Domingo
26 de Noviembre
San
Siricio
38º
Papa de la Iglesia católica
—San
Siricio, papa, 398. Sucedió a San Dámaso, que le había creado
cardenal en 384. De él es la primera decretal auténtica de los
Romanos Pontífices; está dirigida a Hilmerio, obispo de Tarragona,
y en ella se dan diversas medidas disciplinarias, con respecto a los
clérigos y a los monjes, decretando el
celibato para ellos.
Siricio
condenó a los maniqueos, quebrantó la arrogancia de los discípulos
de Prisciliano, y arrojó de Roma a Goeiniano, que negaba la
virginidad de la Madre de Dios.
Siricio
es el primer papa en utilizar su autoridad en sus decretos,
utilizando palabras como: "Mandamos", "Decretamos",
"Por nuestra autoridad..." en el estilo retórico típico
del emperador. Siricio fue también el
primero en usar el título de Papa.
Consagró
la primera basílica de San Pablo Extramuros. Su nombre aún puede
verse en una de las columnas de esta basílica, que no fue dañada
durante el incendio de 1823, que casi la destruyó totalmente.
Otros
Santos y Mártires que recordamos con Amor y Gratitud:
—San
Pedro, patriarca de Alejandría,
decapitado por orden de Galerio, 310. Trabajó mucho para alentar a
los fieles, en los años difíciles de la última persecución. Él
mismo tuvo que huir de su Iglesia, andando errante por Siria y
Palestina. Congregó sínodos para establecer la manera de recibir en
la comunión a los caídos, y condenó al obispo de Sicópolis,
Melecio, que había quemado incienso a los ídolos. Murió con el
presentimiento de las tempestades que iba a desencadenar en la
Iglesia su sacerdote Arrio, que no le dió poco que hacer con su
carácter levantisco.
—San
Humilde de Bisignano, laico,
(1582-1637)
—Santos
Fausto, sacerdote; Didio, Ammonio, Fileas, Esiquio, Pacomio y
Teodoro, obispos egipcios, que fueron martirizados con otros
seiscientos sesenta cristianos en Alejandría, 311.
—San
Marcelo, pb., a quien los
arrianos precipitaron de lo alto de una torre, en tiempo del
emperador Constancio. Nicomedia, 349.
—San
Belino, ob. y m., Padua,
1149.
—San
Amador, ob. de Autun, s. III.
—San
Conrado, ob. de Constanza,
976.
—San
Silvestre, ab. y fd. de la
congregación de los Silvestrinos, bajo la Regla de San Benito, 1267.
—San
Basle o Basilio, Reims, 620.
—San
Estiliano, an., Andrianópolis
(Paflagonia), s. VI
—San
Nicón el Metanoeta o Penitente,
monje, Armenia, 998.
—Santa
Delfina, que guardó la virginidad en el matrimonio,
Apt (Provenza), 1360.
—San
Leonardo de Porto Mauricio,
gran predicador y taumaturgo franciscano del siglo XVIII, que
recorrió, renovando la fe, todas las provincias de Italia. Murió en
Roma, en el año 1751. De él tenemos varios escritos: una Cuaresma,
una colección de Meditaciones, un Directorio, y un librito
intitulado Camino de la eternidad.
Le canonizó Pío IX.
Oración:
Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la
intercesión de San Siricio, y de todos los amantísimos santos que
hoy veneramos, que podamos todos guardar siempre la fidelidad
sacerdotal, conyugal y la personal hacia Tí en todo momento. Por
nuestro Señor Jesucristo, Ayer, Hoy y Siempre. Amén.
Maniqueísmo
Secta
religiosa fundada por un Persa llamado Mani (o Manes) (c. 215-275),
considerado por sus seguidores como divinamente inspirado. Comenzando
en el siglo tercero, se extendió a través del oriente, y en muchas
partes del Imperio Romano.
Los
maniqueos -a semejanza de los gnósticos y los mandeos- eran
dualistas, creerían que había una eterna lucha entre dos principios
opuestos e irreductibles, el bien y el mal, que eran asociados a la
luz (Ormuz), y a las tinieblas (Ahrimán). Según ellos, Dios es el
creador de todo lo bueno, y Satanás el creador de todo lo malo.
Posteriormente
algunos maniqueos distinguían el Dios del Antiguo Testamento (malo),
del Dios del Nuevo Testamento (bueno).
Los
Maniqueos creen que el espíritu del hombre es de Dios, pero el
cuerpo del hombre es del demonio.
En
el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo, por causa de la
materia corporal; por lo tanto, creen que es necesario practicar un
estricto ascetismo para iniciar el proceso de liberación de la luz
atrapada. Desprecian por eso la materia, incluso al cuerpo.
Los
"oyentes" aspiraban a reencarnarse como "elegidos",
los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.
Para
ellos Jesús era el Hijo de Dios, pero que había venido a la tierra
a salvar su propia alma. Jesús, Buda, y otras muchas figuras
religiosas, habían sido enviadas a la humanidad, para ayudarla en su
liberación espiritual.
En
la práctica, el maniqueismo niega la responsabilidad humana por los
males cometidos, porque cree que no son producto de la libre
voluntad, sino del dominio de Satanás sobre nuestra vida.
Dicho
dualismo está condenado por la Iglesia Católica, que reconoce un
solo Dios Todopoderoso, el mismo del Antiguo y Nuevo Testamento, y
que ha vencido sobre todos los demonios y las fuerzas del
mal. También fue condenado por el emperador Diocleciano en el
año 297.
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