7 De Junio 2024
San Roberto de Newminster
Abad
(1159)
«En
sus modales era extremadamente modesto -dice la Crónica de
Fountains-, lleno de gentileza cuando estaba en compañía,
misericordioso en los juicios, y ejemplar en la santidad y sabiduría
de sus conversaciones».
En
Newminster, en el territorio de Northumberland, en Inglaterra, San
Roberto, abad de la Orden Cisterciense, el cual, amante de la pobreza
y de la vida de oración, junto con doce monjes, instauró este
cenobio, que a su vez, fue origen de otras tres comunidades de
monjes.
Gargrave, localidad del distrito de Craven, en
Yorkshire, fue el lugar de nacimiento de San Roberto. Tras de haber
recibido las órdenes sacerdotales, fue rector en Gargrave durante un
tiempo, y después tomó el hábito de los benedictinos en Whitby.
Algo más tarde, obtuvo el permiso de su abad, para unirse a
otros monjes de la abadía de Saint Mary, en York, quienes se habían
agrupado, autorizados por el arzobispo Thurston, y en los terrenos
que le habían sido cedidos, con el propósito de dar nueva vida a la
estricta regla benedictina.
Ahí, en la mitad del invierno,
en condiciones de extrema pobreza, sobre el desnudo suelo del valle
de Skeldale, fundaron los monjes un monasterio, que más tarde,
llegaría a ser famoso como Fountains Abbey (Abadía de las Fuentes),
nombre que se le dio en relación, con unos manantiales que había en
las proximidades.
Por su expreso deseo, los monjes estaban
afiliados a la reforma del Cister, y Fountains se convirtió, con el
tiempo, en una de las casas más fervientes de la orden. El espíritu
de la santa alegría, imperaba sobre una vida de ejercicios de
devoción, alternados con los duros trabajos manuales.
En un
sitio prominente entre los monjes, se hallaba San Roberto, en razón
de su santidad, su austeridad, y la dulzura inmutable de su carácter.
«En sus modales era extremadamente modesto -dice la Crónica de
Fountains-, lleno de gentileza cuando estaba en compañía,
misericordioso en los juicios, y ejemplar en la santidad y sabiduría
de sus conversaciones».
Ralph de Merly, el señor de la
región de Morpeth, visitó la abadía en 1138, cinco años después
de su fundación, y quedó tan hondamente impresionado, por la virtud
de los hermanos, que decidió construir un monasterio para el Cister,
en sus propiedades.
Para habitar en la nueva casa, conocida
con el nombre de abadía de Newminster, lord Morpeth, sacó de
Fountains a doce monjes, y para gobernarlos, se nombró abad a san
Roberto. El santo conservó el puesto hasta su muerte. A fuerza de
trabajo constante, logró que la abadía floreciese de manera tan
extraordinaria, que para 1143, pudo fundar una segunda casa en
Pipewell, en Northamptonshire, y más tarde, otras dos en Sawley y en
Roche.
Como hombre entregado a la meditación y a la plegaria
que era, escribió un comentario sobre los Salmos, que
desgraciadamente, no ha sobrevivido. Se le habían otorgado dones
sobrenaturales, y tenía poder sobre los malos espíritus.
Hay
una anécdota, que ilustra el espíritu de mortificación de que
estaba dotado. Se sometía a ayunos tan rigurosos durante la
Cuaresma, que en una ocasión, al llegar la Pascua, ya había perdido
enteramente el apetito. «¡Ay, padre mío! ¿Por qué no queréis
comer?», le preguntó entristecido, el hermano encargado del
refectorio.
«Creo que me comería, un panecillo de avena con
mantequilla», repuso el abad. En cuanto le trajeron lo que había
pedido, no se atrevió a locarlo, por considerar que si lo hacía,
era como ceder a la gula, y a fin de cuentas, ordenó que se diera el
panecillo a los pobres. En la puerta del convento, recibió el pan un
joven y hermoso peregrino, quien inmediatamente desapareció, con
todo y el plato. Cuando el hermano tornero, trataba de dar
explicaciones plausibles sobre la desaparición del recipiente, el
mismo plato quedó de pronto sobre la mesa, frente al abad. Todo el
mundo afirmó, que el hermoso peregrino que se comió el panecillo,
era un ángel.
Afirman las crónicas que, en su juventud, San
Roberto estudió en París, y registran un segundo viaje suyo al
continente, cuando fue blanco de algunas críticas, por parte de sus
monjes, en relación con ciertos informes falsos, sobre mala
administración de su abadía, y decidió ir a visitar a san
Bernardo, para ponerle en claro las cosas.
Pero éste, que
evidentemente conocía a fondo a San Roberto, resolvió que no había
necesidad de desmentir, las necias acusaciones ni de defenderse
contra los cargos. La mencionada visita, debe haber tenido lugar en
1147 o 1148, puesto que por entonces, y antes de regresar a
Inglaterra, se entrevistó San Roberto con el Papa Eugenio III.
El
abad de Newminster, visitaba a menudo al ermitaño San Godrico, por
quien sentía particular afecto. La noche en que San Roberto murió,
San Godrico vio ascender su alma al cielo, como una bola de fuego. La
fecha era el 7 de junio de 1159. La fiesta de San Roberto se
conmemora en la diócesis de Hexham.
Nova Legenda
Angliae de Capgrave, en el Acta Sanctorum, junio, vol. II, no es más
que un resumen de una biografía más extensa, que se conserva en
Lansdowne MS. 436, en el Museo Británico. Cuando Dalgairns escribió
la vida de san Roberto, para incluirla en la serie de santos ingleses
que editó Newman, utilizó el manuscrito mencionado, y agregó
algunos detalles de otros relatos en existencia. Imagen: vidriera de
1518 en la capilla del Queen's College, de Oxford (en la colección
de vidrieras de Lawrence, OP).
Fuente: «Vidas de los
santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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