1
de Septiembre
SAN
JOSUÉ
Caudillo
de Israel
“Ninguno
podrá resistiros en todo el tiempo de tu vida; como estuve con
Moisés, así estaré contigo: no te dejaré ni te desampararé”
A juzgar
por el tiempo que sobrevivió a Moisés, nació en Egipto, durante la
esclavitud de los hebreos. Se llamaba Oseas = Salvación, pero
Moisés, al enviarle con los otros once exploradores a reconocer la
tierra prometida, se lo cambió en el de Josué = El Señor salva.
De tantos
triunfos militares y políticos obtenidos con el divino auxilio,
según la palabra del Señor, que le dijo: "Ninguno
podrá resistiros en todo el tiempo de tu vida; como estuve con
Moisés, así estaré contigo: no te dejaré ni te desampararé",
es necesario destacar cuatro hechos por su evidente carácter
sobrenatural: el paso a pie enjuto del río
Jordán, el estrepitoso derrumbamiento de las murallas de Jericó, la
lluvia de piedras en Betorón, y la "detención" del sol en
Azeca. "Mañana ha de obrar el Señor maravillas
entre vosotros", dijo al pueblo Josué la víspera de pasar
el Jordán. En efecto, "siendo el tiempo de la siega, el
Jordán había salido de madre" y, sin embargo, sus aguas se
dividieron, y las que bajaban se detuvieron, "elevándose
a manera de un monte", hasta que pasó todo
el pueblo protegido por el Arca de la Alianza.
Al séptimo
día de rodear procesionalmente con el Arca de la Alianza el recinto
murado de Jericó, levantando el grito todo el pueblo y resonando las
trompetas, luego que la voz y el estruendo penetró los oídos del
gentío, de repente cayeron las murallas". "¿No
es así que al ardor del celo de Josué se detuvo el sol,
por lo que un día llegó a ser como dos?. Invocó al Altísimo
todopoderoso mientras le estaban batiendo por todos los lados sus
enemigos, y el grande, el santo Dios, oyendo su oración, envió un
furioso granizo de piedras de mucho peso".
Murió
Josué de ciento diez años, y fue sepultado en su ciudad de
Tamnasaret, coincidiendo su historia probablemente con el año 1440
antes de J. C.
De la
santidad de Josué dan testimonio, en primer lugar, las sagradas
letras. Ellas dicen que "fue hombre de espíritu, que siempre
anduvo en pos del Omnipotente, y en los días de Moisés mostró
piedad y no se apartaba del Tabernáculo". Flavio Josefo
termina su elogio con estas palabras: "Era en la paz bueno y
generoso, y además en toda virtud eximio". Josué ha sido
tenido por los Santos Padres como figura y tipo de Jesucristo en su
nombre y en sus hechos, y San Juan Crisóstomo le llama "Josué
casto".
San
Roberto Belarmino, reduciendo a compendio las virtudes de este
general hebreo, se expresa de este modo: "Viniendo ya a las
virtudes y privilegios de San Josué, diré: Fue el caudillo Josué
de una inocencia igual a la del patriarca José, hijo de Jacob, cuyo
descendiente era. Otra virtud, y ella
singularísima en nuestro Josué, fue la castidad virginal, en la que
superó a la castidad del patriarca José y la de su señor y maestro
Moisés, En
cuanto a la fe en Dios, no sé que haya existido otro mayor que él,
y lo mismo creo se puede afirmar de su esperanza y amor a Dios, y al
prójimo. A todos son notorias su prudencia y fortaleza".
En
la literatura medieval se le cuenta entre los 24 ancianos del
Apocalipsis, figurando su nombre al lado de Moisés. Su
sepulcro, según San Jerónimo, fue venerado por Santa Paula en su
visita a los Santos Lugares de Palestina; los árabes de esta región
celebran también su fiesta iluminando el cenotafio tenido en Tibne
por el sepulcro de Josué.
Y, para
que nada falte a honrar su memoria, San Gregorio de Tours refiere que
se curaban los leprosos bañándose en las aguas termales,
que se creían de Josué, de Lévida, ciudad distante unas doce
millas de Jericó. El mismo autor escribe
que su padre, acudiendo a la intercesión de San Josué, curó de las
fiebres y gota que padecía.
Coptos,
griegos y el martirologio Romano le nombran el 1 de septiembre, como
también Usuardo y Abdón, quienes le dan el título de "Profeta".
Un calendario antiguo, llamado Juliano, le pone el 30 de abril y los
musulmanes de Siria acuden a la ciudad de Trípoli, en el Líbano,
para venerar el sepulcro de Josué, que ellos creen estar allí.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, concédenos la fortaleza espiritual de
San Josué para honrarte y servirte con fidelidad todos los días de
nuestra vida, y así alcanzar la verdadera tierra prometida: un lugar
en tu divina morada. A Tí Señor, que nos prometiste una mansión en
la noche de la última cena. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario