8
de Septiembre
Natividad de María
Natividad de María
La primera
fuente de la narración del nacimiento de la Virgen es el
Proto-evangelio de Santiago, que coloca el nacimiento de la Virgen en
Jerusalén, en el lugar en que debió existir una basílica en honor
a la María Santísima, junto a la piscina probática – en
donde tuvo María que probar que la concepción de Jesús fue sin
intervención humana - , según cuentan diversos
testimonios entre los años 400 y 600.
Allí ella y San José probaron su inocenia, cuando Dios concedió innumerables milagros en presencia de todo el pueblo. Después del año 603 el patriarca Sofronio afirma que ése es el lugar donde nació la Virgen. Posteriormente, la arqueología ha confirmado la tradición.
Allí ella y San José probaron su inocenia, cuando Dios concedió innumerables milagros en presencia de todo el pueblo. Después del año 603 el patriarca Sofronio afirma que ése es el lugar donde nació la Virgen. Posteriormente, la arqueología ha confirmado la tradición.
El nacimiento de la Virgen o
Natividad de María se celebra como una fiesta litúrgica en el
santoral católico, y en la mayoría de los santorales anglicanos, y
se celebra el 8 de septiembre, nueve meses después de la solemnidad
de su Inmaculada Concepción celebrada el 8 de diciembre.
Al nacer María, la linda hija de dos israelitas estériles, llegó al mundo la "luz", aquella que se había ocultado en el jardín de las Delicias.
Nació de Joaquín y Ana, dos israelitas ancianos. Fue de sangre real y de estirpe sacerdotal, así lo repite la antífona de la misa de la Natividad. Ana quiere decir "gracia" y Joaquín "preparación del Señor"
Ana era hija del sacerdote Mathan y de María. Tenía dos hermanas: María, que se caso en Belén y dio a luz a Salomé, y Sobe, que engendró a Isabel, la madre del Bautista.
Se distinguieron los padres de la Virgen por su piedad y santidad de vida. Dada su misión, convenía que floreciesen en toda clase de virtudes, y así lo fue en realidad. La conducta integra de estos esposos destacaría, aún más, en aquellos momentos en que Israel era un centro de corrupción y escándalo. El reinado de Herodes llevó un sello de depravación, y falta de piedad hasta en los ambientes judíos.
El matrimonio vivía feliz, con una sola pena, la de carecer de hijos, bendición de un hogar israelita. Cuenta la tradición que Joaquín fue rechazado del templo cuando presentaba su ofrenda, y sólo a causa de su esterilidad. El judío Rubén se enfrentó con él y le dijo: "Tú no tienes derecho a presentarte el primero en el templo con tus ofrendas, puesto que no has producido retoño de Israel".
Consultó Joaquín los "anales de las doce tribus", y se cercioró de que desde Abraham todos los justos de Israel habían tenido sucesión. Se retiró al desierto con el corazón oprimido, y allí le consoló un ángel con la divina promesa de una hija maravillosa.
También Santa Ana vivía triste; todo cuanto se presentaba a sus ojos con fecundidad le hacía pensar en su ultraje; hasta que un día el ángel del Señor le dijo: "Ana, Ana; el Señor ha escuchado tus ruegos; concebirás y darás a luz, y en todo el mundo se hablará de tu descendencia". Ana respondió: "Por la vida de mi Dios y Señor, lo que yo tuviere, sea un hijo o una hija, lo entregaré en ofrenda al Señor mío Dios".
Santa Ana no fue virgen. Su concepción tuvo lugar por generación seminal. Se realizó mediante el concurso de hombre y mujer. María quedó sujeta en su nacimiento a la ley natural. Su nacimiento, el más grande de la historia de todos los siglos, se ha realizado con la sencillez y ternura que acompañara su vida.
Por nuestra Fe, fruto de innumerables milagros que se fueron sucediendo a lo largo de los siglos, y por revelación de la misma Virgen a distintas mujeres santas, sabemos que nació sin pecado original desde el primer instante de su concepción, y recibió, por consiguiente, la gracia santificante.
Lo destacable para nuestra propia vida de estas lecturas es que la Vida humana no procede de la carne ni de la sangre, y menos de la concupiscencia, sino de la voluntad divina. Sus padres erán estériles y muy ancianos. Eso no impidió que Dios les haya enviado descendencia. Eso se verificó también con Abraham y Sara, ambos ancianos, cuando nació su hijo Isaac. También con el profeta Samuel y con San Juan Bautista. La Vida es un Milagro y un Misterio.
Oración: concédenos Señor poder gozar siempre de tu amistad por los méritos de nuestra amada Madre, La Virgen María, respetando como sagrada toda vida humana. Que sepamos consagrar nuestra Vida a Tí, como lo hizo Ella. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Al nacer María, la linda hija de dos israelitas estériles, llegó al mundo la "luz", aquella que se había ocultado en el jardín de las Delicias.
Nació de Joaquín y Ana, dos israelitas ancianos. Fue de sangre real y de estirpe sacerdotal, así lo repite la antífona de la misa de la Natividad. Ana quiere decir "gracia" y Joaquín "preparación del Señor"
Ana era hija del sacerdote Mathan y de María. Tenía dos hermanas: María, que se caso en Belén y dio a luz a Salomé, y Sobe, que engendró a Isabel, la madre del Bautista.
Se distinguieron los padres de la Virgen por su piedad y santidad de vida. Dada su misión, convenía que floreciesen en toda clase de virtudes, y así lo fue en realidad. La conducta integra de estos esposos destacaría, aún más, en aquellos momentos en que Israel era un centro de corrupción y escándalo. El reinado de Herodes llevó un sello de depravación, y falta de piedad hasta en los ambientes judíos.
El matrimonio vivía feliz, con una sola pena, la de carecer de hijos, bendición de un hogar israelita. Cuenta la tradición que Joaquín fue rechazado del templo cuando presentaba su ofrenda, y sólo a causa de su esterilidad. El judío Rubén se enfrentó con él y le dijo: "Tú no tienes derecho a presentarte el primero en el templo con tus ofrendas, puesto que no has producido retoño de Israel".
Consultó Joaquín los "anales de las doce tribus", y se cercioró de que desde Abraham todos los justos de Israel habían tenido sucesión. Se retiró al desierto con el corazón oprimido, y allí le consoló un ángel con la divina promesa de una hija maravillosa.
También Santa Ana vivía triste; todo cuanto se presentaba a sus ojos con fecundidad le hacía pensar en su ultraje; hasta que un día el ángel del Señor le dijo: "Ana, Ana; el Señor ha escuchado tus ruegos; concebirás y darás a luz, y en todo el mundo se hablará de tu descendencia". Ana respondió: "Por la vida de mi Dios y Señor, lo que yo tuviere, sea un hijo o una hija, lo entregaré en ofrenda al Señor mío Dios".
Santa Ana no fue virgen. Su concepción tuvo lugar por generación seminal. Se realizó mediante el concurso de hombre y mujer. María quedó sujeta en su nacimiento a la ley natural. Su nacimiento, el más grande de la historia de todos los siglos, se ha realizado con la sencillez y ternura que acompañara su vida.
Por nuestra Fe, fruto de innumerables milagros que se fueron sucediendo a lo largo de los siglos, y por revelación de la misma Virgen a distintas mujeres santas, sabemos que nació sin pecado original desde el primer instante de su concepción, y recibió, por consiguiente, la gracia santificante.
Lo destacable para nuestra propia vida de estas lecturas es que la Vida humana no procede de la carne ni de la sangre, y menos de la concupiscencia, sino de la voluntad divina. Sus padres erán estériles y muy ancianos. Eso no impidió que Dios les haya enviado descendencia. Eso se verificó también con Abraham y Sara, ambos ancianos, cuando nació su hijo Isaac. También con el profeta Samuel y con San Juan Bautista. La Vida es un Milagro y un Misterio.
Oración: concédenos Señor poder gozar siempre de tu amistad por los méritos de nuestra amada Madre, La Virgen María, respetando como sagrada toda vida humana. Que sepamos consagrar nuestra Vida a Tí, como lo hizo Ella. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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