jueves, 12 de noviembre de 2020

 12 de noviembre

SAN JOSAFAT +1623

Obispo y Mártir

Lo llamaron «ladrón de almas»

Etim: Josafat: "Dios es mi juez"

 San Josafat - Basilica de San Josafat, Milwauke


Breve
Nace en Vladimir de Volhinia, por el año 1580, de padres ortodoxos; se convirtió a la fe católica, e ingresó en la Orden de San Basilio. Ordenado sacerdote, en el rito bizantino en 1609. Ordenado obispo de Vitebsk 1617, meses más tarde, Arzobispo de Polotzk, Lituania.

Trabajó infatigablemente, por la unidad de la Iglesia. Perseguido a muerte por sus enemigos, sufrió el martirio en el año 1623.

Protomártir de la re-unificación de la cristiandad.

Canonizado en 1867.

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En Octubre de 1595, el metropolitano de los ortodoxos disidentes de Kiev, y otros cinco obispos, que representaban a millones de rutenos (hoy llamados ucranios), hallándose reunidos en Brest-Litovsk, ciudad de Lituania, decidieron someterse al Papa, y estar en comunión con la Iglesia Católica. Se trata de la histórica Unión de Brest.

Esta unificación, dio lugar a grandes controversias, llegándose hasta la violencia. San Josafat, por aquel tiempo, era muy jovencito, pero aquellos eventos tendrían un profundo impacto en su vida, ya que él mismo daría su vida, por la unidad de la Iglesia.

Su nombre de bautismo era Juan Kunsevich. Su padre, que era un católico de buena familia, puso a su hijo, en la escuela de su pueblo natal. Después Juan, entró a trabajar como aprendiz, en una tienda de Vilna, pero en vista de que el comercio, no estaba en su corazón, empleaba sus tiempos libres, aprendiendo el eslavo eclesiástico, para comprender mejor los divinos oficios, y poder recitar diariamente el oficio bizantino.

Juan conoció por entonces, a Pedro Arcudius, rector del colegio oriental de Vilna, así como a los jesuitas, Valentín Fabricio y Gregorio Gruzevsky, quienes se interesaron por él, y le alentaron a seguir adelante.

Al principio, el amo de Juan, no veía con muy buenos ojos sus inquietudes religiosas, pero el joven supo cumplir tan bien con sus obligaciones, que el comerciante, acabó por ofrecerle que se asociase con él, y tomase por esposa, a una de sus hijas. Juan rehusó ambas proposiciones, pues estaba decidido a hacerse monje.

En 1601, ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad, de Vilna. El santo, indujo también a seguir su ejemplo, a José Benjamín Rutsky, un hombre muy culto, convertido del calvinismo.

Los dos jóvenes monjes, empezaron juntos a trazar planes, para promover la unión, y reformar la observancia en los monasterios rutenos. Desde entonces, se llamó Josafat; recibió el diaconado, después el sacerdocio, y pronto adquirió fama, por sus sermones sobre la unión con Roma.

Su vida personal era muy austera, ya que añadía a las penitencias acostumbradas, en las reglas monásticas del oriente, otras mortificaciones tan severas, que en más de una ocasión, le criticaron los mismos monjes. En el proceso de beatificación, el burgomaestre de Vilna, declaró que "no había en el pueblo, ningún religioso más bueno que el Padre Josafat".

Josafat, al notar que su superior, Samuel, el abad del monasterio de la Santísima Trinidad, manifestaba  tendencia a separarse de Roma, se lo advirtió a sus superiores. El arzobispo de Kiev, sustituyó a Samuel por Josafat.

Bajo su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus superiores, a retirarle del estudio de los Padres orientales, para que fundase otros monasterios en Polonia.

En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev, y Josafat Ie sucedió en el cargo de abad de Vilna. Cuando el nuevo metropolitano, fue a tomar posesión de su catedral, Josafat le acompañó en el viaje, y aprovechó la ocasión, para visitar el famoso monasterio de las Cuevas de Kiev.

Pero la comunidad de dicho monasterio, que se componía de más de 200 monjes, estaba relajada, y el reformador católico, estuvo a punto de ser arrojado al río Dnieper. Aunque sus esfuerzos, por hacer volver a la unidad a la comunidad fracasaron, su ejemplo y sus exhortaciones, consiguieron hacer cambiar un tanto, la actitud de los monjes.

Obispo ejemplar

En 1617, el Padre Josafat, fue consagrado obispo de Vitebsk, con derecho de sucesión a la sede de Polotsk. Pocos meses después, murió el anciano arzobispo de esa sede, y Josafat se halló al frente, de una eparquía extensa, pero poco fervorosa. Muchos se inclinaban al cisma, porque temían que Roma, interfiriese en sus ritos y costumbres.

Las iglesias estaban en ruinas, y se hallaban en manos de los laicos. Muchos miembros del clero secular, habían contraído matrimonio; algunos varias veces. La vida monástica estaba en decadencia. Josafat pidió ayuda, a algunos de sus hermanos de Vilna, y emprendió la tarea: reunió sínodos en las principales ciudades; publicó e impuso, un texto de catecismo; redactó una serie de ordenaciones, sobre la conducta del clero, y combatió la interferencia de los "señores", en los asuntos de las iglesias locales.

A todo ello, añadió el ejemplo de su vida, su celo en la instrucción, la predicación, la administración de sacramentos, la visita a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros, y a las aldeas más remotas.

Hacia 1620, prácticamente toda la eparquía, era ya sólidamente católica; el orden estaba restaurado, y el ejemplo de aquel puñado de hombres buenos, había producido un renacimiento de la vida cristiana.

Pero en ese mismo año, disidentes en la región, que se había unido a Roma, establecieron obispos paralelos, contrarios a Roma. Así, un tal Melecio Smotritsky, fue nombrado arzobispo de Polotsk, sede de San Josafat, y se dedicó enérgicamente, a destruir la obra del arzobispo católico, diciendo que Josafat, se había "convertido al latinismo", que iba a obligar a sus fieles, a seguir su ejemplo, y que el catolicismo, no era la forma tradicional del cristianismo ruteno.

La nobleza y la mayoría del pueblo, estaban por la unión, pero habían zonas disidentes. Otro monje llamado Silvestre Smotritsky, recorrió las poblaciones de Vitebsk, Mogilev y Orcha, sublevando a la gente contra el catolicismo. Cuando el rey de Polonia, proclamó un decreto, afirmando que Josafat era el único arzobispo legítimo de Polotsk, se produjeron desórdenes, no sólo en Vitebsk, sino en la misma Vilna. El decreto fue leído públicamente, en presencia del santo, y éste estuvo a punto de perder la vida.

El canciller de Lituania, León Sapieha, que era católico, temeroso de los resultados políticos de la inquietud general, prestó oídos a los rumores, esparcidos por los disidentes, que fuera de Polonia, acusaban a San Josafat, de haber sido el causante de los desórdenes con su política.

Así pues, en 1622, Sapieha escribió al santo, acusándole de emplear la violencia, para mantener la unión; de exponer el reino, al peligro de una invasión de los cosacos; de sembrar la discordia entre el pueblo; de haber clausurado por la fuerza, ciertas iglesias no católicas, y de otras cosas por el estilo. Tan solo era cierto, que Josafat había pedido el auxilio del gobierno, para recobrar la iglesia de Mogilev, de la que se habían apoderado los disidentes.

El arzobispo tuvo que hacer frente también, a la oposición, las críticas y la falta de comprensión, de algunos católicos. Una de las razones, por la que una parte del pueblo, fácilmente se dejó llevar por las falsas acusaciones, era para evitar la disciplina, y las exigencias morales del renacimiento católico.

En octubre de 1623, sabedor de que Vitebsk, era todavía el centro de la oposición, decidió ir allá personalmente. Sus amigos no lograron disuadirle, ni convencerle, de que llevase una escolta militar. "Si Dios me juzga digno de merecer el martirio, no temo morir'", respondió San Josafat.

Así pues, durante dos semanas, predicó en las iglesias de Vitebsk, y visitó a los fieles, sin distinción alguna. Sus enemigos le amenazaban continuamente, y provocaban a sus acompañantes, para poder asesinarle, aprovechando el desorden.

El día de la fiesta de San Demetrio, una turba enfurecida rodeó al mártir, el cual les dijo: "Sé que queréis matarme, y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros, como vuestro pastor, y quiero que sepáis, que me consideraría muy feliz el dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir, por la sagrada unión, por la supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice".

Martirio

Smotritsky, responsable de la agitación, probablemente solo pretendía obligar al santo, a salir de la ciudad. Pero sus partidarios, empezaron a tramar una conspiración, para asesinar a Josafat el 12 de noviembre, a no ser que se excusase ante ellos, por haber empleado la violencia. Un sacerdote llamado Elías, fue el encargado de penetrar en el patio de la casa del arzobispo, e insultar a sus criados por su religión, y al amo a quien servían.

Como la escena se repitió varias veces, San Josafat dio permiso a sus criados, de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la iglesia, para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al encuentro, y comenzó a insultarle.

El santo, dio entonces permiso a su diácono, para que mandase encerrar al agresor, en un aposento de la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos, que buscaban algún pretexto para atacarle. Al punto, echaron a vuelo las campanas, y la multitud empezó a clamar, que se pusiese en libertad a Elías, y se castigase al arzobispo. Después del oficio, San Josafat volvió a su casa, y devolvió la libertad a Elías, no sin antes haberle amonestado.

A pesar de ello, el pueblo penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat, y comenzaron a golpear a sus criados. El santo salió al encuentro de la turba, y preguntó: "¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos?   Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz." (Palabras muy parecidas a las de Santo Tomás Becket en ocasión semejante). La turba comenzó entonces a gritar: "¡Muera el Papista!", y San Josafat cayó atravesado por una alabarda, y herido por una bala. Su cuerpo fue arrastrado por las calles, y arrojado al río Divna.

El martirio del santo, produjo como resultado inmediato, un movimiento en favor de la unidad católica. Desgraciadamente, la controversia se prolongó con violencia, y los disidentes tuvieron también un mártir, el abad Anastasio de Brest, quien fue ejecutado en 1648. Por otra parte, el arzobispo Melecio Smotritsky, se reconcilió más tarde con la Santa Sede.

La gran reunión rutena existió, con altos y bajos, hasta que después de la partición de Polonia, los soberanos rusos, obligaron por la fuerza a los rutenos católicos, a unirse con la Iglesia Ortodoxa de Rusia.

El comunismo, posteriormente, en el siglo XX, favoreció la opresión de la fe católica. Hoy como ayer, es necesaria la intercesión y el ejemplo, de San Josafat, a favor de la unión en la verdad y el amor.

San Josafat Kunsevich, fue canonizado en 1867, por el Papa Pío IX. Fue el primer santo de la Iglesia de oriente, canonizado con proceso formal, de la Sagrada Congregación de Ritos. Quince años más tarde, León XIII fijó el 14 de noviembre, como fecha de la celebración de su fiesta, en toda la Iglesia de Occidente. La reforma litúrgica, movió la fiesta al 12 de noviembre.

El Papa Pío XI, declaró a San Josafat, Patrón de la Reunión entre Ortodoxos y Católicos, el 12 de noviembre de 1923, III centenario de su martirio.

El 25 de Noviembre de 1963, durante el Concilio Vaticano II, y por petición del Papa Juan XXIII, quién estaba muy interesado en la unidad, el cuerpo de San Josafat, finalmente encontró su descanso, en el altar de San Basilio, en la Basílica de San Pedro.

Bibliografía: -Vida de los Santos de Butler, Vol IV.

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Derramó su sangre, por la unidad de la Iglesia

De la carta Encíclica, Ecclesiam Dei, del papa Pío XI

Sabemos que la Iglesia de Dios, constituida por su admirable designio, para ser en la plenitud de los tiempos, como una inmensa familia, que abarque a todo el género humano, es notable, por institución divina, tanto por su unidad ecuménica, como por otras notas que la caracterizan.

En efecto, Cristo el Señor, no sólo encomendó a los Apóstoles, la misión que Él había recibido del Padre, cuando les dijo: “Se me ha dado pleno poder, en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos en todos los pueblos”, sino que quiso también que el Colegio Apostólico, tuviera la máxima unidad, unido por un doble y estrecho vínculo, a saber: intrínsecamente, por una misma fe y por el amor, que ha sido derramado en nuestros corazones, con el Espíritu Santo; extrínsecamente, por el gobierno de uno solo sobre todos, ya que confirió a Pedro, la primacía sobre los demás Apóstoles, como principio perpetuo, y fundamento visible de unidad. Y para que esta unidad y acuerdo, se mantuviera a perpetuidad, Dios providentísimo, la consagró en cierto modo, con el signo de la santidad y del martirio.

Este honor tan grande, obtuvo aquel arzobispo de Pólotzk, llamado Josafat, de rito eslavo oriental, al que con razón, consideramos como el hombre más eminente y destacado, entre los eslavos de rito oriental, ya que difícilmente encontraríamos a otro, que haya contribuido a la gloria y provecho de la Iglesia, más que éste, su pastor y apóstol, principalmente cuando derramó su sangre, por la unidad de la Santa Iglesia.

Además, sintiéndose movido por un impulso celestial, comprendió que podría contribuir en gran manera, al restablecimiento de la santa unidad universal de la Iglesia, el hecho de conservar en ella, el rito oriental eslavo, y la institución de la vida monástica, según el espíritu de San Basilio.

Pero entretanto, preocupado principalmente por la unión de sus conciudadanos, con la cátedra de Pedro, buscaba por doquier, toda clase de argumentos que pudieran contribuir, a promover y confirmar esta unidad, sobre todo estudiando atentamente los libros litúrgicos, que según las prescripciones de los Santos Padres, usaban los mismos orientales separados.

Con esta preparación tan diligente, comenzó a dedicarse a la restauración de la unidad, con tanta fuerza y tanta suavidad a la vez, y con tanto fruto, que sus mismos adversarios lo llamaban «ladrón de almas».

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por intercesión y los méritos, del amado Arzobispo y Mártir San Josafat, podamos los cristianos, renovar nuestra unidad, en la forma que Tú consideres apropiado, como ya lo dispusiste en la Consagración de Rusia, al Sagrado Corazón de la Virgen María, que se hizo en unión de todos los obispos católicos y ortodoxos, bajo el pontificado de Juan Pablo II, según lo pidió la Virgen en Fátima, a los pastorcillos.

Gracias a esta consagración, pudo ponerse fin a la guerra fría, y a una Tercera Guerra Mundial, por lo que te pedimos que esta unión, se haga efectiva, en los corazones de todos los cristianos, y así poder servir de vehículo, para preservar la paz mundial, y desterrar la violencia y el armamentismo. Te lo pedimos por el Corazón de María, nuestra madre, que Vive y Reina eternamente contigo, por los Siglos de los Siglos. Amén.

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