10
de Septiembre
SAN NICOLAS DE TOLENTINO
SAN NICOLAS DE TOLENTINO
Patrón
de las almas del Purgatorio
Taumaturgo - Resucitador – Cuerpo
Incorrupto
Su cuerpo fue golpeado por el demonio en numerosas ocasiones
(1245-1305)
Su cuerpo fue golpeado por el demonio en numerosas ocasiones
(1245-1305)
Iba
modestamente por la calle, con la capucha calada, de modo que era
difícil verle bien el rostro. Según testimonio de otra devota, toda
la población de Tolentino se confesaba con él, porque le tenían
por un santo.
Ya se puede conjeturar que la vida de oración sostuvo a este gran contemplativo en sus muchos trabajos, penitencias, combates de espíritu y enfermedades corporales.
Como una constante que se dió con el Cura de Ars – Juan Bautista Vianney - y el padre Pío, por ejercer con devoción su trabajo en el confesionario, el demonio le maltrató muchísimo, apaleándole y causándole graves heridas, hasta dejarle cojo.
"Yo mismo le vi aquella herida grande y molesta", dice Nuccio de Rogerio, de la que tuvo en la pierna. Veinte días de cama tuvo que guardar en cierta ocasión, por los malos tratos del demonio. Su enfermero, fray Giovannino, observó lívidos rosetones en la cara, en los brazos y espalda.
Se sabe por testigos directos que al cura de Ars el demonio le incendió la cama, y el cortinado de su dormitorio. Evidentemente el ser confesor conlleva ejercer la tarea más peligrosa del mundo.
Una noche le despertaron las voces lastimeras de un alma del purgatorio: la de su pariente fray Peregrino de Osimo. "Te pido por favor que celebres la misa de difuntos para que me vea libre de las penas que padezco". Se excusó fray Nicolás, por ser a la sazón hebdomadario, es decir encargado de la misa conventual, que debe celebrarse según el rito de cada día.
Y entonces fray Peregrino le invitó a dirigir la mirada a la gran llanura que daba a la ciudad de Pésaro, toda ella rebosante de almas en pena que le pedían misericordia. Fray Nicolás tuvo lástima de aquellas pobres almas, y obtenido el conveniente permiso, celebró un septenario de Misas por los difuntos, añadiendo grandes penitencias y ayunos en sufragio de las ánimas.
Ya se puede conjeturar que la vida de oración sostuvo a este gran contemplativo en sus muchos trabajos, penitencias, combates de espíritu y enfermedades corporales.
Como una constante que se dió con el Cura de Ars – Juan Bautista Vianney - y el padre Pío, por ejercer con devoción su trabajo en el confesionario, el demonio le maltrató muchísimo, apaleándole y causándole graves heridas, hasta dejarle cojo.
"Yo mismo le vi aquella herida grande y molesta", dice Nuccio de Rogerio, de la que tuvo en la pierna. Veinte días de cama tuvo que guardar en cierta ocasión, por los malos tratos del demonio. Su enfermero, fray Giovannino, observó lívidos rosetones en la cara, en los brazos y espalda.
Se sabe por testigos directos que al cura de Ars el demonio le incendió la cama, y el cortinado de su dormitorio. Evidentemente el ser confesor conlleva ejercer la tarea más peligrosa del mundo.
Una noche le despertaron las voces lastimeras de un alma del purgatorio: la de su pariente fray Peregrino de Osimo. "Te pido por favor que celebres la misa de difuntos para que me vea libre de las penas que padezco". Se excusó fray Nicolás, por ser a la sazón hebdomadario, es decir encargado de la misa conventual, que debe celebrarse según el rito de cada día.
Y entonces fray Peregrino le invitó a dirigir la mirada a la gran llanura que daba a la ciudad de Pésaro, toda ella rebosante de almas en pena que le pedían misericordia. Fray Nicolás tuvo lástima de aquellas pobres almas, y obtenido el conveniente permiso, celebró un septenario de Misas por los difuntos, añadiendo grandes penitencias y ayunos en sufragio de las ánimas.
Al séptimo
día, con nueva aparición, fray Peregrino le alegró con la gran
noticia: él y toda la multitud paciente, que había visto, gozaban
de la eterna gloria. Tal es el origen del septenario de misas de San
Nicolás aprobado por la Santa Sede, en sufragio de las ánimas del
purgatorio.
Sin duda la celebración del sacrificio del altar fue el centro espiritual de fray Nicolás. Se sabe que lloraba silenciosamente mientras celebraba la misa.
Los milagros se sucedieron luego de su partida al Padre. Fue de mucha fama la resurrección de una muchacha de Fermo, de doce años, llamada Filipina. En los frescos del siglo XIV que adornan la capilla donde estuvo enterrado, se celebran estos y otros milagros, que le merecieron el título de taumaturgo.
Es abogado de las almas del purgatorio, protector de la Iglesia, a la que amparó en grandes calamidades históricas, haciendo sangrar su brazo incorrupto como señal de advertencia.
Sin duda la celebración del sacrificio del altar fue el centro espiritual de fray Nicolás. Se sabe que lloraba silenciosamente mientras celebraba la misa.
Los milagros se sucedieron luego de su partida al Padre. Fue de mucha fama la resurrección de una muchacha de Fermo, de doce años, llamada Filipina. En los frescos del siglo XIV que adornan la capilla donde estuvo enterrado, se celebran estos y otros milagros, que le merecieron el título de taumaturgo.
Es abogado de las almas del purgatorio, protector de la Iglesia, a la que amparó en grandes calamidades históricas, haciendo sangrar su brazo incorrupto como señal de advertencia.
Oración:
Te pedimos Señor que por los méritos del amado San Nicolás
Tolentino, puedan nuestros parientes ingresar a la dicha de tu gloria
esta misma noche. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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