domingo, 26 de noviembre de 2017

Domingo 26 de Noviembre

San Siricio


38º Papa de la Iglesia católica

San Siricio, papa, 398. Sucedió a San Dámaso, que le había creado cardenal en 384. De él es la primera decretal auténtica de los Romanos Pontífices; está dirigida a Hilmerio, obispo de Tarragona, y en ella se dan diversas medidas disciplinarias, con respecto a los clérigos y a los monjes, decretando el celibato para ellos.

Siricio condenó a los maniqueos, quebrantó la arrogancia de los discípulos de Prisciliano, y arrojó de Roma a Goeiniano, que negaba la virginidad de la Madre de Dios.

Siricio es el primer papa en utilizar su autoridad en sus decretos, utilizando palabras como: "Mandamos", "Decretamos", "Por nuestra autoridad..." en el estilo retórico típico del emperador. Siricio fue también el primero en usar el título de Papa.

Consagró la primera basílica de San Pablo Extramuros. Su nombre aún puede verse en una de las columnas de esta basílica, que no fue dañada durante el incendio de 1823, que casi la destruyó totalmente.

Otros Santos y Mártires que recordamos con Amor y Gratitud:

San Pedro, patriarca de Alejandría, decapitado por orden de Galerio, 310. Trabajó mucho para alentar a los fieles, en los años difíciles de la última persecución. Él mismo tuvo que huir de su Iglesia, andando errante por Siria y Palestina. Congregó sínodos para establecer la manera de recibir en la comunión a los caídos, y condenó al obispo de Sicópolis, Melecio, que había quemado incienso a los ídolos. Murió con el presentimiento de las tempestades que iba a desencadenar en la Iglesia su sacerdote Arrio, que no le dió poco que hacer con su carácter levantisco.

San Humilde de Bisignano, laico, (1582-1637)
Santos Fausto, sacerdote; Didio, Ammonio, Fileas, Esiquio, Pacomio y Teodoro, obispos egipcios, que fueron martirizados con otros seiscientos sesenta cristianos en Alejandría, 311.
San Marcelo, pb., a quien los arrianos precipitaron de lo alto de una torre, en tiempo del emperador Constancio. Nicomedia, 349.
San Belino, ob. y m., Padua, 1149.
San Amador, ob. de Autun, s. III.
San Conrado, ob. de Constanza, 976.
San Silvestre, ab. y fd. de la congregación de los Silvestrinos, bajo la Regla de San Benito, 1267.
San Basle o Basilio, Reims, 620.
San Estiliano, an., Andrianópolis (Paflagonia), s. VI
San Nicón el Metanoeta o Penitente, monje, Armenia, 998.
Santa Delfina, que guardó la virginidad en el matrimonio, Apt (Provenza), 1360.

San Leonardo de Porto Mauricio, gran predicador y taumaturgo franciscano del siglo XVIII, que recorrió, renovando la fe, todas las provincias de Italia. Murió en Roma, en el año 1751. De él tenemos varios escritos: una Cuaresma, una colección de Meditaciones, un Directorio, y un librito intitulado Camino de la eternidad. Le canonizó Pío IX.

Oración: Te pedimos Señor y Dios nuestro, que por los méritos y la intercesión de San Siricio, y de todos los amantísimos santos que hoy veneramos, que podamos todos guardar siempre la fidelidad sacerdotal, conyugal y la personal hacia Tí en todo momento. Por nuestro Señor Jesucristo, Ayer, Hoy y Siempre. Amén.

Maniqueísmo
Secta religiosa fundada por un Persa llamado Mani (o Manes) (c. 215-275), considerado por sus seguidores como divinamente inspirado. Comenzando en el siglo tercero, se extendió a través del oriente, y en muchas partes del Imperio Romano. 

Los maniqueos -a semejanza de los gnósticos y los mandeos- eran dualistas, creerían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el bien y el mal, que eran asociados a la luz (Ormuz), y a las tinieblas (Ahrimán). Según ellos, Dios es el creador de todo lo bueno, y Satanás el creador de todo lo malo. 

Posteriormente algunos maniqueos distinguían el Dios del Antiguo Testamento (malo), del Dios del Nuevo Testamento (bueno). 

Los Maniqueos creen que el espíritu del hombre es de Dios, pero el cuerpo del hombre es del demonio.

En el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo, por causa de la materia corporal; por lo tanto, creen que es necesario practicar un estricto ascetismo para iniciar el proceso de liberación de la luz atrapada. Desprecian por eso la materia, incluso al cuerpo.

Los "oyentes" aspiraban a reencarnarse como "elegidos", los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.

Para ellos Jesús era el Hijo de Dios, pero que había venido a la tierra a salvar su propia alma. Jesús, Buda, y otras muchas figuras religiosas, habían sido enviadas a la humanidad, para ayudarla en su liberación espiritual.

En la práctica, el maniqueismo niega la responsabilidad humana por los males cometidos, porque cree que no son producto de la libre voluntad, sino del dominio de Satanás sobre nuestra vida.

Dicho dualismo está condenado por la Iglesia Católica, que reconoce un solo Dios Todopoderoso, el mismo del Antiguo y Nuevo Testamento, y que ha vencido sobre todos los demonios y las fuerzas del mal. También fue condenado por el emperador Diocleciano en el año 297.



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