martes, 5 de julio de 2016

Tercera Feria, 5 de julio

SAN ANTONIO MARIA ZACCARIA


San Antonio María Zaccaria
con lirio (pureza) y libro (reglas de la
congregación que el fundó)

Sacerdote y fundador. +1539

Patrono de médicos y de las ciudades de Cremona, donde nació y de Milán, donde vivió

Breve
Fundador de la Orden Barnabita y de las Angelicales de San Pablo. Gran devoto de la Eucaristía a la que ayudó a difundir su adoración.

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Nació en Cremona, ciudad de Lombardia, Italia, en 1502. Cuando tenía dos años murió su padre, Lazzaro. Su madre, Antonia Pescorali, queda viuda a los 18 años, pero no quiso volver a casarse y se dedicó a la educación de su hijo.

Antonio María estudió medicina en la Universidad de Padua. Aunque era de familia adinerada, desde joven renunció a los vestidos elegantes y a los ambientes de juerga. El dinero que ahorraba lo repartía entre los más necesitados.

A los 22 años recibió el doctorado, y se graduó de médico, deseando poner su profesión al servicio de los pobres, y ayudarles al mismo tiempo a encontrarse con Jesús.

Pero el Señor lo llamó al sacerdocio. Fue ordenado a los 26 años de edad, convirtiéndose así en médico de los cuerpos y de las almas. Entregó su herencia a su madre. Se dice que vieron ángeles en torno al altar durante su primera misa.

Desde niño, Antonio tuvo gran amor por los pobres. Volvía a veces a casa de la escuela sin saco, por haberlo regalado a un pobre. Ya como sacerdote, todo lo que consigue lo reparte entre los pobres.

Fue a vivir a Milán, la gran ciudad del norte de en Italia, para poder extender su apostolado. Allí, junto a la hermana Luisa Torelli fundó la comunidad de las hermanas llamadas "Angelicales de San Pablo" - nombradas así porque su convento se llamaba de "Los Santos Angeles". Su apostolado era con las jóvenes en peligro o ya caídas en vicios.

Luego fundó la "Sociedad de Clérigos de San Pablo" los cuales, por vivir en un convento llamado de San Bernabé, fueron llamados por la gente "Barnabitas". Se dedicaron a predicar el Evangelio, con gran devoción al amor a la Pasión y Cruz del Señor. Buscaban la renovación espiritual del pueblo.

Animaban a los laicos a recibir con frecuencia la Eucaristía, y a trabajar en el apostolado. San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán, dijo de ellos: "Son la ayuda más formidable que he encontrado en mi arquidiócesis".

San Antonio María tenía un profundo amor por la Eucaristía. Propagó la devoción a las Cuarenta Horas, que consiste en dedicar tres días cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la Eucaristía con rezos, cantos y otros actos solemnes de culto. De acuerdo a San Agustín, transcurrieron 40 horas entre la Muerte de Cristo un Viernes a las 15:00 del 25 de Marzo/ 33 AD, Viernes Santo, y su Resurrección 07:00 del 27 de Marzo/ 33 AD, Domingo de Pascua.

Tenía gran devoción a la pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las tres de la tarde hacía sonar las campanas para recordar a la gente que a esa hora había muerto Nuestro Señor.

Siempre llevaba una imagen de Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que todos meditaran en los sufrimientos de Jesús en su Pasión y Muerte, porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor.

Una tercera devoción fue por las Cartas de San Pablo. Su lectura lo emocionaba e inspiraba en sus prédicas. A sus discípulos les insistía en que las leyeran frecuentemente y que meditaran sus enseñanzas.

Vivió en el tiempo de Lutero, quien proclamaba una reforma llena de graves errores doctrinales. Muchos católicos tenían el santo deseo de una verdadera reforma para vencer la frialdad y el pecado. Esa verdadera reforma debía ser en todo fiel a la Iglesia la cual siempre necesita de santos reformadores. Uno de ellos fue San Antonio María, como también San Ignacio y sus jesuitas.

Siendo un joven de 37 años, iba en una misión de paz, sintiéndose mal fue a casa de su madre, y murió en sus brazos el 5 de julio de 1539. Se dice que tuvo una visión de San Pablo antes de morir. Su trabajo por Cristo y su Iglesia había sido enorme.

Está enterrado en Milán, en el convento de San Pablo

Beatificado: 1849 por el Papa Pio IX.
Canonizado: 1897 por el Papa León XIII

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El discípulo del Apóstol San Pablo
De un sermón de San Antonio María Zaccaría, presbítero, a sus hermanos de religión

Nosotros, unos necios por Cristo: esto lo decía nuestro bienaventurado guía y santísimo patrono, refiriéndose a sí mismo y a los demás apóstoles, como también a todos los que profesan las enseñanzas Cristianas y Apostólicas.

Pero ello, hermanos muy amados, no ha de sernos motivo de admiración o de temor, ya que un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo.

Nuestros enemigos se hacen mal a sí mismos, y nos prestan a nosotros un servicio, ya que nos ayudan a conseguir la corona de la gloria eterna, mientras que provocan sobre ellos la ira de Dios, y, por esto, debemos compadecerlos y amarlos en vez de odiarlos y aborrecerlos.

Más aún, debemos orar por ellos y no dejarnos vencer del mal, sino vencer el mal con el bien, y amontonar las muestras de bondad sobre sus cabezas, según nos aconseja nuestro Apóstol, como carbones encendidos de ardiente caridad; así ellos viendo nuestra paciencia y mansedumbre, se convertirán y se inflamarán en amor de Dios.

A nosotros, aunque indignos, Dios nos ha elegido del mundo, por su misericordia, para que, dedicados a su servicio, vayamos progresando constantemente en virtud y, por nuestra constancia, demos fruto abundante de caridad, jubilosos por la esperanza de poseer la gloria que nos corresponde por ser hijos de Dios, y glorificándonos incluso en medio de nuestras tribulaciones.

Fijaos en vuestro llamamiento, hermanos muy amados; si lo consideramos atentamente, fácilmente nos daremos cuenta de que exige de nosotros que no rehusemos el participar en los sufrimientos de Cristo, puesto que nuestro propósito es seguir, aunque sea de lejos, las huellas de los Santos Apóstoles y demás soldados del Señor. Corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesucristo.

Los que hemos tomado por guía y padre a un Apóstol tan eximio, y hacemos profesión de seguidores suyos, debemos esforzarnos en poner por obra sus enseñanzas y ejemplos; no sería correcto que, en las filas de semejante capitán, militaran unos soldados cobardes o desertores, o que un padre tan ilustre tuviera unos hijos indignos de él.


Oración: Señor mío y Dios mío, que encendiste en el corazón de San Antonio María Zaccaría un ardiente celo por la salvación de sus hermanos, te pedimos por su intercesión que nos sintamos siempre urgidos a evangelizar a los hombres de nuestro tiempo por amor a Ti. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén

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