domingo, 28 de abril de 2019


Domingo 28 de Abril

La Fiesta de la Misericordia


Domingo después de Pascua de Resurrección.
Instituida oficialmente por la Iglesia, en el año 2000

Reflexión de su Santidad Papa Juan Pablo II

La Humanidad no tendrá paz, hasta que se vuelva con confianza, a Mi Misericordia

La Hora de Gran Misericordia: a las 15 horas de cada día, en el lugar donde nos encontremos.

"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"

Misericordia Divina, escudo protector de las llamas infernales, en Ti confío”.

Breve
El Señor le pide a Santa Faustina, por lo menos 14 veces, que se instituya oficialmente, una "Fiesta de la Misericordia" (Diario de Santa Faustina)

Esta Fiesta, surge de Mi piedad mas entrañable...Deseo que se celebre con gran solemnidad, el primer domingo después de Pascua de Resurrección....Deseo que la Fiesta de la Misericordia, sea refugio y abrigo para todas las almas, y especialmente para los pobres pecadores.

Las entrañas mas profundas de Mi Misericordia, se abren ese día. Derramaré un caudaloso océano de gracias, sobre aquellas almas, que acudan a la fuente de Mi misericordia.

El alma que acuda a la Confesión, y que reciba la Sagrada Comunión, obtendrá la remisión total de sus culpas y del castigo... Que el alma no tema en acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como la grana. Toda Comunión recibida con corazón limpio, tiende a restablecer en aquel que la recibe, la inocencia inherente al Bautismo, puesto que el Misterio Eucarístico, es "fuente de toda gracia".

Nuestro Señor manifestó a Santa Faustina, que en la "Fiesta de la Misericordia", se abrían todas las compuertas, a través de las cuales, fluían las gracias divinas. Gracias de conversión, y perdón de los pecados.

La Hora de Gran Misericordia: a las 15 horas de cada día, en el lugar donde nos encontremos. Nuestro Señor Jesucristo dijo a Sor Faustina en 1937: “A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente por los pecadores; y aunque sea por un breve momento, sumérgete en Mi pasión, particularmente en Mi abandono, al momento de la agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para todo el mundo. Yo te permitiré entrar en Mi dolor mortal. En esta hora, Yo no rehusaré nada, al alma que Me pida algo, en virtud de Mi pasión”

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Domingo de la Misericordia: homilía del Papa Juan Pablo II, 2001

¿Por qué el Señor manifiesta su Misericordia?:

Después de haber visto brevemente, como el Señor manifestó a Santa Faustina, el deseo de su Corazón, de que se arraigara en los corazones, la devoción a su Divina Misericordia, nos podremos preguntar. ¿Por qué?. ¿Por qué el Señor en pleno siglo XX, se aparece a esta religiosa, y con insistencia, le pide que se establezca esta devoción?.

Si pensamos un poco, no es una devoción nueva, ha estado siempre en la Iglesia, desde que el Corazón de Dios existe, pero de una forma nueva, el Señor presenta su Misericordia, fluyendo y derramándose en forma de dos rayos, que no tienen otro fin, más que el de la conversión y arrepentimiento del pecado. Aquí está el propósito del Señor.

El Señor, contemplando como la humanidad en el siglo mas avanzado tecnológicamente, se ha alejado de Él, y ha caído en las garras del pecado y de la oscuridad, quiso dar a los hombres, el remedio para salir de la fosa, en la que se ha adentrado.

Jesús se le reveló a Santa Faustina, justo antes de la Segunda Guerra Mundial, y muchas almas, recibieron gracias de conversión y de fortaleza, al venerar la imagen de Jesús Misericordioso, que se propagó rápidamente en toda Polonia, y luego en el resto de Europa y el mundo.

El hombre necesita a Dios, y Dios en su Amor, sale a su encuentro, derramando los rayos de Misericordia, que tanto le costaron, porque el precio fue, que su Corazón fuese Traspasado.

El hombre de hoy, necesita escuchar que hay esperanza; que Dios en su Misericordia, quiere que todos se salven, pero la única condición, es el cambio de corazón: el reconocer los pecados, y con profundo arrepentimiento, volver a Dios y alejarse del mal.

"La Humanidad no tendrá paz, hasta que torne con confianza a Mi Misericordia".

La Paz es fruto de la amistad con Dios, los hombres de hoy no tienen paz, porque han tornado su corazón lejos de Dios. El Señor le dijo a Santa Faustina, que solo tendría paz la humanidad, cuando se tornase a su Misericordia; porque solo habrá paz en el corazón del hombre, hasta que se arrepienta, y vuelva a restablecer su amistad con Dios su Señor.

Oremos todos por la conversión de los pecadores, por nuestra propia conversión, y la de todos los que viven en pecado mortal. Atraigamos a todos, a la "fuente de la Misericordia", el Corazón de Jesús, y sumerjámonos en él, para que sean liberados y sanados del pecado, que les separa del Señor, y la gracia de Dios, se restituya en toda la humanidad.

"Oh Sangre y Agua que brotaron del Corazón de Jesús, como manantial de Misericordia para nosotros.... En Ti confío".

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La Hora de la Gran Misericordia: Las tres de la tarde

El 10 de octubre de 1937, Santa Faustina recibió instrucciones del Señor, concerniente a otro elemento principal de la devoción a la Divina Misericordia; esto es, La Hora de Gran Misericordia:

A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente por los pecadores; y aunque sea por un breve momento, sumérgete en Mi pasión, particularmente en Mi abandono, al momento de la agonía. Ésta es la hora de la gran misericordia para todo el mundo. Yo te permitiré entrar en Mi dolor mortal. En esta hora, Yo no rehusaré nada al alma que Me pida algo, en virtud de Mi pasión”.

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DECRETO SOBRE LAS INDULGENCIAS RECIBIDAS EN LA FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA
Se enriquecen con indulgencias, actos de culto realizados en honor de la Misericordia divina.

"Tu misericordia, oh Dios, no tiene límites, y es infinito el tesoro de tu bondad..." (Oración después del himno "Te Deum") y "Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder, con el perdón y la misericordia..." (Oración colecta del domingo XXVI del tiempo ordinario), canta humilde y fielmente, la santa Madre Iglesia.

En efecto, la inmensa condescendencia de Dios, tanto hacia el género humano en su conjunto, como hacia cada una de las personas, resplandece de modo especial, cuando el mismo Dios todopoderoso, perdona los pecados y los defectos morales, y readmite paternalmente a los culpables, a su amistad, que merecidamente habían perdido.

Así, los fieles son impulsados a conmemorar, con íntimo afecto del alma, los misterios del perdón divino, y a celebrarlos con fervor, y comprenden claramente la suma conveniencia; más aún, el deber que el pueblo de Dios tiene de alabar, con formas particulares de oración, la Misericordia divina, obteniendo al mismo tiempo, después de realizar con espíritu de gratitud, las obras exigidas, y de cumplir las debidas condiciones, los beneficios espirituales derivados del tesoro de la Iglesia.

"El misterio pascual, es el culmen de esta revelación y actuación de la Misericordia, que es capaz de justificar al hombre, de restablecer la justicia, en el sentido del orden salvífico, querido por Dios desde el principio para el hombre, y mediante el hombre, en el mundo" (Dives in misericordia, 7).

La Misericordia divina realmente sabe perdonar, incluso los pecados más graves, pero al hacerlo impulsa a los fieles, a sentir un dolor sobrenatural, no meramente psicológico, de sus propios pecados, de forma que siempre, con la ayuda de la gracia divina, hagan un firme propósito de no volver a pecar.

Esas disposiciones del alma, consiguen efectivamente, el perdón de los pecados mortales, cuando el fiel recibe con fruto, el sacramento de la penitencia, o se arrepiente de los mismos, mediante un acto de caridad perfecta, y de dolor perfecto, con el propósito de acudir cuanto antes, al mismo sacramento de la penitencia.

En efecto, nuestro Señor Jesucristo, en la parábola del hijo pródigo, nos enseña que el pecador, debe confesar su miseria ante Dios, diciendo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra Tí; ya no soy digno de llamarme hijo tuyo" (Lc 15, 18-19), percibiendo que ello, es obra de Dios: "Estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado" (Lc 15, 32).

Por eso, con próvida solicitud pastoral, el Sumo Pontífice Juan Pablo II, para imprimir en el alma de los fieles, estos preceptos y enseñanzas de la fe cristiana, impulsado por la dulce consideración del Padre de las misericordias, ha querido que el segundo domingo de Pascua, se dedique a recordar con especial devoción, estos dones de la gracia, atribuyendo a ese domingo, la denominación de "Domingo de la Misericordia divina" (cf. Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, decreto Misericors et miserator, 5 de mayo de 2000).

El evangelio del segundo domingo de Pascua, narra las maravillas realizadas por nuestro Señor Jesucristo, el día mismo de la Resurrección, en la primera aparición pública: "Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos, y les dijo: "La paz con vosotros". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.

Jesús les dijo otra vez: "La paz sea con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío". Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos"" (Jn 20, 19-23.

Para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo Pontífice, ha establecido que el citado domingo, se enriquezca con la indulgencia plenaria, como se indicará más abajo, para que los fieles reciban, con más abundancia, el don de la consolación del Espíritu Santo, y cultiven así, una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo; y una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos a su vez, perdonen generosamente a sus hermanos.

De esta forma, los fieles vivirán con más perfección, el espíritu del Evangelio, acogiendo en sí, la renovación ilustrada, e introducida por el concilio ecuménico Vaticano II: "Los cristianos, recordando la palabra del Señor "En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros" (Jn 13, 35), nada pueden desear más ardientemente que servir, cada vez más generosa y eficazmente, a los hombres del mundo actual. (…). Quiere el Padre, que en todos los hombres, reconozcamos y amemos eficazmente a Cristo, nuestro hermano, tanto de palabra como de obra" (Gaudium et spes, 93).

Por eso, el Sumo Pontífice, animado por un ardiente deseo, de fomentar al máximo en el pueblo cristiano, estos sentimientos de piedad hacia la Misericordia Divina, por los abundantísimos frutos espirituales, que de ello pueden esperarse, en la audiencia concedida, el día 13 de junio de 2002 a los infrascritos, responsables de la Penitenciaría Apostólica, se ha dignado otorgar indulgencias en los términos siguientes:

Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística, y oración por las intenciones del Sumo Pontífice), al fiel que en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia Divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad, realizados en honor de la Misericordia Divina; o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en Ti"). Se concede la indulgencia parcial, al fiel que al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso, una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas.

Además, los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; los innumerables hermanos, a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares, y otras causas parecidas, han alejado de su patria; los enfermos y quienes les asisten, y todos los que por justa causa, no pueden abandonar su casa, o desempeñan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el domingo de la Misericordia divina, si con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, "Jesús misericordioso, confío en ti").

Si ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener la indulgencia plenaria, los que se unan con la intención, a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia, y ofrecen a Dios misericordioso una oración, y a la vez los sufrimientos de su enfermedad, y las molestias de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas, para lucrar la indulgencia plenaria.

Los sacerdotes que desempañan el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos, informen oportunamente a sus fieles, acerca de esta saludable disposición de la Iglesia; préstense con espíritu pronto y generoso, a escuchar sus confesiones, y en el domingo de la Misericordia divina, después de la celebración de la Santa Misa o de las vísperas, o durante un acto de piedad, en honor de la Misericordia Divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones antes indicadas; por último, dado que son "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia" (Mt 5, 7), al impartir la catequesis, impulsen a los fieles a hacer con la mayor frecuencia posible, obras de caridad o de misericordia, siguiendo el ejemplo y el mandato de Jesucristo, como se indica en la segunda concesión general del "Enchiridion Indulgentiarum".
Este decreto tiene vigor perpetuo, no obstante cualquier disposición contraria.

Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría Apostólica, el 29 de junio de 2002, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, apóstoles.

Luigi DE MAGISTRIS
Arzobispo titular de Nova
Pro-penitenciario mayor

Gianfranco GIROTTI, o.f.m. conv.
Regente

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LETANIAS A LA MISERICORDIA DIVINA

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, óyenos: Jesucristo escúchanos.
Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, que sois Un solo y verdadero Dios, ten piedad
de nosotros.

* EN TÎ CONFÎO

1.- Jesús, Rey de Misericordia, que has redimido el mundo.*
2.- Jesús, Rey de Misericordia, por quien todas las cosas fueron
creadas.*
3.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos has santificado.*
4.-Jesús, Rey de Misericordia, que nos revelasteis el misterio de La Santísima Trinidad.*
5.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos manifestasteis la Omnipotencia de Dios.*
6.- Jesús, Rey de Misericordia, que te manifiestas en la creación de los espíritus celestiales.*
7.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos formasteis de la nada.*
8.- Jesús, Rey de Misericordia, que abrazas todo el universo.*
9.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos das la vida eterna.*
10.-. Jesús, Rey de Misericordia, que nos proteges del castigo merecido.*
11.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos libras de la miseria del pecado.*
12.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos concedes la justificación en el verbo encarnado.*
13.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos concedes misericordia por Tus Santas llagas.*
14.- Jesús, Rey de Misericordia, que brota de Tu Santísimo Corazón.*
15.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos distes a la Santísima Virgen como Madre de Misericordia.*
16.- Jesús, Rey de Misericordia, por la cual has sufrido Tu encarnación, Pasión y Muerte.*
17.- Jesús, Rey de Misericordia, por medio de la cual ayudas a todos, en todas partes y siempre.*
18.- Jesús, Rey de Misericordia, por la cual nos has prevenido con Tus Gracias.*
19.- Jesús, Rey de Misericordia, la que nos has manifestado revelándonos los Misterios Divinos.*
20.- Jesús, Rey de Misericordia, la que manifestastes instituyendo Tu Santa Iglesia.*
21.- Jesús, Rey de Misericordia, que habiendo instituido los Santos Sacramentos, nos abristes los torrentes de Tus Gracias.*
22.- Jesús, Rey de Misericordia, por la que nos has obsequiado con los Santos Sacramentos del
Bautismo y de la Penitencia.*
23.- Jesús, Rey de Misericordia, por la que nos has obsequiado con la Santísima Eucaristía y el Sacerdocio*
24.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos has llamado a Nuestra Santa Fe.*
25.- Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas por la conversión de los pecadores.*
26. Jesús, Rey de Misericordia, que la manifiestas iluminando a los fieles.*
27.- Jesús, Rey de Misericordia, que la revelas por la santificación de los justos.*
28.- Jesús, Rey de Misericordia, que llevas a los santos a la cumbre de la santidad.*
29.- Jesús, Rey de Misericordia, la que brota de Tus Santas llagas.*
30.- Jesús, Rey de Misericordia, la que brota de Tu Santísimo Corazón.*
31.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres consuelo de los enfermos y afligidos.*
32.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el único consuelo de los corazones afligidos.*
33.- Jesús, Rey de Misericordia, que das esperanzas a las almas que se hallan en desesperación.*
34.- Jesús, Rey de Misericordia, que acompañas a todos los hombres siempre y en todas partes.*
35.- Jesús, Rey de Misericordia, que nos colmas con el torrente de Tus Gracias.*
36.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el refugio de los moribundos.*
37.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el consuelo de las almas del purgatorio.*
38.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la Corona de todos los Santos.*
39.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres el gozo celestial de los que se salvan.*
40.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la fuente inagotable de los milagros.*
41.- Jesús, Rey de Misericordia, que eres la salvación del mundo entero.*
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten piedad de nosotros.

Las Misericordias de Dios, son más grandes que todas sus obras.
Por eso cantaré las Misericordias de Dios para siempre.

ALABANZAS A LA DIVINA MISERICORDIA

El Amor de Dios es la flor;
La Misericordia el fruto.
Que el alma titubeante lea estas consideraciones sobre la Misericordia Divina y recobre la confianza.

Misericordia Divina, que brotas del seno del Padre, en Ti confío.
Misericordia Divina, supremo atributo de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, misterio incomprensible, en Ti confío.
Misericordia Divina, fuente que brota del misterio de la Santísima Trinidad, en Ti confío.
Misericordia Divina, humano o angélico, en Ti confío.
Misericordia Divina, de donde brotan vida y felicidad, en Ti confío.
Misericordia Divina, más sublime que los cielos, en Ti confío.
Misericordia Divina, manantial de milagros y maravillas, en Ti confío.
Misericordia Divina, abrazando todo el universo, en Ti confío.
Misericordia Divina, que bajas a la tierra en la Persona del Verbo Encamado, en Ti confío.
Misericordia Divina, que manaste de la herida abierta en el Corazón de Jesús, en Ti confío.
Misericordia Divina, enclaustrada en el Corazón por nosotros, y especialmente por los pecadores, en Ti confío.
Misericordia Divina, insondable en la institución de la Sagrada Hostia, en Ti confío.
Misericordia Divina, que fundaste la Santa Iglesia, en Ti confío.
Misericordia Divina, presente en el Sacramento del Santo Bautismo, en Ti confío.
Misericordia Divina, en la justificación de nosotros por Jesucristo, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos acompañas a lo largo de la vida, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos abrazas, especialmente a la hora de la muerte, en Ti confío.
Misericordia Divina, por quien recibimos el don de la inmortalidad, en Ti confío.
Misericordia Divina, siempre a nuestro lado en cada instante de nuestra vida, en Ti confío.
Misericordia Divina, escudo protector de las llamas infernales, en Ti confío.
Misericordia Divina, por quien se convierte el pecador empedernido, en Ti confío.
Misericordia Divina, que dejas atónitos a los ángeles; inasequible también a los santos, en Ti confío.
Misericordia Divina, insondable en todos los misterios de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, que nos rescatas de toda miseria, en Ti confío.
Misericordia Divina, manantial de felicidad y gozo, en Ti confío.
Misericordia Divina, que de la nada nos trajiste a la existencia, en Ti confío.
Misericordia Divina, que rodeas con Tus brazos toda obra de Sus manos, en Ti confío.
Misericordia Divina, que presides toda la obra de Dios, en Ti confío.
Misericordia Divina, en la que estamos todos sumergidos, en Ti confío.
Misericordia Divina, dulce consuelo de los corazones angustiados, en Ti confío.
Misericordia Divina, única esperanza de los desesperados, en Ti confío.
Misericordia Divina, remanso de corazones, paz en la turbulencia, en Ti confío.
Misericordia Divina, gozo y éxtasis de las almas santas, en Ti confío.
Misericordia Divina, esperanza renovada, perdida ya toda esperanza, en Ti confío.

Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu bondadosa mirada y aumenta Tu misericordia en nosotros para que en los momentos difíciles, no nos desalentemos ni nos desesperemos, sino que, con la máxima confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es Amor y Misericordia.

Oh incomprensible e infinita Misericordia Divina, ¿quién podrá adorarte como Te mereces. Eres la dulce esperanza del pecador. Uníos estrellas, mar y tierra en un sólo himno y cantad a coro, con vuestra mejor voz, la misericordia Divina, cuya comprensión no se nos alcanza. (11, 296-297).



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