Sexta
Feria, 13 de julio
San
Enrique II
Rey
y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
972-1024
Breve
Piadoso
rey y emperador, instruido desde pequeño por los monjes
benedictinos.
Supo
ser un fiel reflejo del Rey de los Reyes, a quien sirvió durante
toda su vida.
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San
Enrique nace en Baviera en el año 973; es descendiente de Otón el
Grande, y de Carlomagno. Nació en el castillo de su padre, el
duque de Baviera, junto al río Danubio.
En
su juventud, vive junto a los monjes del monasterio benedictino de
Hildesheim. De ellos recibe una educación completa, fundamentada en
el amor a Dios.
Completa
su educación, bajo el obispo de Regensburg, San Wolfang. ¡Que
preparación tan estupenda para ser un gran rey, sabiendo que todo
rey, como todo cristiano, debe representar a Jesucristo, Rey de
reyes!.
En
el año 995, sucedió a su padre, en el gobierno del ducado de
Baviera. El 1002, es proclamado en Maguncia, rey de Germania. En el
año 1014 el Papa Benedicto VIII, lo consagra en Roma, Emperador del
Sacro Imperio Romano Germánico.
El
Papa, como reconocimiento de su celo por la fe, le regala un globo de
oro, rematado en una cruz. Enrique lo agradece, entiende el
simbolismo, y lo manda llevar a la abadía de Cluny, Francia.
Su
esposa es Cunegunda, santa mujer. San
Enrique aplicó los valores evangélicos a las decisiones del
gobierno, comprendiendo que era su deber como rey, reinar bajo la
autoridad de Cristo. Se distinguió por su interés en la
reforma de la vida de la Iglesia, en la defensa de sus derechos, y en
promover la actividad misionera.
Fundó
varios obispados y dotó a los monasterios. Influye en la conversión
de San Esteban de Hungría, que se había casado con una hermana
suya. Se opone al cisma del antipapa Gregorio, y apoya a Benedicto
VIII. Mantiene amistad con Odilón, abad de Cluny. Juntos trabajan en
la reforma eclesiástica, restituyendo la disciplina y la observancia
regular. Trabajó también mucho por la paz.
Al
final de su vida, Enrique II, llamado con razón el Piadoso, se
retira al monasterio de Vanne. El abad Ricardo, le ordena volver al
trono, pero muere poco después, el 13 de julio del 1024, en el
castillo de Grona.
Fue
canonizado el 1146, por Su Santidad Eugenio III.
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Del
oficio de lectura del 13 de Julio, San Enrique
Proveía
a la paz y tranquilidad de la Iglesia
De
la Vida antigua de San Enrique
El
bienaventurado siervo de Dios, después de haber sido consagrado rey,
no contento con las preocupaciones del gobierno temporal, queriendo
llegar a la consecución de la corona de la inmortalidad, se propuso
también trabajar en favor del supremo Rey,
a quien servir es reinar.
Para
ello, se dedicó con suma diligencia, al engrandecimiento del culto
divino, y comenzó a dotar y embellecer, en gran manera a las
iglesias. Creó en su territorio, el obispado de Bamberg, dedicado a
los príncipes de los Apóstoles, Pedro y Pablo, y al glorioso mártir
San Jorge, y lo sometió con una jurisdicción especial, a la Santa
Iglesia Romana; con esta disposición, al mismo tiempo que reconocía
el honor debido, por disposición divina, a la primera de las sedes,
daba solidez a su fundación, al ponerla bajo tan excelso patrocinio.
Con
el objeto de dar una muestra clara, de la solicitud con que aquel
bienaventurado varón, proveyó a la paz y a la tranquilidad de su
Iglesia recién fundada, con miras incluso a los tiempos posteriores,
intercalamos aquí el testimonio de una carta suya:
«Enrique,
rey por la gracia de Dios, a todos los hijos de la Iglesia, tanto
presentes como futuros. Las saludables enseñanzas de la revelación
divina, nos instruyen y amonestan, a que dejando de lado los bienes
temporales, y posponiendo las satisfacciones terrenas, nos
preocupemos por alcanzar las mansiones celestiales, que han de durar
para siempre.
Porque
la gloria presente, mientras se posee, es caduca y vana, a no ser que
nos ayude en algún modo, a pensar en la eternidad celestial.
Pero la misericordia de Dios, proveyó en esto, una solución al
género humano, dándonos la oportunidad, de adquirir una porción de
la patria celestial, al precio de las posesiones humanas.
Por
lo cual, Nos, teniendo en cuenta esta designación de Dios, y
conscientes de que la dignidad regia a que hemos sido elevados, es un
don gratuito de la divina misericordia, juzgamos oportuno, no sólo
ampliar las iglesias construidas por nuestros antecesores, sino
también edificar otras nuevas, para mayor gloria de Dios, y
honrarlas de buen grado, con los dones que nos sugiere nuestra
devoción.
Y
así, no queriendo prestar oídos sordos a los preceptos del Señor,
sino con el deseo de aceptar con sumisión los consejos divinos,
deseamos guardar en el cielo, los tesoros que la divina generosidad
nos ha otorgado, allí donde los ladrones no horadan ni roban, y
donde no los corroen ni la polilla ni la herrumbre; de este modo, al
recordar los bienes que vamos allí acumulando en el tiempo presente,
nuestro corazón vive ya, desde ahora en
el cielo, por el deseo y el amor.
Queremos,
por tanto, que sea conocido de todos los fieles, que hemos erigido en
sede episcopal aquel lugar, heredado de nuestros padres, que tiene
por nombre Bamberg, para que en dicho lugar se tenga siempre memoria
de Nos, y de nuestros antecesores, y se inmole continuamente la
víctima saludable, en provecho de todos los fieles, que viven en la
verdadera fe».
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Hoy
también celebramos con Amor y Agradecimiento, la memoria de los
siguientes Santos y Mártires:
-Beata
Angelina de Marsciano, Viuda
-San
Anacleto, papa y mártir. Natural de Atenas,
convertido por San Pedro, nos dice San Ignacio escribiendo a los
Tralienses, el Apóstol le ordenó de diácono y sacerdote. En 83 fue
electo para suceder a San Cleto, en el papado. Preceptuó que todos
cuantos asistiesen a la misa, comulgasen. Mandó construir y
consagró, la primera basílica en honor de los Santos Apóstoles,
llamada la Memoria o Trofeo de los Apóstoles. El año 96 fue
martirizado, Roma.
-Santos
Joel y Esdras, profetas, ss. VII y V antes de
Jesucristo.
-San
Silas, discípulo de San
Pablo, Macedonia, s. I.
-San
Serapión, mártir, s. III.
-San
Miropio, mártir, Isla de Quíos, 250.
-San
Eugenio y compañeros mártires.
Cartago, s. V.
-San
Turiaf, obispo de Bretaña (Francia), 749.
-Santas
Maura y Brígida, mártires, Beauvais (Francia), s. V.
-Beato
Santiago de Voragine, arzobispo de Génova, 1298. Celoso
prelado, teólogo y comentarista afamado, es autor de una Leyenda de
los Santos (Leyenda dorada), la primera traducción de la Biblia en
italiano, una Suma de las virtudes y los vicios, y un Tratado de las
alabanzas de la Virgen, entre otros escritos.
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Oración:
Oh Dios, que has llevado a San Enrique, movido por la
generosidad de tu gracia, a la contemplación de las cosas eternas,
desde las preocupaciones del gobierno temporal, concede a nuestros
gobernantes, por sus ruegos, y los de los santos y mártires de este
día, caminar hacia ti con sencillez de corazón, en medio de las
vicisitudes de este mundo, sabiendo ser poderosos guías de la Fe, la
Justicia y la Misericordia. A Tí Señor que eres Rey de Reyes, y te
encuentras a la diestra del Padre, y Reinas con Él por los Siglos de
los Siglos. Amén.
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