Domingo
12 de noviembre
SAN
JOSAFAT
+1623
Obispo
y Mártir
Lo
llamaron «ladrón de almas»
Etim:
Josafat: "Dios es mi juez"
San
Josafat - Basilica de S. Josafat, Milwauke
Breve
Nace en Vladimir de Volhinia, por el año 1580, de padres ortodoxos; se convirtió a la fe católica, e ingresó en la Orden de San Basilio. Ordenado sacerdote en el rito bizantino en 1609. Ordenado obispo de Vitebsk 1617, meses más tarde, Arzobispo de Polotzk, Lituania.
Trabajó
infatigablemente por la unidad de la Iglesia. Perseguido a muerte por
sus enemigos, sufrió el martirio en el año 1623.
Protomártir
de la re-unificación de la cristiandad.
Canonizado
en 1867.
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En
Octubre de 1595, el metropolitano de los ortodoxos disidentes de
Kiev, y otros cinco obispos, que representaban a millones de rutenos
(hoy llamados ucranios), hallándose reunidos en Brest-Litovsk,
ciudad de Lituania, decidieron someterse al Papa, y estar en comunión
con la Iglesia católica. Se trata de la histórica Unión de Brest.
Esta
unificación dio lugar a grandes controversias, llegándose hasta la
violencia. San Josafat por aquel tiempo era muy jovencito, pero
aquellos eventos tendrían un profundo impacto en su vida, ya que él
mismo daría su vida por la unidad de la Iglesia.
Su
nombre de bautismo era Juan Kunsevich.
Su padre, que era un católico de buena familia, puso a su hijo en la
escuela de su pueblo natal. Después Juan, entró a trabajar como
aprendiz en una tienda de Vilna, pero en vista de que el comercio no
estaba en su corazón, empleaba sus tiempos libres aprendiendo el
eslavo eclesiástico, para comprender mejor los divinos oficios, y
poder recitar diariamente el oficio bizantino.
Juan
conoció por entones a Pedro Arcudius, rector del colegio oriental de
Vilna, así como a los jesuitas Valentín Fabricio y Gregorio
Gruzevsky, quienes se interesaron por él, y le alentaron a seguir
adelante.
Al
principio, el amo de Juan no veía con muy buenos ojos sus
inquietudes religiosas, pero el joven supo cumplir tan bien con sus
obligaciones, que el comerciante acabó por ofrecerle que se asociase
con él, y tomase por esposa a una de sus hijas. Juan rehusó ambas
proposiciones, pues estaba decidido a hacerse monje.
En
1601, ingresó en el monasterio de la Santísima Trinidad de Vilna.
El santo indujo también a seguir su ejemplo a José Benjamín
Rutsky, un hombre muy culto, convertido del calvinismo. Los dos
jóvenes monjes empezaron juntos a trazar planes, para promover la
unión y reformar la observancia en los monasterios rutenos. Desde
entonces se llamó Josafat; recibió el diaconado, después el
sacerdocio, y pronto adquirió fama por sus sermones sobre la unión
con Roma.
Su
vida personal era muy austera, ya que añadía a las penitencias
acostumbradas en las reglas monásticas del oriente, otras
mortificaciones tan severas, que en más de una ocasión le
criticaron los mismos monjes. En el proceso de beatificación, el
burgomaestre de Vilna declaró que "no había en el pueblo
ningún religioso más bueno que el Padre Josafat".
Josafat,
al notar que su superior, Samuel, el abad del monasterio de la
Santísima Trinidad, manifestaba tendencia a separarse de Roma,
se lo advirtió a sus superiores. El arzobispo de Kiev sustituyó a
Samuel por Josafat.
Bajo
su gobierno, el monasterio se repobló. Ello movió a sus
superiores a retirarle del estudio de los Padres orientales, para que
fundase otros monasterios en Polonia.
En
1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev, y Josafat Ie sucedió
en el cargo de abad de Vilna. Cuando el nuevo metropolitano fue a
tomar posesión de su catedral, Josafat le acompañó en el viaje, y
aprovechó la ocasión para visitar el famoso monasterio de las
Cuevas de Kiev.
Pero
la comunidad de dicho monasterio, que se componía de más de 200
monjes estaba relajada, y el reformador católico estuvo a punto de
ser arrojado al río Dnieper. Aunque sus esfuerzos por hacer volver a
la unidad a la comunidad fracasaron, su ejemplo y sus exhortaciones
consiguieron hacer cambiar un tanto la actitud de los monjes.
Obispo
ejemplar
En
1617, el Padre Josafat fue consagrado obispo de Vitebsk, con derecho
de sucesión a la sede de Polotsk. Pocos meses después, murió el
anciano arzobispo de esa sede, y Josafat se halló al frente de una
eparquía extensa, pero poco fervorosa. Muchos se inclinaban al
cisma, porque temían que Roma interfiriese en sus ritos y
costumbres.
Las
iglesias estaban en ruinas, y se hallaban en manos de los laicos.
Muchos miembros del clero secular habían
contraído matrimonio; algunos varias veces. La
vida monástica estaba en decadencia. Josafat pidió ayuda a algunos
de sus hermanos de Vilna, y emprendió la tarea: reunió sínodos en
las ciudades principales, publicó e impuso un texto de catecismo,
redactó una serie de ordenaciones sobre la conducta del clero, y
combatió la interferencia de los "señores", en los
asuntos de las iglesias locales.
A
todo ello añadió el ejemplo de su vida, su celo en la
instrucción, la predicación, la administración de sacramentos, y
la visita a los pobres, a los enfermos, a los prisioneros, y a las
aldeas más remotas.
Hacia
1620, prácticamente toda la eparquía era ya sólidamente católica,
el orden estaba restaurado, y el ejemplo de aquel puñado de hombres
buenos, había producido un renacimiento de la vida cristiana.
Pero
en ese mismo año, disidentes en la región, que se había unido a
Roma, establecieron obispos paralelos, contrarios a Roma. Así, un
tal Melecio Smotritsky fue nombrado arzobispo de Polotsk, sede de San
Josafat, y se dedicó enérgicamente a destruir la obra del arzobispo
católico, diciendo que Josafat se había "convertido al
latinismo", que iba a obligar a sus fieles a seguir su ejemplo,
y que el catolicismo no era la forma tradicional del cristianismo
ruteno.
La
nobleza y la mayoría del pueblo estaban por la unión, pero
habían zonas disidentes. Otro monje llamado Silvestre Smotritsky
recorrió las poblaciones de Vitebsk, Mogilev y Orcha, sublevando a
la gente contra el catolicismo. Cuando el rey de Polonia proclamó un
decreto, afirmando que Josafat era el único arzobispo legítimo de
Polotsk, se produjeron desórdenes no sólo en Vitebsk, sino en la
misma Vilna. El decreto fue leído públicamente en presencia del
santo, y éste estuvo a punto de perder la vida.
El
canciller de Lituania, León Sapieha, que era católico, temeroso de
los resultados políticos de la inquietud general, prestó oídos a
los rumores esparcidos por los disidentes, que fuera de Polonia,
acusaban a San Josafat de haber sido el causante de los desórdenes
con su política.
Así
pues, en 1622, Sapieha escribió al santo acusándole de emplear la
violencia para mantener la unión; de exponer el reino al peligro de
una invasión de los cosacos; de sembrar la discordia entre el
pueblo; de haber clausurado por la fuerza ciertas iglesias no
católicas, y de otras cosas por el estilo. Tan solo era cierto que
Josafat, había pedido el auxilio del gobierno, para recobrar la
iglesia de Mogilev, de la que se habían apoderado los disidentes.
El
arzobispo tuvo que hacer frente también a la oposición, las
críticas y la falta de comprensión de algunos católicos. Una
de las razones por la que que una parte del pueblo, fácilmente se
dejó llevar por las falsas acusaciones, era para
evitar la disciplina y las exigencias morales del renacimiento
católico.
En
octubre de 1623, sabedor de que Vitebsk era todavía el centro de la
oposición, decidió ir allá personalmente. Sus amigos no lograron
disuadirle, ni convencerle, de que llevase una escolta militar. "Si
Dios me juzga digno de merecer el martirio, no temo morir'",
respondió San Josafat.
Así
pues, durante dos semanas predicó en las iglesias de Vitebsk, y
visitó a los fieles sin distinción alguna. Sus enemigos le
amenazaban continuamente, y provocaban a sus acompañantes, para
poder asesinarle aprovechando el desorden.
El
día de la fiesta de San Demetrio, una turba enfurecida rodeó al
mártir, el cual les dijo: "Sé que queréis matarme, y que
me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los
caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como
vuestro pastor, y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz
de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada
unión, por la supremacía de San Pedro, y del Romano Pontífice".
Martirio
Smotritsky,
responsable de la agitación, probablemente solo pretendía obligar
al santo a salir de la ciudad. Pero sus partidarios, empezaron a
tramar una conspiración para asesinar a Josafat el 12 de noviembre,
a no ser que se excusase ante ellos, por haber empleado la violencia.
Un sacerdote llamado Elías, fue el encargado de penetrar en el patio
de la casa del arzobispo, e insultar a sus criados por su religión,
y al amo a quien servían.
Como
la escena se repitió varias veces, San Josafat dio permiso a sus
criados de arrestar al sacerdote, si volvía a presentarse. En la
mañana del 12 de noviembre, cuando el arzobispo se dirigía a la
iglesia, para el rezo del oficio de la aurora, Elías le salió al
encuentro, y comenzó a insultarle. El santo dio entonces permiso a
su diácono, para que mandase encerrar al agresor en un aposento de
la casa. Eso era precisamente lo que deseaban sus enemigos, que
buscaban pretexto para atacarle. Al punto, echaron a vuelo las
campanas, y la multitud empezó a clamar que se pusiese en libertad a
Elías, y se castigase al arzobispo.
Después
del oficio, San Josafat volvió a su casa, y devolvió la libertad a
Elías, no sin antes haberle amonestado. A pesar de ello, el pueblo
penetró en la casa, exigiendo la muerte de Josafat, y golpeando a
sus criados. El santo salió al encuentro de la turba, y preguntó:
"¿Por qué golpeáis a mis criados, hijos míos?
Si tenéis algo contra mí, aquí estoy; dejadlos a ellos en paz."
(Palabras muy parecidas a las de Santo Tomás Becket en ocasión
semejante). La turba comenzó entonces a gritar: "¡Muera el
Papista!", y San Josafat cayó
atravesado por una alabarda, y herido por una bala. Su cuerpo fue
arrastrado por las calles, y arrojado al río Divna.
El
martirio del santo, produjo como resultado inmediato un movimiento en
favor de la unidad católica. Desgraciadamente, la controversia se
prolongó con violencia, y los disidentes tuvieron también un
mártir, el abad Anastasio de Brest, quien fue ejecutado en 1648. Por
otra parte, el arzobispo Melecio Smotritsky, se reconcilió más
tarde con la Santa Sede.
La
gran reunión rutena existió, con altos y bajos, hasta que después
de la repartición de Polonia, los soberanos rusos obligaron por la
fuerza a los rutenos católicos, a unirse con la Iglesia Ortodoxa de
Rusia. El comunismo favoreció la opresión de la fe católica. Hoy
como ayer, es necesaria la intercesión y el ejemplo de San Josafat,
a favor de la unión en la verdad y el amor.
San
Josafat Kunsevich, fue canonizado en 1867, por el Papa Pío IX. Fue
el primer santo de la Iglesia de oriente, canonizado con proceso
formal de la Sagrada Congregación de Ritos. Quince años más tarde,
León XIII fijó el 14 de noviembre, como fecha de la celebración de
su fiesta en toda la Iglesia de occidente. La reforma litúrgica
movió la fiesta al 12 de noviembre.
El
Papa Pío XI, declaró a San Josafat Patrón de la Reunión entre
Ortodoxos y Católicos, el 12 de noviembre de 1923, III centenario de
su martirio.
El
25 de Noviembre de 1963, durante el Concilio Vaticano II, y por
petición del Papa Juan XXIII, quién estaba muy interesado en la
unidad, el cuerpo de San Josafat, finalmente encontró su descanso en
el altar de San Basilio en la Basílica de San Pedro.
Bibliografía:
-Vida de los Santos de Butler, Vol IV.
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Derramó
su sangre por la unidad de la Iglesia
De
la carta Encíclica Ecclesiam Dei del papa Pío XI
Sabemos
que la Iglesia de Dios, constituida por su admirable designio para
ser en la plenitud de los tiempos, como una inmensa familia que
abarque a todo el género humano, es notable, por institución
divina, tanto por su unidad ecuménica, como por otras notas que la
caracterizan.
En
efecto, Cristo el Señor, no sólo encomendó a los Apóstoles la
misión que Él había recibido del Padre, cuando les dijo: “Se
me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced
discípulos de todos los pueblos”, sino que quiso
también que el colegio apostólico tuviera la máxima unidad, unido
por un doble y estrecho vínculo, a saber: intrínsecamente, por una
misma fe y por el amor que ha sido derramado en nuestros corazones
con el Espíritu Santo; extrínsecamente, por el gobierno de uno solo
sobre todos, ya que confirió a Pedro la primacía sobre los demás
Apóstoles, como principio perpetuo y fundamento visible de unidad. Y
para que esta unidad y acuerdo, se mantuviera a perpetuidad, Dios
providentísimo la consagró en cierto modo, con el signo de la
santidad y del martirio.
Este
honor tan grande obtuvo aquel arzobispo de Pólotzk, llamado Josafat,
de rito eslavo oriental, al que con razón, consideramos como el
hombre más eminente y destacado entre los eslavos de rito oriental,
ya que difícilmente encontraríamos a otro, que haya contribuido a
la gloria y provecho de la Iglesia más que éste, su pastor y
apóstol, principalmente cuando derramó su sangre por la unidad de
la Santa Iglesia.
Además,
sintiéndose movido por un impulso celestial, comprendió que podría
contribuir en gran manera, al restablecimiento de la santa unidad
universal de la Iglesia, el hecho de conservar en ella el rito
oriental eslavo, y la institución de la vida monástica según el
espíritu de San Basilio.
Pero
entretanto, preocupado principalmente por la unión de sus
conciudadanos con la cátedra de Pedro, buscaba por doquier toda
clase de argumentos, que pudieran contribuir a promover y confirmar
esta unidad, sobre todo estudiando atentamente los libros litúrgicos,
que según las prescripciones de los santos Padres, usaban los mismos
orientales separados.
Con
esta preparación tan diligente, comenzó a dedicarse a la
restauración de la unidad, con tanta fuerza y tanta suavidad a la
vez, y con tanto fruto, que sus mismos adversarios lo llamaban
«ladrón de almas».
Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por intercesión y los
méritos del amado Obispo y Mártir San Josafat, podamos los
cristianos renovar nuestra unidad, en la forma que Tú consideres
apropiado, como ya lo dispusiste en la Consagración de Rusia al
Sagrado Corazón de la Virgen María, que se hizo en unión de todos
los obispos católicos y ortodoxos, bajo el pontificado de Juan Pablo
II, según lo pidió la Virgen en Fátima a los pastorcillos.
Gracias
a esta consagración, pudo ponerse fin a la guerra fría, y a una
Tercera Guerra Mundial, por lo que te pedimos que esta unión se haga
efectiva en los corazones de todos los cristianos, y así poder
servir de vehículo para preservar la paz mundial, y desterrar la
violencia y el armamentismo. Te lo pedimos por el Corazón de María,
nuestra madre. Amén.
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