viernes, 17 de junio de 2016

Quinta Feria, 16 Junio

Santa Lutgarda, Virgen


Pintura de Goya

+1246

Quiero Tu Corazón”

Aguárdame aquí, mi Señor; volveré tan pronto como termine esta tarea”

Breve
Santa Mística cisterciense de Aywieres, Bélgica.

Es la primera en intercambiar su corazón con el Divino Maestro. Luego ocurrió lo mismo siglos después con Santa Margarita María Alacoque, cuya fiesta celebramos el 16 de Octubre.

El intercambio de corazones fué un hecho físico no sólo místico. En el segundo caso se verificó en el cuerpo de Santa Margarita la úlcera en su costado izquierdo. No sufría infección alguna, aunque le provocaba un dolor continuo desde ese momento.

Son las llamadas almas víctimas, por su inmolación en favor de muchos.

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Nace en 1182. A los doce años de edad fue encomendada a las monjas benedictinas cerca de Saint-Trond, no por piedad sino porque el dinero para su dote matrimonial había sido perdido por su padre. Era la costumbre de la época.

Lutgarda era bonita y le gustaba divertirse sanamente y vestir bien. No aparentaba vocación religiosa, por lo que en el convento vivía como una especie de pensionista, libre para entrar y salir.

Sin embargo, un día, mientras charlaba con unas amistades, tuvo una visión de Nuestro Señor Jesucristo que le mostraba sus heridas y le pedía que lo amase solo a Él. Lutgarda aquel día descubrió el amor de Jesús, y lo aceptó al instante como su Prometido. Desde aquel momento su vida cambió.

Algunas monjas que observaron el cambio en Lutgarda vaticinaron que aquello no duraría. Se equivocaron, ya que su amor por Jesús mas bien crecía. Al rezar lo veía con sus ojos corporales, hablaba con Él en forma familiar. Cuando la llamaban para algún servicio, le decía a Jesús: "Aguárdame aquí, mi Señor; volveré tan pronto como termine esta tarea". También tuvo visiones de Santa Catalina, la patrona de su convento y San Juan Evangelista. En éxtasis a veces se alzaba un palmo del suelo o su cabeza irradiaba luz.


Compartió místicamente los sufrimientos de Jesús cuando meditaba la Pasión. En esas ocasiones aparecían en su frente y cabellos minúsculas gotas de sangre. Su amor se extendía a todos de manera que sentía como propios los dolores y penurias ajenas.

Después de doce años en el convento de Santa Catalina, sintió la inspiración de abrazar la regla cisterciense que es más estricta. Siguiendo el consejo de su amiga Santa Cristina que era de su mismo convento, ingresó en el Cister de Aywieres a pesar que allí solo se hablaba francés, idioma que desconocía.

Tenía gran humildad y solo se quejaba de su propia impotencia para responder como era debido a las gracias de Dios. En una ocasión oraba ofreciendo vehemente su vida al Señor, cuando se le reventó una vena que le causó una fuerte hemorragia. Le fue revelado que, en el cielo, su efusión se aceptaba como un martirio.

Tenía el don de curación de enfermos, de profetizar, de entender las Sagradas Escrituras, de consolar espiritualmente. Según la beata María de Oignies, Lutgarda es una intercesora sin igual por los pecadores y las almas del purgatorio.

Tuvo visiones del Sagrado Corazón de Jesús. En una ocasión Nuestro Señor le preguntó que regalo ella deseaba. Ella respondió: "Quiero Tu Corazón", a lo que Jesús respondió: "Yo quiero el tuyo". Entonces ocurrió un evento sin precedentes conocidos: Nuestro Señor místicamente intercambió corazones con Lutgarda.

Once años antes de morir perdió la vista, lo cual recibió con gozo, como una gracia para desprenderse más del mundo. Aun ciega ayunaba severamente. El Señor se le apareció para anunciarle su próxima muerte y las tres cosas que debía hacer para prepararse:

1-dar gracias a Dios sin cesar por los bienes recibidos;

2- orar con la misma insistencia por la conversión de los pecadores;

3- Para todo confiar únicamente en Dios. 

Predijo su muerte que ocurrió en la noche del sábado posterior a la Santísima Trinidad, precisamente cuando comenzaba el oficio nocturno del domingo. Era el 16 de junio del 1246.

Fuente: Butler, Vida de los Santos, Vol II, pg 561-563

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Hoy también recordamos con Amor y Veneración a:

San Quirico niño, y Santa Julita su madre


Mártires
(303)

Una hermosa historia de amor entre una madre y su hijo es la que hoy recordamos pero que, por desgracia, tuvo un cruento final. Nuestros santos de hoy eran madre e hijo, naturales de Licaonia (Turquía), pero que por su condición de cristianos terminaron huyendo a Tarso de Cilicia (también en Turquía).

En esa ciudad, sin embargo, fue apresada la madre, y con el Quirico, que no era más que un pequeñuelo. Condenada Julita al suplicio, parece ser que hicieron al niño estar presente mientras su madre era azotada.

Y tan fuerte era el llanto del niño por los gritos de la madre que uno de los verdugos, enfurecido, le dio un empujón que acabó con el pobre infante, a consecuencia del impacto en el suelo de su tierna cabeza.

A pesar del terrible dolor que sintió la Julita, como sólo una madre lo puede sentir, no se retractó de su cristianismo, y terminaron por cortarle la cabeza. Sus cuerpos fueron arrojados juntos a una fosa donde tiraban a los malhechores. De allí los rescataron algunos cristianos que les dieron sepultura, juntos ya madre e hijo para toda la eternidad.

Oración: Dios Todopoderoso y Eterno, que intercambiaste físicamente tu Corazón con Santa Lutgarda, así como místicamente lo hicieron Santa Julita y San Quirico entre sí y contigo, haz que nuestro corazón mude de un corazón de piedra a uno como el tuyo, y así poder ayudar en la extensión del Reino de los Cielos. A Tu Corazón Señor, que es un horno espiritual que envuelve a todo el Universo. Amén.


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