22
de Marzo de 2021

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SANTA
CATALINA DE SUECIA
VIRGEN († 1381)
Los
brigidinos – Orden del Santísimo Salvador – fueron quienes
tradujeron la Biblia a los idiomas escandinavos, y tuvieron la
primera imprenta de Suecia.
“Con alegría, abrazó
voluntariamente, la cruz del Señor”. Es patrona de las vírgenes,
e invocada contra el
aborto.
https://365seleccionessacros.blogspot.com/2020/03/22de-marzo-santacatalina-de-suecia.html
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Hoy
leemos en las escrituras
Lectura
del libro de Daniel (13,1-9.15-17.19-30.33-62):
EN
aquellos días, vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín,
casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella y temerosa del
Señor.
Sus padres eran justos, y habían educado a su hija,
según la ley de Moisés.
Joaquín era muy rico, y tenía un
jardín junto a su casa; y como era el más respetado de todos, los
judíos solían reunirse allí.
Aquel año, fueron designados
jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia
diciendo:
«En
Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por
guías del pueblo».
Solían
ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver,
acudían a ellos.
A mediodía, cuando la gente se marchaba,
Susana salía a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos
la veían a diario, cuando salía a pasear, y sintieron deseos de
ella.
Pervirtieron sus pensamientos, y desviaron los ojos para
no mirar al cielo, ni acordarse de sus justas leyes.
Sucedió
que, mientras aguardaban ellos el día conveniente, salió ella como
los tres días anteriores, sola con dos criadas, y tuvo ganas de
bañarse en el jardín, porque hacía mucho calor. No había allí
nadie, excepto los dos ancianos escondidos, y acechándola.
Susana
dijo a las criadas:
«Traedme
el perfume y las cremas, y cerrad la puerta del jardín mientras me
baño».
Apenas
salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia
ella y le dijeron:
«Las
puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros
sentimos deseos de ti; así que consiente, y acuéstate con nosotros.
Si no, daremos testimonio contra ti, diciendo que un joven estaba
contigo, y que por eso habías despachado a las criadas».
Susana
lanzó un gemido y dijo:
«No
tengo salida: si hago eso, mereceré la muerte; si no lo hago, no
escaparé de vuestras manos. Pero prefiero no hacerlo, y caer en
vuestras manos antes que pecar delante del Señor».
Susana
se puso a gritar, y los dos ancianos, por su parte, se pusieron
también a gritar contra ella. Uno de ellos fue corriendo, y abrió
la puerta del jardín.
Al oír los gritos en el jardín, la
servidumbre vino corriendo por la puerta lateral, a ver qué le había
pasado. Cuando los ancianos contaron su historia, los criados
quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que
hablar.
Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de
Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos, con el
propósito criminal de hacer morir a Susana.
En presencia del
pueblo ordenaron:
«Id
a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín».
Fueron
a buscarla, y vino ella con sus padres, hijos y parientes.
Toda
su familia y cuantos la veían, lloraban.
Entonces
los dos ancianos, se levantaron en medio de la asamblea, y pusieron
las manos sobre la cabeza de Susana.
Ella, llorando, levantó
la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor.
Los
ancianos declararon:
«Mientras
paseábamos nosotros solos por el jardín, salió ésta con dos
criadas, cerró la puerta del jardín, y despidió a las criadas.
Entonces se le acercó un joven, que estaba escondido, y se acostó
con ella.
Nosotros estábamos en un rincón del jardín, y al
ver aquella maldad, corrimos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero
no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros, y
abriendo la puerta, salió corriendo.
En cambio, a esta le
echamos mano, y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso
decírnoslo. Damos testimonio de ello».
Como
eran ancianos del pueblo y jueces, la asamblea los creyó, y la
condenó a muerte.
Susana dijo gritando:
«Dios
eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda,
Tú sabes que han dado, falso testimonio contra mí, y ahora tengo
que morir, siendo inocente, de lo que su maldad ha inventado contra
mí».
Y
el Señor escuchó su voz.
Mientras la llevaban para
ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo, en un muchacho llamado
Daniel; y este dio una gran voz:
«Yo
soy inocente de la sangre de esta mujer».
Toda
la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:
«Qué
es lo que estás diciendo?».
Él,
plantado en medio de ellos, les contestó:
«Pero
¿estáis locos, hijos de Israel? ¿Conque sin discutir la causa, ni
conocer la verdad condenáis a una hija de Israel?. Volved al
tribunal, porque esos han dado falso testimonio contra ella».
La
gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:
«Ven,
siéntate con nosotros e infórmanos, porque Dios mismo te ha dado la
ancianidad».
Daniel les dijo:
«Separadlos lejos uno del
otro, que los voy a interrogar».
Cuando estuvieron separados
el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:
«¡Envejecido
en días y en crímenes!. Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando
dabas sentencias injustas, condenando inocentes y absolviendo
culpables, contra el mandato del Señor: “No matarás al inocente
ni al justo”. Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué
árbol los viste abrazados».
Él
contestó:
«Debajo
de una acacia».
Respondió
Daniel:
«Tu
calumnia se vuelve contra ti. Un ángel de Dios ha recibido ya la
sentencia divina, y te va a partir por medio».
Lo
apartó, mandó traer al otro y le dijo:
«Hijo
de Canaán, y no de Judá!. La belleza te sedujo, y la pasión
pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas,
y ellas por miedo, se acostaban con vosotros; pero una mujer judía,
no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los
sorprendiste abrazados?».
Él
contestó:
«Debajo
de una encina».
Replicó
Daniel:
«Tu
calumnia también se vuelve contra ti. el ángel de Dios aguarda con
la espada, para dividirte por medio. Y así acabará con
vosotros».
Entonces
toda la asamblea, se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a
los que esperan en Él. Se alzaron contra los dos ancianos, a quienes
Daniel, había dejado convictos de falso testimonio por su propia
confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado
contra el prójimo. Les aplicaron la ley de Moisés y los
ajusticiaron.
Aquel día se salvó una vida inocente.
Palabra
de Dios. ¡Te alabamos
Señor!
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Salmo
Sal
22,1-3a.3b-4.5.6
R/.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque Tú vas
conmigo
V/.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace
recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis
fuerzas. R/.
V/. Me guía por el sendero justo,
por el
honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada
temo, porque Tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado, me sosiegan.
R/.
V/. Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis
enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mí copa rebosa.
R/.
V/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan,
todos
los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por
años sin término.
R/.
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Evangelio
de hoy
Lectura
del santo evangelio según San Juan (8,1-11):
EN
aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer
se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a Él, y
sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le
traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio,
le dijeron:
«Maestro,
esta mujer ha sido sorprendida, en flagrante adulterio. La ley de
Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le
preguntaban esto para comprometerlo, y poder acusarlo.
Pero
Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como
insistían en preguntarle, se incorporó, y les dijo:
«El
que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E
inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo,
se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y
quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí
delante.
Jesús se incorporó, y le preguntó:
«Mujer,
¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella
contestó:
«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
«Tampoco
yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra
de Dios. ¡Te alabamos
Señor!
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EVANGELIO
(opcional para el año C) Jn 8, 12-20
Lectura
del santo Evangelio según San Juan.
EN
aquel tiempo, Jesús habló a los fariseos, diciendo:
«Yo
soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida».
Le
dijeron los fariseos:
«Tú
das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero».
Jesús
les contestó:
«Aunque
yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé
de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de
dónde vengo, ni adónde voy.
Vosotros juzgáis según la
carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo,
porque no estoy yo solo, sino yo, y e! que me ha enviado, el Padre; y
en vuestra ley está escrito, que el testimonio de dos hombres es
verdadero. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de
Mí, el que me ha enviado, el Padre».
Ellos
le preguntaban:
«Dónde está tu Padre?».
Jesús
contestó:
«Ni
me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a Mí,
conoceríais también a mi Padre».
Jesús
tuvo esta conversación, junto al arca de las ofrendas, cuando
enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no
había llegado su hora.
Palabra
de Dios. ¡Te alabamos
Señor!
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Historias
Sagradas
http://365selecciones.es/historia#d8ee6392-8132-44c2-a2dc-0c90fedae657
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https://www.ciudadredonda.org/calendario-lecturas/evangelio-del-dia/hoy
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