3 De Marzo 2025
Beata María Concepcion Cabrera Armida
Laica
y madre de familia
(† 1937)
“Jesús,
salvador de los hombres, ¡sálvalos!”
En
la Ciudad de México, México, María de la Concepción Cabrera de
Armida Arias, laica, madre de familia, mística y fundadora de las
Obras de la Cruz
Hay mujeres que son capaces de cambiar las
cosas, siendo creativas y audaces en sus proyectos, hasta conseguir
realizarlos.
Una mujer enamorada, es capaz de superar
cualquier desafío, llegando a la esencia misma del amor. El caso de
Concepción Cabrera de Armida, es un buen punto de referencia, pues
fue una laica y mística mexicana, completamente identificada con
Cristo, Sacerdote y Víctima, sin haber abandonado nunca su entorno
familiar y social.
Ella, como una mujer multifacética, pues
fue joven, novia, esposa, madre, escritora, fundadora, empresaria y
abuela, vino a recordarle al mundo, el Evangelio de la
Cruz.
Concepción Cabrera de Armida, nació el 8 de diciembre
de 1862, en la ciudad mexicana de San Luis Potosí. Hija de los Sres.
Octaviano Cabrera Lacavex, y Clara Arias Rivera, ricos hacendados,
con un profundo espíritu cristiano.
Desde niña, salvo una o
dos ocasiones, fue educada en su casa, siguiendo la tradición de
aquellos años del siglo XIX. Conchita, como era llamada
cariñosamente por sus familiares y amigos, era feliz jugando en las
haciendas de sus papás, en medio del campo y de los riachuelos.
Le
gustaba la música y andar a caballo, siendo una de las pocas, que
podían montar a los menos domesticados. Creció muy unida a Jesús
Eucaristía, con quien sentía una confianza especial. Solía
tumbarse en el suelo, mientras contemplaba la huella de Dios en el
cielo.
Acostumbrada a las joyas y a los bailes, sentía que
algo le faltaba. No porque lo demás fuera algo malo, sino porque
quería dar nuevos pasos en su vida.
En una de las fiestas
que se organizaban en la Lonja, conoció a quien sería el amor de su
vida, es decir, a Francisco Armida García, un joven de Monterrey. De
los muchos pretendientes que tuvo Conchita, ella se enamoró de
Pancho, con quien contrajo matrimonio, después de varios años de
noviazgo, el 8 de noviembre de 1884. De aquella unión nacieron 9
hijos, a quienes les dedicó su vida, con alegría y especial
atención.
A partir del año de 1894, se fue clarificando el
papel que tendría como inspiradora y fundadora, de las cinco Obras
de la Cruz. Lo anterior, en medio de sus labores, como esposa y madre
de familia, llena de compromisos y visitas.
Un hecho que
marcó su itinerario espiritual, fue la visión que tuvo de la Cruz
del Apostolado, mientras oraba en el Templo de la Compañía de
Jesús, en San Luis Potosí.
Poco a poco, el Señor fue
llamándola, hasta conquistar su interior, compartiéndole sus mismos
sentimientos. Desde luego, tuvo que enfrentarse a la incomprensión,
pues no todos entendían, cómo era posible que una mujer casada,
fuera mística y fundadora; sin embargo, los prejuicios de su tiempo,
resultaron insuficientes para detenerla en el cumplimiento de su
misión, la cual, a su vez, había sido confirmada por sus directores
espirituales.
Concepción Cabrera, tras la muerte de su
esposo, acaecida el 17 de septiembre de 1901, lejos de quedarse
hundida en la depresión, sacó adelante a sus hijos, haciendo todo
lo que estaba en sus manos, para poder superar los efectos, de la
crisis económica en la que se encontraban. Aprendió a confiar en
Dios, dejándose hacer y deshacer por el Espíritu Santo, siguiendo
el ejemplo de la Santísima Virgen María. Nunca se dejó vencer por
el miedo o el desaliento.
Habiendo fundado el Apostolado de la
Cruz (1894), las Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús
(1897), la Alianza de Amor con el Sagrado Corazón de Jesús (1909) y
la Fraternidad de Cristo Sacerdote (1912), tras conocer al Venerable
Siervo de Dios, P. Félix Rougier Olanier, emprende la difícil tarea
de dar origen a la Congregación de los Misioneros del Espíritu
Santo (1914), en plena persecución religiosa en México.
Una
vez fundadas las cinco Obras de la Cruz, Conchita siguió adelante en
medio de sus asuntos familiares, jugándosela por la extensión del
reinado del Espíritu Santo. En más de una ocasión, por orden de la
Santa Sede, fue examinada por importantes teólogos, cuya valoración
fue siempre positiva.
Ante la falta de libertad religiosa en
la República Mexicana, sobre todo, durante el gobierno del
Presidente Plutarco Elías Calles, abrió las puertas de su casa,
para refugiar a varios sacerdotes, que estaban siendo injustamente
perseguidos. Entre ellos, destaca Mons. Ramón Ibarra y González,
primer Arzobispo de Puebla, quien a su vez, era el gran amigo y
protector de las Obras de la Cruz.
Conchita no se dejó
amedrentar por la situación, sino que fue una mujer optimista,
llegando a escribir diversos libros, sobre la vida
espiritual.
Adelantándose al Concilio Vaticano II, demostró
que los laicos tenían un lugar importante, en la vida de la Iglesia,
a partir de la vivencia del sacerdocio bautismal.
Murió el 3
de marzo de 1937, en la Ciudad de México. El lema que marcó su vida
y misión apostólica fue: “Jesús,
salvador de los hombres, ¡sálvalos!”. “Mamá
sonreía siempre”, fue la declaración que rindió uno de sus hijos
al abrirse su Causa de Canonización. En el año de 1999 fue
declarada “Venerable” por su S.S. Juan Pablo II.
El 8 de
junio de 2018 el Papa Francisco autorizó promulgar el Decreto, del
milagro atribuido a la intercesión de la María de la Concepción
Cabrera de Armida Arias, por lo que tan sólo resta, se señale la
fecha en que se realizará la ceremonia de beatificación.
Fuente:
https:catholic.net
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