26 de Diciembre de 2021
LA
SAGRADA FAMILIA
Jesús mismo llegaría a declarar, que sus padres y sus hermanos, eran los que hacían la voluntad de su Padre
VINCENT RYAN
ADVIENTO-EPIFANÍA
Edic. Paulinas, Madrid-1986, págs. 91-95
Se
celebra la fiesta de la sagrada familia, el domingo que cae dentro de
la octava de navidad.
Es una fiesta de devoción, introducida
por primera vez, como celebración opcional, en 1893. El culto de la
sagrada familia, se hizo muy popular en el siglo diecinueve, sobre
todo en Canadá.
El papa León XIII la promovió muchísimo.
En unos tiempos, en que las fuerzas secularizantes, constituían una
amenaza clara para la familia cristiana, se propuso a la sagrada
familia de Nazaret como modelo, como fuente de inspiración y de
ayuda.
Su origen relativamente reciente, y el hecho de que
propende al sentimentalismo, han hecho que esta fiesta, no goce de
aceptación universal. Ciertamente, tenemos que disociarla de un tipo
de espiritualidad un tanto superficial, que presenta pinturas ñoñas
e idílicas de la familia de Nazaret, y que se refleja, en un
determinado tipo de arte religioso, muy popular en el siglo
diecinueve. La liturgia de la fiesta, no constituye el espaldarazo,
ni la perpetuación de una piedad tan equivocada. Trataremos de verla
aquí de manera objetiva y positiva.
Si la consideramos de
manera positiva, la fiesta puede ayudarnos a ver, la encarnación en
un contexto más amplio, a considerar sus consecuencias culturales y
sociales. Efectivamente, no basta con decir, que el hijo de Dios se
hizo hombre.
Esto sucedió en un tiempo y en un lugar
concretos. Él adoptó una familia, un
hogar, una ciudad, un medio cultural determinado; creció
en este entorno, fue educado en la fe judía, aprendió el oficio de
carpintero, e hizo amigos. Los años pasados en Nazaret fueron años
de formación, de preparación para su misión.
En una
exquisita homilía, que se lee en el Oficio de lecturas, el papa
Pablo VI, llama la atención sobre este aspecto de la encarnación. Y
reflexionando sobre la vida familiar de Cristo, en Nazaret, dice:
"Sobre todo, aquí se hace patente, la importancia de tener
en cuenta, la pintura general de su vida entre nosotros, con su
concreto entorno de lugar, tiempo, costumbres, lengua y práctica
religiosa".
Dios se
hizo hombre, trabajador, carpintero e hijo de carpintero, nazareno,
cuyos padres eran conocidos en aquel lugar. Le
reconocemos como verdadero hombre, pero no perdemos de vista jamás,
su naturaleza divina. Efectivamente, "adoramos al hijo del Dios
vivo que se hizo" Hijo en una familia humana".
Navidad
es un tiempo hogareño, familiar. Y esto tiene una importancia
religiosa y psicológica: necesitamos volver a los orígenes, a las
raíces, a la familia de cuando en cuando.
En el plano
espiritual, hacemos esto en nuestras celebraciones litúrgicas,
renovando nuestros "orígenes sagrados", cuando celebramos
el nacimiento de nuestro Señor. La cueva, el pesebre..., allí
comenzó todo.
Pero el hogar fue el
entorno, en el que aprendimos la fe por primera vez. Para
los judíos de otros tiempos, era una obligación sagrada, la de
volver al hogar y a la familia. Toda la noción del Año Jubilar, da
testimonio de esto: "Cada uno de vosotros, recobrará su
propiedad; cada uno de vosotros, se reintegrará a su clan" (Lev
25,10). De esta manera, la navidad es una especie de celebración de
familia, en el plano humano, y en el espiritual.
El
Antiguo Testamento da testimonio, de un elevadísimo ideal de vida
familiar, en el pueblo judío. Aparece claramente esto, en la primera
lectura de la misma, tomada del Levítico (3,2-14), que destaca la
virtud del amor, y de la obediencia filiales.
Indudablemente, San Pablo se inspiró en éste, y en otros
textos similares, cuando escribió de comunidad, y de vida familiar
en el Señor. En el Oficio de lecturas, tenemos su tratado del
capítulo 5 de Efesios, donde habla del amor, y de la fidelidad
conyugales, de la obediencia mutua, del deber de los hijos para con
los padres, y de éstos para con aquéllos. La segunda lectura de la
misa, tomada del capítulo 3 de la carta a los de Colosas, ofrece un
bello ideal, no sólo de vida familiar, sino de vida comunitaria en
general.
La vida familiar es un valor importantísimo, pero no
absoluto. Jesús buscó ante todo la
voluntad de su Padre. Los lazos familiares, estaban subordinados a la
misión que Él había recibido del Padre.
Las
lecturas evangélicas para el ciclo trienal, aluden de una forma un
tanto inquietante, a lo que espera a Jesús y a sus padres: Él será
mal interpretado y perseguido, será "signo de contradicción",
y una espada de dolor, atravesará el corazón de su madre.
"¿No
sabíais que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?". Y llegará
el momento en que Jesús, abandone el hogar y a sus padres, para
adoptar la vida incómoda de un predicador itinerante, sin hogar, y
sin un lugar donde reclinar su cabeza.
No deja de amar a sus
padres, ni rompe todos los lazos y relaciones con el hogar, pero
tiene que distanciarse de la vida segura, circunscrita a Nazaret, a
fin de entregarse por completo a su misión. Había que establecer
nuevas relaciones, que trascendieran el parentesco, puramente humano.
Jesús mismo llegaría a declarar que sus
padres y sus hermanos, eran los que hacían la voluntad de su
Padre.
Los seguidores de Jesús, están llamados también, a
dejar la seguridad del hogar y de la familia, a sacrificar todo
aquello, que es lo más deseable, desde una perspectiva humana. Ese
es el contenido de toda vocación religiosa, o de una vocación que
encierra, una llamada concreta a seguir a Cristo, y a servir a sus
hermanos.
Es
necesario que nos perdamos a nosotros mismos, para encontrarnos. Hay
que ampliar el horizonte de nuestra familia, para abrazar a todos los
hombres y mujeres. Esto no significa, un frío distanciamiento de
nuestra propia parentela, sino la no esclavización en el apego a
ellos.
Jesús no se distanció de su madre, pues ella le
acompañó hasta el final. Nosotros no dejamos, o abandonamos a
nuestros padres o familiares, sino que establecemos una relación
nueva, y más profunda con ellos. Porque el Señor, complacido en
nuestro sacrificio, nos devolverá, en una forma más profunda y
bella, a nuestros padres, hermanos, hermanas y amigos.
Oración:
Dios Todopoderoso y Eterno, escribe por intermedio de tu Santa
Misericordia, nuestros nombres en tu Sagrada Familia del Cielo, y haz
que nuestros corazones se conviertan, de uno de piedra, a otro de
carne, lleno de frescura, y de donde emane por siempre tu agua
bendita. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario