martes, 1 de diciembre de 2020

 29 de noviembre

SAN SATURNINO DE TOULOUSE

Obispo y Mártir
(+ s. III)

Breve

Hay dos versiones acerca de su muerte.

El martirologio romano reza en este día, lo siguiente: “En Toulouse, en tiempo de Decio, San Saturnino, obispo; fue detenido por los paganos, en el Capitolio de esta villa, y arrojado desde lo alto de las gradas. Así, rota su cabeza, esparcido el cerebro, magullado el cuerpo, entregó su digna alma a Cristo".

La otra dice lo siguiente:

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Históricamente, apenas se sabe nada, sobre el primer arzobispo de Toulouse, pero la historia de su época y de su país, y numerosos testimonios, relativos a su culto, nos ayudan a tener de él, un conocimiento más completo.

Los orígenes de la ciudad de Toulouse, se remontan a las migraciones de los pueblos celtas, en el siglo IV, antes de nuestra era. Bajo la conquista romana—128 a. de C. 52 d. C.—, la Galia céltica, asimiló la civilización de los que la ocuparon, guardando su propio espíritu.

De esta manera Toulouse, renovada por las instituciones romanas, era en el siglo IV, la ciudad más floreciente de la Narbonense. Así, Saturnino, el fundador de la iglesia de Toulouse, entró en el siglo lll, en una brillante ciudad galo-romana. Su figura, destaca gloriosamente en la antigüedad cristiana, de los países occidentales.

Su nombre—diminutivo del dios Saturno—es tan común en latín, que no indica nada del personaje, de quien, por otra parte, se desconoce todo lo anterior, a su episcopado Toulouseno. a pesar de que leyendas posteriores, le hacen venir de Roma o de Oriente.

Cuando Saturnino llegó a Toulouse, no debió de encontrar allí, más que un grupo pequeño de cristianos. Gracias a su celo apostólico, se desarrolló rápidamente, esta joven comunidad que él organizó, y a la que gobernó como buen pastor.

Si no se sabe nada cierto sobre su vida y apostolado, estamos mejor informados sobre su muerte: en el año 250, aparecieron en la Galia, los edictos de Decio, que obligaban a todos los cristianos, a hacer acto público de idolatría.

Durante esta persecución, la más terrible que tuvo lugar en la Galia, los sacerdotes paganos de Toulouse, atribuyeron a la presencia de Saturnino en su ciudad, el mutismo de sus ídolos, que no emitían oráculos.

Un día, los sacerdotes paganos, excitaron a la muchedumbre contra el obispo, cuando pasaba ante el templo de Júpiter Capitolino. Quisieron obligarle a sacrificar a los dioses. 

Los paganos, exasperados ante su enérgica negativa, no quisieron esperar el final de un proceso regular. La muchedumbre, con la complicidad tácita de los magistrados, se apoderó de Saturnino, y le ató con una cuerda detrás de un toro, que iba a ser inmolado, y que huyó furioso. Rota la cabeza, y despedazado el cuerpo, Saturnino encontró así una muerte heroica, causada por el motín popular.

Su comunidad, fortificada en su fe, pero consternada por ese fin trágico, no se atrevía a tocar el cuerpo del mártir, porque la persecución exigía prudencia. Sin embargo, dos mujeres valerosas, recogieron piadosamente el cuerpo, que quedó en el sitio, donde la cuerda se había roto, y lo sepultaron dignamente, cerca de allí, al norte de la ciudad, a la orilla de la gran ruta de Aquitania.

Al recuerdo de San Saturnino, hay que asociar el de las dos santas mujeres, que tuvieron la valentía de levantar el cuerpo del mártir, mutilado horriblemente, para enterrarle cerca del lugar, donde el toro furioso se había detenido.

La liturgia las celebra en la diócesis de Toulouse, el día 17 de octubre bajo el nombre de "Santas Doncellas". La Pasión, escrita en el siglo V, precisa que ellas fueron apresadas por los paganos, azotadas con varas, y arrojadas despiadadamente de la ciudad.

Se cuenta que San Saturnino, en un viaje a España, había encontrado a estas dos jóvenes, hijas del rey de Huesca; que las había convertido, y las había llevado con él, a su ciudad episcopal.

Después del martirio del obispo, y cuando fueron expulsadas de la ciudad, posiblemente se refugiarían en Ricaud. donde vivieron con santidad, y fueron enterradas, a algunos kilómetros al oeste de Castelnaudary (Aude), en una aldea que desde entonces, se llamó Mas-Saintes-Puelles, y que llegó a ser el centro del culto, a estas mujeres humildes y devotas.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos e intercesión de San Saturnino, y de estas dos jóvenes valientes que rescataron su cuerpo, para que jamás prime la idolatría en nuestros corazones, como suele suceder en muchos espectáculos deportivos, ya que en nuestros tiempos, ya no adoran a Júpiter, pero sí a un balón de fútbol, dejando de lado muchas personas sus creencias, convirtiéndose en una terrible y despiadada muchedumbre. A Tí Señor, que Vives y Reinas por Siempre. Amén.

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