3 de Junio 2024
San Morando de Altkrich
Monje y presbítero
(1115)
Se afirma que tan sólo con hacer el signo de la cruz, extinguió un incendio que amenazaba destruir el monasterio, y por ese mismo procedimiento, devolvió la salud a numerosos enfermos. Patrón de los cultivadores de la vid.
En
la aldea de Altkirch, en la región de Basilea, entre los helvecios,
San Morando, monje, oriundo de Renania, que de presbítero peregrinó
a Compostela, y al regresar, se hizo monje en Cluny, fundando
después, el monasterio donde terminó su intensa vida.
Al
parecer, los padres de Morando, eran nobles personajes que vivían en
el valle del Rin, cerca de Worms, donde el joven recibió su
educación, en la escuela de la catedral. Tras su ordenación
sacerdotal, emprendió una peregrinación a Santiago de Compostela.
Por el camino, se detuvo en Cluny, y quedó tan profundamente
impresionado, por la santa vida de los monjes que, al regresar de
Compostela, tomó los hábitos de manos de San Hugo.
Ahí
siguió avanzando, por el camino de la perfección tan rápidamente,
que en poco tiempo se consideraba, que Morando sobrepasaba a la
mayoría de sus hermanos, en santidad y fidelidad a la regla.
Pasó
los primeros años de su vida religiosa, en una u otra de las casas
de Cluny en Auvernia, pero no estaba destinado a permanecer en
Francia. Al iniciarse el siglo XII, el conde Frederick Pferz, magnate
de Sandgau, de la baja Alsacia, reconstruyó la iglesia de San
Cristóbal, edificada por sus antepasados, cerca del sitio donde
ahora se encuentra la ciudad de Altkirch.
El conde solicitó
a San Hugo, que le enviara algunos monjes de Cluny, para atender la
iglesia y a los fieles. Cuando llegó el grupo encabezado por el abad
Constancio, éste cayó en la cuenta, de que si se trataba de
desarrollar un trabajo de misión, era indispensable conocer bien el
alemán. Al informar de esto a Cluny, los superiores destinaron a
Morando, que conocía el francés tan bien como el alemán, para
hacerse cargo del puesto.
Pronto se comprobó, que la elección
había sido muy acertada, porque Morando estaba dotado con el
espíritu del misionero, y las gentes le escuchaban y le seguían con
gusto.
Sin cuidarse de las fatigas, de la nieve o de la
lluvia, se iba a campo traviesa, sin capuchón, y con ropas de
peregrino, en busca de pecadores para devolverlos al redil. Sus
virtudes y su elocuencia, fueron los motivos que crearon su
reputación de obrar milagros.
El conde Frederick, que sufría
de parálisis facial, quedó sano gracias a San Morando, y desde
entonces, no hacía nada sin consultar previamente al santo.
Se
afirma que tan sólo con hacer el signo de la cruz, extinguió un
incendio que amenazaba destruir el monasterio, y por ese mismo
procedimiento, devolvió la salud a numerosos enfermos.
Todos
los viernes, visitaba el santuario de Nuestra Señora de Gildwiller,
que tiene fama de ser el más antiguo de Alsacia; en honor suyo, las
gentes del lugar llamaron Fuente de San Morando, a un arroyo junto al
cual, descansaba el santo en su peregrinación semanal.
Murió
alrededor del 1115. Tal vez, en razón de la creencia tradicional, de
que San Morand ayunó durante toda una Cuaresma sin otro alimento que
un racimo de uvas, se le considera como patrón de los cultivadores
de la vid.
La biografía medieval de San Morand,
presentada en el Acta Sanctorum, junio, vol. I, muestra un favor
especial hacia este santo; debe haber sido escrita menos de medio
siglo después de su muerte, cuando la devoción popular hacia el
santo estaba en su apogeo en toda Alsacia.
Hay considerable
material literario sobre el aspecto arqueológico y sobre el culto.
Véase sobre todo a J. Clauss, Historisch-topographisches Wórterbuch
des Elsass, pp. 974 y ss; una obra más reducida del mismo autor. Die
Heiligen des Eslass (1935). Las representaciones en el arte han sido
tratadas por Künstle, Ikonographie, vol. II, p. 445; el aspecto
folklórico, en Archives Suisses des Traditions Populaires, vol. VIII
(1904), p. 220 y ss.
Fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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