Sábado
11 de Agosto
Santa
Filomena
Virgen
y mártir, Roma, s. III
Patrona
de los Hijos de María
“Mi
patria y Mi reino es el Cielo”
Santa
Filomena (hija de luz, o bienamada en griego), fue una Virgen y
Mártir de la Iglesia.
Atributos:
Un Ancla, tres flechas, una flor y una palma
El
sabio Padre Mariano Paternio, S. J., descubrió en la lápida
sepulcral, que cubría el cuerpo de esta mártir, la trama de la
historia de Santa Filomena, que el Santo
Cura de Ars ha dado a conocer, como la santa taumaturga de los
tiempos modernos. Los símbolos del áncora, la flecha, la
palma, los azotes y el lirio, reconstruyeron las escenas auténticas
de su martirio.
Apariciones
posteriores de la Santa, han confirmado los datos que suministró a
los sabios, la arqueología cristiana de las catacumbas. Ver más
abajo.
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Hoy
también recordamos con Amor y Agradecimiento a:
-Santa
Susana, virgen y mártir, sobrina del papa San Cayo, Roma,
286.
-San
Tiburcio, mártir, Roma, 286.
-San
Alejandro, Obispo de Comana del Ponto, llamado el
Carbonario por haber ocultado con este humilde disfraz, la nobleza y
prendas que poseía. Natural del Ponto, recibió una educación muy
esmerada. Habiendo quedado vacante la sede de Comana, y no
aviniéndose los electores para nombrar sucesor, San Gregorio de
Neocesarea, les mandó que le eligiesen como prelado. Predicó
después en el Ponto, y padeció martirio en el imperio de Decio 250.
-San
Rufino y compañeros mártires. Marca de Ancona, s. III.
-San
Taurino, ab. de Evreux (Francia), s. V.
-San
Gauderico, obispo de Cambrai (Francia), 619.
-San
Equicio, abad; contemporáneo de San Benito, fundó muchos
monasterios en la provincia de Valeria (Italia); sus monjes, a
semejanza de los benedictinos, se dedicaron a las labores del campo,
y eran verdaderos solitarios.
-Santa
Digna, virgen, Todi (Italia). Vivió en los últimos años
del siglo III, y dejó su patria, huyendo de la persecución de
Diocleciano, encerrándose en una celdilla entre las asperezas de los
montes.
-San
Gerardo, solitario Sora, 1100.
-Beato
Nicolás Appleine, canónigo de San Marcelo de Prémery,
Nevers (Francia), 1466.
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Santa
Filomena
Descubrimiento
de sus restos mortales
Filomena,
una joven mártir de la Iglesia primitiva, durmió en el olvido de la
historia, hasta el hallazgo de sus restos mortales, el 24 de mayo de
1802. Ocurrió en el día de María Auxiliadora, durante una de las
excavaciones, que se hacen constantemente en Roma. La encontraron en
la Catacumba de Santa Priscilla, en la Vía Salaria.
En
una tumba, habían tres losas juntas, que cerraban la entrada, y en
ellas había una inscripción, que estaba rodeada de símbolos, que
aludían al martirio, y a la virginidad de la persona ahí enterrada.
Los símbolos eran: el ancla, tres flechas,
una palma y una flor.
La
inscripción decía: LUMENA PAXTE CUM FI
Se
entiende que estas losas, pueden haber sido puestas, en el orden
incorrecto, debido a la prisa, o al poco conocimiento del latín del
obrero. Por lo tanto, la inscripción correctamente puesta se leería:
PAX TECUM FILUMENA en español: ¡Paz sea contigo Filomena!
Al
abrir la tumba, descubrieron su esqueleto que era de huesos pequeños,
y notaron a la vez, que su cuerpo había sido traspasado por flechas.
Al examinar los restos, los cirujanos atestiguaron la clase de
heridas, que la joven mártir recibió, y los expertos coincidieron
en calcular, que la niña fue martirizada entre la edad de 12 o 13
años.
Costumbres
de los primeros cristianos
Por
el entusiasmo que causaba en los primeros cristianos, la valentía de
los que morían por la fe, acostumbraban a marcar la losa con el
signo de la palma, y ponían al lado, un pequeño frasco que contenía
la sangre del mártir.
Hechos
extraordinarios del descubrimiento
Cuando
los científicos estaban transfiriendo, la sangre seca a un nuevo
frasco transparente, ante todos los que estaban presentes, se sucedió
un hecho extraordinario. Para su asombro,
vieron que las pequeñas partículas de la sangre seca, cuando caían
en el nuevo frasco, brillaban como oro, diamantes y piedras
preciosas, y resplandecían con todos los colores del arco iris.
Hasta el presente, se puede observar en algunos momentos de gracia,
que estas partículas cambian de color.
Los
huesos, cráneo y cenizas, junto con el frasco que contenía la
sangre, fueron depositados en un ataúd, el cual fue cerrado, y
triplemente sellado. Bajo guardia de honor, el ataúd de ébano, fue
llevado a la custodia del Cardenal Vicario de Roma, a una capilla
donde se guardan los cuerpos de santos.
La
Congregación de Indulgencias y Reliquias, declaró la autenticidad
de las reliquias de la mártir.
Datos
biográficos
A
pesar de tener sus restos mortales, la Iglesia aun no sabía nada
sobre la vida de Santa Filomena. Lo que
sabemos de esta santa, es gracias a las revelaciones privadas,
recibidas de la santa en 1863, por tres diferentes personas, en
respuesta a las oraciones de muchos, a que dejara saber quien era
ella, y como llegó al martirio.
Las
personas favorecidas, fueron un joven artista de buena moral y vida
piadosa, un devoto sacerdote, y una piadosa religiosa de Nápoles, la
Venerable Madre María Luisa de Jesús, quien murió en olor de
santidad.
Estas
revelaciones han recibido el Imprimátur de la Santa Sede, dando
testimonio de que no hay nada contrario a la fe. La Iglesia no ha
hecho ningún otro pronunciamiento, y no garantiza la autenticidad de
las supuestas revelaciones. La Santa Sede, dio la autorización para
la propagación de éstas, el 21 de diciembre de 1883.
Historia
de la vida según las revelaciones a la Madre María Luisa de Jesús
"Yo
soy la hija de un príncipe, que gobernaba un pequeño estado de
Grecia. Mi madre era también de la realeza. Ellos no
tenían niños. Eran idólatras, y continuamente ofrecían oraciones
y sacrificios a sus dioses falsos. Un doctor de Roma, llamado Publio,
vivía en el palacio al servicio de mi padre.
Este
doctor, había profesado el cristianismo. Viendo la aflicción de mis
padres, y por un impulso del Espíritu Santo, les habló acerca de
nuestra fe, y les prometió orar por ellos, si consentían en
bautizarse. La gracia que acompañaba sus palabras, iluminaron el
entendimiento de mis padres, y triunfó sobre su voluntad. Se
hicieron cristianos, y obtuvieron su esperado deseo de tener hijos.
Al
momento de nacer, me pusieron el nombre de Lumena, en alusión a la
luz de la fe, de la cual era fruto. El día de mi
bautismo, me llamaron Filumena, hija de la luz (filia luminis),
porque en ese día había nacido a la fe. Mis padres me tenían gran
cariño, y siempre me tenían con ellos. Fue por eso que me llevaron
a Roma, en un viaje que mi padre fue obligado a hacer, debido a una
guerra injusta.
Yo
tenia trece años. Cuando arribamos a la capital, nos dirigimos al
palacio del emperador, y fuimos admitidos para una audiencia. Tan
pronto como Dioclesiano me vió, fijó los ojos en mí.
El
emperador oyó toda la explicación del príncipe, mi padre. Cuando
este acabó, y no queriendo ser ya más molestado, le dijo: “yo
pondré a tu disposición toda la fuerza de mi imperio. Yo solo deseo
una cosa a cambio, que es la mano de tu hija”.
Mi
padre deslumbrado con un honor que no esperaba, accede inmediatamente
a la propuesta del emperador, y cuando regresamos a nuestra casa, mi
padre y mi madre, hicieron todo lo posible para inducirme, a que
cediera a los deseos del emperador y los suyos.
Yo
lloraba, y les decía: “¿Ustedes desean, que por el amor de un
hombre, yo rompa la promesa que he hecho a Jesucristo?. Mi virginidad
le pertenece a Él, y yo ya no puedo disponer de ella”.
Pero
eres muy joven para ese tipo de compromiso -me decían-, y juntaban
las más terribles amenazas, para hacerme que aceptara la mano del
emperador.
La
gracia de Dios me hizo invencible. Mi padre, no pudiendo
disuadir al emperador, y no pudiendo deshacerse de la promesa que le
había hecho, fue entonces obligado por Dioclesiano, a llevarme a su
presencia.
Antes
tuve que soportar nuevos ataques de parte de mis padres, hasta el
punto que de rodillas ante mí, imploraban con lágrimas en sus ojos,
que tuviera piedad de ellos y de mi patria. Mi respuesta fue: “No,
no, Dios y el voto de virginidad que le he hecho, está primero que
ustedes, y mi patria y mi reino es
el Cielo”.
Mis
palabras los hacía desesperar, y me llevaron ante la presencia del
emperador, el cual hizo todo lo posible, para ganarme con sus
atractivas promesas, y con sus amenazas, las cuales fueron inútiles.
Él
se puso furioso, e influenciado por el demonio, me mandó a una de
las cárceles del palacio, donde fuí encadenada, pensando
que la vergüenza y el dolor, iban a debilitar el valor, que mi
Divino Esposo me había inspirado. Me venía a ver todos
los días, y soltaba mis cadenas, para que pudiera comer, la pequeña
porción de pan y agua que recibía como alimento, y después
renovaba sus ataques, que si no hubiera sido por la gracia de Dios,
no hubiera podido resistir.
Yo
no cesaba de encomendarme a Jesús, y a su Santísima Madre.
Mi
cautiverio duró treinta y siete días, y en el medio de una luz
celestial, vi a María, con su Divino Hijo en sus manos, la cual me
dijo: "Hija, tres días
más de prisión, y después de cuarenta días, se acabará este
estado de dolor". Las felices noticias, hicieron
a mi corazón latir de gozo, pero como la Reina de los Ángeles había
añadido, dejaría la prisión, para sostener un combate más
terrible que los que ya había tenido.
Pasé
del gozo a una terrible angustia, que pensaba me mataría. “Hija,
ten valentía”, dijo la Reina de los Cielos, y me recordó mi
nombre, el cual había recibido en mi Bautismo diciéndome: "Tú
eres LUMENA, y tu Esposo es llamado Luz. No tengas miedo. Yo te
ayudaré. En el momento del combate, la gracia vendrá para darte
fuerza. El ángel Gabriel vendrá a socorrerte, Yo le recomendaré
especialmente a él, tu cuidado".
Las
palabras de la Reina de las Vírgenes, me dieron ánimo. La visión
desapareció, dejando la prisión llena de un perfume celestial.
Lo
que se me había anunciado, pronto se realizó. Dioclesiano perdiendo
todas sus esperanzas, de hacerme cumplir la promesa de mi padre, tomó
la decisión de torturarme públicamente, y el primer tormento era
ser flagelada. Ordenó que me quitaran mis vestidos, que fuera atada
a una columna, en presencia de un gran número de hombres de la
corte, y me hizo que me flagelaran con tal violencia, que mi cuerpo
se bañó en sangre, y lucía como una sola herida abierta. El
tirano, pensando que me iba a desmayar y morir, me hizo arrastrar a
la prisión para que muriera.
Dos
ángeles brillante de luz, se me aparecieron en la oscuridad, y
derramaron un bálsamo en mis heridas, restaurando en mí la fuerza,
que no tenía antes de mi tortura.
Cuando
el emperador fue informado, del cambio que en mí había ocurrido, me
hizo llevar ante su presencia, y trató de hacerme ver, que mi
sanación se la debía a Júpiter, el cual deseaba, que yo fuera la
emperatriz de Roma. El espíritu Divino, al
cual le debía la constancia en perseverar en la pureza, me llenó de
luz y conocimiento, y a todas las pruebas que daba, de la solidez de
nuestra fe, ni el emperador ni su corte podían hallar respuesta.
Entonces,
el emperador frenético, ordenó que me enterraran, con un ancla
atada al cuello, en las aguas del río Tiber. La orden fue ejecutada
inmediatamente, pero Dios permitió que no sucediera.
En
el momento en el cual iba a ser precipitada al río, dos ángeles
vinieron en mi socorro, cortando la soga que estaba atada al ancla,
la cual fue a parar al fondo del río, y me transportaron gentilmente
a la vista de la multitud, a las orillas del río. El milagro, logró
que un gran número de espectadores, se convirtieran al cristianismo.
El
emperador, alegando que el milagro se debía a la magia, me hizo
arrastrar por las calles de Roma, y ordenó que me fuera disparada
una lluvia de flechas. La sangre brotó de todas las partes de mi
cuerpo, y ordenó que fuera llevada de nuevo a mi calabozo. El
cielo me honró con un nuevo favor. Entré en un dulce sueño, y
cuando desperté estaba totalmente curada.
El
tirano lleno de rabia dijo: “Que sea
traspasada con flechas afiladas”. Otra vez, los
arqueros doblaron sus arcos, cogieron todas sus fuerzas, pero las
flechas se negaron a salir. El emperador estaba presente, y se puso
furioso, y pensando que la acción del fuego podía romper el
encanto, ordenó que las flechas se pusieran a calentar en el horno,
y que fueran dirigidas a mi corazón.
Él
fue obedecido, pero las flechas, después de haber recorrido parte de
la distancia, tomaron la dirección contraria, y regresaron a herir a
aquellos que la habían tirado. Seis de los
arqueros murieron. Algunos de ellos renunciaron al
paganismo, y el pueblo empezó a dar testimonio público del poder de
Dios, que me había protegido. Esto enfureció al tirano. Éste
determinó apresurar mi muerte, ordenando que mi cabeza fuera cortada
con un hacha.
Entonces,
mi alma voló hacia mi Divino Esposo, el cual me puso la corona del
martirio, y la palma de la virginidad.
Traslado
de sus Santos Restos
Después
de que las reliquias de la Santa fueron exhumadas, permanecieron en
Roma hasta 1805. En ese tiempo el Padre Francis di Lucia de Mugnano,
un pequeño pueblo cerca de Nápoles, visitó la ciudad de Roma.
Él
tenía un ardiente deseo, de procurar las reliquias de alguna joven
mártir para su Iglesia. Ya que el Obispo de Potenza, al cual él
acompañó a Roma, apoyaba su petición, el Padre Francis le fue
permitido visitar el Tesoro de Reliquias, un largo pasillo donde se
preservaban las reliquias de varios santos.
Cuando
se paró frente a la reliquia de Santa Filomena, se llenó de un gran
gozo espiritual, y rogó ante ella. Él pensaba que el gran heroísmo
de esta joven mártir, era la inspiración que necesitaban los
jóvenes de su parroquia, que su fortaleza virginal los retaría a la
pureza.
Las
reliquias de Santa Filomena, eran consideradas famosas, y eran
reservadas para algún distinguido prelado.
Él
pidió las reliquias, y al no recibir ninguna respuesta, el Padre
Francis decidió ir solo, a ver a uno de los Canónigos de San Pedro,
y pedir otra vez la reliquia. Hizo la petición a nombre del Obispo
de Potenza. Le presentaron la reliquia de Santa Ferma.
Los
que estuvieron envueltos en la primera petición, pensaron que el
Obispo de Potenza era merecedor de una reliquia de primera clase. Las
reliquias de Santa Filomena fueron dadas al Obispo. Éste,
a su vez, quiso que el pobre sacerdote de Mugnano, las tuviera para
su parroquia.
De
regreso a su pueblo, los viajeros se alojaron en casa de un buen
amigo en Nápoles. La señora de la casa, Doña Angela Rose, padecía
de una enfermedad incurable desde hacía doce años.
Ella
ofreció vestir las reliquias, con la esperanza de ser curada. Las
reliquias fueron cubiertas por una estatua de la santa, hecha
especialmente para ese propósito, y colocadas en una urna de madera.
Muchos milagros empezaron a darse. La señora
Angela Rose, fue instantáneamente sanada, al tocar las reliquias.
Otros también obtuvieron diferentes sanaciones.
Traslado
de las Reliquias a Mugnano
El
10 de agosto de 1805, las reliquias de la Santa, fueron trasladadas a
Mugnano, a la casa del Padre Francis di Lucía. Continuos
milagros de toda clase, acompañaban el traslado.
El día antes de la llegada, por las oraciones de los habitantes, una
lluvia abundante, refrescó los campos y prados de Mugnano, después
de una larga temporada de sequía.
El Señor Michael Ulpicella, un abogado que no había podido salir de
su cuarto por seis semanas, fue llevado a donde estaban las
reliquias, y regresó sano.
El
Santuario de Santa Filomena, fue escena de prodigiosos milagros.
Entre ellos se encuentra la sanación de Pauline Jaricot.
El
Gran Milagro de Mugnano
Pauline
Jaricot, era la hija favorita de unos aristócratas franceses. Era
muy bella, y tenía una atractiva personalidad. No obstante todos los
atractivos placeres, y sus halagadores admiradores, el corazón de
Pauline se movía más hacia las cosas del espíritu, que a las cosas
del mundo, aunque la lucha entre las cosas de Dios y las del mundo
era fiera. La gracia triunfó, y Pauline va a ser recordada por
siempre, como la fundadora de la Sociedad para la Propagación de la
Fe y el Rosario Viviente.
Aunque
Pauline, había sufrido anteriormente de la enfermedad que fue la
causa de su cura, fue en marzo de 1835, que la enfermedad enseñó
signos de gravedad. Esta enfermedad afectaba
su corazón, en la proporción en que cuando se intensificaba, las
palpitaciones se volvían tan violentas, que se podían oír a cierta
distancia. Un pequeño movimiento, o cambio de posición,
era suficiente, para que la sangre corriera violentamente a su
corazón, que casi la sofocaba. Su respiración parecía parar, y su
pulso se volvía imperceptible. Drásticos remedios se le tenían que
aplicar para restaurarla.
Durante
varios años de tortura, solo tenía pequeños intervalos de alivio.
Uno de ellos, ocurrió después de hacer una novena a Santa Filomena,
después de saber de su gran poder con Dios. Tan solo con mencionar
el nombre de la santa, ella experimentaba un gozo y un deseo, de
visitarla en su Santuario. Pero eso parecía un imposible, ya que
éste quedaba a una gran distancia de Francia.
Actuando
bajo una inspiración, y después de saber de su doctor, la
información de su estado, el cual era tan grave, que nada importaba
lo que pudiese decidir hacer, ella intentó un viaje, al Santuario
del Corazón de Jesús en Paray le Monial. Sobrevivió al viaje, y
entonces se dijo a sí misma: "Si no me mató este viaje, iré
a Roma, a obtener la bendición del Santo Padre", lo cual
era la ambición de su vida.
Ir
a Roma significaba viajar a través de los Alpes, por medio de
caminos abandonados; un largo y peligroso viaje, aun para las
personas en buen estado de salud.
Pero
Pauline se puso en camino. El dolor que soportó era intolerable. En
Cambery su valor se acababa, y casi se resigna a morir lejos de su
casa, y del Vicario de Cristo. Estuvo inconsciente por dos días.
Los alumnos de la escuela del convento de su pueblo, hicieron una
novena a Santa Filomena, por su recuperación; al final de la misma
pudo seguir su viaje.
Pauline
sufrió una recaída en Loreto, Italia. Después de unos días,
continuó su viaje. Llegó a Roma casi inconsciente. Las
Hermanas del Sagrado Corazón, la recibieron con gran amabilidad, su
estado era tal, que le era imposible dejar el Convento. Parecía que
después de tanta dificultad, no iba a poder ver al Santo Padre.
Pero
la Santa Madre de Dios y Santa Filomena, no la abandonaron.
Su llegada a Roma, fue informada al Santo Padre, el Papa Gregorio
XVI, que al saber de su estado, decidió ir en persona, a ver a esta
joven mujer, que tanto había hecho por la Santa Iglesia. Esto era un
honor, y una consolación para Pauline.
El
Santo Padre fue amable, y le agradeció repetidamente su trabajo, a
favor de la Iglesia Católica, y la bendijo una y otra vez. Le pidió
que orara por él, cuando llegara al cielo, y ésta se lo prometió.
Entonces ella le preguntó: “¿Santo Padre, si yo vuelvo bien de
mi visita a Mugnano, y voy a pie al Vaticano, usted su Santidad, se
dignaría en proceder sin demoras, con la investigación final en la
Causa de Santa Filomena?”.
“Si
mi hija, replicó el Papa, porque eso sería un milagro de primera
clase”. Nadie pensaba que ella volvería, debido al estado tan
precario de su salud.
Era
en Agosto, y el clima estaba extremadamente cálido. Viajaban de
noche, para evitar el gran calor del día. Llegaron a Mugnano, un día
antes de la fiesta de Santa Filomena. Inmensas multitudes se habían
reunidas para celebrar la fiesta.
A
la mañana siguiente, Pauline recibió la Santa Comunión, cerca de
las reliquias. Sufría unos dolores intensos en todo su cuerpo, y su
corazón latía tan violentamente que se desmayó. Las personas
pensaron que había muerto, y quienes la habían acompañado hasta
allí, intentaron sacarla de la iglesia; en eso recobró el
conocimiento, e hizo una señal de que la dejaran cerca de las
reliquias.
De
repente, un torrente de lágrimas vinieron a sus ojos; el color
volvió a sus mejillas, un brillo saludable sobrevino a sus
entumecidos miembros. Su alma estaba llena de un gozo celestial, y
pensó que dejaba este mundo, para irse al cielo. Pero no era la
muerte. Santa Filomena la había sanado. Todavía iba a vivir muchos
años para Dios y su Iglesia.
Pauline
cuando estuvo segura de su sanación, permaneció en silencio por un
tiempo. Pero la Superiora del Convento, al ver lo que estaba pasando,
ordenó que sonaran las campanas para anunciar el milagro. El pueblo
lleno de gozo gritaba "¡Viva Santa
Filomena!"
En
acción de gracias, Pauline se quedó unos días más. Cuando se fue,
llevaba consigo una reliquia grande de Santa Filomena, cubierta en
una estatua de la Santa.
Pauline
no le había informado al Santo Padre de su sanación. Todos en el
Vaticano, al oír de su sanación, estaban sorprendidos, sobretodo el
Papa, cuando la vio ante él en perfecta salud. Su Santidad no lo
hubiera creído, de no haberlo visto con sus propios ojos. A la
petición de Pauline, él le concedió el privilegio, de construir
una Capilla en honor de Santa Filomena.
Para
poder investigar el milagro, el Papa ordenó a Pauline, a que se
quedara un año entero en Roma. Durante ese tiempo, Pauline obtuvo
del Santo Padre muchos privilegios para el "Rosario Viviente".
Al final del año regresó a Francia.
Papas
devotos a Santa Filomena
Papa
Gregorio XVI, en Enero 30 de 1837, solemnemente la elevó al
altar, dando completa autoridad a su culto, en todo el mundo
católico, y por toda la eternidad. Le dio el título de Patrona del
Rosario Viviente. En nuestro amor por Santa Filomena, seguimos bien
la dirección, y el ejemplo de los Romanos Pontífices:
Pío
IX -En 1849, la nombró Patrona de los Hijos de María.
León
XIII - Antes de su elección al Papado, fue dos veces en
peregrinación a su Santuario. Después de ser nombrado el Vicario de
Cristo, le dio una cruz de mucho valor al Santuario. Aprobó la
Confraternidad de Santa Filomena, y la enriqueció con indulgencias.
La elevó a Archicofraternidad.
Papa
San Pío X, elevó la Archicofraternidad de Santa Filomena a
Universal, y nombró a San Juan Vianney su Patrón. Este Papa y gran
Santo de la Santa Madre Iglesia, solemnemente declaró: "...
desacreditar las presentes decisiones, y declaraciones concernientes
a Santa Filomena, como no siendo permanentes, estables, válidas y
efectivas, necesarias de obediencia, y en completo efecto para toda
la eternidad, procede de un elemento que es nulo y vano y sin mérito
y autoridad". (1912)
San
Juan Vianney y Santa Filomena
Vitral de
la basílica de La Salette
El santo
Cura de Ars tenía gran devoción a las apariciones de La Salette,
también era gran devoto de Santa Filomena
Panel
superior: La santa es decapitada
Panel
medio: Filomena sobre La Salette, guía a los peregrinos enviados
allí por el Cura de Ars
Panel
inferior: Santo Cura de Ars pide la intercesión de Sta. Filomena
San
Juan Vianney, era muy devoto de Santa Filomena. Existía un perfecto
entendimiento entre el Cura de Ars y la Santa. La eligió como su
patrona, y él sentía su presencia constantemente. La llamaba con
los nombres mas tiernos y familiares, y no dudaba en inducir a otros,
a que invocaran su intercesión, en sus necesidades de cuerpo y alma.
Conoció
a la Santa a través de Pauline Jaricot, la cual le ofreció parte de
la preciosa reliquia, que había obtenido en Mugnano. Inmediatamente
se puso a trabajar para erigir una Capilla en su Iglesia, y así
custodiar con dignidad la reliquia. El lugar, pronto se convirtió en
escena de innumerables curaciones, conversiones y milagros.
Devociones
A
través de las diferentes devociones a Santa Filomena, se han
producido muchas sanaciones y conversiones.
El
uso del aceite de lámpara, encendida frente a las reliquias de Santa
Filomena, fue un símbolo importante.
En
el libro, las Rosas de Santa Filomena de St. Elizabeth Seton, consta
que una mujer recobró la vista,
después de tres años de sufrir una enfermedad en sus ojos, que le
causaba tanto dolor, que no podía ni comer, ni dormir.
El
uso del cordón de Santa Filomena - El Cordón de Santa Filomena
ha sido aprobado por la Sagrada Congregación de los Ritos.
Usualmente es usado por dentro de la ropa. No se necesita una
ceremonia especial, pero debe de ser bendecido antes.
Al
ponerse el cordón, los que los usan, se proponen honrar a Santa
Filomena, y así merecer la protección de cuerpo y alma, perfecta
castidad, el espíritu de fe necesario, para los tiempos en que
vivimos, y la gracia de estar siempre firmes, para poder vivir una
vida enteramente cristiana.
Como
con todas las devociones, son una ayuda que solo tiene sentido,
cuando hay un serio propósito de vivir el Evangelio. La vida de
Santa Filomena, nos da ejemplo de fidelidad heroica a Jesucristo, y
eso es lo que deseamos imitar.
Santuario
y Reliquias
El
Santuario de Santa Filomena, está localizado en Mugnano, Italia en
la diócesis de Nola, cerca de Nápoles. Fue en esta iglesia, que el
párroco Don Francis di Lucía, trajo las reliquias de Santa Filomena
en 1805. La Iglesia se convirtió en un lugar de peregrinación,
donde numerosos favores, e inclusive milagros, fueron concedidos por
la intercesión de Santa Filomena.
La
capilla de Santa Filomena, se encuentra a media nave, a la izquierda.
Arriba del altar, se puede ver la figura de la Santa en papier-maché,
la cual fue hecha para guardar su huesos. Esta estatua de Santa
Filomena fue hecha en 1805. Si se mira de cerca, debajo de las
almohadas, se puede ver el envase el cual contiene la sangre
cristalizada.
La
religiosa que custodia el santuario, aseguró en 1998, que la sangre
ha cambiado de posición varias veces, a través de los años. El
último movimiento que se sabe, fue en 1949.
En
el relicario procesional del Santuario de Santa Filomena, hay una
imagen del martirio de la Santa, rodeada de reliquias de varios
Santos; el relicario es usado para bendecir a las personas en las
fiestas principales, en las que se honra a Santa Filomena.
También
hay una estatua de Santa Filomena, que ha exudado un aceite
milagroso, el 10 de agosto de 1823. Ésta se expone, para ser
venerada en su día festivo, que es el 11 de agosto.
Mas
información:
Santuario
de Santa Filomena
83027
Mugnano del Cardinale
Avellino,
Italy
tel:
011 39 081 825 7204
SantaFilomena@philomena.us
Santa
Filomena, Patrona de los Hijos de María, ruega por nosotros.
NOVENA
A SANTA FILOMENA
Novena
- que logró la sanación de Pauline Jaricot.
Oh
gran Santa Filomena, Virgen y Mártir, obradora de maravillas de
nuestra era, dános las más fervientes gracias a Dios, por los dones
milagrosos otorgados por Dios a Vos, y os suplico, impartirme una
porción de las gracias y bendiciones, de las cuales, vos habéis
sido el canal para tantas almas.
Por
tu heroica fortaleza, con la cual confrontasteis a la furia de los
tiranos, y el disgusto de los poderosos, antes que desviaros de
vuestra alianza con el Rey del Cielo, obtened
para mí, pureza de cuerpo y alma, pureza de corazón y deseo, pureza
de pensamiento y afecto.
Por
vuestra paciencia, bajo sufrimientos multiplicados, obtened para mí,
una aceptación sumisa, de todas las aflicciones que pueda complacer
a Dios enviarme, y como vos escapasteis milagrosamente ilesa de las
aguas del Tiber, en el que fuisteis arrojada por orden de vuestro
perseguidor, así también yo pueda pasar, a
través de las aguas de tribulación, sin detrimento a mi alma.
Además
de estos favores, obtened para mí, ¡Oh esposa fiel de Jesús!, la
necesidad particular, que ardientemente os encomiendo en este
momento.......
Oh
Virgen pura y Santa Mártir, dígnate dirigir una mirada de piedad
desde el Cielo, sobre vuestro devoto siervo, consoladme en la
aflicción, asistidme en el peligro, sobre todo venid en mi auxilio,
en la hora de mi muerte.
Guardad
los intereses de la Iglesia de Dios; rezad por su exaltación y
prosperidad y la extensión de la Fe; por el Soberano Pontífice; por
el clero; por la perseverancia del justo; por la conversión de los
pecadores, y el sufragio de las almas del Purgatorio, especialmente
de mis seres queridos.....
Oh
gran Santa, cuyo triunfo celebramos en la tierra, interceded por mí,
para que un día, pueda contemplar la corona de gloria, otorgada a
vos en el Cielo, y alabar a Él, quien liberalmente recompensa por
toda la eternidad, los sufrimientos soportados por Su amor durante
esta corta vida. Amén.
ORACIÓN:
Oh Purísima Virgen, gloriosa Mártir Santa Filomena,
quien Dios en Su Poder Eterno, parece haber revelado al mundo en
estos días desastrosos, para revivir la fe, sostener la esperanza, e
inflamar la caridad en las almas cristianas, contempladme postrada a
vuestros pies.
Dignaos,
Oh Virgen llena de bondad y virtud, recibir mis humildes oraciones, y
obtener para mí, esa pureza por la cual sacrificasteis los placeres
más atractivos del mundo; esa fortaleza de alma, que os hizo
resistir los más terribles ataques, y ese ardiente amor por nuestro
Señor Jesucristo, que los más temidos tormentos, no pudieron
extinguir en vos. Así que, imitándoos en esta vida, pueda algún
día ser coronado con vos en el Cielo. Amén.
¡SANTA
FILOMENA, PATRONA DE LOS HIJOS DE MARÍA, ROGAD POR NOSOTROS!
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