Segunda
Feria, 13 de noviembre
San
Leandro, Arzobispo de Sevilla
(540-
600)
Breve
Hermano
de los Santos Fulgencio, Florentina e Isidoro, presidió el Concilio
III de Toledo (año 589), en el que se logró la conversión
del rey visigodo Recaredo, y la unidad católica de la nación
española.
Murió
hacia el año 600, y su cuerpo fue trasladado a la catedral
hispalense.
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Defensor
y restaurador de la Fe
Del
libro de San Isidoro, Obispo, sobre los varones ilustres
Cap. 41: PL 83, 1103-1104
Cap. 41: PL 83, 1103-1104
Leandro,
hijo de Severino, natural de Cartagena, fue primeramente monje, y
después metropolitano de la Bética. Era hombre de condición
apacible, de extraordinaria inteligencia, y de preclarísima
moralidad y doctrina.
La
conversión de los visigodos de la herejía arriana a la fe católica,
fue fruto de su constancia y prudencia. Antes había sufrido
destierro, y aprovechó este tiempo para redactar dos volúmenes
contra los arrianos; y una exhortación a su hermana Florentina,
sobre la vida consagrada y el desprecio del mundo.
Trabajó
asiduamente en la restauración litúrgica, arregló el Salterio, y
compuso sentidas melodías para la Santa Misa, con los Laudes y
Salmos. Escribió variedad de cartas al papa Gregorio, a su propio
hermano, y a varios prelados. Gobernó su diócesis en tiempos del
rey Recaredo.
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Gozo
de la unidad de la Iglesia
De
la homilía pronunciada por San Leandro en honor de la Iglesia, al
final del Concilio III de Toledo
PL
72, 894-895
Regocíjate
y alégrate, Iglesia de Dios, gózate, porque formas un solo cuerpo
para Cristo. Ármate de fortaleza, y llénate de júbilo. Tus
aflicciones se han convertido en gozo. Tu traje de
tristeza se cambiará por el de alegría. Ya queda atrás tu
esterilidad y pobreza.
En
un solo parto, diste a Cristo innumerables pueblos. Grande es tu
Esposo, por cuyo imperio eres gobernada. Él
convierte en gozo tus sufrimientos, y te devuelve a tus enemigos
convertidos en amigos.
No
llores ni te apenes, porque algunos de tus hijos se hayan separado de
ti temporalmente. Ahora vuelven a tu seno, gozosos y enriquecidos.
Fíate
de tu cabeza, que es Cristo. Afiánzate en la fe. Se
han cumplido las antiguas promesas. Sabes cuál es la dulzura de la
caridad, y el deleite de la unidad. No predicas sino la unión de las
naciones. No aspiras más que a la unidad de los pueblos. No siembras
más que semillas de paz y caridad. Alégrate en el Señor, porque no
has sido defraudada en tus sentimientos.
Pasados
los hielos invernales, y el rigor de las nieves, has dado a luz, como
fruto delicioso, como suaves flores de primavera, a aquellos que
concebiste entre gemidos y oraciones ininterrumpidas.
Oración
Te
pedimos Oh Dios, que por medio de tu obispo San Leandro, pasen los
hielos invernales en el corazón de España y de Europa, y
manteniendo la paz y unidad interior – especialmente en estos días
en nuestras amadas España y Gran Bretaña - , puedan volver a
irradiar el calor y la luz de la Fe en tu Divino Hijo al mundo
entero. Por nuestro Señor Jesucristo, que Vive por Siempre. Amén.
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