sábado, 29 de junio de 2024

 29 de junio de 2024

San Siro de Génova
Obispo y exorcista
(† c.330)


Martirologio Romano: En Génova, Italia, San Siro, venerado como Obispo.

Siro nació en el lugar, antiguamente llamado "Emiliana", que quedaba a unas ocho millas de Génova. Desde la más tierna edad, demostró una sobresaliente predisposición a la oración, tanta que, según narra Jacobo de Varagine, siendo él aún muy joven, sus padres confiaron su educación al Obispo Felice, para que lo instruyera y lo encaminara en el servicio a Dios.

El Obispo, reconoció en él, una verdadera vocación, y luego de ordenarlo diácono, lo envió como su vicario a Villa Matutiana, (la actual San Remo), para que ayudara al sacerdote Omisda.

A la muerte del Obispo Felice, el clero y el pueblo todo, le pidieron que retorne a Génova, para ocupar el cargo vacante.

Siro se dedicó -con grande empeño y devoción- a la cura de las almas, cotidianamente: iba en busca de los fieles para exhortarlos, animarlos, confortarlos, y llevarles la palabra de Dios.

Se detenía en las casas de sus feligreses, para conocer sus necesidades, ayudarles en pequeños proyectos, y a la hora de almorzar, se sentaba de buena gana a la mesa. Era muy parco en sus hábitos, por lo que no pesaba mucho en el presupuesto de las familias pobres que visitaba, pero gracias a esta costumbre de comer en casa otros, los genoveses lo tenían en gran estima, y admiraban su capacidad de ahorro.

Se cuenta también historias de milagros, que sucedieron por intercesión de este santo hombre, como por ejemplo la de Gallione, un experto carpintero, dueño de un próspero taller, con muchos empleados, quien tenía una hija, de la que estaba justificadamente orgulloso, por su belleza y honestidad, pero que un día fue poseída por el diablo, y su comportamiento cambió abruptamente.

El hombre desesperado, después de haber intentado todo lo que se le ocurría, para ayudar a su hija a entrar en razón, ordenó poner la mesa, y llamar a Siro. Siro, después de la frugal cena, fue llevado a la habitación de la joven, notando inmediatamente, que ella estaba poseída por el demonio; sin demora se revistió con los ornamentos sacerdotales, y con los Evangelios en sus manos, ordenó al impuro espíritu, a que abandone el cuerpo de la joven, lo cual aconteció al instante.

Después de algún tiempo, Siro murió en la gracia de Dios, y fue enterrado en el campo donde predicó, en frente de la iglesia, campo que asumió oficialmente en el nombre de San Siro.

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