28
de Junio 2024
San Pablo I
Papa
(767)
En
Roma, San Pablo I, papa, quien afable y misericordioso, de noche
visitaba en silencio, las viviendas de los enfermos pobres, y les
prestaba ayuda. Defensor de la fe ortodoxa, escribió a los
emperadores Constantino y León, para que restituyeran el culto a las
sagradas imágenes. Muy devoto de los santos, trasladó entre himnos
y cánticos, los cuerpos de los mártires, desde los cementerios en
ruinas, a los diversos títulos y monasterios, del interior de la
ciudad, y promovió su culto.
El sucesor del papa Esteban III,
en el trono de San Pedro, fue Pablo, su hermano menor. Los dos habían
recibido al mismo tiempo, su educación en la escuela de Letrán;
juntos fueron elevados a la dignidad de diáconos, por el papa San
Zacarías, y Pablo siempre estuvo estrechamente unido a Esteban, a
quien cuidó con ternura, en su última enfermedad.
No es de
extrañar que, al ascender al papado, conservase estrictamente la
política de su hermano. Un contemporáneo, cuyos escritos figuran en
el Liber Pontificalis, rinde elocuentes tributos, al carácter
personal del papa Pablo, y hace resaltar su bondad, su clemencia y su
magnanimidad.
Siempre estaba dispuesto, a ayudar a los
necesitados, y jamás devolvió mal por mal. A menudo, aprovechaba
las sombras de la noche, para escurrirse en las prisiones, a redimir
a los deudores pobres encarcelados; en ocasiones, consiguió devolver
la libertad, a reos condenados a muerte. Si acaso llegaba a fallar en
la justicia, era por exceso de misericordia.
El pontificado de
Pablo, que tuvo diez años de duración, gozó de una paz relativa en
el extranjero, debido a sus buenas relaciones, con el rey Pipino, y
una completa tranquilidad en su propia sede, debido a su firme
gobierno; no deberíamos decir «firme», porque es una
palabra que sugiere la dureza, pero así fue: la firmeza de la
administración de Pablo I ofrece un marcado contraste, con la bondad
y dulzura de carácter, del que habla el Liber Pontificalis.
Al
mismo tiempo, los registros de su pontificado, constituyen un largo
relato de diplomacia política; en las palabras de Mons. Mann: «Por
medio de un incesante esfuerzo de diplomacia, Pablo I evitó que los
lombardos por una parte, y los griegos por la otra, hiciesen o
intentasen hacer algo, en contra de los recién adquiridos poderes
temporales del Sumo Pontífice; con brillante destreza, consiguió
que los grandes y graves acontecimientos, quedasen sólo a punto de
suceder».
Se mantuvo siempre en los mejores términos,
con el rey Pipino, a quien enviaba cartas extremadamente corteses,
regalos (incluso un órgano), y reliquias de los mártires.
En
Roma propiamente dicha, las actividades del Papa, tomaron una forma
más concreta todavía. Como las catacumbas, habían quedado
reducidas a escombros, por la carcoma del tiempo, y el paso de los
bárbaros, el Papa se dedicó a trasladar las reliquias de muchos
santos y mártires, a las iglesias de la ciudad.
Entre los
restos qué recuperó, figuran los de Santa Petronila, la supuesta
hija de San Pedro, que fueron sepultados en un mausoleo, recién
restaurado que, con el tiempo, llegó a conocerse, como Capilla de
los Reyes de Francia.
El santo Pontífice construyó o
reconstruyó, una iglesia de San Pedro y San Pablo, y también erigió
un oratorio, en honor de Nuestra Señora, dentro de su propia iglesia
de San Pedro.
En la mansión familiar, que convirtió en
monasterio, dedicado a los papas San Esteban I y San Silvestre,
instaló a los monjes griegos, que habían escapado de la persecución
iconoclasta. La iglesia adjunta, reconstruida por el Papa, y puesta
al servicio de los religiosos refugiados, tomó el nombre de San
Silvestre in Capite, porque ahí se guardó una cabeza, que los
griegos trajeron del Oriente y que era, según se afirmaba, la de San
Juan Bautista. Once siglos más tarde, la misma iglesia, nuevamente
reconstruida, fue entregada para el culto de los católicos ingleses,
por el Papa León XIII.
El Papa Pablo I, se hallaba en san
Pablo Extramuros, a donde había ido para escapar al agobiante verano
de Roma, cuando fue atacado por una fiebre, que resultó fatal. Murió
el 28 de junio del 767.
El Liber Pontificalis en
la edición de Duchesne (vol. I, pp. 463-467), es la fuente más
digna de confianza para una estimación del carácter personal del
Papa. Las cartas de Pablo I, se encuentran en MGH., Epistolae, vol.
III, edición de Gundlach.
Fuente: «Vidas de los
santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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