miércoles, 14 de octubre de 2020

14 de Noviembre

San José María Pignatelli

Restaurador de los Jesuitas

(1737-1811)

Breve

El mérito especial de este santo, fue el de conservar lo que quedaba, de la Compañía de Jesús, que es la Comunidad religiosa más numerosa en la Iglesia Católica, y tratar de que los religiosos de esa comunidad, pudieran sobrevivir, a pesar de una terrible persecución.

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De familia italiana, nació en Zaragoza (España), en 1737. Se hizo jesuita, y empezó a trabajar, en los apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo a los niños, y a los presos.

En 1767, la masonería mundial, se puso de acuerdo para pedir a todos los gobernantes, que expulsaran de sus países a los Padres Jesuitas. El rey Carlos III de España, obedeció las órdenes masónicas, y declaró que de España, y de todos los territorios de América, que dependían de ese país, quedaban expulsados los jesuitas. Con este decreto injusto, le hizo un inmenso mal a muchas naciones, y a la Santa Iglesia Católica.

El Padre José Pignatelli y su hermano, que eran de familia de la alta clase social, recibieron la oferta de poder quedarse en España, pero con la condición de que se salieran de la Compañía de Jesús. Ellos no aceptaron esto, y prefirieron irse al destierro. Se fueron a la Isla de Córcega, pero luego los franceses invadieron esa isla, y de allá también los expulsaron.

En 1774, el Papa Clemente XIV, por petición de los reyes de ese tiempo, emitió un decreto, suprimiendo la Compañía de Jesús. Como efecto de ese Decreto, 23,000 jesuitas se quedaron fuera de sus casas religiosas.

El Padre Pignatelli y sus demás compañeros, cuando oyeron que leían el terrible decreto, exclamaron: "Tenemos voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de todo corazón".

Durante los 20 años siguientes, la vida del Padre José, y la de los demás jesuitas, será de tremendos sufrimientos. Pasando por situaciones económicas sumamente difíciles, como los demás jesuitas, dejados sin su comunidad, pero siempre sereno, prudente, espiritual, amable y fiel.

Se fue a la ciudad de Bolonia, y allí estuvo dedicado a ayudar a otros sacerdotes, en sus labores sacerdotales, y a coleccionar libros y manuscritos, relacionados con la Compañía de Jesús, y a suministrar ayuda a sus compañeros de religión. Muchos de ellos estaban en la miseria, y si eran españoles, no les dejaban ni siquiera ejercer el sacerdocio.

Un día, al pasar frente a una obra del gobierno, alguien le dijo, que aquello lo habían construido, con lo que les habían quitado a los jesuitas, y Pignatelli respondió: “Entonces deberían ponerle por nombre "Haceldama"”, porque así se llamó el campo que compraron, con el dinero que Judas consiguió, al vender a Jesús.

Cuando los gobiernos de Europa, se declaraban en contra de los jesuitas, la emperatriz de Rusia, Catalina, prohibió publicar en su país el decreto, que mandaba acabar con la Compañía de Jesús, y recibió allá a varios religiosos de esa comunidad. El Padre Pignatelli, con permiso del Papa Pío VI, se afilió a los jesuitas que estaban en Rusia, y con la ayuda de ellos, empezó a organizar otra vez a los jesuitas en Italia.

Conseguía vocaciones, y mandaba los novicios a Rusia, y allá eran recibidos en la comunidad. El jefe de los jesuitas de Rusia, lo nombró provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII aprobó ese nombramiento. Así, la comunidad empezaba a renacer otra vez, con gran sigilo y en completo secreto.

El Padre Pignatelli, oraba y trabajaba sin descanso, por conseguir que su Comunidad volviera a renacer. En 1804, logró con gran alegría, que en el reino de Nápoles, fuera restablecida la Compañía de Jesús. Fue nombrado Provincial. Con las generosas ayudas que le enviaban sus familiares, logró restablecer casas de Jesuitas en Roma, en Palermo, en Orvieto y en Cerdeña.

Ya estaba para conseguir que el Sumo Pontífice, restableciera otra vez la Compañía de Jesús, cuando Napoleón se llevó preso a Pío VII al destierro.

El Padre Pignatelli murió en 1811, sin haber logrado que su amada Comunidad religiosa, lograra volver a renacer plenamente, pero tres años después de su muerte, al quedar libre de su destierro el Papa Pío VII, y al regresar a Roma, decretó que la Compañía de Jesús, volvía a quedar instituida en todo el mundo.

Con razón Pío XI, llamaba a San José Pignatelli: "el anillo que unió la Compañía de Jesús, que había existido antes, con la que empezó a existir nuevamente".

Los Jesuitas lo recuerdan con inmensa gratitud, y nosotros le suplicamos a Dios, que a esta comunidad, y a todas las demás comunidades religiosas, de la Iglesia Católica, las conserve llenas de un gran fervor, y de grandísima santidad.

Oración: Te rogamos Dios y Señor nuestro, que bendigas a la Orden Jesuita, por todas sus contribuciones a la Iglesia a lo largo de los siglos, muchas de ellas adelantadas a su tiempo. Te rogamos también, por nuestro Papa Francisco, de la Orden Jesuita, para que lo bendigas, y lo guíes en su labor apostólica. Por nuestro Señor Jesucristo, que Vive por Siempre. Amén.

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