viernes, 9 de octubre de 2020

9 de Octubre

San Abraham


Patriarca, Profeta, Sacerdote

Abraham se abandonó completamente a la Voluntad Divina

El abandono nos libera de los hombres, y de nosotros mismos, deseando complacer sólo a Dios.

Breve

Abraham es para la religión judía, cristiana e islámica, el primero de los patriarcas postdiluvianos, del pueblo de Israel.

El nombre de «Abraham» significa padre de muchos pueblos, y según el relato del Génesis, Dios se lo impuso, a un hombre llamado «Abrán» (o «Abram»), en el momento de establecer un pacto con él, que incluía su deseo de convertirlo, en el origen de un pueblo, del que sería su Dios, y al que le daría la tierra de Canaán, como posesión perpetua.

En Génesis 14, Abraham procura obtener el Sacerdocio de Dios, uno de sus mayores anhelos, y quien representa el Sacerdocio, según el Orden de Jehová, o Sacerdocio del Dios Altísimo, es Melquisedec, rey de Salem, quien es Sumo Sacerdote, y éste le confiere el sacerdocio; aparentemente Lot parece recibirlo también. Con esta investidura, Abraham refuerza su relación con Dios, quien le bendice sobre maneramente.

Cuando Abraham tiene noventa y nueve años de edad, el Señor se le aparece de nuevo, y confirma su pacto con Él: Sarai dará a luz a un hijo, que será llamado Isaac, y la casa de Abraham deberá, a partir de entonces, circuncidarse.

Entonces le dice, que no se llamará Abram, sino Abraham, y dirigiéndose a Sarai, le dice que ya no se llamará mas así, sino que su nombre será Sara. Finalmente, y en cuanto a Ismael, dice que engendrará doce príncipes, que se convertirán en una gran nación.

Un rasgo recurrente de la historia de Abraham, son los convenios entre él y Dios, que se reiteran y reafirman varias veces. Cuando a Abraham se le dice, que abandone la ciudad de Ur Casdim, el Señor promete «Yo haré de ti un gran pueblo».

Conocemos también a Abraham, por el relato del sacrificio, de su hijo Isaac a Dios (Génesis 22:1-19).

Algún tiempo después del nacimiento de Isaac, el Señor ordenó a Abraham, que le ofreciera a su hijo en sacrificio, en la región de Moriah.

El patriarca viajó durante tres días, hasta que encontró el túmulo, que Dios le mostró. Ordenó al siervo que esperara, mientras que él e Isaac, subían solos a la montaña. Isaac iba llevando la leña, en la que sería sacrificado.

A lo largo del camino, Isaac pregunta una y otra vez a Abraham, dónde estaba el animal para el holocausto. Abraham respondía, que el Señor proporcionaría uno. Justo cuando Abraham iba a sacrificar a su hijo, se lo impidió un ángel, y en ese lugar, le dio un carnero, que sacrificó en lugar de su hijo.

Por eso se dice, «El monte de Yavé provee». Como recompensa por su obediencia, recibió otra promesa, de una numerosa descendencia y prosperidad. Abraham se abandonó completamente a la Voluntad Divina.

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Reflexionemos junto a San Abraham respecto al Abandono de la Propia Voluntad, camino de Comunión con Dios

El Santo Abandono, es el acto mas perfecto de amor a Dios, que un alma pueda producir... El que da a Dios su voluntad, se da así mismo y da todo... Esta es la manera más noble, más perfecta y más pura de amar... Mas si el abandono, perfecciona las virtudes, perfecciona también la unión del alma con Dios...”[1]

I. Naturaleza:

Consiste en una amorosa, entera y entrañable sumisión y concordia, de nuestra voluntad con la de Dios, en todo cuanto disponga, o permita de nosotros. Cuando es perfecta, se le conoce como Santo abandono.” [2]

El abandono en las manos del Señor, requiere de sufrimiento, pero debe ser llevado con amor, y con la confianza, de que Dios nos esta purificando para unirnos a Él.

Esta unión con Él, no puede darse, si no nos despegamos de nosotros mismos, sino curamos nuestro orgullo, y no nos sometemos a Él, con espíritu dócil y con decisión firme, a abandonar nuestra voluntad, para que Él pueda gobernar nuestra vida.

San Ambrosio dice, "el que tiene su participación en Dios, no debe tener otro cuidado, que el de aplicarse a Él, y todo cuanto se emplea en otra cosa, es un robo que se hace, al servicio y culto que se le debe”.[3] Este abandono tiene su fundamento en la caridad.

II. Excelencia:

Lo que constituye la excelencia del Santo Abandono, es la incomparable eficacia que posee, para remover todos los obstáculos que impiden la acción de la gracia, para hacer practicar con perfección, las más excelsas virtudes, y para establecer el reinado absoluto de Dios”.[4]

El Santo Abandono, es el que después de todo nuestro crecimiento, en la vida de virtud, acabará de purificar y de despegar nuestra alma, para dirigirla completamente a Dios.

III. Necesidad:

La necesidad de entrar por esta vía, puede demostrarse por una triple razón:

1. El derecho Divino: a) Somos siervos de Dios. No nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Dios. b) Somos hijos y amigos de Dios. El hijo debe estar sometido a su Padre, por amor, y la amistad produce la concordia de voluntades.

2. Nuestra utilidad: por la gran eficacia santificadora de esta vía.

3. El ejemplo de Cristo: Toda la vida de Cristo en la tierra, consistió en cumplir la voluntad del Padre”.[5]

La perfección consiste, en hacer su voluntad, en ser lo que Él quiere que seamos”.[6] Nuestro grado de perfección, depende del grado de nuestra conformidad, con la voluntad divina. La Fe nos hace conocer a Dios, y nos muestra la bajeza de nuestra condición humana; más la conformidad a la voluntad de Dios, une aún mas directa e íntimamente, nuestra voluntad con la de Él, poniendo el alma, al servicio completo del Soberano Dueño.

Esta es la vía que mas glorifica a Dios, la que más santifica al alma, la menos sujeta a ilusiones; la que proporciona mayor paz al alma; la que mejor hace practicar las virtudes; la más a propósito, para adquirir el espíritu de oración; la más parecida al martirio e inmolación de sí mismo, y la que asegura en la hora de la muerte”.[7]

IV. La Voluntad de Dios se manifiesta de dos maneras:

1- “La Voluntad de Signo: los Mandamientos de Dios y de la Iglesia; los consejos, las inspiraciones de la gracia; y por lo que toca a las comunidades, las Constituciones y las Reglas”.[8]

2-“La Voluntad de Beneplácito: Consiste en someterse a todos los acontecimientos providenciales, queridos o permitidos por Dios, para nuestro mayor provecho y santificación”.[9]

V- Grados de conformidad con la voluntad de Dios

San Bernardo distingue tres grados, los correspondientes a la perfección Cristiana:

1- El incipiente: Movidos por el temor, lleva la cruz de Cristo pacientemente

2- El proficiente: movido por la esperanza, la lleva con cierta alegría.

3- El perfecto: consumado en la Caridad, se abraza con ella ardientemente”.[10]

VI- Frutos del Santo Abandono

1- Intimidad con Dios. Es el primer fruto que produce el abandono, fundada en una confianza llena de humildad en Dios. Al depositarnos confiadamente como un niño, en las manos de su madre, Él no nos abandonará, pues Él mismo lo dijo en (Mt 19, 14): “Dejad que los niños vengan a mí; y de los que se les asemejan, es el reino de los cielos”.

Cuando el hombre está muy penetrado del amor de Dios, y aspira al Señor con toda la extensión de sus deseos, no repara en las cosas visibles, y tiene continuamente, delante de los ojos de su alma, de día y de noche, al acostarse y al levantarse, la imagen de aquel objeto amado, que quiere y desea”. [11] S. Juan Crisóstomo­

El Santo abandono, nos hace reconocer nuestra nada, y esperarlo todo de Él, dejando que sea Él, quien conduzca nuestra vida, y que sea Él, quien nos lleve a la santidad.

2- Sencillez y libertad. El alma que se abandona a la voluntad de Dios, es sencilla, ya esté enferma o sana, con tiempo o esté ocupada, sea alagada o humillada, lo recibe todo venido de las manos de Dios.

"Grande fuerza alcanza el verdadero amor; y el que es perfectamente amado, se apodera de toda la voluntad del amante: nada manda tanto como la caridad. Nosotros, si de veras amamos a Cristo, si nos acordamos de que estamos redimidos con su sangre, ya no debemos querer, ni hacer, sino lo que sabemos que Él quiere”.[12] S. Paulino

El alma encuentra su libertad en cumplir, y aceptar lo que Dios le mande. Ya que su libertad, consiste en querer todo lo que Dios quiere, sin inclinarse voluntariamente a otro lado, sin detenerse a considerar sus propios deseos, consiente de antemano, en todo lo que le acontezca, de manera que llega un punto, en que su voluntad, esta tan unida a la de Dios, que acepta con gran libertad, todo lo que es venido de su parte.

El abandono nos libera de los hombres y de nosotros mismos, deseando complacer sólo a Dios.

3- Constancia y sinceridad. "El que ama verdaderamente a Dios, debe conservar inviolablemente este amor, en cualquier estado que se halle... Cierto que sería muy poco amor, el que solo durase el tiempo, que Dios os colma de toda especie de beneficios”. [13] S. Ambrosio

Llegando el alma a confiar tanto en Dios, no se engríe si hay triunfos; no se abate si hay derrota, pues teniendo todo como venido de Dios, se lanza con espíritu fuerte a realizar la voluntad de Dios.

Es vivir la vida, en un auténtico desprendimiento, como lo dice San Francisco de Sales: No pedir nada, ni rehusar nada.

4- Paz y alegría. La paz y la alegría, constituyen aquí en la tierra la verdadera felicidad, y es proporcionada al alma, que se abandona completamente a Dios. El alma, al estar conforme a la voluntad de Dios, encuentra reposo; y aunque esté pasando por numerosas pruebas, el alma es semejante a un río caudaloso, en que no se turba, por muy dura que sea la prueba, pues está consciente que todo proviene de las manos de Dios.

El hecho de saber el alma, que está cumpliendo con la voluntad de Dios, la llena de mucha paz y alegría, que solo el alma misma puede comprender. El Santo Cura de Ars decía, “La cruz es lo que ha dado la paz al mundo; es ella quien ha de traerla a nuestros corazones. Todas nuestras miserias, vienen de que no la amamos...”[14]

5- Muerte santa y valimiento cerca de Dios. El Santo abandono, nos asegura una buena muerte, pues como dice Santa Teresita del Niño Jesús: “Yo no he dado a Dios, sino mi amor. Él me devolverá amor. Él cumplirá todos mis deseos en el cielo, porque yo no he hecho jamás mi voluntad en la tierra”. [15]

El alma abandonada a la voluntad de Dios, espera la muerte, como el momento en que su alma, reposará para siempre en los brazos de su Dueño. Abandonada en Dios, acepta este momento, sin temor de que el Señor la desamparará.

San Ignacio de Loyola, se derretía en lágrimas, cada vez que pensaba que la muerte, le abriría las puertas del cielo. Tenía tal deseo de unirse a Dios, que en su última enfermedad, los médicos le prohibieron pensar en la muerte; porque este pensamiento le enardecía tanto, que le hacía palpitar violentamente su corazón, poniendo en peligro su vida”.[16]

Bibliografía

[1] El Santo abandono, Lehodey, pág. 508-509.

[2] Royo Marín Teo. De la Perfección Cristiana. pág. 768

[3] Sentencias de los Santos Padres tomo I pág.78

[4] Teo. De la Perfección Cristiana Royo Marín pág. 771

[5] Teo. De la Perfección Cristiana Royo Marín pág. 771

[6] Santa Teresa del Niño Jesús Historia de un Alma, pág. 15 cap. I

[7] Royo Marín Teo. de la Perfección Cristiana. pág 771

[8] Compendio de la Teología Ascética y Mística Ad. Tanquerey pág. 260

[9] Compendio de la Teología Ascética y Mística Ad. Tanquerey pág. 263

[10] Compendio de la Teología Ascética y Mística Ad. Tanquerey pág. 267

[11] Sentencias de los Santos Padres tomo I pág.10

[12] Sentencias de los Santos Padres tomo I pág.31

[13] Sentencias de los Santos Padres tomo I pág.30

[14] El Santo abandono, Lehodey, pág 533

[15] El Santo abandono, Lehodey, pág 544

[16] Teología de la Salvación, Royo Marín. Pág. 267

Oración Final: Señor mío y Dios mío, que por los méritos y la intercesión de San Abraham, podamos siempre abandonarnos a tu Santa Voluntad, con alegría y desprendimiento, comprendiendo que sólo seremos verdaderamente libres, siendo esclavos de tu Santa Voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, que Vive y Reina por siempre. Amén.

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