miércoles, 28 de diciembre de 2016

28 de diciembre

Santos Inocentes

Murieron por Cristo los niños inocentes, su gloria será eterna.  

La Masacre de los Santos Inocentes
Daniele da Volterra,
pintor y escultor, manerista
italiano, 1509-1566,
Galleria degli Uffizi, Florencia

Las madres padecieron por un tiempo, ahora comparten el triunfo.

Una voz se escucha en Ramá: gemidos y llanto amargo: Raquel está llorando a sus hijos, y no se consuela, porque ya no existen" -Jr 31,15.

Los Santos Inocentes: De acuerdo a un relato del Evangelio de San Mateo (2, 13-13), el Rey Herodes mandó matar a los niños de Belén, menores de dos años, al verse burlado por los magos de Oriente que habían venido para saludar a un recién nacido de estirpe regia.

A partir del siglo IV, se estableció una fiesta para venerar a estos niños, muertos como "mártires" en sustitución de Jesús. La devoción hizo el resto. En la iconografía se les presenta como niños pequeños y de pecho, con coronas y palmas (alusión a su martirio).

La tradición oriental los recuerda el 29 de diciembre; la latina, el 28 de diciembre. La tradición concibe su muerte como "bautismo de sangre" (Rm 6, 3) y preámbulo al "éxodo cristiano", semejante a la masacre de otros niños hebreos que hubo en Egipto antes de su salida de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios (Ex 3,10; Mt 2,13-14).

En nuestro tiempo continúa la masacre de inocentes. Millones son masacrados por el aborto, millones más mueren abandonados al hambre, o son niños soldados... ¿Qué actitud tomamos nosotros?. 

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Oficio de Lectura, 28 de Diciembre, Los Santos Inocentes, Mártires

Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo
De los sermones de san Quodvultdeus, Obispo
Sermón 2 sobre el Símbolo

Nace un niño pequeño, un gran Rey. Los magos son atraídos desde lejos; vienen para adorar al que todavía yace en el pesebre, pero que reina al mismo tiempo en el cielo y en la tierra. Cuando los magos le anuncian que ha nacido un Rey, Herodes se turba, y para no perder su reino, lo quiere matar; si hubiera creído en él, estaría seguro aquí en la tierra y reinaría sin fin en la otra vida.

¿Qué temes, Herodes, al oír que ha nacido un Rey?. Él no ha venido para expulsarte a ti, sino para vencer al Maligno. Pero tú no entiendes estas cosas, y por ello te turbas y te ensañas, y para que no se escape al que buscas, te muestras cruel dando muerte a tantos niños.

Ni el dolor de las madres que gimen, ni el lamento de los padres por la muerte de sus hijos, ni los quejidos y los gemidos de los niños te hacen desistir de tu propósito. Matas el cuerpo de los niños, porque el temor te ha matado a ti el corazón. Crees que, si consigues tu propósito, podrás vivir mucho tiempo, cuando precisamente quieres matar a la misma Vida.

Pero aquél, fuente de la gracia, pequeño y grande, que yace en el pesebre, aterroriza tu trono; actúa por medio de ti, que ignoras sus designios, ya libera las almas de la cautividad del demonio. Ha contado a los hijos de los enemigos en el número de los adoptivos.

Los niños, sin saberlo, mueren por Cristo; los padres hacen duelo por los mártires que mueren. Cristo ha hecho dignos testigos suyos a los que todavía no podían hablar. He aquí de qué manera reina el que ha venido para reinar. He aquí que el liberador concede la libertad, y el salvador la salvación.

Pero tú, Herodes, ignorándolo, te turbas y te ensañas, y mientras te encarnizas con un niño, lo estás enalteciendo y lo ignoras.

¡Oh gran don de la gracia!. ¿De quién son los merecimientos para que así triunfen los niños?. Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo. Todavía no pueden entablar batalla valiéndose de sus propios miembros, y ya consiguen la palma de la victoria.


Oración: Te pedimos Señor por todos los niños y niñas del mundo, para que siempre veamos en ellos a Tí mismo, que naciste como niño de la Virgen María. A Tí te lo pedimos Señor, que nos enseñaste que sólo siendo niños llegaremos a las moradas eternas. Amén.

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