6 de Junio 2024
Beato Lorenzo de Másculis de
Villamagna
Religioso y presbítero. Cuerpo Incorrupto.
Fue
un profundo teólogo y famoso predicador, que enseñó, exhortó y
pacificó pueblos.
En
Ortona, en el Abruzo, beato Lorenzo de Másculis de Villamagna,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, ilustre por su celo
en predicar la palabra de Dios.
Lorenzo nació en Villamagna,
provincia de Chieti, hijo de Silverio de Masculis y de Pippa
D’Eletto, el 12 de mayo de 1476. Ingresó muy joven en la Orden de
los Hermanos Menores, donde se distinguió por la asiduidad en la
oración, su amor a la pobreza y a la obediencia, su devoción a la
Eucaristía, y por el amor divino del cual estaba inflamado:
desarrolló un intenso apostolado, fue muchas veces solicitado en las
principales ciudades de Italia por su santidad y su profunda
doctrina. Fue favorecido por Dios con el don de milagros y
profecía.
El siglo XV, es el siglo de oro del franciscanismo.
Los numerosos conventos, esparcidos un poco por todas partes, también
en el fuerte y gentil Abruzzo, parecían colmenas, ricos en santos
religiosos y ardientes apóstoles.
En este feliz período,
Lorenzo plasmó su eximia virtud, tanto que emulaba a sus grandes
cohermanos, el primero de todos, el de San Juan de Capistrano, la
gloria más brillante del Abruzzo, el incansable apóstol de Europa.
La vida sacerdotal de Lorenzo duró 35 años, y puede
resumirse en estas pocas y sencillas palabras: predicó, enseñó,
exhortó y pacificó pueblos. Fue un profundo teólogo y famoso
predicador. Su palabra parecía la de un profeta, conmovía hasta el
llanto. Las conversiones eran frecuentes.
No subía nunca al
púlpito, sin someterse antes a ásperas flagelaciones, consciente de
que la penitencia, atrae las divinas misericordias. Para responder a
las frecuentes solicitudes de predicación, que le venían de todas
partes de Italia, debía emprender largos y difíciles viajes.
Caminaba siempre a pie descalzo. Su comportamiento, era ya una de sus
convincentes predicaciones.
En 1535, los habitantes de Ortona
a Mare, deseosos de escuchar la palabra de Lorenzo, le pidieron
predicar la cuaresma, pero la fibra del infatigable apóstol, se
había reducido a un estado lamentable, a causa de las largas
fatigas, las ásperas penitencias y los largos viajes. La cuaresma de
aquel año marcó la extinción de una llama.
El bien obrado
entre los ortoneses fue extraordinario. Cuando lo veían subir al
púlpito, se sentían conmovidos hasta las lágrimas, cuando bajaba
de él, le besaban las manos y la túnica. Todos le demostraron
reconocimiento, por el gran bien realizado en medio de ellos. Un día,
mientras predicaba, inspirado por el Señor exclamó con espíritu
profético: «Dentro de quince días estaré en la eternidad; yo
en primer lugar, y después me seguirán otros de
ustedes».
Efectivamente después de unos días, fue
atacado por un fuerte acceso de gota, que lo obligó a suspender la
predicación, y reducirse al lecho. Purificado por el dolor soportado
con gran resignación, expiraba serenamente el 6 de junio de 1535, a
la edad de 59 años, en Ortona a Mare.
Su cuerpo, después de
algunos años, fue encontrado incorrupto. En 1829, fue colocado bajo
el altar mayor, en la iglesia franciscana de Santa María delle
Grazie del lugar. Aprobó su culto Pío XI el 28 de febrero de
1923.
Fuente: «Franciscanos para cada día» Fr. G. Ferrini
O.F.M.
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