Tercera
Feria 2 de Febrero
La
Presentación de Jesús en el Templo
La
Presentación es el cuarto misterio gozoso del rosario.
Del Oficio: Acojamos la luz clara y eterna
No confundir esta fiesta con la presentación de la Virgen María por sus padres Joaquín y Ana
Del Oficio: Acojamos la luz clara y eterna
No confundir esta fiesta con la presentación de la Virgen María por sus padres Joaquín y Ana
Presentación
de Jesús en el Templo
Según
la Ley de Moisés, el primer hijo en nacer, el primogénito, le
pertenecía a Dios. El niño debía ser "rescatado"
llevándolo al Templo a los 40 días de nacido y pagando por él al
Templo con un cordero o, si fuesen pobres, con un par de
palomas. La liturgia celebra la presentación de Jesús el 2 de
febrero por ser esta fecha 40 días después del 25 de diciembre.
José
y María cumplieron la ley: (Lc 2, 22-25, 34-35)
“Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. (...) Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón que esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. (…) Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción- ¡y a ti misma una espada te traspasará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
“Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor. (...) Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón que esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. (…) Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción- ¡y a ti misma una espada te traspasará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
¿Por
qué el "rescate" con un cordero o paloma?
En algunas de las religiones paganas de aquel tiempo, los padres mataban a sus hijos primogénitos para ofrecerlos a los dioses. Dios enseñó a los judíos que esa práctica es una abominación. En vez de matar al niño debían ofrecer un cordero por su rescate.
En algunas de las religiones paganas de aquel tiempo, los padres mataban a sus hijos primogénitos para ofrecerlos a los dioses. Dios enseñó a los judíos que esa práctica es una abominación. En vez de matar al niño debían ofrecer un cordero por su rescate.
Un
sacerdote recibía a los padres a la puerta del Templo y hacía la
oración de presentación.
El
dueño de todo se hizo por amor tan pobre que sus padres no tenían
cordero con que rescatarlo. Sin embargo él mismo es el Cordero de
Dios que se ofreció para rescatar a toda la humanidad.
Según
una costumbre católica los niños se presentan este día en la
iglesia al Señor y a la Virgen.
La
presentación del Señor
Acojamos
la luz clara y eterna
De los sermones de san Sofronio, obispo
(Sermón 3,sobre el Hypapanté, 6.7:PG 87, 3, 3291-3293)
De los sermones de san Sofronio, obispo
(Sermón 3,sobre el Hypapanté, 6.7:PG 87, 3, 3291-3293)
Corramos
todos al encuentro del Señor, los que con fe celebramos y veneramos
su misterio, vayamos todos con alma bien dispuesta. Nadie deje de
participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz.
Llevamos
en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor
divino de aquel que viene a nosotros –el cual hace que todo
resplandezca y, expulsando las negras tinieblas, lo ilumina todo con
la abundancia de la luz eterna–, ya, sobre todo, para manifestar el
resplandor con que nuestras almas han de salir al encuentro de
Cristo.
En
efecto, del mismo modo que la Virgen Madre de Dios tomó en sus
brazos la luz verdadera, y la comunicó a los que yacían en
tinieblas, así también nosotros, iluminados por él y llevando en
nuestras manos una luz visible para todos, apresurémonos a salir al
encuentro de aquel que es la luz verdadera.
Sí,
ciertamente, porque la luz ha venido al mundo, para liberarlo de las
tinieblas en que estaba envuelto, y llenarlo de resplandor, y nos ha
visitado el sol que nace de lo alto, llenando de su luz a los que
vivían en tinieblas: esto es lo que nosotros queremos significar.
Por
esto, avanzamos en procesión con cirios en las manos; por esto
acudimos llevando luces, queriendo representar la luz que ha brillado
para nosotros, así como el futuro resplandor que, procedente de
ella, ha de inundarnos. Por tanto, corramos todos a una, salgamos al
encuentro de Dios.
Ha
llegado ya aquella luz verdadera que viendo a este mundo alumbra a
todo hombre. Dejemos, hermanos que esta luz nos penetre y nos
transforme.
Ninguno
de nosotros ponga obstáculos a esta luz, y se resigne a permanecer
en la noche; al contrario, avancemos todos llenos de resplandor;
todos juntos, iluminados, salgamos a su encuentro y, con el anciano
Simeón, acojamos aquella luz clara y eterna; imitemos la alegría de
Simeón y, como él, cantemos un himno de acción de gracias al
Engendrador y Padre de la luz, que ha arrojado de nosotros las
tinieblas y nos ha hecho partícipes de la luz verdadera.
También
nosotros, representados por Simeón, hemos visto la salvación de
Dios, que él ha presentado ante todos los pueblos y que ha
manifestado para gloria de nosotros, los que formamos el nuevo
Israel; y, así como Simeón, al ver a Cristo, quedó libre de las
ataduras de la vida presente, así también nosotros hemos sido
liberados del antiguo y tenebroso pecado.
También
nosotros, acogiendo en los brazos de nuestra fe a Cristo, que viene
desde Belén hasta nosotros, nos hemos convertido de gentiles en
pueblo de Dios (Cristo es, en efecto, la salvación de Dios Padre) y
hemos visto, con nuestros ojos, al Dios hecho hombre; y, de este
modo, habiendo visto la presencia de Dios y habiéndola aceptado, por
decirlo así, en los brazos de nuestra mente, somos llamados el nuevo
Israel. Esto es lo que vamos celebrando año tras año, porque no
queremos olvidarlo.
Oración:
Te pedimos Señor que habiéndote sido presentado hoy en el templo,
nos concedas, de igual modo, a nosotros, la gracia de ser tu bendito
templo, conservando la pureza interior en todo momento, y de esa
manera no perder la luz de tu Gracia en ingún momento de nuestra
Vida. A Tí Señor que eres la Luz del Mundo. Amén.
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