sábado, 15 de junio de 2024

 15 de Junio 2024


Beato Clemente Vismara

Presbítero
(1897 - 1988)

EN Mong Ping, Myanmar, beato Clemente Vismara, presbítero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, que por su trabajo apostólico y social, en favor del pueblo birmano, mereció ser llamado "Patriarca de Birmania".

El padre Vismara desarrolló su labor, a lo largo de 65 años en el país asiático, de 1923 al 1988, con un solo viaje a Italia en 1957 por enfermedad. Murió el 15 de junio de 1988 en Mong Ping, en la diócesis de Kengtung --en la frontera con China y Laos--.

Inmediatamente fue invocado como «protector de los niños» -recuerda el padre Gheddo, también misionero- «porque vivió siempre entre 200-250 huérfanos, que recogía en los pueblos destruidos por la guerra, o dispersos por el hambre y la enfermedad». Fundó seis parroquias, construyó iglesias y capillas, escuelas, hospitales y orfanatos, y enseñó a los tribales una agricultura más moderna.

Clemente murió a los 91 años, pero escribía que no se sentía anciano, porque era aún útil a muchos niños y personas abandonadas (discapacitados, leprosos, viudas solas, opiómanos, ladrones expulsados de los pueblos), a quienes recogía en su misión, mantenía y trataba con la ayuda de las religiosas de María Niña, continúa el padre Gheddo.

El milagro que abrió la puerta a la beatificación, fue la curación milagrosa de un niño de 10 años, Joseph Tayasoe, que "cayó de un árbol desde cinco metros de altura, y se golpeó la cabeza con una gran piedra; perdía sangre por nariz y oídos, tenía el cráneo con una fractura apreciable a simple vista. Estuvo cuatro días en coma, y después de orar al padre Vismara, se despertó de improviso y pidió de comer, completamente curado, sin consecuencia alguna, ni tratamientos en los años sucesivos. Hoy, a sus 16 años -relata el P. Gheddo en 2006- es un chico totalmente normal".

Su sepultura en Mong Ping, es meta no sólo de muchos católicos, sino también de protestantes, budistas, animistas y musulmanes. Hombre de mucha oración, siempre sereno y lleno de gozo, aún en las grandes dificultades y sufrimientos, de una vida transcurrida entre pueblos en guerra, hambre y miseria, ladrones y bandidos de carreteras, y aislamiento en la selva, con el médico más cercano a dos días de viaje.

«Clemente es el auténtico misionero, al servicio de los pobres y de los últimos -añade el padre Gheddo-, comprometido en el campo educativo y social, capaz de dar la vida por su pueblo, pero también, y ante todo, testigo y anunciador de Jesucristo con su vida».


Fuente: Zenit.org

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