón bondadosísimo
de
tu Madre Divina,
el
cual para ti es el más precioso
y
agradable de todos.
Oh
María, Madre de Jesús,
te
ofrezco el Corazón Sagradísimo
de
tu amado Hijo,
quien
es la vida y el amor de tu Corazón
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Oración
al Corazón Traspasado de Jesús
Oh
mi amadísimo y gentil Jesús, deseo con todos los afectos de mi
corazón, que todas las criaturas te alaben, honren y glorifiquen
eternamente, por la sagrada llaga de Tu costado.
Yo
deposito y encierro en la llaga abierta de Tu Corazón, mi corazón y
todos mis sentimientos, pensamientos, deseos, intenciones, y todas
las facultades de mi mente.
Te
ruego, por la preciosa Sangre y Agua, que brotaron de Vuestro
preciosísimo Corazón, que tomes entera posesión de mí, que me
guíes en todas las cosas.
Consúmeme
en el fuego ardiente de Tu santo Amor, para que sea de tal modo
absorbido y transformado en Tí, que ya yo no sea sino uno Contigo.
(Del
libro de San Juan Eudes, El Sagrado Corazón de Jesús. Esta oración
es de Lansperigius "Rosario de la Pasión de Nuestro Señor,"
en su trabajo titulado Pharetra divini amoris, libro 1, parte 5.
Traducido y adaptado:P. Jordi Rivero)
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Oración
de unión con el Corazón de Jesús
Oh
Corazón de mi Salvador, digno y dador de todo amor, se Tú el
Corazón de mi corazón, el alma de mi alma, el espíritu de mi
espíritu, la vida de mi vida, y el único principio de todos mis
pensamientos, palabras y acciones, de todas las facultades de mi
alma, y de todos mis sentidos, tanto internos como externos. Amén.
(De
San Juan Eudes, El Sagrado Corazón de Jesús, sexta meditación para
la fiesta de Sagrado Corazón, segundo punto. Traducción: P.Jordi
Rivero)
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Oración
de Misericordia a los Corazones de Jesús y María
San Juan Eudes
San Juan Eudes
Oh
benevolísimo y misericordísimo
Corazón
de Jesús,
estampa en nuestros corazones,
una imagen perfecta de tu gran misericordia,
para que podamos cumplir
el mandamiento que nos diste:
estampa en nuestros corazones,
una imagen perfecta de tu gran misericordia,
para que podamos cumplir
el mandamiento que nos diste:
"Serás
misericordioso
como lo es tu Padre ".
como lo es tu Padre ".
Madre
de la misericordia,
vela sobre tanta desgracia, tantos pobres,
tantos cautivos, tantos prisioneros,
tantos hombres y mujeres que sufren persecución
en manos de sus hermanos y hermanas,
tanta gente indefensa,
tantas almas afligidas,
tantos corazones inquietos,
vela sobre tanta desgracia, tantos pobres,
tantos cautivos, tantos prisioneros,
tantos hombres y mujeres que sufren persecución
en manos de sus hermanos y hermanas,
tanta gente indefensa,
tantas almas afligidas,
tantos corazones inquietos,
Madre
de la misericordia,
abre los ojos de tu clemencia
y contempla nuestra desolación.
Abre los oídos de tu bondad
y oye nuestra súplica.
abre los ojos de tu clemencia
y contempla nuestra desolación.
Abre los oídos de tu bondad
y oye nuestra súplica.
Amorosísima
y poderosísima abogada,
demuéstranos que eres en verdad
la Madre de la Misericordia.
demuéstranos que eres en verdad
la Madre de la Misericordia.
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OFRECIMIENTO
A LOS DOS CORAZONES
San
Juan Eudes
Oh
Jesús, el Único Hijo de Dios,
el Único Hijo de María,
te ofrezco el Corazón bondadosísimo
de tu Madre Divina,
el cual para ti es el más precioso
y agradable de todos.
el Único Hijo de María,
te ofrezco el Corazón bondadosísimo
de tu Madre Divina,
el cual para ti es el más precioso
y agradable de todos.
Oh
María, Madre de Jesús,
te ofrezco el Corazón Sagradísimo
de tu amado Hijo,
quien es la vida y el amor de tu Corazón.
te ofrezco el Corazón Sagradísimo
de tu amado Hijo,
quien es la vida y el amor de tu Corazón.
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Saludo
al Corazón de Jesús y de María
San
Juan Eudes
Te
saludamos, Corazón santo,
Te saludamos, Corazón manso,
Te saludamos, Corazón humilde,
Te saludamos, Corazón puro,
Te saludamos, Corazón sacerdotal,
Te saludamos, Corazón sabio,
Te saludamos, Corazón paciente,
Te saludamos, Corazón obediente,
Te saludamos, Corazón atento a la voluntad del Padre,
Te saludamos, Corazón fiel,
Te saludamos, Corazón fuente de felicidad,
Te saludamos, Corazón misericordioso,
Te saludamos, Corazón amante,
Te saludamos, Corazón manso,
Te saludamos, Corazón humilde,
Te saludamos, Corazón puro,
Te saludamos, Corazón sacerdotal,
Te saludamos, Corazón sabio,
Te saludamos, Corazón paciente,
Te saludamos, Corazón obediente,
Te saludamos, Corazón atento a la voluntad del Padre,
Te saludamos, Corazón fiel,
Te saludamos, Corazón fuente de felicidad,
Te saludamos, Corazón misericordioso,
Te saludamos, Corazón amante,
Te
adoramos,
Te alabamos,
Te glorificamos,
Te damos gracias,
Te amamos,
Con todo nuestro corazón,
Con toda nuestra alma,
Con todas nuestras fuerzas,
Te alabamos,
Te glorificamos,
Te damos gracias,
Te amamos,
Con todo nuestro corazón,
Con toda nuestra alma,
Con todas nuestras fuerzas,
Te
ofrecemos nuestro corazón,
Te lo damos,
Te lo consagramos,
Te lo ofrecemos,
Recíbelo y poséelo totalmente,
Te lo damos,
Te lo consagramos,
Te lo ofrecemos,
Recíbelo y poséelo totalmente,
Purifícalo,
Ilumínalo,
Santifícalo,
Y vive y reina en él, ahora y por siempre jamás.
Ilumínalo,
Santifícalo,
Y vive y reina en él, ahora y por siempre jamás.
AMEN.
Saludo
a María
Yo te saludo, María, Hija de Dios Padre,
Yo te saludo, María, Madre de Dios Hijo,
Yo te saludo, María, Esposa del Espíritu Santo,
Yo te saludo, María, Templo de la Divinidad,
Yo te saludo, María, Virgen de las vírgenes, de quién el Rey de los
cielos ha querido nacer,
Yo te saludo, María, Reina de los mártires,
Yo te saludo, María, Reina del mundo,
Yo te saludo, María, Reina de mi Corazón,
Yo te saludo, María, llena de gracia,
Yo te saludo, María, Hija de Dios Padre,
Yo te saludo, María, Madre de Dios Hijo,
Yo te saludo, María, Esposa del Espíritu Santo,
Yo te saludo, María, Templo de la Divinidad,
Yo te saludo, María, Virgen de las vírgenes, de quién el Rey de los
cielos ha querido nacer,
Yo te saludo, María, Reina de los mártires,
Yo te saludo, María, Reina del mundo,
Yo te saludo, María, Reina de mi Corazón,
Yo te saludo, María, llena de gracia,
Bendito
sea el fruto de tus entrañas, Jesús,
Bendito sea tu esposo, San José,
Bendito sea tu padre, San Joaquín,
Bendita sea tu madre, Santa Ana,
Bendito sea tu hijo, San Juan,
Bendito sea tu ángel, San Gabriel,
Benditos sean todos aquellos que te aman y te bendicen.
Bendito sea tu esposo, San José,
Bendito sea tu padre, San Joaquín,
Bendita sea tu madre, Santa Ana,
Bendito sea tu hijo, San Juan,
Bendito sea tu ángel, San Gabriel,
Benditos sean todos aquellos que te aman y te bendicen.
Amén
Ofrecimiento
del Corazón de Jesús por Las Negligencias Diarias
Padre
Eterno, Os ofrezco el Sagrado Corazón de Jesús,
con
todo Su AMOR, todos Sus SUFRIMIENTOS,
y
todos Sus Méritos.
PRIMERO-
Para expiar todos los pecados que he cometido este día, y durante
toda mi vida. -¡Gloria al Padre, y al Hijo...!
SEGUNDO-
Para purificar el bien, que he hecho mal este día, y durante toda mi
vida. - ¡Gloria al Padre, y al Hijo...!
TERCERO
- Para suplir por el bien, que yo debía de haber hecho, y que he
omitido este Día, y durante toda mi vida. -¡Gloria al Padre, y al
Hijo...!
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NOVENA
A LOS DOS CORAZONES
(Madre Adela Galindo)
(Madre Adela Galindo)
Oh,
Sagrado Corazón de Jesús,
que por amor te dejaste traspasar derramando sangre y agua,
te pedimos nos liberes, purifiques y nos concedas la gracia
de que nuestros corazones sean transformados
de corazones de piedra a corazones de carne.
que por amor te dejaste traspasar derramando sangre y agua,
te pedimos nos liberes, purifiques y nos concedas la gracia
de que nuestros corazones sean transformados
de corazones de piedra a corazones de carne.
Que
al contemplar el amor y sacrificio de Tu Corazón,
seamos movidos a pasar del egoísmo al amor;
del orgullo a la humildad; de la rebeldía a la mansedumbre.
seamos movidos a pasar del egoísmo al amor;
del orgullo a la humildad; de la rebeldía a la mansedumbre.
Oh,
Inmaculado Corazón de María,
que por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de tu Hijo,
recibiste espiritualmente la misma espada que le traspaso Su Corazón,
te pedimos nos enseñes a alcanzar esa misma comunión de amor.
que por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de tu Hijo,
recibiste espiritualmente la misma espada que le traspaso Su Corazón,
te pedimos nos enseñes a alcanzar esa misma comunión de amor.
Que
nuestros corazones a imitación del tuyo, Madre,
sean dóciles a la acción del Espíritu Santo,
para que así sean instrumentos de paz, luz, vida, verdad y amor.
sean dóciles a la acción del Espíritu Santo,
para que así sean instrumentos de paz, luz, vida, verdad y amor.
Oh,
Corazones de Jesús y de María, cuyo triunfo y reinado espiritual,
esperamos y anhelamos, pedimos nos concedan
la gracia de:................................................................
esperamos y anhelamos, pedimos nos concedan
la gracia de:................................................................
Manifiesten
su Reinado en nuestros corazones a través de una vida
de santidad y virtud, para que así podamos en estos tiempos,
cumplir la misión de ser apóstoles de Sus Dos Corazones.
Amen!
de santidad y virtud, para que así podamos en estos tiempos,
cumplir la misión de ser apóstoles de Sus Dos Corazones.
Amen!
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