Domingo 6
de septiembre
BEATO
BERTRÁN DE GARRIGUES
(†
1230)
Presbítero
de la Orden de los Dominicos, la Orden de los predicadores, fundada
por Santo Domingo de Guzmán. Oriundo de Nimes, sur de Francia.
A
decir de un contemporáneo fue “varón de gran santidad y de un
rigor inexorable para consigo, acérrimo mortificador de su carne,
que había copiado en muchas cosas la vida ejemplar de su maestro
Santo Domingo”, fundador de los Dominicos – la Orden de los
Predicadores.
Caminando
fray Bertrán con el santo fundador hacia París, después de hacer
noche en el santuario de Nuestra Señora de Rocamador, se les unieron
al paso unos peregrinos alemanes que, oyéndoles cantar salmos y la
letanía de la Virgen, no pudieron menos de sentirse edificados. Al
llegar a una aldea les invitaron a quedarse y les obsequiaron
espléndidamente, y así cuatro días seguidos. Al quinto día el
bienaventurado Domingo manifestó a fray Bertrán, que debían
predicarles a Jesucristo en alemán, para poder instruirlos mejor. En
cuanto se arrodillaron para hacer esa petición y, con gran asombro
de los peregrinos, comenzaron a hablar alemán, caminando
juntos aún otros cuatro días, hablándoles de Jesucristo, hasta
llegar a Orleáns, donde los alemanes, que deseaban ir a Chartres, se
despidieron de ellos, encomendándose a sus oraciones.
También
se supo de otro milagro. En cierta ocasión, viajando Bertrán con el
bienaventurado Santo Domingo, estalló una gran tormenta y la lluvia
inundaba los caminos. Entonces el maestro Domingo hizo la señal de
la cruz, y pudieron proseguir la marcha sin que el agua les
tocase, formándose una especie de cortina protectora a tres
codos de distancia según andaban. Este hecho tuvo lugar entre
Montreal y Carcasona. La devoción popular para perpetuar este suceso
levantó una ermita, que la Revolución Francesa destruyó, erigiendo
el pasado siglo un monumento con la siguiente inscripción: "Aquí,
en el siglo XIII fueron milagrosamente preservados de la lluvia
torrencial el glorioso Santo Domingo y su compañero San Bertrán de
Garriga. Santo Domingo y San Bertrán, rogad por nosotros y libradnos
de las tormentas".
En
otra ocasión el fray Bertrán, se negaba sistemáticamente a elevar
oraciones por los difuntos, alegando que ya no las necesitaban.
Tanta fue su negativa, que se le apareció una noche un difunto
terrible, que le golpeó duramente con un féretro de madera, el cual
le despertó, espantó y atormentó más de diez veces aquella noche,
con seguridad una por cada vez que se había negado a ofrecer sus
oraciones por los difuntos. En cuanto amaneció, fray Bertrán se
levantó, y llamando a fray Benito, que le había advertido de su
error, se acercó devotamente llorando al altar, y ofreció desde
entonces la misa por los difuntos".
El
año 1230, siendo todavía provincial, difundida su fama de santidad
por la región, estando predicando a las monjas cistercienses de
Botichet, una rápida enfermedad le condujo a la muerte. Su cuerpo,
que recibió sepultura en el cementerio de las monjas, fue hallado
incorrupto después de veintitrés años.
Santos
Donaciano y Leto
Mártires
Mártires
En
el año 484, Humerico, rey arriano de los vándalos, ordenó que
todas las iglesias cristianas del África fueran clausuradas y
confiscados los bienes del clero para entregarlos al pueblo africano.
Por mandato real, congregaron a los obispos en el palacio, siendo
conducidos lejos de la ciudad, y ordenados a que marcharan solos
hacia el destierro. Ante tal injusticia, Donaciano y otros cuatro
obispos de la provincia de Bisaseno, reunieron a numerosos cristianos
para protestar frente a las puertas de la ciudad; el rey Humerico
furioso por la revuelta, ordenó a sus soldados a matar y "aplastar"
a los quejosos. Donaciano y los cuatro obispos fueron brutalmente
golpeados y, en estado lamentable, se les condujo al desierto, donde
quedaron abandonados para morir de hambre y sed.
San Leto, Obispo de la Leptis Menor, considerado "un hombre celoso y muy sabio," y que se había ganado la enemistad de Humerico por su enérgica oposición al arrianismo, también fue encerrado en un calabozo estrecho, oscuro y pestilente, del cual lo sacaron al cabo de dos meses para quemarlo vivo.
Vida del Papa Juan Pablo I http://bit.ly/1Qj2IJJ
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