Sábado
28 de Julio
San
Pedro Poveda Castroverde
(1874-1936)
Presbítero,
Mártir
Fundador
de la Institución Teresiana
Protector
de los gitanos
“Soy
sacerdote de Jesucristo”
“Así
ha de ser vuestra vida: toda de Dios”
Nació
en Linares (Jaén), el 3 de diciembre de 1874.
Era
hijo de José Poveda, y de Linarejos Castroverde. Desde muy joven,
decide ser sacerdote, y en 1888 entra en el Seminario de Jaén. En
Jaén, oye hablar del Padre Manjón, y admira la labor socioeducativa
que realiza en las cuevas del Sacromonte, en Granada. El
seminarista Poveda, se aficiona a enseñar el Evangelio, a los niños
más pobres.
En
1884 obtiene una beca, para estudiar en el Seminario de Guadix
(Granada), donde fue ordenado sacerdote en 1897; ahí hizo vida
misionera en las cuevas del pueblo homónimo, trasladándose
a vivir a una de las cuevas.
Aporta
recursos, predica misiones populares, y despierta la sensibilidad de
toda la ciudad, por la situación de indigencia de estos barrios,
organizando las Conferencias de San Vicente de Paul.
Nombrado
canónigo de la basílica de Santa María de Covadonga en 1906, donde
permaneció siete años. Comenzó el
proyecto de preparar profesores cristianos laicos, para evangelizar.
Instituyó
academias para estudiantes y centros pedagógicos. Funda la
"Institución Teresiana" en 1911, la cual recibe aprobación
pontificia en 1924. Fue profesor del seminario de Jaen, y se trasladó
en 1921 a Madrid, donde continuó trabajando con los educadores y los
más necesitados.
Durante
la persecución comunista contra la Iglesia en España, optó por la
no violencia. Decía: “la mansedumbre,
la afabilidad, la dulzura, son las virtudes que conquistan al mundo”.
A la vez, manifestó su deseo de vivir la fe, hasta la entrega de la
propia vida.
El
27 de julio de 1936, cuando acababa de celebrar la Eucaristía, fue
detenido en su casa de la calle de La Alameda de Madrid. No ocultó
su identidad, y dijo: “Soy sacerdote de
Jesucristo”. Unas horas después, al ser separado de
su hermano, que le había acompañado, le dijo: “Serenidad,
Carlos, se ve que el Señor, que me ha querido fundador, me quiere
también mártir”.
A
la mañana siguiente, una profesora y una joven doctora de la
Institución Teresiana, encontraron su cadáver junto a la capilla
del cementerio de La Almudena. En su pecho
aparecía, atravesado por una bala, el escapulario de la Virgen del
Carmen. Murió mártir por la fe, el 28 de julio de 1936,
a los sesenta y un años de edad. Trasladaron su cadáver a la
sacramental de San Lorenzo, donde recibió sepultura el día 29.
Beatificación:
10 de octubre de 1993 por el Papa Juan Pablo II
Canonización:
4 de mayo de 2003 por el Papa Juan Pablo II
Su
cuerpo se venera en la Casa de Espiritualidad, de la Institución
Teresiana de Los Negrales (Madrid).
MAXIMAS
DEL PADRE POVEDA
Cristo
es para nosotros camino, verdad y vida. Camino por donde hemos de ir
al Padre, camino único, fuera del cual no podemos caminar.
Llegar
al término, sin pasar por el camino, es imposible. Cristo es la
verdad. Verdad sustancial, increada, eterna. Conociendo
a Cristo se conoce toda la verdad, se está libre de todo error, de
toda ilusión, se saben apreciar las cosas según lo que valen.
Cristo es Vida.
En
Él está la vida; separados de Él no podemos tenerla; cuando
nos falta Cristo, estamos muertos. Esta vida no es como la
del mundo, caduca y transitoria, es eterna.
Los
hombres y las mujeres de Dios son inconfundibles. No se
distinguen porque sean brillantes, ni porque deslumbren, ni por su
fortaleza humana, sino por los frutos
santos, por aquello que sentían los Apóstoles en el
camino de Emaús, cuando iban en compañía de Cristo resucitado, a
quien no conocían, pero sentían los efectos de su presencia.
Las
manifestaciones de vida en todos los órdenes, moral, intelectual y
hasta físico, las apreciamos siempre por la intensidad de la VIda
Eucarística. Porque es preciso para mantener la vida
del espíritu, que seamos perseverantes en la recepción del Pan de
Vida; así como para conservar la del cuerpo, hay necesidad del
alimento cotidiano.
En
suma, si la obra que realizamos es de apostolado, si el fin es
sobrenatural, si la vida que llevamos es del mismo orden, necesitamos
de un alimento, de un sustento proporcionado, y este
alimento es el cuerpo y la sangre de Cristo.
Sí,
el Maestro dice a sus discípulos: La paz os
dejo, mi paz os doy; pero añade: no
os la doy como la da el mundo. Su paz es orden, armonía,
gracia; es compatible con los dolores, amarguras y persecuciones;
existe aun cuando todo se conjure contra sus discípulos; es
la paz del alma, del corazón, de la conciencia, del cumplimiento del
deber, de la razón que estima y aprecia en su justo valor
las cosas; de la fortaleza que se mantiene intrépida en la lucha,
que no es vencida por halagos, ni por amenazas. De aquí que Cristo
añadiera a sus últimas palabras referidas: No
se turbe vuestro corazón, ni se acobarde.
Habéis
de trabajar, orar, sufrir, como si todo el fruto dependiera de
vuestro esfuerzo, pero persuadidos de que ni el que planta
es algo, ni el que riega; que nada podréis por vosotros mismos; que
Dios es el que da el fruto. A Él
habéis de encaminar toda la gloria, a Él debéis referirlo todo, de
Él debéis esperarlo todo.
Lejos
de vosotros la vanidad, la presunción, y hasta la satisfacción si
veis el fruto. Mirad que todo es de Dios;
temed arrebatarle la gloria
que le pertenece. Tened sólo un anhelo; que
toda la gloria sea para el Señor, suyo es el fruto, suya es la
virtud, la potencia, la eficacia.
Así
ha de ser vuestra vida: toda de Dios. Pero siendo de
Dios toda, ha de distinguirse por su carácter eminentemente humano,
el cual, informado por una vida toda de Dios, se perfecciona, pero no
se desnaturaliza.
Vida
henchida de Dios. Sí; del Dios que hizo lo humano para
perfeccionarlo, y no para destruirlo.
Yo
quiero, sí, vidas humanas; pero como entiendo que estas vidas, no
podrán ser cual las deseamos, si no son vidas de Dios,
pretendo comenzar por henchir de Dios, a los que han de vivir una
verdadera vida humana..
La
Encarnación bien entendida, la persona de Cristo, su naturaleza y su
vida dan, para quien lo entiende, la norma segura para llegar a ser
santo con la santidad más verdadera, siendo al propio tiempo humano,
con el humanismo de verdad.
ORACION
Señor Dios nuestro,
que elegiste a San Pedro Poveda,
presbítero, mártir y fundador
de la Institución Teresiana,
para promover la acción evangelizadora
de los cristianos en el mundo
mediante la educación y la cultura,
concédenos, por su intercesión,
imitar su constancia en anunciar
y testimoniar el evangelio
y su fortaleza en confesar la fe.
Te pedimos por su intercesión
nos concedas el favor
que deseamos alcanzar.
Por nuestro Señor Jesucristo.
AMEN
Señor Dios nuestro,
que elegiste a San Pedro Poveda,
presbítero, mártir y fundador
de la Institución Teresiana,
para promover la acción evangelizadora
de los cristianos en el mundo
mediante la educación y la cultura,
concédenos, por su intercesión,
imitar su constancia en anunciar
y testimoniar el evangelio
y su fortaleza en confesar la fe.
Te pedimos por su intercesión
nos concedas el favor
que deseamos alcanzar.
Por nuestro Señor Jesucristo.
AMEN
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